En la aldea global (Mc Luhan, 1980), el Estado se presenta en forme negativa como ineficiente como administrador de las condiciones de bienestar de los ciudadanos. Asumir la educación y la salud es tarea de la libre empresa en la cual es elemento esencial la satisfacción de los clientes y usuarios.
Debemos considera dos conceptos que a menudo se interpretan como iguales en el liberalismo como son el libre albedrio y libre albetrio. El primero se basa en la responsabilidad y el asumir las consecuencias e impactos de nuestras acciones, en cambio el segundo se basa en el libertinaje. En este aspecto el liberalismo continental de Jhon Locke es trascendental.
Realizado el deslinde conceptual en el anterior párrafo, asumimos que nuestro cuerpo es nuestra primera propiedad privada la cual depende en forma exclusiva y excluyente su administración. Es el individuo quien decide realizar un acto positivo o negativo con sus dimensiones corporales, comunicativas, éticas y religiosas las cuales le traerán beneficios o desgracias.
La libertad como supremo valor para que cada individuo exija sus derechos y cumpla con sus deberes es condición necesaria si deseamos incentivar la participación en políticas locales como el presupuesto participativo municipal o iniciativas legislativas por los ciudadanos. Si somos libres seremos innovadores, lideres, autónomos e independientes. Pero si escogemos el clientelimos de Estado-Padre protector nos condenaremos a ser copistas, seguidores, heterónomos y dependientes.
El individuo es capaz de tener la mejor voluntad de cambiar su sociedad sobre las base del bienestar de cada persona lo cual favorece a la ambición sana que es motivadora de metas claras como parte de nuestro proyecto de vida.
En resumen, es el tiempo de retomar las ideas de David Ricardo aplicadas a un contexto de oportunidades para los jóvenes peruanos.
EL RETO LIBERAL DE LOS JOVENES
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