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Pease, un gran hombre y político

Por : Juan Carlos Tafur

Es necesario subrayar siempre la ausencia de quienes parten dejando detrás suyo una obra y gestión importante en la vida. Es el caso indudable de Henry Pease, a quien conocí desde tiempos universitarios en la Pontificia Universidad Católica, como alumno de su icónico curso de Realidad Social Peruana.

Tuvimos una fricción epistolar cuando me im­putó en su libro “El año de la langosta” el haber contribuido ideológicamente a la ocurrencia del 5 de abril del 92 dada mi vehemen­cia editorial en con­tra del Congreso y su afán obstaculiza­dor de las reformas económicas. Ello no fue obstáculo para luego reunirnos, discutir y estable­cer tácitamente una relación distante en las ideas, pero co­rrecta, algo que sin duda fue facilitado por la común filiación jesuita que teníamos y él siempre refería con agrado.

Fue uno de los primeros en la izquierda en discrepar de la visión de la democracia como una superestructura burguesa por ende pres­cindible y, sobre todo, siempre tuvo claro que no había un solo punto de comunidad con la vesanía terrorista. Y se ganó muchos enemigos por ello, pero fiel a su manera de ser, no cejó en esa ruta y libró la batalla que desde su lugar correspondía.

Henry Pease en campaña

Recordamos al reconocido político y académico con un testimono e imágenes de lo que fue la campaña a la Alcaldía de Lima de Barrantes.

 

PUBLICADO: 2014-08-11

El primer cargo político por elección popular que ocupó Henry Pease García fue el de Teniente Alcalde de Lima, tal como señala en su perfil de la PUCP:

Durante mi vida política he sido Teniente Alcalde de Lima (1984-1986), Regidor Metropolitano de Lima (1987-1989), candidato a la Presidencia de la República (1990) y Congresista de la República (1993-2006). Durante este último periodo fui Presidente de la Comisión de Constitución y Presidente del Congreso de la República (20003-2004)“.

El sociólogo por la PUCP, Aldo Panfichi, fue testigo de esta campaña política que terminó con el triunfo de Izquierda Unida llevando a Alfonso Barrantes a la Alcaldía de Lima. Por ello, recogemos su testimonio, para recordar parte importante de la carrera política de Henry Pease García. A continuación, compartimos un texto publicado en 2010 en su blog como un recuerdo en la previa a la campaña electoral que en ese momento enfrentaba a Kouri y Flores Nano, pero que terminó con el triunfo de Susana Villarán.

 

Las elecciones municipales de Lima en 1983

Escribe: Aldo Panfichi

 

La historia corta es así: estando en el último ciclo de la universidad tomé un curso con el Profesor Henry Pease, y este, al final de las clases, me ofreció trabajar como su asistente en DESCO. Henry era director de esta ONG en ese entonces y debo decir que fueron años de aprendizaje en muchos sentidos.


PARTE DEL EQUIPO DE IZQUIERDA UNIDA QUE TRIUNFO CON BARRANTES., FRENTE A LA CASA DE HENRY PEASE

A inicios de los años ochenta, luego de la transición que llevó de nuevo al poder a Fernando Belaúnde, la política era cosa de todos los días y capturaba nuestra imaginación y energía. Luego del fracaso del primer intento de unidad de las izquierdas con ARI (“Sí”, en quechua), los partidos de izquierda decidieron formar el frente electoral Izquierda Unida y aglutinarse alrededor de la candidatura del abogado laboralista e izquierdista independiente Alfonso Barrantes. En esa misma lógica le pidieron a Henry, un cristiano de izquierda como le decíamos entonces, que asumiera la conducción de la campaña y la elaboración del plan de gobierno. Henry puso como condición para aceptar que él escogería a los miembros de su grupo de trabajo, pedido que los partidos, luego de refunfuñar un poquito, terminaron dando el sí.

Recuerdo como si fuera ayer aquella mañana que al llegar a la oficina la secretaria me dijo: “el doctor Pease quiere hablar contigo”, y luego, cuando estuve frente a él, me dijo sin ningún preámbulo: “nos vamos de campaña, quiero que me apoyes en esta aventura”. Dije que sí sin pensarlo, y allí empieza una historia que me hizo conocer a la izquierda y a sus líderes de entonces, pero sobre todo a mucha gente humilde de los barrios con los cuales hicimos campaña sin regatear tiempo, energía, dinero propio, y seguridad personal. Para mí esta fue una experiencia extraordinaria, donde las horas y los días se sucedieron intensamente. Recuerdo en particular el mitin de cierre de campaña en la Plaza Grau, y luego cuando los resultados dieron la victoria, aquel estallido de alegría y abrazos largos y sentidos con los cuales varios de nosotros sellamos una amistad de vida. Amistad que perdura no obstante no todos seguimos pensando igual.

