CRISTIANISMO ORTODOXO

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El término ortodoxia es muy común para reclamar el estar más cerca de la doctrina original. Está presente en muchas religiones, tal como el caso la ortodoxia sunnita islámica frente a la heterodoxia shiíta islámica, o el budismo theravada (ortodoxia) frente el budismo mahayana (heterodoxo). Claro que nadie acepta el uso de la palabra heterodoxia para referirse a sus propias creencias o rituales puesto que todos creen estar en el camino correcto y/o haber hecho la correcta interpretación del mensaje original. Por lo tanto, todos se consideran ortodoxos con referencia a sus prácticas religiosas, civiles o culturales. Para poner un solo ejemplo sacado del ámbito cristiano: ¿el descanso semanal debería ser el sábado o el domingo?Para los judíos está claro que es el sábado, incluso usamos esa palabra en el castellano para el día de Saturno, por la influencia judía en la España medioeval. Pero aún entre cristianos se opta por uno u otro día (los adventistas, por ejemplo) estando seguros que están haciendo lo correcto, es decir, lo ortodoxo, que en suma se traduciría por la forma en que fue establecido en el origen.

En el cristianismo, las ortodoxias siempre han girado en torno a una discusión que parece no tener ni comienzo ni fin: ¿La naturaleza de Jesús, el Cristo, es divina o humana? (Nestorianos) ¿Nació con ambas? (Católico romano) ¿Tuvo solo la divina? (Monofisitas). Como se puede uno imaginar, la discusión da para mucha controversia y la ha tenido y ha dado lugar a cien cristianismos que se puede ver en todo el mundo. Pero quienes se ganaron el título de ortodoxos y hasta hoy es la manera que usamos para distinguirlos de lo romano, son los griegos y por eso, se le suele llamar el cristianismo griego ortodoxo y muchas veces llamado cristianismo oriental puesto que es el más extendido en los países limítrofes entre Europa y Asia: Rumanìa, Bulgaria, Serbia, etc. aunque al incluirse a Rusia, éste se extiende hasta Alaska.

La razón para dedicarle una conferencia a esta forma del cristianismo es porque cuenta con ciento sesenta millones de bautizados y, como el Perú está bastante lejos de su centro de irradiación, tendemos a dividir al cristianismo en dos, al distinguirlos entre católicos y protestantes (evangélicos), y parecemos olvidarnos de una tercera parte de esta gran religión.

Otra razón es que es la versión menos conocida del cristianismo en Ocidente. Aunque hay que señalar que el Perú tiene una iglesia ortodoxa y se le ve sobre la avenida de La Marina casi llegando a la esquina con la avenida Brasil, con su cúpula azul con su clásica forma de cebolla. Y en Cusco, hay descendientes de cristianos ortodoxos de origen palestino que no teniendo iglesia aquí actuaron como católicos. Una tercera razón es descubrir que cientos de cristianos están convirtiéndose al hinduismo y al budismo porque allí se medita (Yoga), se practica el silencio (Vipassana), se recita mantram (Hare Krishnas) sin percatarse que no hacía falta alejarse del cristianismo ya que todo eso lo practican los monjes. Claro que vale la pena aprovechar para distinguir entre sacerdotes, frailes y monjes. Y ya que se conoce bien que la orden dominica es un grupo de frailes que rezan con frecuencia el rosario, que sea esta una invitación a comparar el rosario con la recitación de mantram en las tradiciones de la India o el budismo y recordar que los musulmanes también recitan los 99 nombres de Alá con la ayuda de un rosario.

Y es que si clasificamos las religiones de 1 a 10 como hace Jacob Needleman en su libro “En la busca del cristianismo perdido”, observaremos que al nivel 1, las religiones se pelean entre sí hasta la guerra y la muerte pero a nivel 10, todas están de acuerdo y realizan las mismas prácticas y entonces la comprensión del cristianismo lleva necesariamente a revisar algo de la historia para comprender dónde y cuándo se desprende lo griego de lo romano.

