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03/11/10: Las redes sociales en Internet, ¿quien tiene el control?

Primero fueron el correo electrónico y las webs, después los blogs. Todo un espacio que se extendía ante nuestros pies para poder gozar de la comunicación de una manera más horizontal y más activa. Al principio fue el intercambio de mensajes y los comentarios de los usuarios y luego los usuarios-consumidores empezaron a “crear” junto con otros. La mayoría de las veces, sin embargo, en espacios ya creados para ellos por otros, los dueños, que nos prestan un espacio. Aunque no lo hacen gratis.
Las redes sociales que gozan de más predicamento y que son “más consumidas” son MySpace, Facebook, Flickr, Digg, Tuenti, Hi5, Twitter, Netlog y Ning. Su nacimiento lo encontramos a principios de los noventa, cuando se crea el sitio web classmates.com. El objetivo era “que la gente pudiera recuperar o mantener el contacto con antiguos compañeros del colegio, instituto, universidad, etcétera”. A partir de ahí empezaron a florecer espacios similares, de reencuentro de amigos o colegas del cole.
¿Qué son las redes sociales?
“Una red social es una estructura social en donde hay individuos que se encuentran relacionados entre sí. Las relaciones pueden ser de distinto tipo, como intercambios financieros, amistad, relaciones sexuales, entre otros. Se usa también como medio para la interacción entre diferentes como chats, foros, juegos en línea, blogs y otros”.
Dicho de otro modo. “Las redes son formas de interacción social, definida como un intercambio dinámico entre personas, grupos e instituciones en contextos de complejidad. Un sistema abierto y en construcción permanente que involucra a conjuntos que se identifican en las mismas necesidades y problemáticas y que se organizan para potenciar sus recursos”.
Nacho cuelga en Facebook las fotos de su hijo recién nacido y Anne nos anima a meternos en el grupo Defendamos la naturaleza. Mientras, José se reencuentra con antiguos compañeros del colegio por el hi5. Fran, miembro de movimientos sociales, además de un blog de noticias de corte anticapitalista, tiene cuenta en las redes antes nombradas y en otras desde las cuales convoca acciones de protesta y demás movilizaciones hacia Otro mundo posible y comparte artículos e interesante información. Su perfil de Facebook es uno de los más visitados diariamente.
Todo ello va aderezado además con buenas dosis de publicidad, seamos o no conscientes de ello, que es lo que mantiene a las grandes empresas que ofrecen ese espacio. Como recuerda la periodista Elena Cabrera en Nodo50: «Cada vez que agregas a alguien, no sólo te vendes a ti sino también a tus amigos. Al agregar estás diciendo al empresario, al dueño de la página y a su departamento de marketing: “oigan, que esta persona es como yo, le gusta lo que a mí, somos amigos y juntos hacemos fuerza”. Y de la contabilidad nace la estadística y de la estadística el marketing y del marketing el dinero, las ventas, que es lo que les interesa. Porque ellos viven de eso, a tu costa. A no ser que te llegue dinero por ello. Porque a lo mejor te llega y yo no lo sé. En la columna de la derecha de tu página de Facebook te aparecen anuncios ¿verdad? Son tan grandes que es difícil no verlos y al final uno los acaba leyendo. Por lo tanto, tener una cuenta de Facebook no es gratis, te cuesta dinero pero no lo pagas con dinero contante, sino con el equivalente de la publicidad que consumes. ¿Cuánto dinero te paga Facebook cada vez que uno de tus amigos lee tu cambio de estado y, de paso, la publicidad? Todo lo que lleva publicidad no es gratuito. Tu presencia como consumidor de publicidad es valiosísima».
Así lo reconocen los expertos en marketing. “La red social es un canal directo para un marketing eficaz y para obtener beneficios rápidamente entre un público determinado… Las empresas se han dado cuenta del potencial que conlleva estar presente en una red social porque implica tener una visibilidad inmediata a nivel internacional y sin barreras geográficas, así como una comunicación y unas oportunidades de venta directas”.

Pros: con control y precaución
Una red social supone un espacio de intercambio de información y de llegar de manera inmediata a mucha gente, una herramienta útil en todo lo referente a la generación de noticias y a compartir información. Digamos que es una manera de que la ciudadanía pueda, de algún modo, apropiarse de ciertos instrumentos (con limitaciones) para que salga a la luz lo que no aparece publicado en los grandes medios. Es también un espacio adecuado para hacer publicidad de uno mismo, de su empresa, para buscar trabajo, etc.
Sin duda es un método altamente útil para hacer pública información que se veta en los mass media y que esas noticias tengan espacio. Siempre, eso sí, a merced de que los propietarios de la página (o quienes los manden a ellos) censuren lo que en un momento dado consideren inadecuado o peligroso. Porque los propietarios de esas páginas son a su vez grandes empresas. Los dueños, los propietarios, no somos nosotros.