Como me gusta guardar todo con el pretexto de tener una biblioteca propia, he guardado papeles, fotos y recuerdos de esa campaña. Pues bien ahora coloco en el blog una serie de fotos para compartir con ustedes.

 

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El adiós de Pease

Fue un hombre de izquierda que dio una lección de integridad.

 

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Ayer fue el último adiós de Henry Pease, cuyos restos fueron enterrados en el cementerio El Ángel, luego de ser llevado en una caravana de amigos, familiares y personalidades, que resaltaron su vida política cuya principal característica fue la honestidad.

El vocero de la bancada de Dignidad y Democracia Juan Pari dijo que la imagen imborrable de Henry Pease exige a la clase política peruana guardar relación entre los cargos que uno ostenta y los que dicen tener. Consideró que su sensible pérdida es “un jalón de orejas” para aquellos políticos que no son consecuentes con sus acciones.

El analista Carlos Tapia recordó a Henry Pease como un líder de la Izquierda Unida y hombre de confianza de Alfonso Barrantes. Agregó que su pérdida deja la sensación de que gente como él ya no existe.

La alcaldesa de Lima, Susana Villarán, dijo: “Nunca había recibido ninguna distinción de Lima ya que era un hombre muy austero y humilde. Nunca había querido, pero la ciudad le debe un reconocimiento” y le otorgó de manera póstuma la máxima distinción de la ciudad de Lima.

La lideresa del Partido Popular Cristiano (PPC) Lourdes Flores coincidió con la ceremonia de entrega y dijo: “Henry fue mi profesor en 1978. Lo hemos compartido tanto y hemos estado juntos en la municipalidad y en el Congreso de la República. Fue un ejemplo íntegro, de gran amigo y de un hombre combatiente de sus ideas. Creo que deja un gran vacío y una gran tarea docente enorme”, dijo.

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Pease en palabras

Desde su recuerdo de María Elena Moyano, hasta la Lima de los ochenta, hasta su tensa alianza con Alfonso Barrantes y su opinión sobre Sendero Luminoso y de Alberto Fujimori. Así lo dijo Henry Pease.

La noche del 9 de agosto, Henry Pease García, profesor universitario, sociólogo y político, perdió la vida por una complicación en su ya delicada salud, a los 69 años.

Manuel Dammert, actualmente congresista, con quien Pease compartía un común origen en la militancia política de izquierda, ha valorado “su tenacidad y honestidad”.  El historiador Nelson Manrique ha dicho que Pease “se ganó su espacio en la izquierda como dirigente gracias a su tenacidad –era un bulldozer trabajando”.

Como reacción a su fallecimiento, la Presidenta del Consejo de Ministros, Ana Jara, ha dicho de Pease que siempre fue “fiel a sus convicciones ideológicas”. ¿Cuáles fueron esas convicciones?. Recordémoslas en apenas cinco afirmaciones suyas, tomadas de sus escritos o de algunas de las muchas entrevistas que dio a lo largo de su vida pública. En ellas asoma Pease, el político formado en los valores de la izquierda.

 

1. “Nuestra fuerza es no tener miedo”: sobre María Elena Moyano


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¿Qué tan peligrosa era María Elena Moyano para Sendero Luminoso?

“Creo que el mayor peligro, para una fuerza fanática, es el ejemplo, el liderazgo alternativo y eso era María Elena. Lo que pasa es que el terror basa su poder en el miedo en el sentido en que se destruye la organización y por tanto la gente queda a disposición. Eso es lo que ellos quieren. Entonces, en esa lógica, María Elena era siempre alternativa: “Nuestra fuerza es no tener miedo”.

En: Entrevista a la Revista Estudiantil Letras al Mango

 

2. Sendero Luminoso vs. Izquierda Unida

“La práctica de Sendero Luminoso sintetiza el vanguardismo iluminado que en los años 70 caracterizó a varios partidos de la izquierda; le agrega varios componentes propios y encarna una alternativa dictatorial que se impone a las masas y que aterrorizando intenta hegemonizar una parte del país. La presencia de Sendero, que también ha asesinado a varios dirigentes populares, influye en las dificultades actuales para adecuar la Izquierda Unida a la realidad peruana, para impulsar en su seno un debate más profundo”.

