MITOS Y RITOS DEL CUSCO

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Ante todo debemos aclarar que la palabra mito ha sido desvirtuada porque el apóstol Pablo quiso distinguir la historia según la cual Dios había tenido un hijo (muerto y resucitado) de los mitos griegos en los que era común creer que el dios Zeus había descendido varias veces al mundo para tener hijos con mujeres humanas. El caso de Dionisios es solo uno de ellos. Entonces, Pablo insistió en que entre las concepciones religiosas Jesús era histórico y las demás eran mitos. Pero los mitos de todas las religiones son historia pero historias para ser contadas en forma poética y si no son historia temporal (crónica), eso no importa porque lo importante es que haya mucha gente que la crea. Basta con que sea una realidad indiscutible para que sea un mito, así no sea comprobable por medios físicos o científicos. Si Alá, Dios para el Islam, dictó el Corán, libro sagrado de los musulmanes es comprobable o no, deja de ser importante ante el hecho que 900 millones de musulmanes lo creen y se inclinan 5 veces al día con dirección a la Meca para rezar. Lo mismo se puede decir de Miguel Grau a quien no hace falta haberlo conocido para que sea un ejemplar mito de caballero y justo servidor de su patria.

Lo mismo aplica al mundo andino. Los mitos importados por los españoles proceden de aquellas historias por las cuales el primer hombre es castigado por Dios al haber desobedecido comiendo el fruto del árbol del conocimiento de bien y del mal. Ese castigo consiste en ganarse el pan con el sudor de su frente. Es interesante que semejante mito haya producido un rechazo al trabajo físico por parte de quienes lo creen (unos 800 millones pero de judíos y cristianos, en este caso) y es común creer que el trabajo del campesino es arduo y el del oficinista no tanto. Esto es curioso en el caso del Perú, puesto que el mito que crea al hombre y a la mujer en el lago Titiqaqa ordena al hombre a trabajar la tierra y a la mujer a tejer. Compréndase el choque entre culturas y hace 500 años y el hecho de que siga sin mayores alteraciones hasta la fecha. Por lo cual aprovecho para mencionar que el rey de España decretó en 1782 que no se perdería hidalguía si se descubría a un noble trabajando con sus manos. Es decir, que durante toda la colonia, era una infamia que los españoles se ensuciaran las manos. Eso lo vemos hasta ahora con el afán de la mayoría de ser universitarios en vez de ser técnicos, mecánicos, carpinteros o albañiles o, de ser parte de nuestra honorable herencia inca: los campesinos.Los ritos son actualizaciones de mitos. Es así como la misa católica hace presente aquello que el mito narra lo ocurrido en “aquel tiempo”, que es el tiempo sin comienzo ni fin, cuando el pan y el vino nos fueron legados como cuerpo y sangre de Dios. De la misma manera, tenemos que ver a los rituales de nuestra cultura. Aunque siempre es más fácil entender a otro que a uno mismo pero allí es donde hace falta que nos veamos igual que los demás pueblos del mundo llenos de mitos y de ritos. Todas las danzas que vemos en las fiestas de Cusco, son ritos. No se baila por diversión tipo discoteca. Lo toman muy en serio. Lo mismo podemos decir de los pagos a la tierra o de las peregrinaciones a Qoyllur Rit’i o al Señor de Wanka.

Dentro de esas fiestas que hemos heredado del tiempo de los Incas, destaca el Corpus Christi. A propósito de esta gran fiesta del Cusco, habremos de leer lo que Cristóbal de Molina tiene que decir en su relación de las fiestas del esta ciudad. En el mes de mayo se celebraba la gran fiesta de Inti Raymi para la luna llena. Este dato es notable porque hemos colocado su celebración para coincidir con el solsticio invernal, el 24 de junio porque la palabra Inti, sin duda, se refiere al sol. Pero si coincidía con la luna llena, nunca hemos dejado de celebrarla en la fecha prehispánica puesto que Corpus Christi, igual que Qoyllur Rit’i que se celebra la misma semana, siempre es en luna llena. Es verdad que la fiesta tiene origen católico, pero al establecerla en un jueves 60 días luego de Semana Santa, que siempre cae en luna llena, también Corpus coincide con la luna. Ya sea a fines de mayo o comienzos de junio. Y los Incas al ver la procesión de los españoles, se unieron a ella portando en andas a los santos con los que la iglesia había reemplazado a las wakas que solían llevar a la plaza principal para esa fecha.

Otra observación relativa al ritual de llevar a las waka a la plaza mayor o sagrada (no entiendo porque la llaman “de armas”) es que ahí quedaba el templo a Wirakocha sobre el cual construyeron la catedral. Como esta sirve de residencia durante el rito de Corpus, hay buenas razones para sospechar igual función cumplía en tiempos prehispánicos. La historia oficial no habla de templos incas sino de “palacios”, pero la palabra palacio nos conduce a pensar en residencia y esto último, deforma su verdadera función porque lo que contenían era una momia y su wayqe, que era una piedra que lo representaba. Ahora debemos recordar una observación de Arturo Jiménez Borja relativa a que los Incas tenía el Cusco organizado en ayllus y panacas, formas de familia extendida y que cada una de ellas tenía un templo en el cual se veneraba a un antepasado común de los miembros de ese ayllu o panaca. Jiménez Borja sugiere que nadie se atrevía a tomar decisiones importantes sin participárselo a la momia que allí se conservaba rodeada por los sacerdotes de ese templo. Incluso se le pedía permiso para cosas socio-religiosas como contraer matrimonio por ejemplo. Entre los sacerdotes había adivinos que o leían las hojas de coca o a veces entraban en trance para resolver problemas mayores. Obsérvese que algo similar funciona en el Tíbet hasta hoy donde hasta el Dalai Lama tiene un oráculo para que le ayude a orientarse ante decisiones fundamentales.

