11/03/11: ¿Cómo llegó EE.UU. a ser la sociedad más rica y avanzada?

Boris Muñoz entrevista a Noam Chomsky

Había economistas como Adam Smith que aconsejaban en su época a Estados Unidos. ¿Qué tipo de consejos le daban? Los mismos que le ofrecen el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional a América Latina. Smith le aconsejó al gobierno estadounidense profundizar sus ventajas comparativas. Ustedes son buenos en agricultura y exportando pieles, afirmaba. No traten de competir con bienes acabados, porque en eso Inglaterra es mucho más eficiente. Así que para alcanzar la eficiencia total, deben exportar en el sector primario y comprar los bienes industriales de Inglaterra. También le aconsejó al gobierno no monopolizar los recursos naturales. Eso no era un asunto despreciable si recordamos que el petróleo del siglo XIX fue el algodón, que era el núcleo de la revolución industrial. Estados Unidos producía una gran parte del algodón mundial y Smith decía que no lo monopolizaran porque era económicamente perjudicial. En lugar de eso, Estados Unidos subió enormemente los impuestos a los textiles británicos y así pudo arrancar su propia industria textil, que es la forma original de comenzar la industrialización. Más tarde bloqueó a la industria metalúrgica británica, muy superior a la nuestra para entonces. El gobierno incluso trató de monopolizar el algodón y estuvo a punto de lograrlo. En el Congreso se decía: “Si podemos acaparar el algodón, pondremos a Gran Bretaña de rodillas”. El ejemplo muestra a las claras que el proceso de desarrollo de este país no fue un desarrollo capitalista. Y eso se mantiene hasta hoy en día con internet y las computadoras…

Y si nos ponemos a examinar uno de los pocos lugares donde se aplica el término capitalismo es en América Latina, donde se impuso el capitalismo en una versión neoliberal que sigue de cerca las líneas de Adam Smith. ¡Solo imaginemos lo que habría pasado si Estados Unidos hubiese seguido esas reglas! El neoliberalismo se creó para ser impuesto en el Tercer Mundo. No es nada nuevo: esas ideas provienen de los modelos económicos creados para sojuzgar a las colonias.

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Después de la Segunda Guerra, Estados Unidos tuvo una posición de poder sin paralelo en la historia. Tenía literalmente la mitad de la riqueza del mundo y estaba en posición de perseguir metas muy ambiciosas que fueron esbozadas por los planificadores de Roosevelt y luego ampliamente implementadas: controlar una “gran área” que incluía el hemisferio occidental, el lejano oriente, el antiguo imperio británico (incluyendo el incomparablemente rico en petróleo occidente asiático) y el centro industrial y comercial de Eurasia. Con el tiempo, este poder inevitablemente se desgastó. Hacia 1970, el mundo era económicamente tripolar. Sus mayores centros eran, para Norteamérica, Estados Unidos; para Europa, Alemania y Francia; y para el este de Asia, Japón. El colapso de la Unión Soviética creó una breve ilusión de unipolaridad y de “fin de la historia”, pero pronto se disolvió y en este momento el sistema global es aun más diverso y Estados Unidos menos capaz de ejercer control. Eso es un asunto de mucha preocupación para los planificadores, y, a menudo, una fuente de considerable irracionalidad –como cuando, recientemente, el Departamento de Estado le advirtió a China que debía cumplir sus “responsabilidades internacionales” y obedecer las sanciones unilaterales de Estados Unidos contra Irán, lo cual debe haber divertido a la clase gobernante china. En una sola dimensión –el poderío militar– Estados Unidos continúa un reinado supremo, pero es una ventaja muy costosa que no puede ser sostenida, particularmente en virtud de decisiones que han debilitado severamente la economía productiva y favorecido al sector financiero.
Los dirigentes de este país deberían estar obligados –en el mejor de los casos deberían elegir– hacerse socios de un orden mundial más diverso.

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Fuente:
http://prodavinci.com/2011/03/01/las-esperanzas-de-noam-chomsky-y-dos-posdatas/

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