Debieron haberlo hecho cualquiera de estas organizaciones, o todas ellas juntas: la Universidad, la Escuela de Sociología, el Colegio de Sociólogos, la constelación de organizaciones de izquierda de aún superviven, pero no, a ninguna se les ocurrió y menos lo harán. Tuvo que ser, Casa de Cartón, nuevamente a la vanguardia, para reconocer y homenajear al maestro, político y académico Henry Pease.
Uno de los pocos maestros que he conocido ha sido Henry Pease; es decir, un modelo de vida a seguir, un modelo construido por la conjunción perseverante de lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace; un modelo plasmado en esas dimensiones de vida que él eligió: la política, la academia, la institucionalidad. Hoy ha muerto y creo que nos quedan pocos maestros.
En nuestro país, hay un poco más de medio millón de profesores que, me imagino, han recibido felicitaciones por doquier por ser el Día del Maestro. En ese cruce de miles de saludos y homenajes, recordé a quien creo que sí se lo merece en toda la extensión de su significado: Constantino Carvallo, tal vez el filósofo educativo más notable que ha tenido nuestro país. De él, extraigo uno de sus ensayos que aparece en Diario educar, libro de su autoría que, a la vez, se conecta con la fiebre futbolera que hoy vivimos.
Hablar de desarrollo en el mundo actual es un anhelo cada vez más complicado, pues se le han venido sumado una serie de variables que hacen que alcanzarlo sea cada vez más dificultoso, lo que, a la vez, redefine su concepto. Desde hace una treintena de años, por ejemplo se le ha sumado al desarrollo el componente medioambiental, y ello ha generado el concepto de sostenibilidad.
Motivados por los cincuenta años de la Escuela de Sociología de la Universidad Nacional de San Agustín, quienes pertenecemos a ella unánimemente acordamos que debía escribirse su historia. Por cercanías y comodidad (no se contaba con un presupuesto especial para ello), se encomendó la tarea a Héctor Balón Lozada, sociólogo de profesión, historiador de afición, ex alumno y profesor de la misma, y, además, autor de una treintena de libros que garantizaban la calidad del trabajo encomendado. Sin embargo, luego de un año después de la fecha acordada, el autor ha presentado un libro decepcionante.
Un poco más de 8 millones, a partir de los 12 años, son madres en nuestro país. De ese universo, que equivale al 65% de nuestra población femenina entre ese rango de edad, el 16% son jefas de hogar; es decir, son las únicas responsables en sostener su hogar. Obviamente esas cifras son incomodas cuando se trata de seguir con el carácter endulcorado que el capital ha construido de la madre para negociar con ella un día como hoy.
Digno de Ripley: en la universidad agustina parece haberse abandonado la práctica del debate o la mínima exposició de ideas. Eso puede deducirse luego de observar cómo se vienen eligiendo las nuevas autoridades: negociaciones, puestos, promesas varias, practicas perfectamente comprensibles en coyunturas como estas; sin embargo, cuando se solicitan ideas, propuestas, o, por lo menos, un cronograma de actividades, éstas brillan por su ausencia.
