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SILENCIO Y QUIETUD 2

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SILENCIO Y QUIETUD 2

Respecto a la decisión de hacerse monje es necesario tener en cuenta que ese deseo puede derivar de un disgusto, que pueden ser frecuentes, en el mundo acelerado y formalista del mundo moderno actual. Esto puede resumirse en la búsqueda de cierto grado de paz y el reconocimiento que la humanidad se ha pasado siglos soñando con la ilusión que los hombres van a dejar de vivir peleándose entre sí.

Esa paz es posible solo aquietando el incesante hablar interior y para lograr eso hay que detener el cuerpo y el habla y eso es ideal en un monasterio. Para ayudar con lo primero, hay posturas en las que se mantendrá cierto equilibrio y relajación entre los que sirve mantener la espalda recta puesto que parte del ejercicio es evitar el sueño. Con respecto a lo segundo, los monasterios tienen desarrollados cánticos, que los orientales llaman mantram cuyas formas están diseñados para aprender a respirar. Puede que esto suene extraño, pero los humanos urbanos actuales respiramos muy ligeramente y el aire rara vez llega a las partes más profundas de los pulmones.

Los monasterios católicos también tienen mantram pero toman forma de canto gregoriano que ejecutan varias veces al día en horarios prefijados y son excelentes reguladores de la respiración. También hay que incluir aquí la recitación del rosario que invito a que revisen lo escrito por Jean Hani en Los Caminos hacia lo invisible donde se descubre que en el rosario nada tiene de casual y que su recitación tiene matemáticas que sirven para alcanzar paz interior. Pero lo que las órdenes benedictinas desarrollaron fue tener a la mayoría de los monjes ocupados en producir su propia alimentación y trabajar sus huertos. Fueron también grandes constructores de regadíos y canales de transporte en la Francia medioeval.

Al haber mencionado a los hippies en una colaboración anterior, debo aprovechar para mencionar a dos comunidades norteamericanas que han mantenido una forma de vida religiosa y agricultural hoy día. Se trata de los Menonitas y de los Amish, cuyos orígenes son de un variante bautista del cristianismo alemán. Algunos, como se sabe, rehúsan el uso de herramientas mecánicas para labrar la tierra y siguen usando caballos para el transporte. Pero en todos esos casos lo religioso ha tomado la forma de organización social, la vía monacal parecería prescindir del marco referencial y lo que hay es una dedicación de cada monje a su propio desarrollo espiritual. De ser así nos sirve analizar la concepción india de la vida porque nos ayudará a desapegarnos del cristianismo tradicional.

Para la India, nacer es un regalo que debemos agradecer de muchas maneras entre las que destaca ayudar a mi prójimo de diversos modos diferentes. Como se ha popularizado la reencarnación entre quienes piensan en su ideología, es preciso que aclaremos que eso no supone un deseo de volver a nacer sino de cumplir con su destino con tal prolijidad QUE NO HAGA FALTA VOLVER por no haber cumplido con mi perfeccionamiento. Parece que pasar años en meditación es la forma de pasar al plano espiritual al morir. Si aceptamos esa visión, LA VIDA HUMANA ES UN INFIERNO y si queremos leerlo en términos cristianos la vida es el tiempo que nos ha sido dado para ir al CIELO después de morir.

Entonces, podemos deducir que nacemos como humanos incompletos y es, gracias a este periodo, que podremos “ir” o “volver” al reino de Dios, en términos monoteístas. Claro que a esto podemos leerlo (Génesi) en ideas de haber sido expulsados del paraíso y de volver a él con la simple decisión de dejar de agitarme inútilmente y dejar de hablar tanto y para eso están los monasterios. Seguro que hay alguno más cerca de lo que creemos.

 

SILENCIO Y QUIETUD

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Abordar el tema religioso en una época como esta (llamada Kali Yuga el La Crisis del Mundo Moderno de Rene Guenon) es muy difícil porque hay demasiada gente que cree que es un tema poco o nada interesante por lo que me atreveré a abordarlo desde una pregunta que sospecho que mucha de esa gente de hace o ha hecho ¿para qué sirve un sacerdote?

Para contestar a esa pregunta debemos separar la palabra sacerdote de la palabra monje. Lo primero es aplicable a una religión organizada y por eso solo aplicable al catolicismo al ser la más organizada de todas. La segunda es muy extendida y no tiene que confundirse con forma alguna de los monoteísmos y reconocible en comunidades que deciden vivir y trabajar juntos bajo alguna ideología común. Así que aunque mucho de lo que queremos explicar se basa en la rama monacal del cristianismo no es aquello que deseamos resaltar de esta forma de espiritualidad y escogeré solo un ejemplo: Hace años apareció la foto de un ministro japonés en postura de meditar y decía que en su hoja de vida figuraba el haber pasado dos años en un monasterio. No sabemos a qué línea de prácticas se dedicarían allí pero es interesante que figure como un aprendizaje para ocupar un puesto público. Debería ser una exigencia para todos los políticos.

Pero vamos a los orígenes del monacato y para hacerlo cabe la pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿Estar vivo, para qué? Esto es, sin duda, el cuestionamiento que generó el surgimiento de las primeras comunidades que incluso me hace pensar en lo que los hippies intentaron hacerlo hace 60 años, lo cual demuestra que los orígenes están dentro de nosotros mismos. Una de las respuestas  al para qué vivimos generó todo un movimiento hacia el desierto del norte africano en los primeros siglos del cristianismo entre los que destacan San Antonio y San Jerónimo pero al parecer eran cientos de hombres que buscaban lugares alejados y silenciosos donde vivir en paz consigo mismos. Hacia el siglo 4to. de la era cristiana surgió un hombre en el sur de Italia que invitó a algunos a fundar un monasterio. Se trata de San Benito y desde entonces su iniciativa dará lugar a reclusiones de benedictinos que aparecieron en toda Europa y como dije al comienzo, no son sacerdote e incluso no se rigen por el Vaticano (en siglo 4to. no había Papa aun) sino por el Abad de cada monasterio.

