02/12/10: Aprendamos a administrar nuestro presupuesto familiar

Por: Ivonne Vargas

Te suenan frases como “me doy un gusto porque me lo merezco”, “compro ahora con tarjeta y después pago en varios meses”. Si tu respuesta es afirmativa, quizá te encuentres en un problema de deudas, mismas que es indispensable saldar para estar listo ante cualquier imprevisto y plantearte nuevas metas financieras.

Las malas decisiones financieras (además de no dejarte dormir) te impiden contar con un ‘colchón’ económico para casos de emergencia. Por ello, “no hay mejor inversión que liquidar una deuda”.

Endeudarse representa comprometer ingresos futuros, que se utilicen en cuestiones tan básicas como pagar por adelantado la educación de los hijos, o cubrir un imprevisto tipo la reparación del auto. Existen algunas señales de alarma, las cuales indican que tu organización financiera no está siendo óptima, por ejemplo:

• Para pagar pides prestado por otro lado.
• Sólo puedes cubrir el pago mínimo de tus tarjetas de crédito.
• Utilizas la tarjeta de crédito para pagos que antes realizabas en efectivo.
• Te quedas sin dinero a mitad de mes y el resto lo financias con tarjetas.

Si después de este análisis te quedan dudas sobre cómo manejas tu dinero, hay un diagnóstico que no falla: si no tienes capital suficiente para pagar tus cuentas mensuales y ahorrar cuando menos 10% cada mes, algo está mal, quizá estás viviendo por encima de tus recursos económicos.

Llegar a fin de mes sin genera nuevas deudas y empezar a crear un patrimonio no es cuestión de suerte, sino de disciplina y constancia. Si eres de los que acostumbran llegar en ‘números rojos’ a fin de mes y este año te percataste que tu capacidad de pago decayó, es momento de realizar un plan para controlar tus gastos y liberarte de las temidas deudas.

Toma las riendas

El primer paso (como en muchas otras situaciones) es reconocer que existe un problema para organizar tu dinero.

La primera reacción podría ser evitar la realidad pensando que conforme cobres tu sueldo puedes pagar. Pregúntate, primero, ¿por qué estoy en esta situación? Descubrir las causas es un aspecto importante para comenzar a sanear tus finanzas (¿acaso eres un comprador compulsivo de cosas bien marketeadas pero que no te son indispensables?). Y, de nada sirve tener un plan completo, si no cambias tu conducta respecto a cómo organizar el dinero y cumplir con los gastos.

Si te cuesta definir por qué estás endeudo, platica del tema con otra persona que te pueda hablar de conductas que te niegas a reconocer, por ejemplo 1) el deseo de querer comprar en las rebajas aunque tengas que pagar tarjetas o 2) visitar al médico, detrás de esta conducta puede haber alguna situación personal- emocional en la que resulta vital trabajar.

Algunas otras tareas que puedes desarrollar para fortalecer tu billetera, son las siguientes:

1. Entrénate en la selección. Anota todas tus deudas, divídelas en mayores y menores, y especifica cuánto pagas de intereses. Los ejemplos más clásicos son: gastos por tarjeta de crédito, préstamos de auto, educación, compra de casa, etcétera.
Enfócate en saldar las más pequeñas, liquidar una primera responsabilidad financiera genera un impacto psicológico positivo, lo cual te anima a seguir adelante. La deuda de un préstamo de auto, por ejemplo, se pacta a determinado tiempo, así que la tarjeta de crédito es el pago susceptible a reducirse en menor tiempo (y es lo saludable por el tema de intereses) junto con aquellos de compras por catálogo.
2. Yo debo, tú debes. ¿Sabes de memoria el verbo tarjetear? La manera más inteligente de usar la tarjeta es pagar el total de la deuda. Si adquiriste ese compromiso con varios bancos y tiendas de departamento, ármate de valor y saca la suma total. Analiza los tres últimos estados de cuenta, se aconseja pagar la que tiene el interés más alto, sin dejar de cubrir al menos el mínimo (o más si es posible) requerido en las otras.
Conforme vayas pagando, tendrás cierta liquidez, la gran tentación podría ser gastar lo que generas de saldo. Pon como regla “no tocar ese dinero” y ten cuidado con las famosas “cuotas sin intereses” por varios meses.
Analiza si te funciona vender tu deuda de tarjetas de crédito a otra entidad bancaria que te cobre menor interés. Pero antes de dar ese paso, debes averiguar las condiciones y límites de la institución con la cual establezcas la transacción, pues la tasa de interés dependerá de tu historial crediticio y podría ser mayor a lo que esperabas.
Cuando salgas de tus deudas, evita la tentación de manejar más de dos tarjetas, puedes tener una para llevar un mejor control de tus gastos y aprovechar los beneficios de programas de membresía. La segunda sólo utilízala para salir de imprevistos.
4. Pon tus límites
El hecho de que tengas una fuerte deuda no quiere decir que debas resignarte a pasar varios años pagando y te des el lujo de olvidar un día de pago. Lleva un calendario de cuándo te corresponde el pago y cada vez que puedas, amortiza un extra. En el caso de la tarjeta de crédito, los retrasos se traducen en una comisión por pago tardío y a la vez harán que te reporten a la Central de Riesgo (INFOCORP), lo cual afecta tu historial crediticio y limita la posibilidad de obtener nuevos créditos.
5. Cuentas en orden. Lo básico para que puedas sacar adelante los pagos, es llevar mes con mes un presupuesto de tus gastos, para que sepas a ciencia cierta cuánto entra y sale; cuánto te quedará a fin de mes para saldar deudas y dónde puedes ahorrar para acelerar los pagos.

Se recomienda apuntar todos los gastos, entre más detalles tengas, más conciencia adquieres sobre cómo modificar tu patrón de consumo. Toma nota:
1.- En una libreta anota en un lado tus ingresos, es decir, ¿cuánto dinero entra a casa? Sueldos fijos o y adicionales (si trabajas proyectos en forma independiente).
2. En otro lado anota los gastos por categoría, por ejemplo:
Transporte: cuánto gastas en gasolina, reparaciones, mantenimiento y seguro. Aunque algunos de éstos se hagan dos o tres veces al año, establece un promedio de inversión mensual.
Vivienda: registra lo inmediato, luz, agua, teléfono, servicio de Internet, televisión por cable, gas, mantenimiento o pago de algún crédito.
Alimentación: haz un presupuesto aproximado de cuánto se gasta en la compra de víveres.
Recreación: salidas al cine, restaurants, teatro, conciertos, viajes o cualquier otra diversión.
Salud: chequeos médicos regulares, dentista, la compra de un medicamento de forma periódica.
Seguros: de vida, de gastos médicos, de educación para tus hijos (aquellos con una periodicidad trimestral, semestral o anual, calcula su cantidad mensual correspondiente).
Educación: escuela, clases privadas, cursos de interés.
Pago de deudas: lo que debas abonar mensualmente o más si te es posible por una cuestión especial, como recibir tus gratificaciones.
Gastos varios: este es un segmento fundamental porque aquí es donde puedes ajustar tu presupuesto y tener un ahorro extra que destinar a las deudas. Coloca las fugas que tengas al mes, por insignificantes que parezcan, porque éstos son los que te hacen perder el control de tus finanzas: compras de catálogo, cosméticos, peluquería, lavandería, tintorería, visitas al spa, regalos de cumpleaños, entre otros.
Cuando recibas tu sueldo, dedícate de inmediato a cubrir tus compromisos y pagar tus deudas. Si compartes gastos con otras personas (copropietarios, vecinos, socios, etc.), por ejemplo, platica con la otra persona (s) los cambios que quieres hacer para tener más efectivo.
Para identificar cómo manejas el dinero, acostúmbrate a anotar la forma en que lo desembolsas. Cada vez que compres pide un recibo y guárdalo por 30 días en una caja. Haz este ejercicio durante dos a tres meses seguidos y te darás cuenta donde tienes “fugas económicas”.
Debes poner atención en ese dinero que gastas de poco a poco, casi sin darte cuenta, a la larga terminan convirtiéndose en buena parte de tu sueldo.
Es muy importante que no contraigas nuevas deudas, el dinero que quede disponible de la restricción de esos gastos hormiga, lo puedes destinar como un extra al ahorro familiar.

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