13/12/10: América Latina y la crisis del agua

Latinoamérica tiene 65% del agua dulce del mundo, pero la mayor parte se encuentra lejos de los centros de consumo y la creciente demanda está poniendo en jaque la sustentabilidad de este recurso que durante generaciones ha sido percibido como gratuito.

Para obtener una tonelada de algodón se requieren unos 3.644 m3 de agua. El arroz, el trigo, el maíz y la soja representan en conjunto 53,3% del consumo hídrico de la agricultura mundial. La exportación de estos cultivos hace que el 20% del agua utilizada por la agricultura mundial viaje por el planeta a través de los productos exportados e importados.

El 97,5% del agua del planeta es salada. Del agua dulce restante, la mayor parte corresponde a glaciares, nieve y hielos eternos, lo que va dejando poco más de un tercio (reservas subterráneas o acuíferos, ríos, lagos, humedales y humedad del aire) para consumo humano directo o su utilización agrícola o industrial.

El problema es que durante el siglo XX la población se ha triplicado y el consumo de agua ha aumentado en cerca de seis veces.

En América Latina hay grandes ríos como el Amazonas, el Orinoco o el Magdalena, pero también reservas menos conocidas como el Acuífero Guaraní, que alberga más de 40.000 km3 de agua debajo de Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil. Si a esto se suman las nieves eternas de las cordilleras y los glaciares del Cono Sur, América Latina dispone de 65% del agua dulce del mundo.

Sin embargo, la relación entre oferta y demanda de agua da lugar a realidades muy distintas por país. Sin contar el uso de agua potable para consumo humano, Brasil y Argentina muestran los mayores saldos de exportación acuífera, básicamente por sus gigantescos envíos de cereales y carne al resto del mundo.

En México el problema proviene no sólo de la presión demográfica, sino también de los patrones de utilización del agua por parte de la agricultura, que sigue demandando prácticamente la misma que hace 20 años. Uno de los grandes retos que tienen es mejorar su capacidad de captación de lluvias y recarga de los acuíferos. Mientras que en Brasil el tratamiento y la reutilización del agua son temas pendientes pues sólo un 30% de las aguas son tratadas.

Pero en ambos países ya se están construyendo enormes centrales de tratamiento, para que el agua contaminada sea reutilizada. Es el caso de la planta de Atotonilco, en el estado de Hidalgo, México, y de Aquapolo, en São Paulo. Atotonilco ha sido anunciada como la mayor planta de tratamiento de agua del mundo.

En este contexto de creciente “estrés hídrico”, también están cobrando fuerza nuevas tecnologías para recoger agua de las lluvias y de la niebla, o para desalinizar el agua de mar. Esta última, a pesar de su mayor costo, se está utilizando cada vez más en regiones de alto estrés hídrico, como el Medio Oriente o el norte de Chile.

Algunos ya hablan de que así como muchas guerras de los últimos 100 años han sido por el petróleo, en el futuro se darán “guerras del agua”. Si bien el agua no puede viajar como tal, sí lo hace a través de los productos. Entonces, la ecuación ya no es sólo entre materias primas versus bienes de capital, sino entre barriles de petróleo y alimentos.

Las regiones y países que ya experimentan escasez están aplicando políticas específicas para asegurar el suministro. Junto con construir las mayores plantas de desalinización del mundo, Israel está controlando cuánta agua virtual exporta. Desincentivan la exportación de productos de bajo precio internacional e intensivas en agua, como las naranjas, y estimulan la exportación de otros de alto valor.

Puntuación: 0 / Votos: 0

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *