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Un reciente estudio sobre competitividad para el año 2014, hecho por la prestigiosa Centrum de la PUCP, da cuenta que Arequipa se ubica en el tercer lugar a nivel nacional. Poniendo la lupa en el ranking, descubrimos que estamos bien en infraestructura, economía y trabajo empresarial. ¿En qué seguimos mal (puesto 25; es decir, en la cola)?: en gestión o gobierno. O sea, un año más con nota jalada en ese rubro.
Las cuentas virtuales de Omar Zevallos y Gustavo Rondón nos han venido informando de la vergonzosa situación del Coliseo Arequipa. Por las imágenes mostradas, sabemos de una obra no sólo inconclusa sino abandonada por el Municipio Provincial. A la vez, ya empiezan a conocerse las docenas de obras en similar situación que ha dejado el Gobierno Regional, todo esto envuelto en un halo de sobrevaloración y corruptela generalizada. Así, Arequipa se enrola con lo que viene sucediendo en todo el país desde hace muchísimos años; es decir, la herencia que dejan la mayoría de gobiernos regionales y locales está atravesada por acciones delincuenciales. ¿Qué hacer para qué en el 2018, las actuales autoridades no caigan en lo mismo?
Ya han pasado más de cuatro meses y aún se mantiene la propaganda de las pasadas elecciones de octubre. Lo curioso es que varios de los que fueron candidatos, hoy son autoridades y parecen ser los más interesados en conservar sus atosigantes anuncios que, me imagino, lo hacen como parte de una estrategia para “posicionarse en el imaginario popular y así reforzar su liderazgo”.
De veleta, esquizofrénico y una total decepción y fracaso, así califica The Economist al gobierno humalista. Es más, la permanente inestabilidad política (seis primeros ministros en lo que va de su gestión), la presencia de personajes como Urresti y los escándalos de corrupción que ya empiezan a aparecer, involucrando a la mismísima pareja presidencial, han hecho que la economía peruana que tuvo las tasas de crecimiento más grandes de América Latina, hoy no sea nada.
Se ha vencido el plazo para que nuestras autoridades públicas presenten su declaración jurada de ingresos, bienes y rentas. La medida promulgada por el actual gobierno busca así transparentar el trabajo de todo aquel que administra, maneja y disponen de los fondos o bienes del Estado; es decir, el dinero de todos nosotros.
Semana especial la que hoy termina, pues no sólo despidió un año e inauguró otro, sino que, además, sirvió como marco para el inicio del nuevo período de gobierno municipal y regional en todo el país. Es decir, comenzaron los nuevos mandatos y hemos visto, gracias a la magia de las TICs, las ceremonias inaugurales con los consabidos discursos de apertura de las flamantes autoridades. Todos, con la única excepción de una autoridad tacneña que en un ataque de sinceridad juramentó por la corrupción, han proclamado el inicio de una nueva era, pues ya no habrá más corrupción, incompetencias o inutilidades. Es decir, por fin, alcanzaremos el ansiado desarrollo en nuestros distritos y regiones. ¿Será verdad tanta belleza?
Ya se me está haciendo costumbre que, tanto dentro como fuera de Arequipa, algunos medios me soliciten hacer un arqueo del año que finaliza. Debo confesar que para responder al pedido me valgo de la revisión de esta, mi propia página, puesto que, al fin y al cabo, aquí comento los hechos que más impacto tienen en mí, tarea voluntaria que hago semanal o quincenalmente. Así que, usando ese recurso, aquí va mi recuento del 2014.