En: Vanguardia iluminada y organización de masas. ¿Qué significa hacer política?. Revista Nueva Sociedad. 1983.

 

3. Lima expresa hoy a “todas las sangres” del Perú. Octubre de 1988


IMAGEN: PHOTOBUCKET DE: BJBLOCKDLB

“Cualquiera que haya visitado Lima décadas atrás y regrese hoy encontrará un cambio básico: la ciudad de los blancos, conservadores y aristócratas quedó atrás. Lima expresa hoy a “todas las sangres” del Perú. En sus calles, con mucho desorden, los vendedores ambulantes, por miles, han impuesto sus reglas de juego a alcaldes civiles y militares, elegidos o nombrados a dedo. Son los ricos los que han tenido que migrar, primero del área central a San Isidro y Miraflores y luego a La Molina o Monterrico, porque con ardua lucha el poblador migrante invadión terrenos, autoconstruyó la parte más significativa de la ciudad a pesar de todos los palos, la muerte y la miseria que impuso el poder que enfrentaban” (Octubre de 1988)

En: Los partidos de izquierda en la transición democrática: el caso peruano. GTPP- Clacso

 

4. “Si vuelves a repetir esta cojudez te contesto” (a Alfonso Barrantes)

“Cuando comenzábamos la gestión municipal un día Alfonso, de visita en mi casa, me dijo algo así como “yo quiero saber en qué y cuándo nos vamos a enfrentar”. Yo estaba sentado en mi biblioteca y tenía a la mano una colección de la Revista OIGA, saqué una que tenía marcadita y le dije: “Si vuelves a repetir esta cojudez te contesto”. Es que en una entrevista se proclamaba estalinista. La segunda, le dije, “te contestaré y me enfrentaré si tú transiges con Sendero Luminoso en cualquier punto, en nada más, obviamente mientras estemos en la Municipalidad”. Yo cumplí y él también”.

En: Entrevista de Osmar Gonzáles a Henry Pease en “Apogeo y crisis de la izquierda peruana”, libro de Alberto Adrianzén.
5. Esto es Fujimori

Cuando le menciono el nombre de Alberto Fujimori, ¿cuál es la primera palabra que se le viene a la mente?

—Mentiroso, ladrón, autócrata y asesino.

Entrevistado para la Revista LimaGris.

 

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El reposo de un hombre inacabable

En una de las últimas entrevistas a este diario, Henry Pease hacía gala de una mente lúcida y mantenía sus convicciones invictas.
En una de las últimas entrevistas a este diario, Henry Pease hacía gala de una mente lúcida y mantenía sus convicciones invictas.
Hoy es despedida una de las personalidades más respetadas de la vida académica y política del Perú, pero sus lecciones seguirán siendo atendidas por varias generaciones.

Francesca García

En todas las oportunidades en que don Henry Pease tuvo que relatar los hechos ocurridos desde el 2 de abril de 1993, cuando como parte del Congreso Constituyente Democrático (CCD) logró la conformación de una comisión investigadora que resultó crucial para conocer a los responsables del asesinato del profesor y los nueve estudiantes de La Cantuta, nunca confesó las amenazas que recibió su familia.

Pasado un año desde la disolución del Senado y la Cámara de Diputados por Alberto Fujimori y el CCD –manejado por la mayoría oficialista–, trabajaba en una nueva Constitución. Henry Pease García-Yrigoyen, entonces de 48 años, viudo desde agosto de 1988 y quien criaba solo a sus dos hijas decidió ir hasta el final una vez que conoció la denuncia de un grupo contestatario del Ejército que aseguraba que los desaparecidos habían sido asesinados por los Colina.

Las amenazas persistieron y llegaban a través de llamadas telefónicas. Pease prefirió mantener el tema lejos de los medios de comunicación y tomó personalmente las medidas de seguridad necesarias para proteger a quienes junto a su esposa Mary Dreibelbis Arteta han sido siempre sus grandes amores: María Angélica y María Elena.

HOMBRE DE FAMILIA

Hijo del almirante Franklin Pease Olivera y de María Manuela García-Yrigoyen, Henry Pease nació el 11 de diciembre de 1944 y fue uno entre tres hermanos. Su padre, hijo de emigrantes norteamericanos, llegó a ser ministro de Educación durante la Junta Militar y según describe él mismo en un perfil que le dedicó el 6 de octubre de 2005 en el centenario de su nacimiento, fue un hombre que se hizo desde abajo.

