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LIBERTADES O DEBERES

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En los países asiáticos, la gente se casa por obligación. Es posible que para los occidentales, eso parezca un atentado contra la libertad individual, pero en los países asiáticos, apenas hay divorcios mientras que en occidente la mayoría de parejas se han divorciado. Entonces cabe preguntarse si se está haciendo una prueba de laboratorio sobre estabilidad sentimental puesto que no hay referencias de que este experimento demuestre estabilidad alguna.

Se trata de un sentimiento de superioridad basado en la libertad, es decir, que quienes hemos estudiado antropología, hemos descubierto que las diferentes culturas del mundo no parten de la idea que dice que los humanos hemos venido a un mundo de libertades. Cierto es que eso lo declaró la revolución francesa, junto con igualdad y fraternidad, y que está consignado como nacidos libres en la constitución de Estados Unidos pero que ha devenido en un experimento social y psicológico para ver si es que conduce al desarrollo de mejores sociedades humanas. Lo cierto es que esa medida se origina  en la creencia más extendida sobre la cultura occidental como diseño de la sociedad perfecta o que al menos contiene las formulas que conducen a los humanos a la felicidad. Una de esas formulas es la libertad y con esa excusa, tan propia del colonialismo, se puede mirar a los países del llamado tercer o cuarto mundo y llamarlos subdesarrollados o primitivos. Y, peor aún, que así se acepten a sí mismos, como países en vía de desarrollo, concepto donde está implícito el deseo de llegar a parecerse a los países industrializados.

Es con esa mirada de los que creen en la superioridad del modelo occidental moderno  mirarán con  desprecio a los pueblos que saben que los humanos dependemos de todo y estamos libres de nada. Algunas veces escucho la palabra karma en boca de jóvenes universitarios peruanos y veo que la usan sin saber que se refiere al uso que los indios hacen de un término vinculado con el sometimiento humano a la obediencia de la ley (dharma) y observo que por otro lado estudian para integrarse a la modernidad y lo hacen con la esperanza de ser libres. Y esto es curioso, les gusta lo científico sin darse cuenta que la ciencia es el descubrimiento de las leyes a las que hay que obedecer.

De la obediencia, que una mayoría de jóvenes peruanos se enorgullecen del hecho de no sentirse obligados a cumplir, se deriva la idea que escoger  pareja es un acto de libertad y así también de la supuesta facultad que tenemos de romper nuestros compromisos sin consecuencias. En los países asiáticos, el individualismo no está tan acentuado y la gente se siente parte de una unidad mayor pues allí uno siempre es parte de una familia y la voluntad propia es mínima. Así, dentro de lo estoy llamando asiáticos, allí las uniones entre hombre y mujer no juntan a dos personas sino que amalgaman a dos familias y juntos podrán hacer negocios y vida familiar y nadie sueña con hacer lo que le da la gana puesto que no hay individualismo. Esto es muy parecido a cómo funciona una familia tradicional andina o amazónica. Ante esto, la habitual reacción es considerar que las mujeres en esos países no son libres. Pero quienes piensan así, se equivocan porque prestan oídos a la propaganda de la cultura occidental que quiere hacernos sentir más desarrollada que la de los árabes, indios y chinos. Lo que hace occidente es un experimento con este ejercicio de libertades de tomar y dejar parejas en busca de la felicidad perfecta pero lo que está percibiéndose, aunque los jóvenes parecen no darse cuenta, es la paulatina destrucción de las bases de la sociedad cuyo sustento es un matrimonio que dure por lo menos hasta que los niños tengan 12 años o más. Hasta hace cien años, muchos matrimonios en Occidente también eran arreglados. ¿Será acaso posible dar marcha atrás si estos experimentos de super liberalidad no funcionan?

