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11/10/11: Intereses y política

Por Pedro Francke.

“Hay algo que hace feliz a casi todo el mundoooooo….quieren dinerooooo, quieren dineroooo”. Inmortal letra de Los Prisioneros(1), para mí, el grupo de rock en español con las mejores letras, después de los irónicos Hombres G.

Como verán nuestros lectores, no vamos a hablar en esta oportunidad de intereses bancarios, no. Vamos a hablar de los intereses económicos que tienen diversos grupos, y cómo influyen en el Estado.

Porque detrás de la lucha política que vemos todos los días, en las declaraciones de congresistas y dirigentes políticos, o en las primeras planas de los diarios, no hay solamente distintas ideologías y puntos de vista. Hay también intereses económicos que se mueven, y cuyas conexiones son a veces muy directas –congresistas con negocios en determinados rubros, empresas periodísticas cuyos propietarios son a su vez dueños de otras empresas que pueden ser muy grandes y tener negocios millonarios con el Estado. Otras veces esas conexiones están soterradas, escondidas, y por eso mismo puede ser aún más peligrosas.

En el campo periodístico, como en el de la investigación, la regla ética básica debiera ser “revela tus intereses, haz público los posibles conflictos de interés”. Porque tampoco es correcto plantear que una persona, o grupo de personas, porque tiene un negocio u otro interés económico, pierda su derecho a opinar y hacer política, defender sus ideas y debatir. Las personas pueden tener intereses económicos, y aun así proponer medidas y tener planteamientos que correspondan al interés común y no al propio. Pero lo menos que pueden hacer, es decir abiertamente que tal o cual medida que proponen o a la que se oponen, afecta sus bolsillos. Lo mismo vale para loscongresistas, que además debieran abstenerse cuando se trata de votar leyes que los afectan directamente en sus negocios.

Los que defienden intereses por lo bajo, sin dar la cara, de manera subrepticia, es claramente porque no quieren nada bueno. Si no quieren que salga a la luz los intereses que defienden, por algo será. La mejor manera, por eso, de evitar manejos turbios, es haciendo pública las relaciones que se tienen.

Por eso, mi primera regla básica hoy es que mi agenda como funcionario es pública. Está puesta en una gran pizarra a la entrada de mi oficina a la vista de todo el mundo. Como funcionario público promuevo, además, que cualquier relación que involucre dinero, se haga por escrito, dejando huella. A veces puede ser conveniente tratar algunos temas en reuniones o en negociaciones, en cuyo caso rehúso por norma que cualquier reunión donde pueda tratarse de algún interés particular, pueda realizarse solamente conmigo: siempre deben haber otras personas presentes que no sean de mi entorno inmediato.

La corrupción contamina tanto, que para los peruanos cualquier funcionario público es sospechoso. Ante eso, hay que vacunarse utilizando la transparencia

Fuente: Diario la primera.

(1) Letra de la canción “Quieren dinero” de Los Prisioneros:

Es mentira eso del amor al arte
no es tan cierto
eso de la vocación
estamos listos tú y yo para matarnos
los dos por algún miserable porcentaje
están corriendo los demás
están robando si es posible
y nunca con seguridad
Es una humana condición
o es nuestro estúpido sistema
es una nueva religión
o tal vez sólo sea su emblema
el caso es que mi papá
debe pegarle a tu papá
porque en la mesa no cabemos todos
salvavidas o delincuente
conductor o presidente
la cuestión funciona del mismo modo
Nadie te puede ayudar
nadie tiene tiempo de reclamar
sólo algo todos quieren en común
sólo algo deja bien a casi todo el mundo
quieren dinero, quieren dinero
quieren dinero, quieren dinero
Es el cómo y el porqué
es el presente y el futuro
es el poder y la pasión
el atractivo más seguro
el profesor no tiene la cabeza en enseñar
como el doctor no sale de su casa para sanar
somos mil perros tras un hueso,
esclavos de los pesos
no es chiste ser mayor
paren mi reloj por favor
Nadie te puede ayudar
nadie tiene tiempo de reclamar
sólo algo todos quieren en común
sólo algo deja bien a casi todo el mundo
quieren dinero, quieren dinero
quiero más pesos, quiero más dólares
quiero más libras, quiero más australes
(No es chiste ser mayor paren mi reloj por favor)

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10/10/11: El mundo chino ya está aquí

Por Heriberto Araújo y Juan Pablo Cardenal, periodistas en China. Ultiman un libro sobre el impacto de la expansión china en el mundo tras haber recorrido 25 países.

Mientras Occidente y las instituciones internacionales predican en África, Asia y América Latina sobre valores democráticos y las bondades del libre comercio, China deshace el statu quo apoyada en una diplomacia sin complejos, unas empresas propulsadas con el poderío financiero estatal y una migración que hace honor a un espíritu emprendedor cosechado durante siglos.

“A los chinos no se les ve… pero están en todas partes”, acertó a resumir, en una sola frase, un tendero de Egipto, uno de los 25 países de África, América Latina y Asia que desde 2009 hemos explorado siguiendo las huellas de la que -pocos dudan- será la próxima superpotencia. Seguíamos la pista de los shanta sini (chinos bolsa, en árabe), emigrantes chinos que recorren infatigablemente las cuatro esquinas del país, desde las pirámides hasta Alejandría, para llevar casa por casa sus productos textiles.

Escurridizos y celosos de su anonimato, les veíamos por los barrios populares cargando pesados fardos. Un ejército chino de emigrantes pobres que se ha convertido en amo y señor de la venta ambulante en Egipto. Alimentado por la inmigración ilegal, este negocio con traza piramidal y copado verticalmente destapa algunas fortalezas inherentes al pueblo chino. Primero, el olfato para los negocios. Detectaron un nicho entre tantas mujeres egipcias que, sobradas de kilos, prefieren probarse la ropa en la intimidad de sus hogares a hacerlo en los comercios. Segundo, su talento para reducir costes. Importan las telas desde Cantón a través de Libia, el país con el más ventajoso acuerdo comercial con China de la región. En la costura también ahorran: en pisos insalubres, emplean mano de obra local, más barata. Resultado: desplazaron a la industria local y algunos ya diversifican sus negocios hacia otros sectores.

Egipto fue el primero de entre dos docenas de países en los que constatamos el impacto de la expansión china. Ahora, con la investigación concluida, el diagnóstico del tendero egipcio no puede ser más certero: el gigante asiático está convirtiéndose en una potencia global, pero lo está haciendo casi en silencio. Aunque no quiere decir que el crujir de los movimientos tectónicos que provoca su irrupción internacional no sea, por momentos, estruendoso.

Su imparable avance es, desde luego, consecuencia de una mezcla de eficacia, musculatura y miserias, incluida la falta de escrúpulos. La ofensiva es visible sobre todo en el mundo en desarrollo, que ofrece mercados vírgenes para los productos Made in China y abundantes reservas de materias primas para garantizar su suministro futuro. Ahí ejerce de banquero del mundo y refuerza su poder blando. Y, en el cuerpo a cuerpo, Pekín se muestra intratable.

De entrada, porque cuenta con un arma letal: su pegada financiera. Se sirven de los policy banks -bancos de desarrollo como el Exim Bank y el China Development Bank- para tirar de diplomacia de chequera y, así, conceder a terceros créditos millonarios bajo condiciones habitualmente clasificadas como confidenciales. O dispensan a sus empresas financiación ilimitada dándoles una ventaja comparativa impagable y, con ello, servir a los objetivos estratégicos nacionales, que no siempre coinciden con los comerciales.

La no imposición de requisitos políticos -aparte de lealtad al principio de una sola China- es otro factor de indiscutible eficacia en medio del autoritarismo y corrupción imperantes. Que las empresas públicas sean la avanzadilla de los intereses estratégicos no es nuevo. Pero sí que actúen sin tener que rendir cuentas. Ello explica por ejemplo que China National Petroleum Corporation (CNPC) sea el jugador dominante en Sudán y que en Irán aprovechen el vacío provocado por las sanciones para copar el sector energético.

En la República Democrática del Congo, Kazajistán o Vietnam, donde la corrupción es parte de los negocios, el modus operandi chino encaja cabalmente. Si los occidentales son vistos como intervencionistas, la opción de China se antoja como una atractiva alternativa por su disposición a jugar sin importar las reglas. Otro tanto ocurre en Venezuela, donde un Chávez en plena cruzada bolivariana ha pretendido reclutar -sin éxito- a Pekín para su alianza anti-Estados Unidos. Wikileaks dibujó el trato preferencial: crudo venezolano para China a cinco dólares el barril.

Con su voraz demanda, el gigante no solo es un cliente fiable a largo plazo, sino que en la misma jugada ofrece financiación para desarrollar infraestructuras; las cuales ejecutan empresas chinas con materiales y -casi siempre- mano de obra chinas. Ello les permite ser más rápidos y baratos. En Angola, las empresas, obreros y bancos chinos se han echado a la espalda la reconstrucción del país a cambio de un flujo de petróleo que ha hecho de Luanda su segundo suministrador. Solo en África han levantado ya más de medio centenar de estadios de fútbol y construyen un centenar de presas por todo el globo.

También el nacionalismo juega un papel clave. Además de la loable capacidad de sacrificio, los obreros chinos desplegados por el planeta trabajan comprometidos “por China, la empresa y el sueldo”. Compromiso inquebrantable patente desde la Amazonía ecuatoriana, donde hay en marcha una presa, hasta el desierto en la frontera entre Uzbekistán y Turkmenistán, donde miles de chinos han construido un gasoducto de 7.000 kilómetros para llevar el gas a las cocinas de Shanghai.

Los patrones chinos, ajenos a los alojamientos de lujo y sueldos de cinco cifras de sus colegas occidentales, se arremangan como pocos. Ingenieros, arquitectos y doctorados en las mejores universidades de China trabajan durante 11 meses, durmiendo en campamentos junto a la tropa en precarios habitáculos con poco más que una cama con mosquitera. Contribuyen a que sus empresas ganen las licitaciones.

Ahora bien, esa fórmula ganadora, exportada de los focos industriales de China al resto del mundo, no puede deslindarse de las míseras condiciones laborales que ofrecen las empresas chinas a sus empleados locales, sobre todo por comparación con los sueldos, horarios, trato y prestaciones de su competencia extranjera. En palabras de un sociólogo de Maputo que hizo la comparativa, “el sistema chino se basa en la máxima producción; en él, el trabajador local es solo un ser anónimo”.

Las zonas mineras de Zambia y Perú, donde China tiene grandes inversiones, son sendos polvorines que estallan periódicamente con revueltas, disturbios y muertos. Comprobamos que, por razones laborales o medioambientales, el descontento es allí grande, más allá del chollo que China supone para las elites. Sobre el terreno no faltan quienes se preguntan si la oportunidad de desarrollo que ofrece China a los países pobres no es más que un mito.

Así, constatamos que en las minas de cobre del Congo o en los bosques de Siberia, las empresas chinas exportan la materia prima en bruto, sin crear una industria de procesamiento que añada valor localmente. También surgen dudas acerca del volumen exportado, que es sobre el que se paga impuestos. Y tampoco parece que generen riqueza a través del empleo local, visto el escenario laboral. “Los chinos están esquilmando grandes cantidades de dinero y están devolviendo muy poco al país”, nos dijo un líder sindical en Zambia. Pese a la retórica ganador-ganador de Pekín, el avance chino no puede desprenderse del tinte neocolonialista.

Más aun cuando la conquista avanza sobre los raíles diseñados por la dictadura china y, por tanto, exenta de los contrapesos de los sistemas democráticos. Sin apenas sociedad civil ni ONG independientes, sin una prensa libre ni oposición política y con un sistema judicial que jamás atacaría el corazón del sistema, la elite gobernante dispone de un cheque en blanco para ejecutar sin rendir cuentas. La fórmula permite atajos y multiplica la eficacia, pero alimenta los excesos. La opacidad china, por supuesto, proporciona un margen de maniobra diferencial.

Es indiscutible que el poderío chino está propagándose por el mundo como un fuego de combustión lenta, pero requerimos de perspectiva temporal para saber si, con su modelo y recetas, China está inoculando el virus o la vacuna.

Fuente: http://www.solidaridad.net/noticias.php?not=6865

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10/10/11: Lo más importante del mundo es nuestro movimiento

Discurso de Naomi Klein en Zuccotti Park-rebautizado Plaza de la Libertad- Manhattan NYC. Publicado en el Wall Street Journal Ocupado.