“Su esposa y compañera inseparable, María García Yrigoyen, le sobrevive con ya 91 años como una velita que se va apagando sin dejar de irradiar ternura a mi hermano Jaime y mí, junto a toda la familia. Franklin, nuestro hermano mayor, que siempre lo enorgulleció por su capacidad intelectual y su aporte a la peruanidad, partió poco antes de cumplir 60 años. Nuestro almirante partió a los 71 años luego de luchar sin desmayo contra un tumor que según los médicos se lo llevaba en seis meses. Pero lo derrotó 13 veces en 4 años y medio, y de paso me ayudó a mí a enfrentar otro cáncer”, escribió en ese momento.

En el mismo documento, Pease hace referencia a la “última lección” que recibió de su padre, cuando su madre le recordó que debían pagar el recibo de ley y al coger su chequera se percató de que tenía la mitad de la cantidad que debían pagar.

“Ves lo que tengo, mi casa de 270 m2 y un auto viejo. Cualquier almirante o general, o cualquier alto funcionario, que tenga más debería demostrar qué ingresos financiaron sus bienes”, relató con evidente orgullo.

Como él mismo reseñó, el cáncer fue una enfermedad contra la que luchó desde muy joven y dejó serias secuelas en su salud. Sin embargo, ello no frustró su activa vida política y académica.
Quienes conocieron desde un ámbito más privado a Henry Pease confirman que era un padre y abuelo dedicado. Su casa era austera, sencilla, un mausoleo de libros e imágenes familiares. Fotos de su historia en familia y retratos de su recordada Mary.

Como anécdota relatan que en ese círculo íntimo sus hijas y nietos lo llamaban por el sobrenombre de “Hachepe”, tal como suenan sus iniciales y como solía firmar sus comunicaciones menos formales.

Otro de sus allegados recordó la costumbre de Henry Pease por utilizar siempre una corbata negra. Según le confesó, aquello era una especie de simbolismo que él usaba para recordar a su esposa.

POLÍTICO Y ACADÉMICO

Estudió primaria en el Colegio de la Inmaculada en Lima y en el Colegio El Salvador en Buenos Aires, Argentina; y  cursó la secundaria en el Colegio San Agustín de Iquitos y en La Inmaculada. Los estudios universitarios los realizó en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y obtuvo el grado de Bachiller en Ciencias Sociales con mención en Ciencia Política en 1971, fecha desde la cual se convierte en catedrático de dicha casa de estudios.

En 1998 alcanza el grado de magíster en Sociología, y en el 2002 se convierte en doctor en Sociología en la misma PUCP. 

Tras incursionar en cargos de política universitaria, su salto a la política fue cuando fue elegido teniente alcalde de Lima con Alfonso Barrantes Lingán en 1983.

En los tres años siguientes reemplazó hasta en más de veinte oportunidades a Barrantes como alcalde. En 1989, fue candidato a la alcaldía de Lima por la alianza electoral Izquierda Unida, y un año después se convirtió en el candidato a la Presidencia de la República por ese mismo grupo.

El 3 de noviembre de 1989, como candidato por la Izquierda, Pease convocó una Marcha por la Paz contra el terrorismo, día en que Sendero Luminoso había elegido para realizar un paro armado. Su intención era “demostrar que la democracia era más firme que la subversión”, según reseña el Premio Nobel Mario Vargas Llosa en su libro autobiográfico El pez en el agua.

“No me hubiera plegado a la Marcha por la Paz si la iniciativa no hubiera venido de Henry Pease, un adversario que, como intelectual y como político, me parecía respetable”, escribió entonces el novelista.

Tras el cese del CCD, Pease fue congresista de la República entre 1995 y 2006. Como representante de Perú Posible durante el gobierno de Alejandro Toledo, fue el presidente del Parlamento entre el 2003 y el 2004. Como parlamentario, fue protagonista de la lucha de la sociedad civil por la recuperación de la democracia.

En su producción académica, Pease es autor de artículos y libros, entre otros temas, sobre el sistema político, el funcionamiento parlamentario, reforma del Estado, descentralización. Muchos de esos documentos fueron publicados por su decisión en su blog para permitir el libre acceso. Era asiduo a las nuevas tecnologías y a las redes sociales, donde compartía sus ideas y producción.

Como catedrático dictó ininterrumpidamente el curso de Realidad Social Peruana desde 1974. Actualmente era director de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la PUCP. En una de sus últimas intervenciones instó a los jóvenes a renovar la política. “Otro futuro nos espera”, les dijo.

PERSONALIDADES POLÍTICAS Y SOCIALES RECONOCEN LEGADO DE HENRY PEASE

Desde ayer a las 11 am., los restos de Henry Pease son velados en la parroquia Santa María Reina en San Isidro, luego de su fallecimiento la noche del sábado en la clínica Angloamericana a los 69 años. Hoy a las 2 de la tarde se realizará una misa de cuerpo presente y a las 4 de la tarde saldrá el féretro hacia el cementerio El Ángel.

Entre las personalidades que presentaron sus condolencias se encontraron el ex canciller de la República Allan Wagner, la presidenta del Congreso, Ana María Solórzano, el ex presidente del Legislativo Ántero Flores Aráoz y la alcaldesa de Lima, Susana Villarán.

“Tengamos en él un ejemplo de cómo debe ser una persona, un cristiano, un hombre de bien y un gran demócrata. Hoy es un día de pesar pero al mismo tiempo de inspiración sobre cuáles  son los mejores valores de nuestra nacionalidad que él encarnaba”, manifestó Wagner. Por su lado, Villarán resaltó el trabajo de Pease como presidente del Plan de Desarrollo Concertado de Lima, que lo llevó a coordinar con los alcaldes de todos los distritos de Lima.

La presidenta del Consejo de Ministros, Ana Jara, reconoció también las dotes políticas, personales y académicas de Pease y lamentó su partida. La titular del Congreso, Ana María Solórzano, por su parte presentó sus condolencias y confirmó que hoy el Parlamento brindará un homenaje póstumo a quien fue titular de este poder del Estado.

El ex presidente Alejandro Toledo expresó su pesar por la pérdida, recordó que Pease fue presidente del Congreso durante su gestión.

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La partida de Henry Pease 1945-2014: un peruano valioso, tenaz y honesto

Por: Augusto Álvarez-Rodrich

La muerte de Henry Pease significa la partida de un peruano que vivió con tenacidad, esfuerzo, inteligencia y, sobre todo, honestidad, entre la academia y la política, y a quien muchos recordaremos con aprecio.

La última vez que conversamos fue en la entrevista que le hice hace menos de un mes en mi programa Buenas Noches de ATV+, al que él asistía cada vez que publicaba un nuevo libro o lanzaba un proyecto.

Es probable que esa haya sido su última entrevista en una televisión a la que cada vez le interesan menos los temas con alguna profundidad y se pierde en la banalidad.

Me sorprendió conocer que murió a los 69 años, pues por su apariencia de esa noche le habría calculado más. Llegó lúcido, como siempre, aunque lo vi algo más achacoso que la última vez que había estado en mi programa, caminando con la ayuda de un andador, lo cual no fue impedimento para salir de su casa en estas noches frías del invierno limeño, para conversar de la escuela de gobierno de la PUCP, los cursos que seguía dictando –esa vez dijo que se iba ‘corriendo’ pues tenía que corregir exámenes– y, por supuesto, de la política de hoy y de mañana.

No podría decir que era su amigo, pues eso implica más que saludarse con aprecio y conversar sobre lo que pasa, pero tuvimos una buena relación, algo que no siempre fue así.

Mi primer recuerdo de él era del señor que dirigía Desco y escribía libros sobre el gobierno del general Juan Velasco que eran material de lectura universitaria –yo soy de la Pacífico, no de la PUCP–, y luego, en 1989, del valiente encuentro que tuvo con Mario Vargas Llosa en la Plaza Grau para enfrentar políticamente a Sendero Luminoso, circunstancia que tuve la oportunidad de presenciar a muy pocos metros, al pie del monumento.

Mucho después, cuando presidió el Congreso durante el gobierno de Alejandro Toledo, tuvimos más de un encontrón por mis críticas al Parlamento, del cual dio cuenta con dureza en un libro, asunto que respondí en una columna periodísitica.

Todo eso quedó atrás un tiempo después en un almuerzo al que me invitó, los dos solos, en su departamento miraflorino de Bajada Balta, donde luego de un par de whiskies, ensalada, ají de gallina y fruta, hablamos de todo menos del libro, el cual me autografió con generosidad cuando me iba a eso de las 5 de la tarde.

La costumbre de ese almuerzo la habremos repetido tres o cuatro veces más, junto con la invitación frecuente para presentar en público sus libros y luego invitarlo a hablar de los mismos en mis programas periodísticos.

