02/11/11: Petras opina sobre las protestas en el mundo

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El segundo punto que quiero discutir brevemente, porque es un gran tema, es el nuevo autoritarismo en el mundo. Quiero recordar que en el pasado cuando los movimientos populares se sentían explotados, excluidos, montaban marchas, en algunos casos huelgas generales, forzando a los gobernantes a ir a la mesa de negociación donde los gobernantes de una forma u otra, sin retirar los grandes proyectos reaccionarios, decidían que debían modificarlos, hacer algunas concesiones. En vez de congelar los salarios, aumentos menores que la tasa de inflación; en vez de despedir a cinco mil funcionarios, reducen la cifra a dos mil con jubilaciones anticipadas. Era un tira y afloja entre los movimientos populares y los gobiernos reaccionarios, conservadores o lo que fuera.

Ahora vemos una cosa muy diferente porque los movimientos populares siguen con su forma de lucha: marchas, huelgas generales, movilizaciones extendidas y repetidas, pero en contrapartida los gobernantes no ven necesario sentarse a regatear o negociar, ni quieren escuchar nada. Simplemente duplican el número de policías, utilizan más bombas lacrimógenas y presionan para que se sometan o vayan a la cárcel. Este cambio, que lo podemos ver en todas partes del mundo, forma parte de lo que yo llamo el nuevo autoritarismo. Y no estamos hablando de regímenes dictatoriales porque los regímenes dictatoriales no negociaban, simplemente reprimían y forzaban a la clandestinidad a los sindicatos e imponían por la fuerza su política. Con el paso a los regímenes electorales vimos un cambio en ese sentido. No un gran cambio en la política económica pero sí una disposición a negociar y ver en qué grado pueden llegar a un acuerdo.

Ahora los gobernantes electorales, ya sea socialdemócratas, liberales, conservadores, laboristas, lo que sea, no quieren negociar nada, no aceptan ninguna modificación, no bajan las exigencias de sacrificios. Y me parece que frente a este cambio, al nuevo autoritarismo, los movimientos populares deben reflexionar y pensar cómo tratamos esta vuelta a la política de las dictaduras bajo una fachada de sistema democrático electoral. Es decir, los regímenes actuales elegidos en elecciones, actúan como las dictaduras del pasado en relación con las exigencias de reivindicaciones populares.

¿Cómo explicamos esto? Yo creo que la crisis económica es tan profunda que el margen de negociación que existía en el pasado ya no tiene el mismo marco de política. La crisis es tan grande ahora, que no hay forma de negociar concesiones. Y segundo, hay una actitud más beligerante entre la clase dominante. No quieren sacrificar ganancias para llegar a acuerdos. Entonces no es simplemente el problema político sino que las clases dominantes ahora realmente no están dispuestas a hacer concesiones. Tercero, hay un debilitamiento en el liderazgo sindical y los representantes populares que no están dispuestos a ir cada vez más lejos de la política de resistencia del pasado. Frente a este panorama tenemos que pensar qué existe como alternativa.

Este fin de semana fuimos a Nueva York a Ocupar Wall Street. Realmente está muy exagerada la fuerza y lo que representa. Todos los académicos/comentaristas pasan por allí por las carpas, va gente a ocupar la plaza, dan discursos, comentarios, pero después se vuelven a casa. Hay que descontar a todos los intelectuales, comentaristas, académicos, que están exagerando lo que es un movimiento muy modesto, con pocas perspectivas políticas. Y las grandes debilidades las convierten en virtudes. Como no tienen perspectivas dicen que es muy plural. Como no tienen un liderazgo político efectivo, dicen que es una nueva forma de hacer política.

Debemos poner en perspectiva lo que existe ahora. En algún sentido representa un paso positivo porque en un desierto como tenemos aquí en EE.UU. cualquier expresión de rechazo al capitalismo es muy positiva. Pero en este momento, después de un mes, está estancado. No está creciendo y simplemente están sufriendo el frío, la nieve de ayer con algún coraje importante pero no tiene ninguna fuerza social más allá de los que están acampados. Ningún bancario va a hacer una huelga de solidaridad y paralizar Wall Street.

No es como los piqueteros en Argentina que paralizaron al transporte para forzar al gobierno a ajustar la política. Es poco si comparamos lo que está pasando con los sindicatos y ocupar Wall Street en relación con los movimientos contra el ajuste en Argentina en el 2001-2003. No tienen fuerza para paralizar las actividades económicas, mucho menos tumbar gobiernos. Poniéndolo en esta perspectiva no debemos ser demasiado triunfalistas con lo que está pasando.

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