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Reparación a Jesús en el Santísimo Sacramento – San Pedro Julián Eymard

REPARACIÓN A JESÚS EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO

“Adore y visite a Jesús, abandonado y desamparado
por los hombres en Su Sacramento de Amor.

El hombre tiene tiempo para todo
a excepción de las visitas a Su Señor y Dios,
que está esperando y anhelando
en el Santísimo Sacramento.

Las calles y lugares de entretenimiento
están llenos de gente;
la Casa de Dios está desierta.
Los hombres huyen de ella;
tienen miedo de ella.

¡Ah! Pobre Jesús!
¿Esperabas tanta indiferencia de los que has redimido,
de parte de Tus amigos, de Tus hijos, de mi parte?

Simpatice con Jesús, que se entregó
en Su Sacramento de Amor
mucho más ignominiosamente insultado, escarnecido, y crucificado
que en el Huerto de los Olivos, en Jerusalén y en el Calvario.

Aquellos a quienes Él tiene el más honrado, amado,
y enriquecido con sus dones y gracias
son los mismos que le ofenden más
por su indiferencia.

Presente con esta intención todo lo que ha sufrido
durante el día o la semana
y ofrézcala para que Jesús sea amado y adorado por todos.

Debido a que nosotros mismos somos incapaces de expiar tanto mal,
nos unimos a los méritos infinitos de nuestro Salvador Jesús.

Reciba Su Sangre Divina
a medida que fluye místicamente de Sus Santas Llagas,
y ofrézcala al Padre
en perfecta expiación por los pecados del mundo.

Tome Sus sufrimientos
y Su oración en la Cruz
y pida al Padre Celestial
perdón y misericordia para todos.

Una su reparación
a la de la Santísima Virgen
a los pies de la Cruz o el altar,
y del amor de Jesús por su Madre Divina
lo obtendrá todo.”

San Pedro Julián Eymard

 

Acompaña a Jesús en el Sagrario más cercano 10 minutos diarios. La Adoración Eucarística es tan efectiva como la oración diaria y constante para crecer espiritualmente.

¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

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Oración a Jesús Sacramentado

ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO

 

Se responde después de cada alabanza:

R. “Bendito seas tú, Señor Jesús, en el Santísimo Sacramento del Altar”.

Bendito seas Tú, en el Sacramento del Pan y Vino consagrados, fruto de la tierra, de la vid y del trabajo del hombre. R.

Bendito seas Tú, Jesús Eucaristía, en el Sacramento de la Pascua Eterna, que inauguraste en la última cena. R.

Bendito seas Tú, Pan de la Vida, que nos dejaste como memorial el Sacramento de Tu Cuerpo entregado y Tu Sangre derramada por nosotros. R.

Bendito sea Tú, Hijo de Dios, en el Sacramento de la Caridad. R.

Bendito seas Tú, Hijo del hombre, por el sacramento del don del Padre a la humanidad, donde te entregas como ofrenda agradable a él. R.

Bendito seas Tú, Ungido de Dios, por el Sacramento que nos trae la Reconciliación con el Padre y la comunicación de unos con otros. R.

Bendito seas Tú, Cristo Jesús, Tú, el Amor hasta el extremo, por el Sacramento que da unidad a la Iglesia, Santa y Católica. R.

Bendito seas Tú, Nuestro Señor Resucitado, por el Sacramento de la Eterna Pascua, anticipo del Reino definitivo y alimento de la vida eterna. R.

Bendito seas Tú, Esposo de la Iglesia, por el Sacramento esencial de tu Pueblo, fundado sobre el cimiento de los Apóstoles. R.

Bendito seas Tú, Cordero Inmolado en el ara de la Cruz, por el Sacramento Eucarístico, donde nos permites unir nuestros sufrimientos a Tu Sacrificio, único e irrepetible, del Calvario. R.

Bendito seas Tú, el Santo Consagrado de Dios, por el Sacramento del Amor, que nos rescata del pecado y nos va santificando, hasta convertirnos en “Cristos vivos”. R.

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

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Saludo a Jesús Sacramentado

SALUDO A JESÚS SACRAMENTADO

Oh Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, aquí presente en el Santísimo Sacramento del altar, creo todo lo que Vos, mi Señor, me habéis revelado. Arrepentido de todos mis pecados, esperando en Vos que nunca permite que sea confundido, agradeciendo por este don supremo, amándoos sobre todas las cosas en este Sacramento de vuestro amor, adorándoos en el misterio profundo de vuestra humildad, os manifiesto y hago patente todas las heridas y miserias de mi pobre corazón y os pido me deis todo lo que necesito y deseo. Pero tan solo os necesito a Vos, oh Dios mío, tan solo os deseo a Vos, vuestra gracia y la gracia de usar debidamente vuestras gracias, poseeros en esta vida y poseeros en la otra.

Se repite después de cada alabanza:

R. Oh Pan celestial, gran Sacramento, os adoro y os alabo en todo momento.

Bendito seáis, oh poder divino de vuestro paternal Corazón, que aunque todo lo podéis, sin embargo, no podíais darnos un don más precioso que este Santísimo Sacramento. R.

Bendita seáis, oh Sabiduría del Verbo Divino, que todo lo sabéis y lo ordenáis, y sin embargo no sabíais prepararnos una comida más exquisita, que este Santísimo Sacramento. R.