(…)

Si hay una cosa que yo sé es que el 1% adora las crisis. Cuando la gente se deja llevar por el pánico, está desesperada y nadie parece saber qué hacer, es el momento ideal para que las corporaciones impongan su lista de deseos de políticas favorables: privatizar la educación y la seguridad social, recortar los servicios públicos, librarse de las últimas restricciones al poder corporativo. En medio de la crisis económica, es lo que está pasando en todo el mundo.

Y sólo hay una cosa que puede bloquear esta táctica, y por suerte, es algo muy grande: El 99%. Y ese 99% está saliendo a las calles, de Madison a Madrid, para decir “No. No pagaremos vuestra crisis”.

La consigna comenzó en Italia en 2008. Repercutió en Grecia, Francia e Irlanda y finalmente ha llegado al kilómetro cuadrado en el que comenzó la crisis.

“¿Por qué están protestando?” preguntan los eruditos perplejos en la televisión. Mientras tanto el resto del mundo pregunta: “¿Qué hizo que tardaran tanto?” “Nos hemos estado preguntando cuándo ibais a mostrar la cara”. Y sobre todo: “Bienvenidos”.

Mucha gente ha hecho paralelos entre ¡Ocupad Wall Street! y las llamadas protestas contra la globalización que atrajeron la atención del mundo en Seattle en 1999. Fue la última vez que un movimiento descentralizado, global, encabezado por la juventud, apuntó directamente al poder corporativo. Y estoy orgullosa de haber formado parte de lo que llamamos “el movimiento de movimientos”.

Pero también hay diferencias importantes. Por ejemplo, escogimos cumbres como nuestros objetivos: la Organización Mundial de Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el G8. Las cumbres son pasajeras por naturaleza, solo duran una semana. Eso también nos hizo ser pasajeros. Aparecíamos, llegábamos a los titulares del mundo y luego desaparecíamos. Y en el frenesí de hiperpatriotismo y militarismo que vinieron después de los ataques del 11-S, fue fácil hacernos desaparecer completamente, por lo menos en Estados Unidos.

¡Ocupad Wall Street!, por otra parte, ha elegido un objetivo fijo. Y no habéis fijado una fecha final a vuestra presencia aquí. Es sabio. Solo si os quedáis podéis echar raíces. Es crucial. Es un hecho de la edad de la información que demasiados movimientos aparecen como hermosas flores pero mueren rápidamente. Es porque no tienen raíces. Y no tienen planes a largo plazo de cómo se van a mantener. Por lo tanto, cuando llegan las tormentas, son arrastrados por la corriente.

Ser horizontal y profundamente democrático es maravilloso. Pero esos principios son compatibles con la dura tarea de construir estructuras e instituciones suficientemente robustas para resistir las tormentas del futuro. Tengo mucha fe en que esto ocurra.

Otra cosa que este movimiento hace bien: Os habéis comprometido con la no violencia. Os habéis negado a regalar a los medios las imágenes de ventanas rotas y luchas callejeras que ansían con tanta desesperación. Y esa tremenda disciplina ha significado que, una y otra vez, la historia ha sido la escandalosa y no provocada brutalidad policial. De la que vimos aún más anoche. Mientras tanto, el apoyo a este movimiento crece cada vez más. Más sabiduría.

Pero la mayor diferencia con hace una década es que en 1999 enfrentábamos al capitalismo en el clímax de un frenético auge económico. El desempleo era bajo, los portafolios de acciones se inflaban. Los medios estaban ebrios de dinero fácil. En aquel entonces todo tenía que ver con puestas en marcha, no con cierres.

Señalamos que la desregulación detrás del frenesí tenía un precio. Era dañina para los estándares laborales. Era dañina para los estándares medioambientales. Las corporaciones se convertían en más poderosas que los gobiernos y eso es dañino para nuestras democracias. Pero, para ser honesta, durante la buena racha era difícil enfrentarse a un sistema económico basado en la codicia, por lo menos en los países ricos.

Diez años después, parece que ya no hay países ricos. Solo un montón de gente rica. Gente que se enriqueció saqueando la riqueza pública y agotando los recursos naturales de todo el mundo.