Fue un gusto conocer así a este peruano tenaz, terco, inteligente y honesto en todo sentido. Descansa en paz, estimado Henry.

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HP

Por: Eduardo Dargent

Amigos, colegas y periodistas han resaltado durante toda esta semana las diversas facetas y virtudes de Henry Pease: teniente-alcalde de Lima, socialista, congresista, profesor, demócrata, católico, padre, abuelo. Cálido y generoso; y al mismo tiempo severo y firme. Su energía inacabable, su participación política constante y también sus discrepancias públicas y privadas, siempre matizadas (cuando apreciaba al contendiente) con una buena conversación y almuerzo en su estudio. Todo esto ya se dijo y no voy a repetirlo.

Se ha dicho menos de otro aspecto de su vida, un momento que suele ser fundamental en la vida de un político: lo que sucede cuando se deja la política electoral. En muchos casos ese momento es terrible para el político profesional, que da tumbos buscando el retorno electoral o deprimiéndose por lo perdido. La lección que me deja Henry es que ese momento puede ser uno de enormes gratificaciones y aporte público si uno tiene la cabeza y el corazón bien puestos. En su caso, cuando dejó el Congreso en el 2006, retornó a su querida PUCP. Henry nunca dejó de dictar en la universidad, pero desde ese año, y especialmente desde el 2009 que asume la dirección de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas, fue parte del día a día de nuestro campus.

Creo no equivocarme al señalar que Henry disfrutó este periodo tanto o más que otros en su vida. No se trató de un reposo o de un retiro cómodo. Fue otra forma de hacer política. Entendió su nombramiento como la posibilidad de impulsar una serie de agendas en las que creía profundamente. Fueron muchas sus preocupaciones centrales en estos años, tal vez resumidas en contribuir a enraizar, legitimar, la democracia.

En ese sentido, dos aspectos fueron centrales en su trabajo desde la Escuela. Primero, el fortalecimiento del Estado. Despreciaba esa idea absurda que se ha instalado en diversos espacios que ven al Estado como un problema y no como una posibilidad. El Estado tenía que ser un gran árbitro, un moderador de intereses particulares y ganar efectividad para cumplir la promesa de una buena vida en sociedad. Segundo, y ligado a lo anterior, se dedicó a pensar y debatir cómo incrementar la legitimidad del sistema político. Por ello su obsesión en impulsar reformas institucionales que construyan el vínculo entre representantes y representados.

Pero a esta misión institucional se suma otra faceta personal que inspira a quienes vemos la docencia como un ejercicio privilegiado: se comprometió a fondo con los alumnos, varios de los cuales luego fueron parte de su equipo. Dirigió tesis, grupos de investigación y apoyó los eventos de nuestros estudiantes. Entregó con amplia generosidad su tiempo a los cachorros que se inician en el estudio de la política, salpicando sus clases con anécdotas sobre los entretelones del poder. Los miembros de su equipo más cercano se convirtieron en sus compañeros de ruta; amigos y colegas a los que escuchó, apoyó y quiso entrañablemente.

Hace unas semanas le pregunté si le había dolido perder la elección del 2011 cuando fue candidato invitado en Perú Posible. No, me dijo, con esa bancada pequeña hubiese sido difícil hacer algo en este Congreso. Por el contrario, continuó, perder le permitió consolidar su espacio en la universidad, seguir enseñando a excelentes estudiantes y armar un equipo sensacional, un aspecto de su vida que había aprendido a valorar. Henry vino a su PUCP a construir y compartir, y fue muy feliz haciéndolo. Lo vamos a extrañar profesor.

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El arquitecto incansable

Por: Iván Lanegra

480 millones de soles. Estos fueron los recursos que el segundo gobierno de Prado (1956-62) destinó a la construcción de aulas en las escuelas públicas. Construyó 400 en 6 años. En cambio, el Almirante Franklin Pease Olivera, Ministro de Educación entre 1962 y 1963, solo tuvo 80 millones para la misma tarea. Levantó 1500 aulas. ¿Milagro? No exactamente. Simplemente gastó el dinero que antes era depositado en el Banco Popular –de los Prado-. Ganancia privada. Pérdida pública.

El joven Henry Pease, uno de los hijos del marino, no olvidó esta lección: el Estado importa. Reglas adecuadas, sumadas a una gestión eficiente y honesta, pueden hacer la diferencia. Sin dichas condiciones, reinarán la ineficiencia y la corrupción. ¿El gran perdedor? Los que menos tienen. ¿Es posible salir de esta situación? Su respuesta fue un rotundo sí. Los actores sociales y políticos pueden alterar estas tendencias y delinear el trayecto de los cambios. Su mirada, la de un arquitecto de la política, partía de una inquebrantable fe en el ser humano.


