¨LA METAFISICA ORIENTAL¨

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Con ese título fue publicado un largo artículo de René Guénon por Ediciones de la Tradición Unánime en Barcelona (España) en 1984 y creemos que vale la pena retomar las ideas expuestas entonces para incidir en una de sus propuestas. La metafísica es universal pero la cultura occidental parece haberla olvidado y parece haberse volcado hacia aquello que algunos llaman “materialismo” (palabra que, como bien dice C.G. Jung es tan inexplicable como “espiritualismo”) e intentan excluir lo metafísico de la existencia y, aún más grave, de la educación. André Malraux dijo hacia mediados del siglo XX que habrá un siglo XXI religioso o no habrá siglo XXI. Era cuando el mundo amenazaba destruirse a punta de bombazos atómicos, es cierto, pero no se equivocó si contemplamos la aparición de cientos de movimientos de corte religioso en el siglo actual siendo muchos de esos movimientos de origen oriental. Estos van desde las variadas formas del budismo que han aparecido en nuestras tierras hasta las formas de artes marciales procedentes del lejano oriente. Espero poder aclarar la manera en la que esa influencia se ha dado y a partir de cuáles fuentes podemos reconocer la utilidad que pueda servir a la experiencia y, sobre todo, a la educación, especialmente la familiar.Metafísica es aquello que está por encima de lo que podemos medir, pesar, incluso más allá de lo que podemos definir, clasificar y aún más allá de lo que podemos pensar si limitamos la palabra pensar a la actividad mental. Pero si es que aprendemos a pensar con todo nuestro cuerpo podemos llegar a darnos cuenta que nuestro cuerpo no está limitado por nuestra piel. Esto es algo que los asiáticos saben desde hace mucho tiempo.

En efecto, si la psicología se ha puesto de moda en el siglo XX en la cultura occidental. La cultura oriental la viene estudiando desde hace más de 2,500 años y el error europeo ha sido el dejar de ver la relación que hay entre la psicología y la religión al grado de no poder definir al budismo, por ejemplo, como religión o filosofía o psicología. La razón de esto es el olvido de la visión metafísica de la realidad al grado de ser incapaces de ver al ser humano como una unidad y llegar a tener médicos para el cuerpo y otro tipo de médicos para el alma. Estos últimos llamados psicólogos.

Para aclararlo, solo dediquemos un instante a lo que provoca el uso de la palabra Dios. En occidente provocará un sinfín de discusiones. Dudo mucho que tal cosa ocurra en oriente. Etimológicamente sabemos que esa palabra deriva de DIA (Dyaus en sánscrito, comprobando una vez más las raíces indo-europeas de ese término) y, por consiguiente, a la idea de LUZ. Pero occidente tiene problemas para digerir mitos como tales (como verdades poéticamente contadas) por aquello de haber querido Pablo de Tarso intentar convencer a los griegos que el mito cristiano era histórico y sus mitos del Olimpo era falsedades. Desde entonces los occidentales modernos tienen problemas para asociar mito e historia o, si se quiere, son incapaces mayormente de traducir símbolos. Que en el caso de este ejemplo se refiere a la luz que aclara las tinieblas y se refiere a la mente humana de la cual el día y la noche no son más que estados naturales, físicos para ser leído metafísicamente.

Le debemos, sin duda, al Dr. Onorio Ferrero la introducción de quienes nos han ayudado a comprender la metafísica. Comenzando por René Guénon y pasando por Mircea Eliade recuerdo con especial interés las conferencias que organizó por la presencia en Lima de Raimon Panikkar cuyos libros he podido adquirir en España, cuando lo fui a visitarlo cerca de Vich, Barcelona y veo que no son fáciles de conseguir acá. Pero recomiendo especialmente “La experiencia Filosófica de la India” e “Iconos del Misterio, La experiencia de Dios”. De este último título quiero rescatar que de las nueve afirmaciones con las que inicia su libro en el capítulo titulado “El discurso sobre Dios” dice primero: No se puede hablar de Dios sin un previo silencio interior. Y luego de ocho afirmaciones contundentes termina diciendo: Es un discurso que revierte necesariamente en un nuevo silencio”. En suma, el misterio debe permanecer con esa calidad de inexpresable lo cual no significa incomprensible. De allí que en muchas culturas o religiones tradicionales se evita expresar el nombre de Dios ya que ponerle nombre sería cosificarlo y perder su condición infinita. Bien decía el Dr. Ferrero que afirmar que el sol no se mueve sino es la tierra la que gira, no es lo evidente y para nada le sirve al campesino que la verdad científica niegue la evidencia sensorial.