Lo importante es que hoy todos pueden ver que el sistema es profundamente injusto y que pierde el control. La codicia ilimitada ha arruinado la economía global. Y también está arruinando el mundo natural. Estamos agotando las reservas de pesca, contaminando el agua con fracturación y perforaciones en aguas profundas, volviéndonos hacia las formas más sucias de energía del planeta, como las arenas petroleras de Alberta. Y la atmósfera no puede absorber la cantidad de carbono que estamos descargando, creando un calentamiento peligroso. La nueva norma son los desastres en serie: económicos y ecológicos.

Son los hechos sobre el terreno. Son tan flagrantes, tan obvios, que es mucho más fácil encontrar una conexión con el público de lo que era en 1999; construir rápidamente el movimiento.

Todos sabemos, o por lo menos sentimos, que el mundo está cabeza abajo: actuamos como si no hubiera fin para lo que realmente es finito, combustibles fósiles y el espacio atmosférico para absorber sus emisiones. Y actuamos como si existieran límites estrictos e inconmovibles para lo que en realidad existe en abundancia, los recursos financieros para construir el tipo de sociedad que necesitamos.

La tarea de nuestros tiempos es invertir esta tendencia: cuestionar esa falsa escasez. Insistir en que podemos permitirnos la construcción de una sociedad decente, inclusiva, mientras al mismo tiempo respetamos los límites reales de lo que puede aguantar la tierra.

Lo que significa el cambio climático es que tenemos un plazo. Esta vez nuestro movimiento no se puede distraer, dividirse, apagarse o dejarse barrer por los eventos. Esta vez tenemos que tener éxito. Y no hablo de regular los bancos o aumentar los impuestos a los ricos, aunque es importante.

Hablo de cambiar los valores subyacentes que gobiernan nuestra sociedad. Es difícil de ajustar a una sola demanda fácil para los medios, y también cuesta imaginar cómo hacerlo. Pero no es menos urgente por que sea difícil.

Es lo que veo que sucede en esta plaza. En la forma en que os alimentáis, en cómo os animáis unos a otros compartiendo libremente la información y suministrando atención sanitaria, clases de meditación y capacitación en empoderamiento. Mi letrero favorito de este lugar dice “Eres importante”. En una cultura que entrena a la gente para que evite la mirada del otro, para decir “que se mueran”, es una declaración profundamente radical.

Unos pocos pensamientos para terminar. En esta gran lucha, hay algunas cosas que no importan:

• Lo que llevamos puesto.
• Si alzamos nuestros puños o hacemos señales por la paz.
• Si podemos ajustar nuestros sueños de un mundo mejor a una señal de audio.

Y hay algunas cosas que importan:

• Nuestra valentía.
• Nuestra actitud moral.
• Cómo nos tratamos unos a otros.

Hemos buscado el enfrentamiento con las fuerzas económicas y políticas más poderosas del planeta. Da miedo. Y a medida que este movimiento crezca cada vez más fuerte, se hará más temible. Siempre hay que ser consciente de que existirá una tentación de pasar a objetivos más pequeños, como, digamos, la persona sentada junto a ti en esta reunión. Después de todo, es una batalla que es más fácil de ganar.

No hay que ceder a la tentación. No digo que no podamos hablar sobre nuestras debilidades personales. Pero esta vez tratémonos como si tuviéramos la intención de trabajar codo con codo en la lucha durante muchos, muchos años. Porque la tarea que tenemos por delante no exigirá nada menos.

Tratemos este hermoso movimiento como la cosa más importante del mundo. Porque lo es. Realmente lo es.

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article29332.htm

Naomi Klein es una periodista galardonada, columnista publicada en numerosos periódicos y autora del éxito de ventas internacional del New York Times, La doctrina del shock: El auge del capitalismo del desastre (septiembre de 2007); y de un éxito de ventas internacional anterior: No logo: El poder de las marcas; y de la colección: Vallas y Ventanas: Despachos desde las trincheras del debate sobre la globalización (2002). Lea más en Naomiklein.org. La puede seguir en Twitter: @naomiaklein.

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05/10/11: Petras opina sobre las protestas contra la financierización de la economía norteamericana

(…)

¿Cómo explicamos esta explosión de protesta, de marchas, de actuaciones civiles contra Wall Street? En los EE.UU. las mayorías con mucho descontento han crecido. Las últimas encuestas hace una semana, muestran que más del 80% de la población está muy descontenta con las condiciones económicas y casi el 90% está contra Wall Street y los sectores financieros. Enormes mayorías que hasta ahora han sido silenciosas o simplemente muy frustrados.

Y de repente algunas personas -y digo eso porque no hay ninguna organización que esté montando esta protesta- sino que existen pequeños núcleos de personas que empezaron este campamento de protesta a tres cuadras de Wall Street. En el primer momento algunos trataron de marchar a Wall Street para enfrentar a los especuladores. En el momento que salen del Parque de la Libertad la policía empezó a reprimirlos, golpearlos y encarcelarlos. Y eso provoca la ira de muchos ciudadanos en Nueva York y atrae la atención. Y a partir de una semana y media empiezan a multiplicarse los participantes.

En este proceso los sindicatos de la ciudad de Nueva York, los transportistas, los maestros, los empleados públicos, toda la dirección sindical de la ciudad de Nueva York empezó a apoyar la protesta. Y a partir de eso se multiplicó en miles de participantes en una marcha cruzando el puente de Brooklyn. Este puente vincula con Manhattan y es un puente muy importante. Pero la policía atacó y arrestaron a más de 700 participantes pacíficos. Eso tuvo un efecto incendiario porque todos los principales sindicatos nacionales empezaron a tomar posiciones en favor de la denuncia de Wall Street.

Y ahora muchos personajes como autores, actores de Hollywood, intelectuales y los principales jefes de la Confederación sindical se han pronunciado. Eso ha tenido otro efecto, principalmente la extensión de las protestas a otras ciudades como San Francisco, Los Ángeles y Boston que han tenido sus propias protestas contra el capital financiero. Obviamente no hay Wall Street en todas las ciudades, pero tienen sus centros financieros que son el blanco de estas protestas.

Ahora, ¿cómo explicamos todo eso? Wall Street, el nombre, es el símbolo y el contenido de todo lo que es peor en los EE.UU. Es una representación por ejemplo, de lo que es la financierización de la economía, donde los recursos estatales y las inversiones están controlados por el capital financiero que está destruyendo industrias, empleo y cambiando el carácter de la economía perjudicando a muchos sectores productivos.

Segundo, Wall Street representa las grandes desigualdades en el país. En Nueva York, en particular en Manhattan, el uno por ciento de la población controla el 60 por ciento de la riqueza. Es decir, las desigualdades en Manhattan son peores que en Guatemala, son peores que en Brasil, son peores que en todos los países del mundo occidental norte y sur. Y esa también es otra razón por la que hay esta bronca contra Wall Street.

También Wall Street es la fuente de la corrupción porque a partir de su influencia y financiamiento de las campañas políticas, han conseguido enormes concesiones y subvenciones de gobierno. Incluso en Nueva York las empresas financieras actúan para conseguir exoneraciones de impuestos. Amenazan a la ciudad de que si no reciben exoneraciones se van a cruzar las fronteras de la ciudad y del estado para ir del otro lado. Entonces los gobernantes compiten para dar concesiones al sector financiero para que se queden en Manhattan. Estas exoneraciones para las financieras no existen para los dueños de viviendas, para los dueños de automóviles. Ellos están sobrecargados para compensar por las pérdidas fiscales que provocan las exoneraciones a las grandes financieras.

Hay otras cosas. Por ejemplo el sector financiero es muy influyente porque compraron acciones en las empresas farmacéuticas, y hoy día la noticia es que las empresas farmacéuticas no están produciendo medicinas de gran necesidad porque los precios son controlados y limita las tasas de ganancias. En los principales hospitales de Nueva York, de Boston y otras ciudades, hay un racionamiento de medicinas porque falta suficiente oferta para encontrar solución a la demanda. Entonces si uno tiene alta presión y va al hospital, le van a calcular si es lo peor o lo menor y si es menor no te van a dar las pastillas porque dicen que hay escasez.

