¿Debate o divertimento?

A pesar que Arequipa atraviesa el peor momento de la pandemia, con los servicios sanitarios colapsados y los contagios y muertes en alza; a pesar que, por sentido común, varios líderes y autoridades locales se opusieron, justamente por la crisis sanitaria desbordada, a pesar de todo ello, el Jurado Nacional de Elecciones decidió que el debate presidencial se realice aquí, en la Ciudad Blanca. Ante esa decisión que linda con la idiotez, el Gobierno Central ha decidido poner como parche la prohibición de circulación de la gente, este sábado y domingo; sin embargo, los dirigentes de los rojos y naranjas siguen organizando marchas de apoyo a sus candidatos, aduciendo que “no pueden evitarlas porque nacen de la espontaneidad de la gente”. Es decir, el acojudamiento total.

Malos augurios lo que nos traerá ese debate, pues al igual que en Chota donde se realizó el encuentro de los candidatos presidenciales, pero de manera informal, lo único que producirá es que Arequipa sea declarada zona en riesgo extremo por la peste. Nada más; pues, hay que ser muy cándido para creer que este debate servirá para “aclarar” o “terminar de decidir” por quién votar o no.

Es cierto que este debate tiene una estructura temática que va desde el bicentenario, salud, economía, educación, hasta derechos humanos y atención a las poblaciones. A ese menú, seguramente la población arequipeña, estará expectante en que se aborden temas ligados a la problemática local, como Majes Siguas II o Tía María, entre otros; sin embargo, hay que recordar que este debate, fruto además del capricho castillista y de la conducta timorata del JNE, es en realidad un espectáculo, y por lo tanto, hay que verlo como tal. Es decir, poco o nada terminan sirviendo las elucubradas fórmulas o propuestas que puedan hacer los candidatos, pues nada de eso queda en el imaginario de la gente. Todos, y mucho más los políticos, sabemos que en estos debates esperamos la frase o calificativo más insidioso o venenoso que nos arranque la sonrisa cómplice, en señal de aprobación.

¿Alguien recuerda las propuestas a los grandes temas de la problemática peruana, en los debates presidenciales entre Alberto Fujimori y Vargas Llosa, o entre Keiko y PPK? Obviamente, no; sin embargo, a pesar de los años, sigue flotando en el imaginario popular la portada trucada que Fujimori le sacó a su contrincante para evidenciar la incondicionalidad que los medios de comunicación le profesaban a Vargas Llosa; o el “cómo has cambiado pelona”, verso de Nicomedes Santa Cruz que Keiko Fujimori uso para endilgarle a su contrincante PPK, su incondicional profujimorismo.

Frases o acciones como esas son las que realmente esperamos ver en el debate. De hecho, los equipos rojos y naranjas deben estar sumidos en elaborarlas para que sus candidatos propinen el mejor golpe verbal y así conquistar el imaginario del votante haciendo de ese espectáculo las delicias de la gente.

En esa perspectiva, para contribuir a un mayor entretenimiento, aquí algunas ideas: que ambos contrincantes ataquen por el lado de sus estudios; es decir, sería delicioso que Castillo le muestre al país que Keiko no tiene ningún título, a pesar que se ufana de haber estudiado en los EEUU; de la misma manera, que ella demuestre que Castillo ostenta un título bamba de profesor. De la educación, pasar al económico; es decir, que el lapicito muestre cuánto cobra Keiko de su partido, y ella que revele cuántos años Castillo le cobra al Estado sin trabajar.  Un golpe certero sería si Keiko demuestra la vinculación de su oponente con el terrorismo, pero uno mucho mayor es si, ante esa evidencia, Castillo abandona el auditorio haciéndose el ofendido y denunciando una confabulación de los ricos contra los pobres. Todo para el divertimento de la gente. Por lo menos que eso quede, especialmente para los fanáticos que aclamarán presencialmente a sus líderes, y que, días después, buscarán cama hospitalaria.

 

 

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