25/01/11: Alimentando a los autos, no a la gente (2)

Desafortunadamente, más allá de la propaganda, diversos análisis científicos demuestran que los combustibles de origen vegetal no son una buena opción para combatir el cambio climático, pues no ahorran emisiones de CO2.

Resulta que para producir algunos agrocombustibles se requiere invertir mucha energía en forma de fertilizantes, transporte y destilación. Para su fabricación es necesario fermentar el vegetal. De ese proceso se obtiene un destilado similar al vino, con alrededor de 10 por ciento de alcohol. Pero, para que sirva como combustible, hay que convertirlo en alcohol a 100 por ciento. Para eso hay que invertir tanta energía como la que puede obtenerse del producto final. Así las cosas, considerando la energía que se requiere para su elaboración, un litro de etanol termina emitiendo más CO2 que el liberado por un litro de gasolina.

Y, por si fuera poco, la producción agrícola para producir etanol y biodiesel está fomentado la deforestación de selva tropical en Indonesia, Malasia, varias regiones de África y Brasil. Quemar selva para producir granos libera una cantidad enorme de dióxido de carbono en la atmósfera, calentando aún más el planeta.

Pero, en el corto plazo, lo más dramático es la estrecha relación que existe entre biocombustibles y hambruna. Como pudo verse en la crisis alimentaria de 2008 y en el alza en los precios agrícolas de finales de 2010 comienzos de 2011, la elaboración de agrocombustibles (junto con la especulación financiera) ha modificado drásticamente la producción de alimentos en el mundo. Hasta ahora la agricultura se había caracterizado por una caída sostenida en los precios reales, acompañada de incrementos temporales en los precios en algunos productos, producción excedentaria, agresivas políticas de apoyo a los precios y protección comercial.

Esta tendencia ha cambiado radicalmente. El nivel de reservas de granos y oleaginosas de acuerdo a los estándares históricos ha disminuido dramáticamente. Los inventarios de maíz y soya se han desplomado. Los precios de granos y oleaginosas se han incrementado. El costo del maíz, trigo, arroz, soya, se ha ido a las nubes. También el de los alimentos que se elaboran a partir de ellos, afectando a los pobres de los países no desarrollados. El riesgo de una nueva ola mundial de protestas por la carestía es inminente.

Los cultivos energéticos son una manera muy poco eficiente de usar la tierra agrícola. Para abastecer de electricidad a un país como Francia utilizando agrocombustibles se necesitaría utilizar toda la superficie disponible para sembrar cultivos energéticos.

Dejar de cosechar comida para alimentar los automóviles es un magnífico negocio para algunos pero muy mala apuesta para la humanidad.

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