Bendito seáis, oh Dios mío, que en vuestra inefable dulzura de amor os habéis transformado en este pan para dárosnos como el más dulce manjar. R.

Bendito seáis, oh Dios mío, que habéis encerrado todos vuestros misterios en esta humilde forma de pan terrenal. ¡Oh Trinidad Santísima! R.

Amén

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Adoración Eucarística de San Juan Pablo II

ADORACIÓN EUCARÍSTICA DE JUAN PABLO II

Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.

«Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de Dios» (Jn. 6,69).

Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.

Aumenta nuestra FE.
Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.

Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.

Siguiéndote a ti, «camino, verdad y vida», queremos penetrar en el aparente «silencio» y «ausencia» de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos dice: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo» (Mt. 17,5).

Con esta Fe, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.

Tú eres nuestra Esperanza, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo.

Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives «siempre intercediendo por nosotros» (Heb. 7,25).

Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre.

Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo.

Apoyados en esta Esperanza, queremos infundir en el mundo esta escala de valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.

Queremos amar como Tú, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.

Quisiéramos decir como San Pablo: «Mi vida es Cristo» (Flp. 1,21).

Nuestra vida no tiene sentido sin ti.

Queremos aprender a «estar con quien sabemos nos ama», porque «con tan buen amigo presente todo se puede sufrir». En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque en la oración «el amor es el que habla» (Sta. Teresa).

Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.

Creyendo, esperando y amando, te adoramos con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus palabras: «Quedaos aquí y velad conmigo» (Mt. 26,38).

Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de amigo y con una presencia de donación.

El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos «gemidos inenarrables» (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.

En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.

Aprendiendo este más allá de la adoración, estaremos en tu intimidad o «misterio». Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el «misterio» de cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.

Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de amar y de servir.

Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre.

Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos. Amén.

san juan pablo II krouillong comunion en la mano sacrilegio

LO QUE DEBES SABER:

Nos han quitado los reclinatorios y no hemos hecho nada.

Nos imponen la sacrílega comunión en la mano y no hacemos nada.

La comunión en la mano se regula por una excepción dada por la diócesis, según el juicio del obispo respectivo. La comunión en la boca siempre ha sido y sigue siendo ley de la Iglesia y por tanto no debe ser considerada desechada por los católicos como forma válida de recibir la comunión.

La Santa Iglesia -en su sabiduría- ha dejado indicado en la excepción que regula la comunión en la mano que es “solo para el fiel que lo desea”, lo que significa que nadie, ni sacerdote, ni párroco, nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano.

La obediencia se debe siempre y cuando lo que se mande no sea pecado.

Si cedes a las presiones, estiras las manos y recibes la comunión en la mano es porque tú lo quieres así y, por tanto, tu responsabilidad, tu pecado, tus consecuencias.

Cuando veas al sacerdote negarte la comunión en la boca y querer que la recibas en la mano pregúntate si por ese sacerdote vale la pena ofender a Dios y cometer sacrilegio.

Toma la decisión correcta, no vaya a ser que estés siendo probado por Dios. Recuerda que todo te es lícito, pero no todo te edifica.

La comunión en la mano es el trabajo sacrílego perfecto de Satanás. Los católicos hoy en día blasfeman contra la Sagrada Eucaristía cuando dicen y consienten la idea de que “les da asco que les contagien una enfermedad con la saliva de otro fiel por comulgar en la boca” y luego cometen sacrilegio contra la Sagrada Eucaristía al recibirla en las manos, y con estos pecados se comen su propia condenación.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Y recuerda que si en tu parroquia no cambian las cosas, siempre puedes cambiar tú de parroquia.

Que Dios bendiga a todos los que luchan contra la sacrílega comunión en la mano.

Karla Rouillon Gallangos

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

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Coronilla del Santísimo Sacramento del Altar para los Adoradores

CORONILLA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR PARA LOS ADORADORES

Oración para rezar frente al Santísimo Sacramento.

1.- Credo

Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres,
y por nuestra salvación
bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

2.- Pésame

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos; antes querría haber muerto que haberle ofendido, y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia, no pecar mas y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Con un rosario normal se rezan cinco misterios de diez decenas cada uno.

jesus en el huerto de los olivos getsemaní krouillong comunion en la mano

3. Meditar los cinco misterios

Primer misterio: La oración de Jesús en el Huerto

Meditación:

Después de la Última Cena, Jesús tiene una inmensa necesidad de orar. Su alma está triste hasta la muerte. En el Huerto de los Olivos cae abatido: se postró rostro en tierra (Mateo 26, 39), precisa San Mateo. “Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero no sea yo como quiero, sino como quieres Tú”. En Jesús se unen a la tristeza, un tedio y una angustia mortales.

Buscó apoyarse en la compañía de sus amigos íntimos y los encontró durmiendo; pero, entre tanto, uno no dormía; el traidor conjuraba con sus enemigos. Él, que es la misma inocencia, carga con los pecados de todos y cada uno de los hombres, y se ofreció, con cuánto amor, como Víctima para pagar personalmente todas nuestras deudas… y de cuántos solo recibe olvido y menosprecio.