Aunque no tenemos registros históricos, en India surgieron movimientos parecidos que dieron lugar a monasterios similares. Entonces cabe que analicemos la utilidad de pasar días, meses y años en el silencio y la quietud para lo cual dedicaremos varios artículos  descubrir lo esos jóvenes andan buscando. Esa paz  consiste en callar el ruido interior del intelecto que no cesa de hacerme creer aquello que he venido a hacer con nuestra vida y que debería ser una enseñanza paternal y social, es decir que la familia que el mundo occidental moderno NO está promoviendo al promover la idea de ser libres, tiene una curación posible bajo la ordenes de una abad o un guru o un lama. Para eso hay que pasar muchas horas en silencio y quietud puesto que esos maestros son solo guías. El buscador de la verdad somos nosotros mismos pero son de ayuda para descubrirnos a nosotros mismos y por eso, lamento que el catolicismo no haya promovido ese camino y haya algunos que lo anden buscando en el budismo tibetano. Solo mencionaré y volveré próximamente sobre el tema porque hay un método recomendable para quieran ensayar la utilidad espiritual del silencio y se llama VIPASANA. Es un método de diez días que se convoca a personas interesadas en varias ciudades del Perú y es muy recomendable no dejarlo pasar cuando se lleve a cabo.

LIBERTADES O DEBERES

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En los países asiáticos, la gente se casa por obligación. Es posible que para los occidentales, eso parezca un atentado contra la libertad individual, pero en los países asiáticos, apenas hay divorcios mientras que en occidente la mayoría de parejas se han divorciado. Entonces cabe preguntarse si se está haciendo una prueba de laboratorio sobre estabilidad sentimental puesto que no hay referencias de que este experimento demuestre estabilidad alguna.

Se trata de un sentimiento de superioridad basado en la libertad, es decir, que quienes hemos estudiado antropología, hemos descubierto que las diferentes culturas del mundo no parten de la idea que dice que los humanos hemos venido a un mundo de libertades. Cierto es que eso lo declaró la revolución francesa, junto con igualdad y fraternidad, y que está consignado como nacidos libres en la constitución de Estados Unidos pero que ha devenido en un experimento social y psicológico para ver si es que conduce al desarrollo de mejores sociedades humanas. Lo cierto es que esa medida se origina  en la creencia más extendida sobre la cultura occidental como diseño de la sociedad perfecta o que al menos contiene las formulas que conducen a los humanos a la felicidad. Una de esas formulas es la libertad y con esa excusa, tan propia del colonialismo, se puede mirar a los países del llamado tercer o cuarto mundo y llamarlos subdesarrollados o primitivos. Y, peor aún, que así se acepten a sí mismos, como países en vía de desarrollo, concepto donde está implícito el deseo de llegar a parecerse a los países industrializados.

Es con esa mirada de los que creen en la superioridad del modelo occidental moderno  mirarán con  desprecio a los pueblos que saben que los humanos dependemos de todo y estamos libres de nada. Algunas veces escucho la palabra karma en boca de jóvenes universitarios peruanos y veo que la usan sin saber que se refiere al uso que los indios hacen de un término vinculado con el sometimiento humano a la obediencia de la ley (dharma) y observo que por otro lado estudian para integrarse a la modernidad y lo hacen con la esperanza de ser libres. Y esto es curioso, les gusta lo científico sin darse cuenta que la ciencia es el descubrimiento de las leyes a las que hay que obedecer.

De la obediencia, que una mayoría de jóvenes peruanos se enorgullecen del hecho de no sentirse obligados a cumplir, se deriva la idea que escoger  pareja es un acto de libertad y así también de la supuesta facultad que tenemos de romper nuestros compromisos sin consecuencias. En los países asiáticos, el individualismo no está tan acentuado y la gente se siente parte de una unidad mayor pues allí uno siempre es parte de una familia y la voluntad propia es mínima. Así, dentro de lo estoy llamando asiáticos, allí las uniones entre hombre y mujer no juntan a dos personas sino que amalgaman a dos familias y juntos podrán hacer negocios y vida familiar y nadie sueña con hacer lo que le da la gana puesto que no hay individualismo. Esto es muy parecido a cómo funciona una familia tradicional andina o amazónica. Ante esto, la habitual reacción es considerar que las mujeres en esos países no son libres. Pero quienes piensan así, se equivocan porque prestan oídos a la propaganda de la cultura occidental que quiere hacernos sentir más desarrollada que la de los árabes, indios y chinos. Lo que hace occidente es un experimento con este ejercicio de libertades de tomar y dejar parejas en busca de la felicidad perfecta pero lo que está percibiéndose, aunque los jóvenes parecen no darse cuenta, es la paulatina destrucción de las bases de la sociedad cuyo sustento es un matrimonio que dure por lo menos hasta que los niños tengan 12 años o más. Hasta hace cien años, muchos matrimonios en Occidente también eran arreglados. ¿Será acaso posible dar marcha atrás si estos experimentos de super liberalidad no funcionan?