Es así que los himnos del Rig Veda y los Upanishads repitan con frecuencia que somos seres de luz e inmortales porque morir y renacer es como cambiarse de ropa, tal como lo expresa la Bhagavad Gita. Y otro libro al que debemos volver para comprender nuestra condición luminosa e inmortal es El Secreto de la Flor de Oro de la tradición extremo oriental (China) donde la flor de oro es la luz y dice: “La flor-simiente del cuerpo del hombre debe concentrarse hacia arriba en el espacio vacío….En esta frase está incluida la inmortalidad y también el vencer al mundo. Esta es la meta común de todas las religiones.” Traducción de Richard Wilhem prologada por C.G.Jung. Ed. Paidos. Buenos Aires. Pág. 105

Aún más al oriente, encontramos en las islas de Oceanía afirmaciones sobre la luz que nos pueden ayudar a comprender que todo lo que vemos y tocamos es, en realidad, luz condensada. Claro que a diferentes grados de condensación pero es extraordinario tener la capacidad de percibirlo de esa manera y ver a la madera, la piedra y al aire como luz. Naturalmente que eso solo es posible si reconocemos la propuesta del Chandogya Upanishad (III, 13, 7) “La luz que brilla por encima de este cielo, más allá de todo, en los más altos mundos más allá de los cuales no los hay más altos, es en verdad la misma luz que brilla en el interior del hombre”. En palabras más conocidas por el occidente moderno nuestra alma es divina luz y eterna. ¿Cuándo nos olvidamos de eso? ¿Rescataremos la dignidad humana? ¿O mejor dicho en budismo nuestro precioso nacimiento humano? Sin duda porque el cientificismo que espera explicarlo todo con una lógica que no es universal porque curiosamente es en occidente donde la religión está perdiendo creyentes y es que en las culturas orientales no hay razones para que se contradigan con la ciencia y es porque saben que la perspectiva metafísica no contradice el conocimiento de este mundo.

Por otro lado, aunque pierde creyentes, particularmente en el catolicismo, el occidente se anda nutriendo cada vez más de filosofías venidas del oriente. Cada vez más escuelas de yoga, de artes marciales chinas, coreanas y japonesas abundan en las ciudades occidentales. Quizás algunas de estas influencias permitan que la luz se haga presente en la juventud occidental de hoy. Lo que merece aconsejar a esos jóvenes es que es necesaria una práctica y mucho ejercicio para despejar la mente de mucha telaraña y ver la vida con natural serenidad. Pero sin prácticas ni ejercicios, está siempre presente la capacidad de darnos cuenta de la luz de la consciencia de la que los humanos estamos dotados y el mero darnos cuenta es una realización espiritual que los orientales tienen muy presente y que acerca de lo cual muchos occidentales prefieren hacerse los distraídos.

Finalmente cabe volver a insistir en aquello de que las culturas nativas de América tienen más puntos en común con Asia que con Europa y a propósito de lo cual quisiera contrastar el individualismo occidental con el comunitarismo andino. En efecto, en el Perú tradicional no se concibe al hombre solo. Siempre es pareja. Madre – Hijo, Esposo – Esposa y a partir de allí todos los lazos familiares que se extiende a los vivos y a los muertos muy similarmente al culto a los antepasados tan extendido por el extremo oriente. Tenemos incluso una palabra del quechua para el hombre solo, huérfano, pobre: huaccha (o WAQCHA en quechua moderno). Con esa palabra, el individuo es concebido como un abandonado del destino…un pobrecito porque no tiene familia. En el mundo occidental donde el divorcio parece haberse convertido en normal, hay que rescatar algunos valores que se conservan en Asia y, sin ir tan lejos, en la serranía peruana.

Conferencia dictacada en el CEO, Centro de Estudios Orientales, el día 14 de mayo de 2009.

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