EL HOMBRE ANDINO ACTUAL

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Para comprender al campesino de la sierra peruana actual, debemos enfatizar en su condición de agricultor de alta montaña, dicho así para que se resalte su dependencia de la tierra y de las montañas. En efecto, es un hombre apegado a la tierra y su confianza no se limita a los productos alimenticios que cosecha sino que la pachamama, que mejor se traduce por el mundo (como el latín “mundus” romano), que por la tierra (allpa) aunque en castellano, igual llamamos tierra a lo que está bajo nuestros pies como al planeta todo. Su confianza se extiende al alma. En efecto, la pachamama puede robarnos el alma. Y también las montañas son, por cierto, las fuentes de agua; su nieve y sus lagunas, las reservas de agua, sino que también son quienes nos dan el alma y, en caso de enfermedades, por ejemplo, quienes nos la quitan. Así, la buena y mala salud tiene íntima relación con nuestra vida cotidiana.

Las fiestas que se celebran frecuentemente tienen, pues, que ver con veneración a la tierra y a las montañas y por extensión, a la lluvia, al rayo y en contra del granizo, este último enemigo de las cosechas. Estas tienen por su influencia de las religiones traídas de España aspectos de culto a los patrones (santos) y patronas (vírgenes) cuyos calendarios tienen su origen en el santoral católico de tal manera que la comunidad de San Jerónimo al sur cerca de Cuzco lo celebrará el 30 de Setiembre y su vecino distrito, apenas más cerca de Cuzco, a San Sebastián el 20 de Enero, San Blas en el mismo Cuzco, el 3 de Febrero, y así por todos los Andes, el día de Santa Rosa (30 de Agosto) en Chiquián, al sur de Huaraz o el 15 de Agosto en Huánuco. Todas ellas giran en torno a una procesión de la imagen del patrón por las calles céntricas del pueblo. Pero hay otras que tienen relación estrecha con los cultivadores. Destaca entre ellas, la fiesta de la Cruz celebrada en todo el mundo andino (que incluye a la costa como el caso de Chalpón al norte de Chiclayo) pero que tienen una vieja raigambre en tiempos antiguos. Esas cruces fueros clavadas a la introducción del cristianismo sobre las wakas que los indígenas tenían sobre sus cerros protectores. Están allí para proteger las cosechas y es, por lo tanto, el 2 de Mayo que son bajadas a la iglesia del pueblo donde recibirán un homenaje en forma de bailes tradicionales siempre acompañados de bandas de músicos y fuegos artificiales. El 3 de Mayo serán devueltas al cerro donde cuidarán del valle por un año más. Para tal efecto serán vestidas con elaborados adornos. Algunas veces se quedan en la iglesia hasta Agosto. La razón es simple. En Junio y Julio la tierra descansa y Agosto es otro mes importante porque habrá que hacer pagos a la tierra antes de sembrarla. En algunas comunidades el 1º. De Agosto es el año nuevo. De allí que muchas fiestas de esa época del año estén dedicadas a la Virgen. La Asunta el 15 de Agosto y la Natividad el 7 de Setiembre mostrando una íntima relación entre la pachamama y la Virgen María.

En el Cuzco, donde las cruces son imposibles de mover, la veneración se hace bajo la propia cruz colocando velas a sus pies durante la llamada cruzvelakuy el 2 de Mayo por la noche luego de haberlas vestido para el nuevo año. Se trata, pues de agradecer por la cosecha y en referencia al Cuzco destaca la gran fiesta de la cosecha para la siguiente luna llena. En efecto, a fines de Mayo o comienzos de Junio se celebrará el Corpus Christi. Festividad católica, sin duda. Pero, además de las procesiones estas están acompañadas por mucha comida y bebida (común a todas las fiestas andinas) y también por un mercado ambulante que representa al producto de la cosecha. Sobre Corpus, esta coincide con la gran peregrinación a Qoyllur Rit’i y da lugar al análisis por diversas razones. Uno, porque una fiesta de cosecha. Segundo, porque es una fiesta de agradecimiento. Tercero, porque es la reaparición de la constelación de la Pléyades sobre el cielo cuzqueño. Y Cuarto, porque eso es lo que hacían los Incas para ese día y se llamaba Intip Raymi. A pesar de que modernamente se ha decidido instalarla “solarmente” el 24 de Junio, pero según la crónica de Cristóbal de Molina se celebraba para la luna llena de finales de Mayo o comienzos de Junio. Así que coincide de tal manera con esa fiesta que podemos decir que no hemos dejado de celebrar Inti Raymi durante el periodo virreinal.

Otro mes importante es Febrero dedicado a la ganadería y las fiestas de carnaval de ese mes tienen que ver con la fertilidad tanto animal como humana. Es cierto que donde recibe una fiesta realmente espectacular es en Puno en honor a la Virgen de la Candelaria pero, claro, es el departamento del Perú con mayor población de alpacas y llamas. En los Andes centrales del Perú donde el ganado principal es el vacuno, su fiesta ganadera coincide con las fiestas en honor a Santiago, dios del rayo pre hispánico, el 25 de Julio y su celebración dura hasta comienzos de Agosto, sobretodo en la región Huanca, la sierra central del Perú. De paso provecho para mencionar una fiesta tipo carnaval llamada Pantanakuy en la ciudad de Ocongate, al pie del nevado Ausangate, cerca de Cuzco, alrededor del 16 de Agosto.

Es importante detenernos a pensar en la importancia de las fiestas, porque más que fiestas, son rituales, es decir, que tienen todo el peso de lo religioso y cuando bailan no se están divirtiendo sino están sirviendo a las imágenes que cargan en la procesiones y son estas las que representan al espíritu de las montañas apu y a la pachamama. Y es que, en estos casos, funciona aquello que, con toda justicia, llamamos ayni en quechua que se traduce por reciprocidad. Esto deriva de la creencia, muy extendida por el mundo entero, que nos convierte en corresponsables del mundo, es decir que nuestro destino depende del Cielo y de la Tierra (nuestros padre y madre universales) pero condicionado a que nosotros les demos, a cambio, la veneración que ser merecen. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de quedarnos sin agua, por ejemplo, y esto, ya lo sabemos por eso del calentamiento global, se debe a que no estamos rezando lo suficiente o en algunos casos, ni lo hacemos en absoluto. Entiéndase que todo ritual es una forma de rezar lo cual incluye dar las gracias cuando hay comida para alimentarnos y que solíamos hacer antes de sentarnos a almorzar. En el mundo andino, nadie come sin antes dar las gracias. De allí es que tenemos mucho que volver a aprender de quienes se ha pasado a creer que son supersticiosos, anticuados, conservadores o idólatras, si queremos salvar el planeta.

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