LA ÚNICA EVOLUCIÓN POSIBLE

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LA ÚNICA EVOLUCIÓN POSIBLE
El Perú anda, sin duda, confundido con la idea de la evolución puesto que a través de esa idea se nos ha hecho creer que lo moderno es mejor que lo antiguo y paralelamente, se inculca la creencia que es muy importante que conozcamos, estudiemos y enseñemos historia, bajo la ilusoria sospecha de poder superar los errores, gracias a conocer las circunstancias por las que hemos llegado al presente, es decir, que el pasado explica lo actual, incluso, en algunos casos, lo justifica.
Tenemos asociado a la evolución y la historia con algunos conceptos que los peruanos repiten sin tener consciencia de lo que están afirmando y esas son palabras como progreso, desarrollo, proactivo, modernidad, etc. El origen de la confusión está en el hecho que los humanos, en efecto, evolucionamos. Nacemos absolutamente inútiles y nos demoramos cerca de 10 años en llegar a ser algo que merecer ser llamado humano. Obsérvese que la mayoría de los demás mamíferos caminan luego de pocos minutos de nacer y luego de amamantarse unas semanas pueden arreglárselas por si mismos. Los humanos, no. Por eso debemos aprovechar esta observación para dejar de relacionar nuestra naturaleza animal con alguno de esos mamíferos, porque muchos se han dejado arrastrar por “La Evolución de las Especies” en un vano esfuerzo por alejar al humano de su igualmente importante naturaleza espiritual o intentando reducir su naturaleza psíquica a la química de nuestra fisiología.
Esos 10 años de evolución son seguidos por otros 10 años de más evolución o de confusión. Estos 21 primeros años de vida se limitan a la evolución fisiológica, si es que la sociedad no se ha encargado de lo que he llamado lo “igualmente importante”. Afortunadamente, todas las sociedades toman en cuenta las secuencias por la que pasan los críos y han establecido numerosos rituales que establecen los cambios de condición que las diferentes edades establecen. Dentro de las sociedades, son las familias las encargadas de que los ritos se lleven a cabo y solo mencionaré algunos como cuando llega el momento de cortarle el pelo (cuidado, porque hay sociedades en las que nunca se les corta el pelo a los humanos), luego entrará en la etapa de dejar de ser bebe y pasar a ser niño y luego al de ser joven. Estos pasos son sancionados en muchas culturas y en la occidental cristiana destaca con el rito de la primera comunión. Esto tiene que ver con la necesidad de que el joven reconozca su dependencia de proveerse de pan. Hasta entonces, el pan se lo han dado. Ahora aprenderá a valorizarlo e inclusive a proveérselo.
El siguiente rito es el de la mayoría de edad y aquí aparece una importante distinción pues se pasará a reconocer las diferencias entre hombres y mujeres. No hay cultura que pase esto por alto, pero quisiera usar un ejemplo de pueblos africanos donde la muchacha que haya tenido su primera menstruación y se reunirá con las mayores de la tribu en secreto y les escuchará contar las razones por las que deberá ser responsable a partir de ese momento, Naturalmente que habrá mucha instrucción referente a lo sexual y la reproducción pero la mayoría de las historias relativas a nuestra razón de ser humanos son contadas en forma de mitos. Lo mismo va a suceder con los muchachos, pero como ellos entran en la edad sexual un tanto más tarde, eso se hace para todos entre los 13 y 14 años. Destacaré el hecho que entre los incas esto se llamaba warachikuy para los hombres y kikuchikuy para las mujeres. Pero volviendo al África por un momento, les recordaré que la reunión con los mayores es seguida por un periodo de reclusión de dos días de ayuno en una cabaña alejada del pueblo. Esto permite que lo aprendido penetre en lo profundo de los iniciados; quienes desde entonces serán considerados adultos. Para volver a la cultura occidental, entre los que conservan la importancia de este ritual, destacan los semitas entre los que los judíos llaman el Bar Mitzva para los varones y el Bat mitzva para las mujeres. Entre los occidentales cristianos, los católicos preservan un ritual llamado confirmación que, desgraciadamente, ha perdido la importancia que tiene en las culturas de la sociedad moderna donde se pretende olvidar los aspectos religiosos de esta celebración. Esto lo han convertido en la presentación en sociedad de la señorita (para ver donde se conseguirá marido para ella, sin duda) que en Sudamérica se le llama quinceañero.