Religiosamente hablando esa historia es consecuencia de que los judíos no se hicieron cristianos. Donde obtuvo sus primeros conversos fue en Grecia (recuerden que muchas de las cartas del apóstol Pablo vienen de Grecia) y por esa razón pueden sostener que Roma distorsionó el mensaje original. Pero, ¿cuál era ese mensaje original? Aquí la historia nos muestra algo que se recuerda poco en estos tiempos que algunos autores llaman el periodo de los hombres ebrios de Dios. Eso se refiere a hombres que se retiran al desierto a vivir en silencio y meditando permanentemente en Dios, ayunando y poniéndose por completo en manos de Dios. Es el abandono de este mundo ilusorio. Desde esa perspectiva, Jesús es el ejemplo y esos 40 días en el desierto mencionados en el evangelio parecen ser una invitación a esa vida de ermitaño.

En los primeros 200 años del cristianismo el norte de África estaba lleno de esos cristianos ebrios de Dios. Luego, se van a recoger en una forma que va a marcar la diferencia entre la Roma romana y la Roma bizantina o griega. La aparición de monasterios. Esa es una de las diferencias entre estas dos iglesias. La católica los va a tener: benedictinos, cartujos, cluny, cister, etc., pero no les va a dar la importancia y confunden sacerdotes, frailes y monjes. Pero es mejor reservar el término de monje para lo que viven en reclusión, hacen voto de silencio, jamás salen del monasterio y su autoridad es el abad (incluso los benedictinos no deben obediencia al Papa, puesto que se constituyeron antes que se estableciera el papado), se pasan todo el día rezando y cantando, también cultivan huertos para auto mantenerse. La iglesia griega ortodoxa sí va dar mucha importancia a los monjes. Esta rama del cristianismo es una invitación a vivir repitiendo permanentemente “Señor, ten piedad…” o encontrar la manera de acallar los pensamientos para evitar que uno llegue a distraerse de la ocupación principal de la mente: recordar a Dios y alimentar el deseo de encontrarnos con El a la hora de nuestra muerte. Y esto las 24 horas del día durante los 365 días del año.

En verdad que el cristianismo visto desde esa perspectiva del monje, se distancia apenas de un monje tibetano o de un yogui en un ashram de la India. La pregunta que deriva de esto es ¿cuál es la utilidad de ese abandono del siglo (seculum en latín; de allí secular), de la vida social, de los cócteles y de las largas noches de sueño? y la respuesta está en saber para qué hemos venido a este mundo. La respuesta del cristiano es: ¡para volver a la casa del Padre! Y los ortodoxos lo tienen bien claro y lo repiten permanentemente. Lo que los diferencia de los católicos está en la concepción del Espíritu Santo, y puede decirse que parece mucho más importante dentro de su concepción de la Trinidad, que el Hijo, teniendo este mayor presencia en el catolicismo. En efecto, el occidental tiene claro a Jesús y su mayor celebración es la Navidad, para el oriental, la gran fiesta es la Resurrección y Pentecostés. Lo primero porque su nacimiento ha sido materia de debate, como se ha mencionado al comienzo, acerca de su nacimiento como Dios o como Hombre. En cambio, lo segundo es fundamento de su fe, Jesús, el Cristo se resucitó a sí mismo y luego envió al Espíritu Santo para podamos resucitar como Él.
Hay que anotar de paso que el monje no hace todos esos ejercicios solo para alcanzar el Reino de los Cielos para sí mismos sino que al hacerlo, saben que está ayudando a otros seres a vivir de acuerdo con la ley divina. Anótese que, en eso, son similares a los lamas tibetanos.