¿Y eso que tiene que ver con Wall Street? Porque en Wall Street las empresas financieras son las principales inversionistas y ellos son los que critican la política de precios o la política de inversión. Y si calculan que la tasa de ganancias no es la adecuada dejan de producir las medicinas. Por esa razón en muchos lugares en EE.UU. medicinas esenciales para sobrevivir a enfermedades, los enfermos no las van a recibir. Y esa es otra razón, más allá de todas las personas que están perdiendo sus casas porque no pueden pagar el precio de las hipotecas.

Toda esta protesta contra Wall Street ha atraído a todos los sectores de la población, menos el sector financiero. Nadie quiere a los Bancos porque el sector financiero está metido en todas las actividades políticas del Estado, política habitacional, política farmacéutica, política de residencias. Por esa razón es un punto de atracción para todo el pueblo con bronca, contra lo que está pasando en los EE.UU. Todos los malos están vinculados con los sectores financieros.

¿Y por qué salen a la calle? Porque los sectores financieros dan dinero a ambos partidos: republicanos y demócratas. Ambos partidos, el presidente demócrata Obama o los republicanos, están comprados. Entonces el pueblo no tiene otra opción que ir a la calle y por esa razón, por primera vez en muchísimos años, los sindicatos, sus afiliados y los manifestantes contra Wall Street se van a unificar en una gran marcha este miércoles.

Este miércoles hay un llamado para marchar hacia Wall Street. Ahora, no es nada radical; es pacífica, nadie habla de tomar la Bolsa, pero es una muestra de fuerza y rechazo a Wall Street y eso es muy importante. Y no sólo eso sino que está impactando en todo el país, a pesar de que los medios de comunicación aquí, como en otras partes, tratan de minimizar la acumulacion de fuerzas. No le dan mucha publicidad. Algunos noticieros no han hablado nada de lo que está pasando. Incluso a unas cuadras de la principal emisora de EE.UU., CNN, puedes ver a los manifestantes pero no le permiten a los periodistas hacer reportajes porque a partir de los reportajes pueden aumentar los participantes, entonces hay una censura de la noticia. No en todos los medios, porque hay presiones incluso entre los periodistas y han sufrido algunos periodistas golpes de la policía entonces sienten una necesidad de escribir sobre el tema.

(…)

Fuente: www.lahaine.org

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05/10/11: La misión es involucrarnos

Discurso de Michael Moore, durante la presentación de su último libro en ST. Mark’s Bookstore, a propósito de lo que está sucediendo en Liberty City, Nueva York, cerca de Wall Street.

Nueva York tiene ocho millones de habitantes; un millón vive en la pobreza. Es una vergüenza. Y, sin embargo, el sistema no se detiene aquí. No importa cuánta vergüenza podamos sentir; la maquinaria va hacia adelante, para hacer más dinero. Nuevas maneras de trampear con las jubilaciones; de robar aún más. Pero algo está sucediendo en Liberty Plaza.

Estuve en Liberty Plaza para realizar un par de notas. Y volveré. ¿Sabías? Están haciendo un gran trabajo ahí. Y están recibiendo aún más apoyo. La otra noche, el sindicato de empleados de transportes –los conductores de ómnibus, los conductores de la metropolitana– votaron con entusiasmo para mantener la protesta. Hace tres días, 700 pilotos de línea –sobre todo de United y Continental– marcharon por Wall Street. No sé si hubo alguna forma de ver esto en televisión. Sé cómo estuvo la cobertura aquí; se mostró a unos pocos hippies que tocaban sus tambores –las cosas típicas que buscan los diarios–. Por favor: ¡que Dios bendiga a los hippies que tocan sus tambores! Pero es la razón por la que “ellos” quieren que se vea sólo esto. Y ahora yo les digo lo que vi en aquella plaza. Vi jóvenes, vi ancianos, vi gente de todo tipo y de todos los colores y todas la religiones. Vi también a la gente que vota por Ron Paul (el candidato presidencial ultraconservador que quiere abolir el Banco Central). Quiero decir, era un grupo de gente de todo tipo. Estaban los enfermeros en esa plaza. Estaban los maestros en esa plaza. Gente de todo tipo.

