Por: Paco Espada
ERVING GOFFMAN
E. Goffman, sociólogo que se ha especializado en el comportamiento de grupos reducidos de personas, nos muestra en su interesante obra “La presentación de la persona en la vida cotidiana” las relaciones entre los individuos como una puesta en escena en la que la persona trata consciente o inconscientemente de manipular la impresión que los demás reciben de ella. Se trata de un estudio microsociológico que se enmarca dentro de la escuela del interaccionismo simbólico; su base empírica es la observación del comportamiento interactivo de los habitantes de Shetland, isla situada al Norte de Gran Bretaña, principalmente de las personas que conviven en un hotel de la isla. También se incluyen estudios recogidos en tesis de alumnos de la Universidad de Chicago.
Lo que se nos trata de mostrar es que el individuo muestra en su vida corriente una máscara o fachada que sirve para una puesta en escena de acuerdo con una situación dada y con una personalidad que se forma a partir de pautas culturales propiamente locales y cerradas en torno sus vivencias. Así, el actor se mostrará ante los demás como él considera que los demás le ven en relación con su rol y estatus, es decir que trata de actuar de acuerdo con lo que cree que esperan de él.
La puesta en escena se puede realizar individualmente o en equipo; los miembros del equipo se apoyarán mutuamente tanto mediante expresiones verbales como no verbales, pueden ser intercambiables según las necesidades, e incluso si algún miembro no guarda las relativas normas de “complicidad” puede ser eliminado, teniendo como alternativa el posible acceso a otro equipo rival. Un equipo lo pueden formar desde dos personas en adelante, así, un matrimonio formaría un equipo, otro lo podría integrar un grupo de ejecutivos de una empresa frente a otro de clientes etc.
La dramatización de los actos se realiza dentro de un entorno físico que se denomina escenario; en él los actores desarrollarán su puesta en escena ante un auditorio que es el interlocutor al que hay que convencer. Se manipula a la audiencia mediante poses que muestran lo que el actor considera que se espera de él , en unos casos porque así se ve a si mismo, en otros porque aparenta ser lo que no es (normalmente más de lo que es). El auditorio juzga lo que observa pudiendo darse el caso de que un juicio sea negativo, por ejemplo si existe incoherencia entre lo expresado verbalmente y las manifestaciones no verbales (miradas, gestos de las manos, etc) o bien debido a una indiscreción de otro miembro del equipo que ponga en evidencia toda la actuación, echando por tierra el efecto dramático.
Si hay un lugar – escenario – donde se muestran los actores, también habrá un lugar donde estos se ocultan del auditorio, a este lugar se le denomina “trastienda”. Aquí es donde los individuos se muestran tal y como son: las mismas personas que lisonjean a los clientes de un hotel cuando están en escena pueden, por ejemplo, burlarse de ellos o criticarlos. También pueden observar conductas “impropias”, como descalzarse, emitir sonidos extraños o hacer muecas. Es obvio que a la trastienda no debe entrar nadie del auditorio, su presencia dentro de este entorno se considerará inoportuna, dando lugar a una redefinición de la situación (normalmente mediante el disimulo).
También se puede evitar este problema adelantándose a él. Puede bastar cualquier tipo de seña de alguien del equipo que esté atento a esta circunstancia para que el o los individuos cambien su conducta o bien alguien del equipo desvíe la atención del intruso.
Los equipos, para fijar su propia identidad necesitan de otros equipos que actúen como referencia. Esta referencia la puede indicar la diferente naturaleza del otro, referida a su diferente clase social o a pautas culturales distintas. De este modo, un equipo perteneciente a una clase social determinada puede menospreciar a una clase considerada inferior, pero por otra parte, la existencia de esta clase justifica los procederes de la clase superior para sí. Un ejemplo de esto es la hora del té en Shetland; las familias de clase media se invitan unas a otras, pero no invitan a los campesinos porque lo consideran impropio. Sin embargo, este acto no tendría tanto sentido si no hubiera una clase campesina a la que no se invita.
Los individuos, además de justificar sus actos y de mostrarse en público ofreciendo una imagen que ellos consideran airosa, también tienden a ocultar aquellas particularidades que pueden perjudicarles ante los demás. Para ello se pueden proveer de “cómplices” que les ayuden en dicha ocultación. La utilización de otros también puede servir para mostrar la posición social del actor. En tiempos pasados era un signo de estatus elevado el hecho de tener criados que no tenían un cometido concreto. Prueba de ello (el autor no lo incluye en su texto) era la enorme cantidad de criados que había en la España del Siglo XVII, sobre todo en las grandes casas de la nobleza, donde una buena parte de ellos cumplían la función de mostrar la alta posición de sus señores. Otra muestra de esto es la tenencia de amantes como forma de ostentación en la Francia del Siglo XVIII.
Por último, me parecen dignas de mención aquellas partes en las que el autor nos muestra una serie de comunicaciones verbales o no verbales entre miembros de un equipo cuando se trata de ocultar o desviar cualquier impresión del auditorio respecto a una situación creada en ese momento en el escenario. Al primer tipo pertenecen las jergas, ya sean profesionales o de grupos (jóvenes, delincuentes) aunque en estos últimos casos puede no tratarse tanto de un lenguaje de ocultación como de una muestra subcultural propia. En cuanto al segundo tipo, se nos muestra una serie de ejemplos relacionados con actividades comerciales o interacciones en el ámbito de los servicios (en el hotel de Shetland ) en las que se observan desde gestos de complicidad hasta auténticas demostraciones de manejo de una situación.
Esta obra es una muestra de una concepción microsociológica que se encuentra muy próxima a la psicología social. En ella las estructuras son mínimas, estas se muestran en los equipos, aunque la formación de un equipo puede ser circunstancial. Los individuos pueden cambiar de equipo según la situación. Lo que da cohesión a los individuos son las interacciones, dependiendo de funciones y contingencias.
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Paco Espada
Fuente: El rincón de paco. http://www.geocities.com/rincondepaco2001/