Los griego-ortodoxos tienen un dicho muy significativo respecto al cristianismo cuando lo formulan así: “Dios se hizo Hombre para que los Hombres pudiéramos hacernos Dios”. Es decir, estos cristianos miran a otros humanos como dioses en potencia, y es el modo de la vida retirada del monje, la adecuada para convertir esa potencia en realidad. Por eso, la iglesia ortodoxa es una iglesia de monjes , no de sacerdotes y se desarrolló un centro en Grecia conocido como el Monte Athos de altas colinas donde cada monje tiene su celda en la cumbre de cada pico para cultivar el silencio y la oración. De esos sabios santos se ha producido numerosos textos recogidos bajo el nombre común de Philokalia, traducible por la “oración del corazón” que está lleno de instrucción sobre la forma de abrir el corazón para permitir que el Espíritu nos comunique con la divinidad. En uno de esos textos, el de San Gregorio de Sinaí, se recoge lo siguiente:

29)La trinidad es una simple unidad; no está mezclada entre sí – es tres en uno. El Único Dios hipostático con las tres hipóstasis perfectamente distinguibles en El. (30) Dios es conocido y comprendido en todo en tres hipóstasis. Contiene todo y provee todo a través de Su Hijo en el Espíritu Santo; y no uno de cada uno, donde quiere que se le invoque, se le nombre o se le piense como existiendo aparte o separadamente de los otros dos. (31) Justamente de la misma manera, el hombre tiene mente, verbo y espíritu; y la mente no puede ser sin el verbo, ni el verbo sin el espíritu, pero los tres están siempre el uno en el otro, y aun así existen por sí mismos. La mente se expresa por medio del verbo y el verbo se manifiesta a través del espíritu. Este ejemplo muestra que el hombre contiene en sí una imagen ensombrecida del prototipo inefable, la Trinidad, de este modo, muestra que ha sido hecho a la semejanza de Dios. (Ensombrecida quiere decir que se puede iluminar)

Estas enseñanzas muestran algo de las discrepancias con el cristianismo romano, en la medida en que al reconocer la ortodoxia a las tres personas de la unidad divina en la unidad humana es así como podemos reconocer que somos uno y tres a la vez, y también podemos reconocer que nuestra mente, nuestra palabra y nuestra voluntad (o nuestro impulso vital, si se prefiere) son distinguibles bajo ciertas circunstancias. Pero lo que estas enseñanzas señalan, además, es una de las interpretaciones que haría imposible la unión con la iglesia romana y esta es muy sutil. Leemos: “a través del Espíritu Santo” según la concepción griega y Roma insiste en que debería entenderse: “con el Espíritu Santo”. Para los griegos, eso era separar demasiado a las tres personas de la trinidad que son una unidad inseparable.

Otro factor distinguible entre lo romano y lo griego es la disputa sobre los ìconos que los ortodoxos toman en serio llegando a decir que mientras haya un icono en una casa (que los rusos besan al entrar y salir) se conservarà la ortodoxia. Esto nos muestra un cristianismo màs familiar y/o comunal que social. Esto en el sentido que la forma romana conduce màs a un cristianismo para encontrarnos con amigos en bodas, bautizos, en vez de practicarlo en la vida diaria.

Finalmente, otra diferencia entre ortodoxia y catolicismo es la forma en que Grecia y luego Rusia prefirieron que las iglesias funcionaran autónomamente y de eso resultara una religiosidad más comunal, es decir, que la comunidad está muy metida en su Pope (así llaman a sus monjes) y su Pope está muy involucrado en la vida de cada uno de los miembros de la comunidad. En otras palabras, hay democracia frente a un catolicismo jerarquizado. Tal es así que la Rusia comunista no intentó desarmar esa forma de religión popular a pesar de su evidente agnosticismo o, si se quiere, ateísmo de sus líderes. A propósito de lo cual vale la pena ver cuan rápidamente se ha recuperado el espíritu religioso en la ex Unión Soviética luego de su desmembramiento.

Conferencia en el Santo Domingo – Qorikancha, Cusco.
Enero de 2010.

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