UN MUY JOVEN HENRY PEASE. FOTO: ARCHIVO PUCP

Sin embargo, entendió muy temprano que toda propuesta de reforma debía sostenerse en un riguroso conocimiento de la historia y en una mirada crítica y ética de la realidad social del país. Las instituciones políticas peruanas son el fruto de un largo, difícil y conflictivo proceso que Henry Pease conocía como pocos. La generalizada desconfianza de la población en las instancias estatales no podía ser sino uno de los síntomas de las graves falencias del resultado.

No es sorprendente, por lo tanto, que Henry Pease haya estado profundamente comprometido con la formación de nuevos científicos sociales. Buscaba alentar el interés de los jóvenes en el estudio de nuestra historia política reciente y de la compleja realidad social en la cual vivimos. Y trabajó en la formación de sólidos investigadores, dispuestos a discutir sus hallazgos y propuestas en amplios foros académicos y de debate público.

El pensamiento nunca se desligó de la acción. Continuamente tuvo que pasar al lado de las luchas, la deliberación pública y las decisiones. Explicar, convencer, dialogar, debatir. Y enfrentarse –lealmente y con la armas de la ley- a quienes eran capaces de minar –e incluso destruir– las débiles instituciones del país en beneficio de sus bolsillos o de ideologías fanáticas –vengan de izquierda o de derecha-. Lo hizo con valentía, incluso en los peores momentos de nuestro pasado reciente. Esta experiencia reforzó sus convicciones a favor de preservar y profundizar el régimen democrático. Su idea era clara: La democracia brinda las mejores oportunidades al desarrollo de las políticas públicas que benefician a las mayorías.

No tuvo descanso. Sacrificó el tiempo que debía pasar con una familia que amó con intensidad. En “Cualquier tiempo pasado”, un libro publicado hace poco, confesaba que de lo primero que se arrepentía era de “haber estado casado durante 20 años con la chica más linda del mundo y sólo haber salido 15 días de vacaciones [con ella]”.

“En todas las esquinas estoy, y desde ahí agito mis banderas”. ¡Qué advertencia y arenga la de Luis Jaime Cisneros, el enorme maestro de la PUCP! Por las mismas esquinas está ahora Henry Pease, levantando con energía los estandartes de la política como promesa, responsabilidad y tarea. Ahí estaremos con él, siempre. Potenciando su legado, cada día. Sin descanso.

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Henry Pease García, conciencia crítica de Perú

Por: Jackeline Fows

En noviembre de 1989, cuando el grupo terrorista Sendero Luminoso llamó a un paro armado en la capital peruana, Pease convocó a una Marcha por la Paz para contrarrestarlo. Su propuesta tuvo la inmediata respuesta del entonces candidato presidencial Mario Vargas Llosa, quien llamó a la principal radio noticiosa a confirmar su presencia.

Además del escritor peruano, se sumaron a la marcha numerosos líderes políticos y sociales.

“No me hubiera plegado a la Marcha por la Paz si la iniciativa no hubiera venido de Henry Pease, un adversario que, como intelectual y como político, me parecía respetable. Hay muchas maneras de definir lo respetable. En lo que a mí se refiere, me merece respeto el intelectual o el político que dice lo que cree, hace lo que dice y no utiliza las ideas y las palabras como una coartada para el arribismo”, escribió en sus memorias Como pez en el agua el Nobel de Literatura acerca de quien le disputara la presidencia en los comicios de 1990.

Pease fue uno de los pocos políticos de izquierda durante el Congreso Constituyente Democrático, el Legislativo que funcionó de 1992 a 1995 cuando el presidente Alberto Fujimori cerró esa instancia y convocó elecciones. Posteriormente, llegaría a presidir la Cámara legislativa (entre 2003 y 2004).

En abril de 1993 recibió un documento anónimo elaborado por militares que discrepaban de las violaciones a los derechos humanos cometidas por las fuerzas armadas dirigidas por el asesor de inteligencia de Fujimori, Vladimiro Montesinos. El informe contenía los detalles de la operación militar que causó la muerte y desaparición de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta. Pease confirmó rápidamente la información y propuso al Congreso —de mayoría fujimorista— la formación de una comisión investigadora de la masacre. Su iniciativa fue aprobada.