Mientras, podemos hacer uso de ese espacio en el que contar, compartir y, por qué no, sacarle las vergüenzas al sistema. Eso sí, hagámoslo con precaución ya que no son un verde campo de libertad, igualdad y fraternidad.
Contras: redes, intimidades y afectos
Las redes sociales son espacios que pueden aprovecharse, por un lado, para comunicar e informar y, por otro, para facilitar la comunicación interpersonal superando barreras de espacio y de tiempo. Pero tienen su lado oscuro, del que quizás no siempre seamos conscientes.
• ¿Son realmente redes sociales? “Facebook, MySpace, Twitter, etc. no son redes sociales porque en verdad no son sociales. No dan el poder al usuario porque ellos tienen el poder. Ellos ponen la piscina y allí que nos tiramos todos. Cuantos más nadadores en la piscina, controlados dentro de sus cuatro paredes, más fácil es coger un megáfono y venderles algo a la vez. Una red social, para que sea tal, no puede pertenecer a una persona, a un empresario, ha de ser de todos y de nadie, ha de ser transparente, no controlable o controlable por todos”. Habría que redefinir de qué estamos hablando y, seguramente, dejar de engañarnos con los nombres que otorgamos (que otros dan por nosotros) a las cosas.
• Datos e intimidad. Una cosa es publicar informaciones y otra hacer públicas intimidades. Además de compartir de manera consciente, arrastramos con nosotros todo un equipamiento (amigos, dirección, correo-e, detalles de vida privada y demás) que tal vez no debería aparecer o, si acaso, hacerlo de otra manera. Son multitud de detalles a disposición de gente que no conocemos, con quien no decidimos comunicarnos y cuyo uso de esa parte de nuestra intimidad desconocemos. Y lo que es peor incluso, vendemos gratis, también, la intimidad de nuestros íntimos, la mayoría de las veces sin su consentimiento.
Así, nos desnudamos y volcamos gratis nuestros datos y lo que después se haga con ellos no podemos controlarlo.
Como dice el periodista Stephen Baker, «nos vigilan [pero] no todo el mundo comparte la misma opinión. Algunos están tan preocupados con la privacidad que juran “salirse de la pantalla”. Pero hay muchos otros que publican los detalles más íntimos de sus vidas en Facebook, MySpace, Tuenti y en las ráfagas de 140 caracteres de Twitter. Mucha de esta gente no tiene inconveniente en contestar encuestas en sitios web de libros, cine o citas. Así que la línea divisoria sobre privacidad existe entre las personas que tienen diferente opinión sobre ese tratamiento de la acumulación de datos personales. Como sociedades, no tenemos claro todavía qué papel deben tener las máquinas que cada vez más van a ayudar a gestionar nuestras vidas».
• Relaciones sin filtro y afectos. En lo que respecta a las relaciones interpersonales, que es lo que más furor ha hecho entre muchos de quienes disponen de cuenta en estas redes, la comunicación y relaciones directas se están sustituyendo por comunicación virtual. Así, las relaciones “sin filtro”, en cierto modo, han caído en desuso. El mundo de los afectos, de los abrazos, incluso de la voz, de alguna manera está siendo dañado por el abuso de esta vía de comunicación con el otro, lo cual genera que, en gran medida, devore el espacio de relaciones afectivas y personales directas, que no dejan de ser las más importantes.
Puede derivar esto en un vaciamiento, además, de los espacios públicos de encuentro, excluidos los centros comerciales en los que comprar lo que antes se nos ha metido por los ojos y los oídos durante las horas frente a las diosas-pantallas (la tele y el ordenador). ¿Estamos enclaustrados en paraísos del consumo y la alienación?
• Organizaciones y contacto personal. Recalcábamos más arriba la utilidad de estos instrumentos a la hora de organizarse la ciudadanía, de difundir información, de luchar, de convocar, de generar movilizaciones de modo rápido e inmediato. Pero a la hora de plantear grandes temas, a veces, hace falta el contacto personal y directo, las reuniones y las asambleas, donde debatir cara a cara, discutir, matizar, programar e incluso, limar asperezas.
• Cometiempo. En el uso de las redes sociales, como en todo, hay que buscar la armonía. Si no se usan con medida pueden suponer un “ladrón de tiempo” (¿recuerdan los hombres grises de Momo?), que se apropia de parte del tiempo que podríamos (y tal vez deberíamos) dedicar a otros menesteres. Desde luego, no es fácil averiguar la manera de hacer compatibles en su justa medida lo tecnológico y virtual con lo personal, ni cómo sacar el máximo provecho de ambos.