¡Cuánto hemos de agradecer al Señor su sacrificio voluntario para librarnos del pecado y de la muerte eterna! En nuestra vida puede haber momentos de profundo dolor, en que cueste aceptar la Voluntad de Dios, con tentaciones de desaliento. La imagen de la Agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos nos enseña a abrazar la Voluntad de Dios, sin poner obstáculo alguno ni condiciones, aunque por momentos pidamos ser librados, con tal de que así pudiésemos identificarnos con la Voluntad de Dios. Debe ser una oración perseverante.

Rezar un Padrenuestro y en las decenas del rosario rezar así:

“Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”

“y la Virgen concebida sin pecado original” (10 veces)

Rezar un Gloria

la flagelación de jesús krouillong comunion en la mano

Segundo misterio: La flagelación de Nuestro Señor Jesucristo

Señor Jesucristo, me pregunto qué fue más doloroso: ¿las heridas de los látigos, o la tormentosa tristeza de sentir el odio de la gente y los soldados?  Además la fría soledad del momento, más difícil que aceptar el dolor de tus heridas.  Y a pesar de que Pedro aseguró que “Aunque tenga que morir contigo yo no te negaré” , “todos huyeron y te abandonaron” – incluso Pedro.  Fue tu infinito amor el que te trajo al mundo en primer lugar, a una vida de trabajo y sufrimiento, a una muerte atroz.  ¿Puedo apoyarme en tus heridas y aprender la lección?  “Ellos lucharán en tu contra, pero no te vencerán, por cuanto yo estoy aquí para liberarte, dice el Señor”.

Jesús escondido de María, tú recibiste los duros golpes de los latigazos de los soldados, de aquellos que obedecen ciegamente a la autoridad de la época.  Y dicha autoridad fue ciega a su vez al plan original de Dios.  Perdona todas las veces que hemos seguido ciegamente el camino del pecado, y no hemos sido obedientes a la gentil invitación de nuestro Salvador.

Rezar un Padrenuestro y en las decenas del rosario rezar así:

“Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”

“y la Virgen concebida sin pecado original” (10 veces)

Rezar un Gloria

jesus coronacion de espinas krouillong comunion en la mano

 

Tercer misterio: La coronación de espinas

Meditación:

Entonces Pilato tomó a Jesús y mandó que lo azotaran. Y los soldados le pusieron en la cabeza una corona de espinas que habían trenzado y lo vistieron con su manto de púrpura. Y se acercaban a él y le decían: -Salve, Rey de los judíos. Y le daban bofetadas.

¡Mi amado Jesucristo Agonizante, Hijo del Altísimo! Me postro a Tus pies en medio de mi nada. Recuerdo todas mis ofensas hacia Ti. Te ruego, Señor, ten misericordia de mí. Mis pecados te han mantenido en agonía por estos miles de años. Te contemplo aun vivo, colgado en la Cruz, con esa terrible corona de espinas, la sangre bañando Tu rostro, y las espinas punzando Tu Santa Faz. Me arrepiento por ese regalo que te di: la corona de espinas. Deseo quitarte la corona de espinas, y ofrecerte con amor una corona de oro.

Mi Agonizante Jesús, recuerdo como yo golpeé Tu Sagrada Cabeza con una varilla de hierro, para que te penetraran aún más las espinas en Tu cerebro. Sentiste un dolor como si fuera un rayo que estremeciera todo Tu Cuerpo virginal. ¡Oh cuanto te ha hecho sufrir mi maldad!

Mi Jesús, que sufres místicamente el dolor y la agonía de mi terrible corona de espinas en Tu Sagrado Corazón, Ten misericordia de mí, y perdona al mundo.

Rezar un Padrenuestro y en las decenas del rosario rezar así:

“Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”

“y la Virgen concebida sin pecado original” (10 veces)

Rezar un Gloria

jJesús carga con la cruz acuestas krouillong comunion en la mano

Cuarto misterio: Jesús carga con la cruz acuestas

Meditación:

Después de haberse burlado de Jesús, los soldados le quitaron el manto de púrpura que le habían echado encima, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar la cruz detrás de Jesús.

Lo seguía una gran multitud del pueblo y también unas mujeres que se dolían y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos…».

Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él. Llegados a un lugar llamado Gólgota, que quiere decir Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores.

Señor, te has dejado escarnecer y ultrajar. Ayúdanos a no unirnos a los que se burlan de quienes sufren o son débiles. Ayúdanos a reconocer tu rostro en los humillados y marginados. Ayúdanos a no desanimarnos ante las burlas del mundo cuando se ridiculiza la obediencia a tu voluntad. Tú has llevado la Cruz y nos has invitado a seguirte por ese camino. Danos fuerza para aceptar la cruz, sin rechazarla; para no lamentarnos ni dejar que nuestros corazones se abatan ante las dificultades de la vida. Anímanos a recorrer el camino del amor y, aceptando sus exigencias, alcanzar la verdadera alegría.

Rezar un Padrenuestro y en las decenas del rosario rezar así:

“Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”

“y la Virgen concebida sin pecado original” (10 veces)

Rezar un Gloria

jesus es crucificado la crucifixion de jesus krouillong comunion en la mano

Quinto misterio: La crucifixión y muerte de Jesús

Meditación:

Llegados al Calvario, crucificaron a Jesús y a los dos malhechores. Los soldados se repartieron los vestidos de Jesús por lotes, y la túnica, tejida de una pieza, sin costura, la echaron a suerte. Pilato redactó una inscripción que decía: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos», y la puso sobre la cruz. Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «Tú que destruyes el Templo y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!» Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: “Soy Hijo de Dios”». También los soldados se burlaban de él, y hasta uno de los malhechores crucificados con él le injuriaba, mientras el otro decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino»; Jesús le respondió: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso».