Hoy martes habrá una nueva manifestación: también los conductores de ómnibus y de la metropolitana marcharán por Wall Street. Oí decir que la UAW (el sindicato de los obreros del automóvil) está pensando en algo parecido. Piensen, su peor pesadilla se convierte en realidad. ¡Los hippies y los obreros del automóvil que marchan juntos! La gente entendió. Y toda esta historia sobre las divisiones internas y esto y lo otro: a la gente no le importa más. Porque esta vez se trata de sus propios hijos que corren el riesgo de no poder ir más a la escuela. Esta vez se corre el riesgo de quedarse sin techo. Esto es lo que en verdad está en juego.

Pero lo que me parece más extraño y bizarro, de los ricos, es cómo habían decidido excederse tanto. Quiero decir: les iba todo muy bien. No, para ellos no era bastante. Para los nuevos ricos no era bastante. Los nuevos ricos que no hicieron su fortuna gracias a una buena idea. Ni a un invento. Ni con su sudor. Ni con su trabajo. Los nuevos ricos que se enriquecieron con el dinero de los otros; con el que jugaron como si fuesen al casino. Dinero más dinero. Y ahora nos encontramos con una generación de jóvenes para los que los héroes a los que emular son aquellos de los canales de televisión de negocios: aquellos que se enriquecieron haciendo dinero sobre aquellos que hacen dinero.

Pero, ¿cuánta necesidad tendremos de jóvenes que se pongan a trabajar para salvar a este planeta? Para encontrar la cura a todos estos males. Para encontrar una manera de llevar agua y servicios higiénicos a los millares de personas sobre esta tierra que no los tienen.

Esto es lo que querría. Que en lugar de que las 400 personas más ricas de este país tengan más riqueza, sean los 150 millones de estadounidenses todos juntos los que estén mejor. Dirán, es una de esas cifras que Michael Moore tira por ahí. Pero es una estadística cierta: verificada por Forbes y por PolitiFact. ¡Las 400 personas más ricas de este país, son más ricos que los 150 millones todos juntos! Pero esto no se puede llamar democracia. La democracia implica una suerte de igualdad: yo no digo que cada pedazo de la torta debe ser de la misma medida, pero ¿no nos fuimos mucho más allá?

Ahora está esta buena noticia. Porque hasta que alguno desafíe a nuestra democracia –mientras que la Constitución se mantenga intacta–, querrá decir que cada uno de nosotros tendrá el mismo derecho de voto que los señores de Wall Street: un voto por persona. Y ellos podrán comprar a todos los candidatos que quieran; pero su mano guiará a nuestra mano cuando estemos en el cuarto oscuro. El mensaje de gritar fuerte es hacer llegar a los millones de personas que se dieron por vencidas –o que fueron convencidas por ignorancia–. Lograremos hacer llegar nuestro mensaje que para aquellos 400 será la peor de las pesadillas. Porque lo único que saben hacer bien son las cuentas. Nosotros somos mucho más que ellos. Depende sólo de nosotros. Basta de despertarse a la mañana y decir “Ok”. Ahora basta. Decidí involucrarme. Esta ahora es nuestra misión, involucrarnos. Por eso les digo: apoyen la protesta de Liberty Plaza.

Fuente: Diario 12 (Argentina).
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/subnotas/178131-55960-2011-10-04.html
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04/10/11: Why are people occupying Wall Street?

By David Graeber
The Guardian (UK)

Why are people occupying Wall Street? Why has the occupation – despite the latest police crackdown – sent out sparks across America, within days, inspiring hundreds of people to send pizzas, money, equipment and, now, to start their own movements called OccupyChicago, OccupyFlorida, in OccupyDenver or OccupyLA?

There are obvious reasons. We are watching the beginnings of the defiant self-assertion of a new generation of Americans, a generation who are looking forward to finishing their education with no jobs, no future, but still saddled with enormous and unforgivable debt. Most, I found, were of working-class or otherwise modest backgrounds, kids who did exactly what they were told they should: studied, got into college, and are now not just being punished for it, but humiliated – faced with a life of being treated as deadbeats, moral reprobates.

Is it really surprising they would like to have a word with the financial magnates who stole their future?

(…)

http://www.guardian.co.uk/commentisfree/cifamerica/2011/sep/25/occupy-wall-street-protest?fb=optOut

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