• Adicción. Frecuentar estas redes puede desembocar en un abuso descontrolado de las mismas. Con todo, aún no hay acuerdo para definir los términos de lo que podría llamarse adicción a Internet o, más concretamente, a las redes sociales. En todo caso, para prevenir los abusos o adicciones lo esencial es que controlemos el qué, para qué, cómo, cuándo y cuánto tiempo. Controlar el tiempo que estamos conectados, los objetivos de esa conexión y qué momento del día es el adecuado.
Estas redes sociales tienen sus ventajas y sus limitaciones. Lo importante es estar constantemente ojo avizor y hacer un uso consciente y controlado por nosotros en la medida que nos sea posible. Teniendo en cuenta que siempre habrá alguien mirándonos mientras nosotros juguemos. Pero él, o ella, no juegan, son la mano que mece la cuna de estas redes.

Autor: Beatriz Tostado- Fecha: 2010-10-27
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03/11/10: ‘Los estados están gobernados por la clase de Davos’ dice Susan George

‘La pequeña élite de las minorías neoliberales que yo denomino la ‘clase de Davos’, son los culpables directos de la crisis. Sólo hay que mirar las listas de invitados en los últimos años’ al Foro Económico Mundial, señala Susan George, analista política.
Denuncia una vez más la sumisión de los estados ante el poder financiero, describe como esto causa pobreza y desigualdad desde hace ya muchos años y cómo ha destruido el medio ambiente. Pero el mensaje de la escritora no es del todo apocalíptico. George cree que todavía es posible un cambio y anima, a intentar darle la vuelta a la tortilla e invertir los términos en los que se desarrollan los mecanismos que oprimen a la mayor parte de la población mundial.
La clase de Davos, un club muy selecto
Los culpables de la crisis según George, aquellos a los que denomina ‘la clase de Davos’, porque “se reúnen cada enero en la estación de invierno de Suiza”, son “nómadas, poderosos e intercambiables”, afirma. “Algunos tienen poder económico y casi siempre una considerable fortuna personal. Otros tienen poder administrativo y político, ejercido sobre todo en nombre de los primeros, que les recompensan debidamente”, dice George.
Así, la clase de Davos es “siempre sumamente pequeña en comparación con la sociedad”, dirige “nuestras principales instituciones, incluidos los medios de comunicación, sabe exactamente lo que quiere y está mucho más unida y mejor organizada” que la izquierda, explica.
En su último libro la politóloga señala a los miembros de esta clase como los responsables de dirigir “la prisión en la que estamos”. “Aun quieren todo para ellos y nada para los otros, pero desde la época de Adam Smith los otros, mediante su propia lucha, han aprendido a leer, escribir y pensar de forma crítica; están mucho mejor informados y poco a poco han ido consiguiendo un cierto grado de poder para sí mismos.
La crisis, un error que no lo es tanto
Los medios de comunicación señalan muchas veces los efectos de la crisis como consecuencia de los errores de los responsables de las finanzas mundiales. Pero, dice George, la situación actual no se ha desencadenado inconscientemente. “La crisis se debe en parte a las ideologías neoliberales, en parte es el resultado de la codicia, en parte de la estupidez, siempre muy aliñado con el interés propio”.
Por eso, dice, “es un error creer, o cuando menos actuar como si se creyera que el mercado siempre tiene razón, que la privada es siempre mejor opción que la pública, que las vastas desigualdades son algo bueno para la sociedad, etc. Y un error implica que uno ha estado pensando y ha llegado de alguna manera a la conclusión equivocada. Pero la gente que nos ha llevado a la situación actual, a la crisis, no son pensadores, son los depredadores. El león no comete un error cuando se come a una cebra. Es simplemente su naturaleza”, apunta. Los gobiernos tampoco se salvan del análisis de George, que les acusa de trabajar, “casi en su totalidad en nombre de la clase de Davos”.
Un mapa concéntrico del poder
George entiende el mapa del poder no en el sentido de poder “geopolítico”, es decir, una clasificación de los países por regiones con más o menos peso. “Defino el poder como una serie de esferas concéntricas en las que el poder financiero se encuentra en el ámbito exterior y contiene y dirige a todos los otros. En este esquema, después viene la economía, el espacio real en el que las personas reales trabajan, producen y consumen. En conjunto, el poder financiero y el económico fuerzan sus políticas y las consecuencias de sus decisiones en la sociedad, incluido el Estado. Finalmente viene la biosfera, la esfera más pequeña y menos influyente de todas, simplemente el lugar de donde obtenemos nuestras materias primeras o depositamos nuestros residuos. El mayor reto al que nos enfrentamos, entonces, es el de revertir completamente el orden de estas esferas para la sociedad pueda decidir democráticamente cómo organizarse, la economía sirva a este plan y la esfera financiera se vea reducida a la condición de una herramienta”, resume.
Autor: Mariana Cantero- Fecha: 2010-11-03.
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