22/10/10: La destrucción del ecosistema por la minería en el Perú

Por Jorge Lora Cam.
El Perú es un país privilegiado en biodiversidad y riquezas naturales, donde se encuentran 84 zonas de vida de las 104 que existen en el planeta; 28 tipos de clima de 32 en la tierra; 50 especies vegetales, 12 mil lagos y lagunas, más de 800 mil kilómetros cuadrados de bosques y enormes reservas de minerales. Es un país extraordinariamente rico en yacimientos mineros, paradójicamente siendo emporio de riqueza, no ha dejado de ser primario-exportador, el crecimiento económico de los últimos años se debió a la inversión minera. La minería explica la mitad de las exportaciones. Al mismo ritmo en que se busca la inversión trasnacional en este sector, ese factor se ha convertido en la principal fuente de destrucción de ecosistemas. Ninguna región a los dos lados de los andes –la Costa y la Amazonía- está exenta a la destrucción. En todos los casos importantes, la efectúan las trasnacionales mineras, afectando cuencas completas al envenenar las aguas y desertificar ricos valles. Las irrigaciones, cuyo financiamiento alimenta la deuda externa, para ganar nuevas tierras es un contrasentido cuando las trasnacionales debían hacerlo al provocar la desaparición de valles enteros. Así, en el norte, los pueblos vecinos de Cajamarca sufren la contaminación de sus ríos y en el departamento de La Libertad, el río Moche recibe los relaves de las minas Quiruvilca y Shorey. La vida en el río ha desaparecido y la tierra ya no produce; los agricultores migran tras la ruta de las descargas, llegando hasta las playas. En el centro, por más de un siglo Cerro de Pasco, Junín y el valle del Mantaro (la cuenca del Mantaro), a través de los ríos soportan los tóxicos productos residuales de la minería. El 75% del lago Junín -reserva ecológica y uno de los más altos del mundo- es materia inerte; los relaves tóxicos y aguas ácidas que arrastran los ríos San José y San Juan lo han convertido en lodo de cianuro y sulfato de cobre. El río Rímac que abastece el 60% del agua a la capital del país, es literalmente una mina (relaves) que recorre 145 kilómetros bajo la forma de río. En la selva la degradación destruye la cuenca del río Inambari, en Madre de Dios. Cientos de cargadores frontales remueven diariamente sus márgenes destruyendo el suelo agrícola. Paralelamente el mercurio, utilizado para separar el oro, se arroja a los ríos y destruye todo ser vivo. En otras zonas los hidrocarburos y metales pesados amenazan todos los ecosistemas amazónicos. En el proyecto Camisea, el gasoducto en su recorrido destruye importantes poblaciones y ecosistemas. En el sur, las cuencas del Osmore, Tambo y Locumba agonizan cargados de relaves, acompañados de gases residuales y escorias. El río Quilca se ha convertido en un río salado por los relaves. En Ilo, la cuenca del río Moquegua está siendo destruida por la Southern, la extracción de agua subterránea ha secado bofedales y pastizales, la fauna ha muerto o migrado. Al disminuir el caudal de los rios afectó la agricultura, ganadería y el uso doméstico.

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