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

En el desarrollo de los acontecimientos, Jesús dijo también otras palabras: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen»; «Tengo sed»; «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?»; «Todo está cumplido»; «Padre, en tus manos pongo mi espíritu».

Al mediodía quedó la tierra en tinieblas y se produjeron otros fenómenos extraordinarios.

Hacia las tres de la tarde, habiendo dado perfecto cumplimiento a todos los designios divinos, Jesús se encomendó a su Padre con voz poderosa e inclinando la cabeza entregó el espíritu.

¡Amoroso y Divino Jesús crucificado, que lleno de amor a los hombres te ofreciste ante el Eterno Padre por víctima expiatoria de los crímenes del mundo! Ya que me concediste la gracia de inspirarme que me ofrezca contigo en holocausto, como víctima que une sus dolores a los tuyos en desagravio de tantas culpas…, yo, criatura indigna y miserable, postrada delante de tu Cruz y con la ayuda de tu gracia, confirmo y ratifico mi promesa de querer padecer con los mismos fines que Tú en ella padeciste… Recibe todo mi ser en holocausto y haz de mi lo que quieras. Sobre los brazos de tu Cruz abro los míos para perdonar y abrazar a todos mis enemigos, cuyo bien y salvación deseo y prometo solemnemente procurar cuanto sea de mi parte, así como el alivio de sus penas e infortunios.

Rezar un Padrenuestro y en las decenas del rosario rezar así:

“Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”

“y la Virgen concebida sin pecado original” (10 veces)

Rezar un Gloria

La coronilla termina rezándose Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Amén.

Que Dios les conceda a todos las Gracias que necesiten

Karla Rouillon Gallangos

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Acto de Fe y Adoración

ACTO DE FE Y ADORACIÓN

Creo, oh Jesús, con mi más viva fe, que estás realmente presente, aquí, delante mío, bajo las especies Eucarísticas; Tú, el Verbo eterno del Padre, engendrado desde todos los siglos y encarnado luego en las entrañas de la Virgen Madre, Jesucristo Redentor y Rey. Creo, realmente, que estás presente en la verdad inefable de Tu Divinidad y de Tu Humanidad.

Jesús, eres el mismo de Belén, el divino Niño que aceptara por mí, el aniquilamiento, la pobreza y la persecución. Eres el Jesús de Nazaret, que por mi amor abrazó el ocultamiento, las fatigas y la obediencia. Eres el Divino Maestro, aquel que vino para enseñarme las dulces verdades de la fe, a traer el gran mandamiento del amor: Tu mandamiento. Eres el Salvador Misericordioso, el que te inclinas sobre todas mis miserias con infinita comprensión y conmovedora bondad, pronto siempre a perdonar, a curar, a renovar. Eres la Víctima Santa, inmolada para gloria del Padre y bien de todas las almas. Eres el Jesús que por mí sudó sangre en el Huerto de Getsemaní; quien por mí sufrió la condenación de tribunales humanos, la dolorosísima flagelación, la cruel y humillante coronación de espinas, el martirio cruel de la crucifixión. Eres quien quiso agonizar y morir por mí. Tú eres Jesús Resucitado, el vencedor de la muerte, del pecado y del infierno. Quien está deseoso de comunicarme los tesoros de la vida divina que posees en toda su plenitud.

Jesús mío, Te encuentras aquí, presente en la Hostia Consagrada, Santa, con un Corazón desbordante de ternura, un Corazón que ama infinitamente. En Tu Corazón, Jesús, encuentro el Amor Infinito, la Caridad divina: Dios, principio de vida, existente y vivificante. ¡Qué dulce me es, Dios mío, Trinidad Santísima, adorarte en este Sagrario en el que ahora estás!

Por ello me uno a los Ángeles y Santos quienes, invisibles pero presentes y vigilantes junto a Tu Sagrario, Te adoran incesantemente. Me uno, sobre todo, a Tu Santísima Madre y a los sentimientos de profunda adoración y de intenso amor que brotaron de Su alma desde el primer instante de Tu Encarnación y cuando te llevaba en Su seno inmaculado.

Y mientras Te adoro en este Sagrario, lo hago en todos los del mundo y, especialmente, en aquellos en los cuales estás más abandonado y olvidado. Te adoro en cada Hostia Consagrada que existe entre el Cielo y la tierra.

Te adoro, Dios Padre, porque por medio de Cristo has descendido hasta mi humanidad y porque, por Su Corazón adorable, Te has unido tan estrechamente al hombre, a mí, pobre criatura ingrata. Te adoro en este templo, santificado por la presencia siempre actual de Tu Ser divino; me postro hasta la nada, en adoración delante de Tu Majestad Soberana pero, al mismo tiempo, el amor me eleva hasta Ti.

