26/12/11: En defensa de los animales.

Extracto de un artículo publicado por Antoni Infante apoyando el veganismo.

Los seres humanos [1], somos una de las 415 especies de simios catalogadas en la tierra. Aunque es difícil encontrar personas sensatas que cuestionan este hecho evidente, la mayoría nos comportamos como si ya no fuéramos animales, nos mostramos satisfechos de nuestra superioridad tecnológica y miramos la vida natural como si nosotros no formaremos parte indisoluble de la misma. (…)

Nuestra especie, como la mayoría de los simios, somos, desde un punto de vista fisiológico, esencialmente frugívoros (frutos). La ventaja evolutiva que nos permitió comer carne, posibilitó que en las épocas de glaciares o grandes sequías pudimos sobrevivir y salvarnos de la extinción que acompañó muchas otras especies. Pero lo que fue una necesidad temporal, se ha convertido con el paso del tiempo en una opción que, dirigida por los sistemas de dominación política, se ha convertido en una trampa mortal para miles de millones de seres cada año, que además, viven con unas condiciones de tortura permanente que ningún humano debería permitir conscientemente.

No relataré aquí las condiciones de tortura infringida a todos y cada uno de los animales destinados a servirnos de alimentación, experimentación, vestido u ocio. Invito a la persona interesada en visitar cualquier página animalista. Pero si puedo afirmar que la sociedad humana, ha convertido el planeta en un terrible campo de concentración, tortura y exterminio para el resto de especies animales (…). Campos de concentración y exterminio que, bajo el nombre de granjas industriales, acaban con la vida de cerca de 50.000 millones de seres vivos cada año poniendo fin a una corta vida [2] de sufrimiento, angustia, tortura, estrés y miedo.

Hoy sabemos que la utilización de la carne, pescados y otros “productos” animales como la leche o los huevos para alimentarnos es una opción fácilmente sustituible por alimentos vegetales como son los cereales, las hortalizas, las legumbres, las frutas, las algas , los frutos secos y las semillas … mantener la opción carnívora tiene un coste ético que ninguna persona consciente, y más si se considera progresista, de izquierdas o simplemente demócrata debería poder permitirse. Y lo que decimos para la alimentación es extensible a los campos del vestido, la experimentación civil y militar y el ocio con uso y abuso de los animales.

(…)

La pesca, ha hecho que desaparezcan para siempre dos terceras partes de todas las especies marinas conocidas. La acuicultura no sólo no resuelve el problema sino que además de ser un proceso terriblemente contaminante, es cinco veces más caro energéticamente hablando que la producción de cereales. Para “producir” una ternera de 400 kilogramos y extraer 290 Kg. de carne se necesita la producción de dos hectáreas de pasto durante dos años. En el mismo espacio y durante el mismo tiempo se podría producir 6000kg de soja, 7000kg de trigo o 12000kg. de maíz o arroz [3]. Mientras que para producir un kilogramo de trigo necesitamos 120 litros de agua, necesitaremos más de 20.000 litros de media por un kilogramo de carne animal.

La producción mundial de carne se ha multiplicado por cuatro en los últimos 50 años, creciendo la tasa de stocks cárnicos tres veces más que la población humana. De manera inversa y directamente relacionada 1.400 millones de personas, la mayoría mujeres, sufren hambre y cada día se incorporan más de 270.000 animales humanos más a este ejército famélico. La forma de alimentarnos y “producir” [4] comer en el norte obliga a unas prácticas de agricultura intensiva y extensiva que acabando con las formas tradicionales de vida de miles de millones de humanos especialmente en el sur, acabando también con la diversidad biológica, pero son un enorme negocio para las multinacionales forrajeras, químicas, biológicas y de transporte. La producción de carne, mayoritariamente en manos de multinacionales, viaja de media 2.500 km antes de llegar a nuestro plato. Con el grano necesario para alimentar el ganado de EEUU se podría alimentar a toda la población hambrienta del mundo.

No podemos pensar en la ganadería biológica como solución ética, ecológica o económica. La imagen de terneras pastando libremente por las praderas verdes de los Pirineos o el Maestrazgo es una reminiscencia del pasado que sirve para contentarnos cuando sufrimos debilidad ideológica. La dura realidad es que el 99,9% de los pollos, el 97% de las gallinas, el 99% de los pavos, el 95% de los cerdos y el 78% de las terneras se crían en granjas industriales. Estas granjas factoría contaminan la tierra, el agua y el aire, atacan la biodiversidad mediante la acumulación de excrementos, el drenaje, la emisión de amoníaco y metano, el uso de combustibles fósiles y la modificación genética. La ganadería industrial es uno de los primeros factores de contaminación, superando con creces toda la que produce el transporte.

Creer que sin modificar de raíz estas realidades se pueden construir soberanías alimentarias, equitativo de género, eliminación de la pobreza y el hambre en el mundo o reequilibrar la diversidad biológica y los parámetros medio ambientales, es en el mejor de los casos de un idealismo infantil necesariamente corregible. Pero además de los efectos perniciosos en la gente, los países empobrecidos por el imperialismo y los efectos de la contaminación medioambiental hay un efecto directo que emerge cada día con más fuerza, especialmente entre la población de los países del norte: la pérdida de salud directamente relacionada con el consumo de carne, pescado y otros productos provenientes de los animales.

El consumo de carne ha sido criticado por innecesaria y insana por la misma Organización Mundial de la Salud, antes de ser privatizada indirectamente [5]. Las personas consumimos el hogar de nuestra viva una media de 21.000 animales. Somos cementerios ambulantes. El consumo de carne sobrecarga nuestro sistema digestivo de primates, abocándonos cada día más al sufrimiento de tumores y otras enfermedades degenerativas. La prolactina, presente en la carne, es directamente cancerígena, a lo que debemos sumar los nitritos que se añaden para conservar el color y la alta concentración de grasas saturadas. Es con esta ingesta donde podemos encontrar la responsabilidad directa de muchos problemas de colesterol, tensión, obesidad, impotencia, diabetes o cáncer. Hay que recordar también, que buena parte de las gripes más peligrosas son de transmisión aviar, y que el 95% de los pollos que se comercializan tienen la bacteria E.coli, o el 8% tiene salmonelosis.


[1] Utilizo el término humano de forma inclusiva de mujeres y hombres.
[2] Todos los animales de granjas industriales o ecológicas tienen una vida mucho más corta que la que tendrían en libertad.
[3] La producción varía mucho en función de las variedades y el tipo de plantación, regadío o secano. El arroz por ejemplo, puede variar de una a 9 toneladas por hectárea y año.
[4] Al referirnos a los animales como si fueran cosas incorporamos una carga ideológica especista.
[5] Se estima que más del 75% de la financiación de la OMS proviene de aportaciones de multinacionales químicas y farmacéuticas.

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