Pease venció un cáncer a los 29 años y desde entonces su salud requería constantes tratamientos. Pese a ello, era un orador firme en el Congreso y se mantuvo activo en la opinión pública tras dejar la Cámara en 2006. Sus aportaciones en las reformas políticas se enfocaron en la descentralización del país y la participación ciudadana en la gestión local.

Como académico, fue profesor y coordinador del curso Realidad Social Peruana en la Pontificia Universidad Católica del Perú, materia en la que dijo haber tenido unos 7.000 alumnos en 42 años. En los últimos años se desempeñaba como director de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de esa universidad.

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HENRY PEASE Y LA POLÍTICA

Por: Jerónimo Centurión

Se nos fue Henry. Y lo digo así, en plural, no porque sea parte de su familia o de su grupo de amigos cercano. Lo digo como periodista, como ciudadano. Como peruano que sueña más de la cuenta con un país mejor.

Mi trabajo periodístico me permitió conocerlo en el 2000, cuando luchaba incansable contra la dictadura fujimorista. En ese momento, en medio de la pasión descontrolada que concitan las marchas, me llamó la atención la manera en que combinaba la brillantez académica con ese tono de elegantísima indignación. Recuerdo claramente la manera en que ponía en orden su cabello extra fino cada vez que la pasión lo despeinaba.

Tras el derrumbe de la mafia fujimorista, Henry Pease fue presidente del Congreso durante el gobierno de Toledo. Un par de veces lo entreviste en su despacho. No recuerdo el tema, pero sí la sensación de que Pease, con sus pequeños lentes de lectura, su peinado perfecto, su terno oscuro y la mirada imperturbable clavada en papeles que podrían haber sido proyectos de ley o algún texto suyo, encajaba perfectamente en ese despacho de madera, elegantísimo. Repleto de libros, referencias históricas, enormes lámparas y pinturas. Ha pasado más de una década desde esa escena y los políticos que lo han reemplazado en ese despacho me producen una nostalgia rabiosa. Pensar en Otarola o en la última chica, Ana María Solorzano como presidentes de Congreso deprimen a cualquiera. Pero no a Henry Pease.

Hace dos años pude entrevistarlo para un video que produje sobre el Plan de Lima al 2025. El Municipio de Lima tuvo la brillante idea de nombrarlo coordinador y Pease realizó un trabajo invaluable. Riguroso y ambicioso. Pero lo que más me llamó la atención fue su optimismo. Recuerdo que en ese momento la alcaldesa Villarán y el burgomaestre de San Juan de Lurigancho, Carlos Burgos, estaban enfrentados públicamente. Un diálogo entre representantes de ambas comunas era impensable. Imposible.

El plan de Lima pretende ser una hoja de ruta que busque mirar el futuro de nuestra capital más allá de lo que pueda hacer un alcalde durante su gestión. Un proyecto transversal, a largo plazo, que invita a sus alcaldes, regidores y vecinos a participar activamente de la solución de los grandes problemas de nuestro país: educación, salud, seguridad.

En ese contexto, recuerdo a Henry Pease contándome, con un tono travieso, alegre y hasta pícaro: “he conciliado con Burgos, hemos encontrado puntos de común interés, vamos a trabajar con ellos”. San Juan de Lurigancho tiene más de un millón de vecinos. Burgos pudo sabotear el plan, pero Pease lo evitó.

Su experiencia, lucidez, inteligencia, pero también sentido común le permitían mirar la política más allá de los personajes que ocupan interinamente un puesto.

El tuvo siempre muy claro que la política no son los políticos, ni que tampoco es un concepto abstracto. La política es la acción. Son nuestros actos, nuestras decisiones. Es sabes escuchar, es respetar la opinión del otro y tener la capacidad para ir a lo esencial y encontrar consensos que nos permitan actuar pensando en el futuro, en el bien común.

La noche que lo entrevisté me sorprendió verlo tan emocionado mientras me contaba como los vecinos de Comas tenían propuestas interesantes para solucionar temas de seguridad en su distrito. Por momentos me intrigaba como Pease, luego de haber visto y vivido el descalabro de la política en el país, seguía confiando en ella con tanto entusiasmo.

Luego entendí, creo, que dejar que pesimismo primero y el egoísmo inmediatamente después, se apoderen de nosotros sería claudicar a todo por lo que había luchado en su vida. Henry Pease encarnó la política en su sentido más literal y olvidado, “trabajar por el bien común”. Que tu ejemplo se expanda, que se viralice, lo necesitamos más que nunca. Hasta siempre.

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