Te adoro, Dios Padre, y te amo; el amor y la adoración están totalmente confundidos y mezclados en mi alma, tanto que no sabría decir si más adoro que amo o si más amo que adoro… Te adoro porque encuentro en Ti todo poder y toda santidad, justicia y sabiduría; porque Tú eres mi Creador y mi Dios. Te amo porque encuentro en Ti toda belleza, toda bondad, toda ternura y toda misericordia. Te amo porque me has hecho el regalo de un tesoro invalorable.

Jesús es mi tesoro, es mío y a cada instante puedo sacar de Él gracias a manos llenas, pues lo encuentro siempre abundante. De Él tomo cuanto necesito para pagar mis deudas, para remediar mis necesidades, encontrar delicia, ganarme una corona. ¡Qué don inefable es este Jesús con Su Corazón desbordante de ternuras! Un tesoro que jamás se agota: mientras más saco, él más aumenta.

Oh, Dios Padre, tanto has amado a tus criaturas que les diste a Tu único Hijo y, para que la Majestad de Tu Verbo no nos infundiese temor y nuestras almas se pudieran dirigir a Él con confianza, lo revestiste de una carne semejante a la nuestra. Lo has embellecido con las gracias más atrayentes y, sobre todo, le has dado un Corazón infinitamente perfecto; tanto que debía ser la morada de Tus delicias, porque Tu divina plenitud vive en El y la más humilde de las criaturas tiene allí su lugar de privilegio.

Ese adorado Corazón, inmenso como Tú, Dios mío, porque te contiene, es también mi morada, pues me ama. En Él me encuentro con Tu divinidad y, al verme en este Sagrado asilo, Tu justa ira se aplaca y Tu justicia se desarma.

Te adoro, Dios Padre, por Jesús y en Jesús. Adoro a Jesús, Tu Hijo, quien por Su Humanidad es mi hermano y por Su Divinidad es mi Dios. Te amo por Jesús y con Jesús. Te amo por el Corazón de Jesús, que el amor hizo mío. Te amo en Jesús. Por Él Te llega mi amor, por Él puedo alcanzarte y abrazarte.

R/: Dios mío, reconozco que Tú eres la Bondad Infinita y creo en Tu amor por mí.

  • En el misterio sublime de la Unidad de Tu Naturaleza y de la Trinidad de Tus Personas,R/.
  • En la armonía de Tus perfecciones innumerables, R/.
  • En la riqueza inagotable con que haces los seres de la nada, R/.
  • En la pacífica posesión de Tu eterna Bienaventuranza, R/.
  • En la sabiduría infinita con que gobiernas todas las cosas, R/.
  • En la bondad inefable con que elevas al hombre a la dignidad de hijo Tuyo, R/.
  • En la Misericordia infinita con que toleras y conservas al pecador, R/.
  • En el misterioso decreto que estableció la Redención, R/.
  • En el infinito abajamiento de Tu Encarnación, R/.
  • En las humillaciones, en los ocultamientos, en los trabajos de Tu vida terrena, R/.
  • En los oprobios de Tu Pasión y muerte, R/.
  • En la gloria de Tu Resurrección, de Tu Ascensión y de Tu triunfo en los Cielos, R/.
  • En Tu divino Corazón, abierto por la lanza en el Calvario, R/.
  • En Tu divino Corazón revelado a Tus Santos en el transcurso de los siglos, R/.
  • En Tu divino Corazón que late de amor por nosotros en Tu pecho adorable y presente en nuestros Sagrarios, R/.
  • En Tu divino Corazón, desbordante de misericordia para los pobres pecadores, especialmente en el Sacramento de la Penitencia, R/.
  • En Tu Sacerdocio, que a través de los siglos continúa Tu obra de Misericordia y de salvación, R/.
  • En Tu Vicario, que te representa visiblemente en la tierra, R/.
  • En la Iglesia, que conserva y dispensa a las almas los tesoros de Tu divina gracia, R/.
  • En su magisterio infalible, en su sabio gobierno, en su inefable poder de santificación,R/.
  • En María Santísima, Tu Madre, enriquecida con tantos privilegios y constituida también Madre, Corredentora y Abogada nuestra, R/.
  • En la exhuberante fecundidad con que produces Santos, R/.
  • En la conmovedora generosidad con que dispensas tus dones, R/.
  • En el misterioso trabajo de la gracia en la intimidad de las almas, R/.
  • En el don purificador de tu Cruz, R/.
  • En la maravillosa providencia con que sigues a cada criatura en el curso de su vida, R/.
  • En Tu gloria infinita, que comunicas a Tus elegidos haciéndolos eternamente felices en el Cielo, R/.

adoracion eucaristica krouillong comunion en la mano

Señor: La Iglesia, en la recitación del Gloria de la Santa Misa, me invita a darte gracias por Tu gran gloria, me invita a agradecerte, glorificarte y alabarte por lo que Tú eres, Dios mío. Por este motivo, me es grato repetirte: Te doy gracias, porque eres el Amor Infinito.

Después de haberme postrado para adorarte en el Sagrado Corazón de Jesús, quiero agradecerte. Te agradezco, mi Dios, porque Tú eres el Amor y te agradezco por los dones de Tu amor. Y ya que los dones más preciados, los de la vida sobrenatural, nos los diste por Jesús, es también por Él, con Él y en Él que quiero elevar hasta Ti el himno de reconocimiento.

