Todo lo que existe, busca ser más verdaderamente lo que es. (Sven Doehner)

Toda la creación está en espera de salvación. Pero incluso la creación no está concluida, está en proceso. De ahí que cada persona lleve en sí misma una verdad que debe irradiar para que se cumpla la misión que trajo consigo al nacer: un sello indeleble y único.

Cada ser humano posee una manera irrepetible de ver, sentir y orientarse hacia el mundo de los valores. Sus dones y su carisma son verdades que deben ser irradiadas. Esa es nuestra misión como humanos: hacer que nuestra vida se cumpla, asumiendo su sentido único.

Nuestra brújula son los sentimientos. Ellos son el modo sensible de detectar el significado profundo de las situaciones. Se revelan a través de actos intencionales: mi proyección elegida, que se manifiesta en los parámetros de las actitudes y valores que asumimos como decisión propia y que, sin embargo, son nuestras elecciones únicas respecto de toda la creación.

Por eso, la exigencia total, irreductible e ineludible de mi ser es que mi vida cumpla con su sentido, con su finalidad. Esto ocurre como una proyección en el tiempo llamada existencia.  Irradiar la propia verdad es el núcleo del sentido de misión que llevamos como distintivo de nuestra humanidad. Y parte esencial de esa misión es reconocer en cada persona su dignidad y valor. Sin ello, mi ser no puede crecer en humanidad ni desplegar su verdad, porque existimos en comunión, y solo a través del amor se realiza nuestra plenitud.

REFERENCIAS

Cat Stevens – Morning Has Broken  https://youtu.be/3Rifby1tVE8?si=NBvWwwVI4yaBHsds