Antes de volver a los ritos incaicos de los cuales muchos seguimos celebrando con formas cristianas debemos reparar en algunos mitos sobre los que se habla poco ya que los de Manco Qhapaq y los Ayar absorben la mayor parte de la historia Inca. Se trata de aquel registrado por Waman Poma según el cual estamos viviendo la cuarta humanidad porque las tres anteriores fueron destruidas. La primera por agua (el diluvio), la segunda por fuego (¿Sodoma y Gomorra?), la tercera estuvo compuesta por gigantes (¿titanes?) que fueron convertidos en piedra y que hoy constituyen las montañas de los Andes. Esto explica porque solemos ver formas en los cerros que nos recuerdan a los seres de esa tercera humanidad. De las entrañas de esas montañas salió la humanidad actual. Por eso, es muy común encontrar cuevas muy veneradas por quienes sostienen que de allí salieron sus antepasados. Un ejemplo de eso tenemos en pleno centro de Cusco donde la waka Pachatosa (¿pachatusan?), hoy conocida como Mesa Redonda en Lucrepata, tiene unas cuevas de donde sale agua hacia el este (hacia Q’enqo) de donde las crónicas dicen que salieron los miembros de la etnia de los Huallas. Con lo cual queda claro que los hermanos Ayar no son los únicos salidos de cuevas que poblaron el Cusco. Lo mismo puede decirse de varias otras cuevas como viracochapuquio , quinta waka del sexto ceq’e hacia el Antisuyu que también es una gruta, pero no conocemos el mito que seguramente justificaba los rituales que allí se le hacían.
Un mito que se conserva con su respectivo rito me fue transmitido por indígenas quechua hablantes con referencia a Cusilluchayoq, que se encuentra algo más al este de Q’enqo, donde una cueva tiene un asiento sobre el cual hay que sentarse y recordar al padre y a la madre de uno y darles gracias por la vida y disculparse por las ofensas. Esta cueva parece haber sido la waka 4 de ceq’e 3 hacia el Antisuyu con el nombre de Chuquimarca donde el mito dice que algunas noches descansaba el sol. Zuidema sugiere que este mito se debe a que desde allí se medían los movimientos del sol.

Otro mito poco estudiado es aquel de una humanidad anterior al nacimiento del sol. Se sugiere que hubo una humanidad iluminada solo por la luna y quienes sabiendo que el sol saldría construyeron chullpas para protegerse de su poderosa luz. Pensando que el sol saldría por el oeste construyeron las puertas mirando al este. Es por eso que esas chullpas están llenas de huesos calcinados y, efectivamente, todas las puertas miran hacia el amanecer.
Volviendo al mito de la segunda humanidad, tenemos un mito que relaciona al dios Wiracocha presentándose en forma de mendigo a una fiesta y siendo despreciado por todos, le dijo a la única mujer que le alcanzo un “tamal” y un vaso de chicha que huya porque haría llover fuego sobre esos hombres poco caritativos. En efecto, en Raqchi hay un templo levantado en honor a Wiracocha rodeado de piedras calcinadas. Es verdad, también, que cerca de Raqchi hay un antiguo volcán apagado. Este mito se repite relacionado con el dios Pariaqaqa en la región de Huarochiri en las serranías al sur de Lima.

Con respecto a los ritos, es notable que, al revisar la relación de wakas en la crónica de Polo de Ondegardo, encontraremos lo que a cada waka se le ofrecía y llama la atención el hecho que a muchas se les ofrecía ropa. En efecto, la ropa tiene una significación especial entre los andinos hasta la fecha si notamos que 5 días después de la velación de los muertos se hace una velación de su ropa que ha sido ritualmente lavada. Esto se hace a algún rio pero recuerdo la observación del eminente antropólogo cusqueño Oscar Nuñez del Prado indicando que la abundancia de wakas que eran fuentes de agua en el Cusco podía deberse a las necesidad de lavar las ropas de los fallecidos. También destaca el hecho que las cruces, muchas de las cuales están clavadas sobre lo que fueron wakas incas, son vestidas una vez al año y celebradas para la noche del 2 de Mayo con velas y su adecuada veneración. El vestido también se extiende a las imágenes de los santos y las vírgenes, patrones de las diferentes parroquias actuales quienes reciben elaboradísimos trajes cada año que admiramos durante sus procesiones. El ropero que cada uno de ellos debe ser inmenso.

Otro rito que hemos conservado desde los tiempos prehispánicos es el chukcharutukuy o corte ritual del cabello de los niños. Tiene una equivalencia con el bautismo cristiano en la medida que forma parte de la incorporación del niño a la sociedad. Lo que no conservamos con suficiente énfasis es el rito de transición a la edad adulta: el warachikuy, aunque el colegio de Ciencias hace una representación de él todos los años en primavera, no se hace la carrera hacia el Wanakauri que daba lugar a su iniciación como hombre. Solo se conserva una fiesta al cumplir quince años pero para las mujeres. Para los hombres (y las mujeres ) solo queda el rito de confirmación católico para marcar ese importante cambio de status.

Así podemos observar que el Cusco sigue siendo un centro sagrado lleno de religiosidad durante todo el año durante el cual cada iglesia sostiene su propio “corpus” a lo largo del calendario y no hay día del año en el que no haya un festejo en una u otra parroquia.

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