En unión con Jesús te agradezco, Dios Padre, por todas las gracias personales que me has concedido. Tú me diste la vida, sacándome de la nada y me la conservaste día a día hasta este momento. Pero Tú me has dado otra vida más valiosa, la de la gracia, que me hace partícipe de Tu misma vida divina y, después de la primera gracia con la que me santificaste en el día del bautismo, ¡cuántas gracias me han sido concedidas, que conservaron, aumentaron y, tal vez, reconquistaron la vida sobrenatural!

Pienso en los dones de tu amor de los que tanto he gozado:

  • En la Iglesia, que me has dado para que sea mi maestra y guía hacia la eternidad.
  • En los Sacerdotes, que me han otorgado los dones de Tu amor.
  • En los perdones continuadamente renovados.
  • En la Eucaristía, que ha sido para mí, alimento, sostén y consuelo.
  • En la Virgen, que es mi buena Madre, mi consoladora, mi ayuda, mi especial protectora en cada instante de mi vida.
  • En el Paraíso, que me has preparado y que con Tu gracia espero alcanzar.

Contemplo mi vida sembrada de alegrías y dolores y comprendo que todo en ella ha sido amor. Todo, oh mi Dios, porque de Tu Corazón amante no puede salir nada que no sea gracia y amor.
Por todo ésto:

R/: Te doy gracias, Dios mío.

  • Por las alegrías que me has permitido gozar, así como por los dolores y las pruebas con que has sembrado mi camino, R/.
  • Por las gracias conocidas y por las desconocidas, R/.
  • Por los favores del pasado y los del futuro, R/.
  • Por todo lo que has hecho en mí y por mí, y por todo lo que todavía querrás hacer en el futuro, R/.
  • Sobre todo, por haberme llamado al conocimiento de Tu Amor y a consagrarme a Él, R/.
  • Por la luz y la alegría Tuyas, que estoy tan lejos de merecer, R/.
  • Por la luz y la alegría que el conocimiento de Tu Amor trajo a mi vida, R/.
  • Por la posesión de Tu amor que Te hace mío y a mí me hace Tuyo, R/.

Pero no quiero y no puedo darte gracias sólo por mí. Te doy gracias también por todos los dones que Tu Amor ha derramado en la Iglesia. Por los beneficios otorgados a los Ángeles y a los Santos, alabanzas perennes de Tu Amor. Y sobre todo, por los beneficios innumerables que has hecho a María Santísima, nuestra dulce Madre. Te doy gracias por haberla hecho tan grande, tan santa, tan hermosa. Te doy gracias por los privilegios que le concediste, por el trono de gloria sobre el cual la colocaste, por la misión que le confiaste. Te doy gracias por haber hecho de esta criatura predilecta, una madre en la que puedo y debo colocar todas mis esperanzas.

Para que mi reconocimiento sea más eficaz me permito, oh Señor, vivificarlo con el amor. Por eso Te digo y Te repito: que Te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas.

R/: Te amo, Dios mío.

  • A Ti, que eres el amor infinito, R/.
  • A Ti, que me has salvado por Tu amor, R/.
  • A Tí, que me ordenas amarte, R/.
  • Con todo mi corazón, R/.
  • Con toda mi alma, R/.
  • Con todo mi espíritu, R/.
  • Con todas mis fuerzas, R/.
  • Por encima de todos los bienes y honores, R/.
  • Por encima de todos los placeres y las alegrías, R/.
  • Más que a mí mismo y que a todo cuanto me pertenece, R/.
  • Más que a mis padres y que a mis amigos, R/.
  • Más que a todos los hombres y ángeles, R/.
  • Por encima de todas las cosas creadas en el cielo y en la tierra, R/.
  • Solamente por Ti mismo, R/.
  • Porque Tú eres el Sumo Bien, R/.
  • Porque Tú eres infinitamente digno de ser amado, R/.
  • Porque Tú eres infinitamente perfecto, R/.
  • Aunque no me hubieras prometido el Paraíso, R/.
  • Aunque no me amenazaras con el infierno, R/.
  • Aunque me probases con la miseria y la desventura, R/.
  • En la abundancia y en la pobreza, R/.
  • En la prosperidad y en el infortunio, R/.
  • En los honores y en los desprecios, R/.
  • En las alegrías y en los dolores, R/.
  • En la salud y en la enfermedad, R/.
  • En la vida y en la muerte, R/.
  • En el tiempo y en la eternidad, R/.
  • En unión al amor con que todos los Santos y Angeles Te aman en el Cielo, R/.
  • En unión al amor con que Te ama la Bienaventurada Virgen María, R/.
  • En unión al amor infinito con que nos amas eternamente, R/.

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Oh, Dios mío, que posees en una abundancia incomprensible todo cuanto puede haber de perfecto y digno de amor, extingue en mí todo amor culpable, sensual y desordenado hacia las criaturas, y enciende en mi corazón el fuego purísimo de Tu amor, a fin de que ame sólo a Ti, por Ti, hasta el punto que, consumido en Tu santísimo amor, pueda yo ir a amarte eternamente en el Cielo, con los elegidos. Amén.

Señor, ahora quiero hacer ante Ti reparación. Oh, Jesús, Víctima divina de nuestros altares, grande y único Reparador, yo también me uno a Ti para cumplir, contigo y por medio Tuyo, el oficio de pequeña alma reparadora.