Lo que sigue en la evolución de los humanos es el matrimonio y, como lo sabe la mayoría, esto sí intenta conservar con toda su pompa en algunos rincones de la cultura occidental, aunque en muchos otros se está tendiendo a limitarse a hacer de eso un registro de la condición civil del ciudadano, restándole severamente su condición ritual. Para terminar, debo mencionar otros tres rituales importantes. Uno es la consagración de un monje y otros dos, son el nacimiento y la muerte, los cuales menciono por lo que diré seguidamente.
Los ritos de tránsito, así llamados en la antropología, son importantes porque constituyen una iniciación. Ahora veo que iniciaciones de presunto corte religioso se andan poniendo de moda por aquí y allá, debemos exigir a que estos y los otros, que parecen estar perdiendo importancia, sean una verdadera iniciación en la que vas a dejar una condición y asumir otra. Escojo el ejemplo de la del monje, donde queda claro que habrá dejado una condición humana para asumir otra. Pero es igualmente aplicable al que va a dejar de ser bebe para ser niño, o ser niño para ser joven y dejar de ser joven para ser adulto y también es aplicable a la muerte porque dejaremos de ser humanos para convertirnos en espíritu, así como el nacimiento, nos traerá de lo espiritual a lo terrenal. Finalmente, no debe sorprendernos que la iglesia católica lo tuviera esta serie de ritos bien dividido entre el bautismo al nacer, la primera comunión a los siete años, la confirmación a los catorce y la adultez a los veintiuno, pero no es su culpa que esto último haya sido, absurdamente, modificado a los diez y ocho, porque la adolescencia aun no ha terminado a los 18 años. Por lo tanto, esos pasos en nuestra evolución deben ser tomados en serio, es decir, ritualmente lo cual no quiere decir, pasando la noche bailando y peor aun emborrachándonos. Felizmente se conserva, sin modificaciones, el rito de extremaunción.
Es necesario hacer estas reflexiones cuando la gente está complaciéndose en hablar de “opción” sexual y de las múltiples cirugías en las que se desea que la ciencia desafíe al destino y que los caprichos se impongan sobre lógicas elementales. Ser hombre o ser mujer es una circunstancia fisiológica, sin duda, pero también social y parte de la educación en una u otra cultura. Esto me sirve para recordar que en culturas tradicionales (que la occidental está dejando de ser hace tiempo), los matrimonios son pactados por las familias y algunas veces los casan cuando niños y la primera menstruación de la mujer es un festejo porque ya se puede casar con el novio que tiene hace tiempo. Considérese que estoy hablando de países islámicos, judíos ortodoxos, las mayorías de la India, China, Japón y el sudeste asiático, es decir, más de las dos tercera partes del mundo, porque allí se desarrolla la masculinidad en los hombres y la feminidad en las mujeres. Por supuesto que podemos juzgar que Occidente progresa, enamorado como está desde la revolución francesa de la idea de la libertad, pero ahí corremos el riesgo de creer en la superioridad de una cultura y volveríamos a estar dividiendo el mundo entre países desarrollados y países colonizados al no tomar en cuenta que en los países tradicionales, se considera a la familia como el mínimo humano y los matrimonios son entre dos familias y no entre dos individuos. Por lo tanto, hay pocos divorcios. En cambio en Estados Unidos, por tomar un ejemplo, el 70 % de las personas están divorciadas y no me parece que eso los haga felices en ningún sentido. Así que convengamos en que no tenemos que copiar a los países que algunos se complacen en llamar desarrollados sino recordar que somos un país que cultiva el familiarismo (1) y estar orgullosos de eso, en vez de buscar la manera de echarlo por la borda porque nos gusta ver películas norteamericanas en la televisión, donde, como se habrán dado cuenta, todos son ex de alguien. Esa es una de las expresiones más claras de la crisis del mundo moderno.
(1) Familiarismo, palabra que he inventado para aplicar a la organización social que caracteriza al Latinoamérica frente al capitalismo, socialismo, comunismo, etc. y corresponde a una organización tradicional donde es importante es confiar en tus parientes y prevalecen los negocios familiares.

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