Salon (21/09/2014): La mayoría de profesores universitarios gana menos que el sueldo mínimo y trabaja en pésimas condiciones laborales; con largas horas no pagadas y sin beneficios, o estabilidad laboral. Muchos toman trabajos secundarios, recurren a apoyo social (“food stamps”) o venden sangre o plasma para ganar dinero adicional.
Existe el sentimiento generalizado en la administración educativa de que la mano de obra de enseñanza es barata, de fácil acceso y de segunda prioridad; mientras que la satisfacción del cliente, es decir el alumno, es de suma importancia. Por lo tanto, las universidades gastan miles de millones de dólares en la experiencia estudiantil y en la paga de administradores, pero no tienen dinero para contratar a más profesores a tiempo completo.