Y me dirijo también a ti, oh Madre mía, para que así como en el Calvario ofreciste al Padre a Tu Jesús, que se inmolaba por su gloria y por la salvación de las almas, así renueves en este momento el místico ofrecimiento en mi lugar.

En el cáliz de Tu Corazón Inmaculado ofrece, oh Virgen dulce, los dolores de Jesús junto a los Tuyos, para invocar la Divina Misericordia sobre mí y sobre el mundo entero. Después de haberte dado gracias por Tus dones sin fin, ¿cómo puedo no confundirme a la vista de mis culpas y de mis infidelidades? ¡Con cuánta ingratitud y frialdad he respondido a tus beneficios!
Postrado ante Ti, que tanto me has amado, lleno de confusión y de arrepentimiento, invoco Tu perdón y Tu Misericordia.

R/: Oh, Jesús, ¡ten piedad de mí!

  • Por el mal uso que hice de los dones naturales recibidos: mi vida, mis energías, mi tiempo, mis sentidos, mi inteligencia, mi lengua, R/.
  • Por las desobediencias, pequeñas y grandes a Tu ley, R/.
  • Por los deberes descuidados o mal cumplidos, R/.
  • Por el bien que pude hacer y no hice, R/.
  • Porque dejé triunfar muchas veces en mí las malas inclinaciones del orgullo, de la vanidad y del egoísmo, R/.
  • Porque no practiqué el mandamiento de caridad, como Tú lo ordenaste, R/.
  • Porque dejé estériles en mí tantas gracias, R/.
  • Por la tibieza con que practiqué mi vida de piedad, R/.
  • Por la indiferencia y frialdad con que respondí a los dones de Tu amor, R/.
  • Por haber preferido muchas veces a las criaturas y las satisfacciones humanas, en lugar de Ti y de tus consolaciones, R/.
  • Por la poca fidelidad y generosidad con que he vivido mi consagración, R/.
  • Por la falta de fe y abandono en tu amor, R/.
  • Por la falta de dedicación a las almas y a la Iglesia, R/.
  • Por mis rebeliones y mi poco amor a Tu Voluntad y a Tu cruz, R/.

Me confundo en Tu presencia, oh mi Dios. Me arrodillo a Tus pies.
Me postro junto a Ti, oh Jesús, Hostia Divina, Redentor y Salvador mío, como un día la Magdalena. Y si bien es cierto que soy indigno de Tu amor, estoy seguro que tendrás para mí, la misma ternura misericordiosa.

Amén,

LO QUE DEBES SABER:

La comunión en la mano se regula por una excepción dada por la diócesis, según el juicio del obispo respectivo. La comunión en la boca siempre ha sido y sigue siendo ley de la Iglesia y por tanto no debe ser considerada desechada por los católicos como forma válida de recibir la comunión.

La Santa Iglesia -en su sabiduría- ha dejado indicado en la excepción que regula la comunión en la mano que es “solo para el fiel que lo desea”, lo que significa que nadie, ni sacerdote, ni párroco, nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano.

La obediencia se debe siempre y cuando lo que se mande no sea pecado.

Si cedes a las presiones, estiras las manos y recibes la comunión en la mano es porque tú lo quieres así y, por tanto, tu responsabilidad, tu pecado, tus consecuencias.

Cuando veas al sacerdote negarte la comunión en la boca y querer que la recibas en la mano pregúntate si por ese sacerdote vale la pena ofender a Dios y cometer sacrilegio.

Toma la decisión correcta, no vaya a ser que estés siendo probado por Dios. Recuerda que todo te es lícito, pero no todo te edifica.

La comunión en la mano es el trabajo sacrílego perfecto de Satanás. Los católicos hoy en día blasfeman contra la Sagrada Eucaristía cuando dicen y consienten la idea de que “les da asco que les contagien una enfermedad con la saliva de otro fiel por comulgar en la boca” y luego cometen sacrilegio contra la Sagrada Eucaristía al recibirla en las manos, y con estos pecados se comen su propia condenación.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Y recuerda que si en tu parroquia no cambian las cosas, siempre puedes cambiar tú de parroquia.

Que Dios bendiga a todos los que luchan contra la sacrílega comunión en la mano.

Karla Rouillon Gallangos

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

 

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Adoración Eucarística: Actos de Adoración

Actos de Adoración

Vengo, Jesús mío, a visitarte.

Te adoro en el sacramento de tu amor.

Te adoro en todos los Sagrarios del mundo.

Te adoro, sobre todo, en donde estás más abandonado y eres más ofendido.

Te ofrezco todos los actos de adoración que has recibido desde la institución de este Sacramento y recibirás hasta el fin de los siglos.

Te ofrezco principalmente las adoraciones de tu Santa Madre, de San Juan, tu discípulo amado, y de las almas más enamoradas de la Eucaristía.

Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.

Ángel de mi Guarda, ve y visita en mi nombre todos los Sagrarios del mundo.

Di a Jesús cosas que yo no sé decirle, y pídele su bendición para mí.

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Adoración Eucarística: Visita Diaria al Santísimo

ADORACIÓN EUCARÍSTICA: VISITA DIARIA AL SANTÍSIMO

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.

Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que los perdonareis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida.

Amén.

1. ORACIÓN PREPARATORIA.

Aquí estoy en vuestra divina presencia, Jesús mío, para visitaros.

He venido, Señor, porque me habéis llamado.

Vuestra presencia real en la Sagrada Eucaristía, es el eco de aquellas palabras que nos dirigís en el Evangelio: “Venid a Mí todos los que estáis cargados con vuestras miserias y pecados y Yo os aliviaré”. Aquí vengo, pues, como enfermo al Médico, para que me sanéis; como pecador al Santo, para que me santifiquéis; y como pobre y mendigo al rico, para que me llenéis de vuestros divinos dones.

Creo, Jesús mío, que estáis en el Santísimo Sacramento del Altar, tan real y verdaderamente como estabais en Belén, como estabais en la cruz y como estáis ahora en el Cielo.

Espero en Vos, que sois poderoso y bueno, para santificar mi alma y salvarme.

Os amo con todo mi corazón, porque sois la Bondad infinita, digno de ser amado de todas las criaturas del Cielo y de la tierra; y me habéis amado hasta derramar vuestra sangre y dar vuestra vida en la cruz por mí.

Vengo aquí a buscar un refugio contra la corrupción del mundo. En el mundo todo es falsedad y mentira; vengo a Vos que sois la Verdad eterna. El mundo está lleno de abismos de iniquidad; vengo a Vos que sois el único Camino de la felicidad. En el mundo todo es sensualidad y pecado; vengo a Vos que sois Vida y Santidad de las almas.

¡Dadme luz, Señor! ¡Que yo os vea presente en el Sagrario con los ojos de la fe; y que mi corazón beba hasta saciarse de la fuente del Amor divino que brota de vuestro Corazón Sacramentado!

2. LECTURA REPOSADA DEL DÍA CORRESPONDIENTE.

Ir a EVANGELIO DEL DÍA

3. COMUNIÓN ESPIRITUAL.

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Os amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, venid al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno del todo a Ti.

Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

4. ESTACIÓN AL SANTÍSIMO.

Está constituida por el rezo de cinco veces un Padrenuestro, un Avemarías y un Gloria, en honor a las cinco llagas de Jesucristo.

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por siempre alabado.

Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia, como un pobre a su gran Señor; dame, Señor Tu Gracia.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia: como un servidor ante su Dueño; dame, Señor, el sustento de Tu Cuerpo y líbrame de mi gran pobreza.
Padre Nuestro, Ave Maria, Gloria.

Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia, como un enfermo a su Médico; sana, Señor, las heridas de mi alma con el bálsamo de Tu divina Sangre.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia, como el discípulo ante su Maestro; enséñame, Señor, a aceptar Tu divina voluntad.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia, como un hijo ante un Padre; no me prives, Señor, de la herencia paterna que es la patria celestial.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Heme aquí, buen Jesús, en Tu presencia, como una oveja ante su Pastor; guarda Señor de tu Santa Iglesia y recibe benignamente las súplicas de nuestro Santo Padre.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

5. JACULATORIAS CONTRA LA BLASFEMIA.

Bendito sea Dios.

Bendito sea su Santo Nombre.

Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.

Bendito sea el Nombre de Jesús.

Bendito sea su Sacratísimo Corazón.

Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.

Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.

Bendita sea María Santísima, la excelsa Madre de Dios.

Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.

Bendita sea su gloriosa Asunción a los Cielos.

Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre.

Bendito sea San José, su castísimo Esposo.

Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

no existe ningún lugar en el mundo donde haya más amor adoración eucarística krouillong comunion en la mano

6. ORACIÓN FINAL.

Gracias, Jesús mío, por la bondad con que me habéis recibido y permitido gozar de vuestra presencia y compañía amorosas.

Me vuelvo a mis ocupaciones. Mi corazón queda contigo. En mi trabajo y en mis descansos me acordaré de Ti, y procuraré vivir con la dignidad que merece vuestra amistad divina.

Dadme vuestra bendición y concédeme todas las gracias, que necesito, para amaros y serviros con la mayor fidelidad.

Bendice, Señor, a nuestro Santísimo Padre el Papa, vuestro Vicario en la tierra; ilumínale, santifícale y líbrale de todos sus enemigos.

Bendice a vuestra Iglesia Santa y haced que su luz brille en todas las naciones; y que los paganos conozcan y adoren al único verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo.

Bendice a vuestros sacerdotes, santifícalos y multiplícalos.

Bendice y protege a nuestra nación.

Bendice a todos nuestros bienhechores y concédeles la bienaventuranza eterna.

Bendice a los que nos han ofendido y cólmalos de beneficios.

Bendice a todos nuestros familiares y haced que vivan todos en vuestra gracia y amistad y que un día nos reunamos en la Gloria.

Da el descanso eterno a todas las almas de los fieles difuntos que están en el Purgatorio.

Da la salud a los enfermos. Convierte a todos los pecadores. Danos a todos vuestro divino amor, para que la fe que nos impide ahora ver vuestro santísimo rostro se convierta un día en luz esplendorosa en la Gloria, donde en unidad con el Padre y el Espíritu Santo te alabemos y bendigamos por los siglos de los siglos. Amén.

No dejes de saludar también a la Santísima Virgen, o con el rezo del Santo Rosario, o al menos de diez Avemarías y una Salve.

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