El Santo Padre Pío nunca entregó ni recibió la Comunión en la Mano
Ningún Santo que hoy está en los altares de la Iglesia ha recibido ni entregado la comunión en la mano.
Nunca Comulgar en la Mano
La comunión en la mano es –como Nuestro Señor le dijo a Catalina Rivas- el trabajo sacrílego de Satanás. Solo es necesario analizar estas cuatro palabras “trabajo sacrílego de Satanás” y ver una Iglesia a la hora de la comunión por dentro hoy en día para comprenderlas.
Los católicos hoy en día no saben lo que es pecado, y no saben que eso que ellos hacen es pecado. Es blasfemia contra la Sagrada Eucaristía decir y consentir la idea de “que te da asco recibir la comunión en la boca porque te pueden contagiar una enfermedad con la saliva de otra persona”. Además, luego de blasfemar contra la Sagrada Eucaristía los católicos cometen sacrilegio contra la Sagrada Eucaristía tocando con sus manos las Sagradas Especies y, comulgando con estos pecados, se comen su propia condenación.
Es cierto que la Iglesia tiene enemigos, es verdad que los protestantes son solo algunos de ellos y también que la comunión en la mano es de origen protestante y que ha sido introducida dentro la Iglesia gracias a los carismáticos y modernistas que en su momento querían “alegrarse” la Santa Misa admitiendo ideas protestantes por doquier; pero los responsables de esta mala práctica son los mismos católicos que por su falta de formación han permitido y aceptado la comunión en la mano.
Cualquier católico bien formado ha dicho siempre y, las nuevas generaciones decimos hoy en día incluso, que tocar la Sagrada Eucaristía es privilegio solo del Sacerdote quien ha sido consagrado para ello, pero un mal católico dice “yo también puedo hacer eso” y lo hace.
No les interesa lo dicho por Santo Tomás de Aquino, en su gran Summa Teológica: «La administración del Cuerpo de Cristo corresponde al sacerdote por tres razones:
«Primera, porque él consagra en la persona de Cristo. Pero como Cristo consagró Su Cuerpo en la (Ultima) Cena, así también Él lo dio a otros para ser compartido con ellos. En consecuencia, como la consagración del Cuerpo de Cristo corresponde al sacerdote, igualmente su distribución corresponde a él.
«Segunda, porque el sacerdote es el intermediario designado entre Dios y el pueblo, por lo tanto corresponde a él ofrecer los dones del pueblo a Dios. Así, corresponde a él distribuir al pueblo los dones consagrados.
«Tercera, porque por reverencia a este Sacramento, nada lo toca sino lo que está consagrado, ya que el corporal y el cáliz están consagrados, e igualmente las manos del sacerdote para tocar este Sacramento. Por lo tanto, no es lícito para nadie más tocarlo, excepto por necesidad, por ejemplo si hubiera caído en tierra o también el algún otro caso de urgencia».
Es cuestión solo de escuchar a los católicos sus justificaciones para recibir la comunión en la mano para comprender que son del todo egoístas. La comunión en la mano para ellos se basa en su gran “yo quiero”.
La comunión en la mano es de origen protestante.
Los protestantes sí reciben en la mano porque ellos no tienen la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Fue Calvino quien la introdujo porque fue precisamente Calvino quien negó lapresencia de Cristo en la Sagrada Eucaristía.
Hoy en día muchos católicos comparten la idea del falso ecumenismo que consiste en aceptar a los sectarios protestantes a su manera, con sus errores y mezclarlos con la verdad de la Iglesia Católica. Esto es un error. Las revelaciones a la Beata Sor María Serafina Micheli en 1883, dadas en plena celebración del cuarto centenario del nacimiento de Lutero, le mostraron la visión de un horrible abismo de fuego, en el cual eran atormentadas una innumerable cantidad de almas. En el fondo vio a un hombre, Martín Lutero, que se distinguía entre los demás condenados pues estaba rodeado de demonios que lo obligaban a estar de rodillas y todos (los demonios), armados de martillos, mientras se esforzaba en vano, le clavaban en la cabeza una gran clavo.
Y hoy en día nadie habla de esto por los malditos respetos humanos, como si tuviéramos que renunciar a nuestra fe y a las verdades de nuestra Iglesia para llevarnos bien con aquellos que son sectarios y herejes.
Es preferible no comulgar, antes que comulgar en la mano.
Cuando alguien me cuenta las atrocidades que hacen con la Eucaristía la momento de la comunión en sus parroquias y que les causan suma tristeza y me preguntan ¿qué hago? Yo siempre les respondo: si tú oras por tu sacerdote y los fieles de tu parroquia y ves que las cosas no cambian, entonces sigue orando por ellos pero cambia tú de parroquia.
Te invito a reflexionar la opción que mejor creas conveniente aplicar en tu caso particular: llegas a la Santa Misa y luego de escucharla te das cuenta que el sacerdote entrega a todos a comunión en la mano, y tú como sabes que no es obligatoria decides acercarte a comulgar en la boca, y el sacerdote te la niega y te dice que abras las manos.
- Dices no gracias y te retiras a tu sitio a hacer la COMUNION ESPIRITUAL, diciéndole al Señor que prefieres recibirlo espiritualmente que ofenderlo con un sacrilegio.
- Dices no gracias y le explicas en ese momento que la comunión en la mano es “solo para el fiel que lo desea” y no te la puede negar en la boca. Y te aguantas lo que venga.
- Te da miedo generar escándalo y estiras la mano como te dice el sacerdote y recibes la comunión en la mano cometiendo sacrilegio.
Yo te recomendaría la opción 1 y nunca más volver a esa parroquia. No te dejes robar tu fe.
No es desobediencia a la Santa Iglesia no hacer lo que está permitido, es una elección válida. La desobediencia radica en hacer lo que no está permitido. Cada uno es quien decide no recibir la comunión en la mano frente a cometer sacrilegio.
Es verdad que la práctica de la comunión en la mano está muy extendida en el mundo entero –a pesar de ser solo una excepción que dice que es “solo para el fiel que lo desea” y con la autorización del obispo- pero aún existen sacerdotes fieles a Jesús Eucaristía que usan reclinatorios y que entregan la comunión en la boca, incluso niegan la comunión en la mano aunque les reprendan sus obispos aduciendo “objeción de conciencia” por ser la comunión en la mano un sacrilegio que es su obligación impedir. Todo depende del grado de formación que tiene el sacerdote para saber defender sus derechos como tal. Y ciertamente la obediencia se debe siempre y cuando lo que se mande no sea pecado. Otra cosa es que hoy en día nadie habla del pecado y nadie sabe reconocer un sacrilegio ni viéndolo.
En el colmo, los fieles y grupos parroquiales que “buscan enaltecer sus parroquias” son los primeros en denunciar a los “terriblemente malos sacerdotes” que niegan la comunión en la mano, sin darse cuenta del bien que les hace esta negativa a sus almas.
Por el contrario, si tú estás del lado del fiel y quieres recibir la comunión en la boca y de rodillas es a ti a quien se la niegan, queriendo obligarte a recibir la comunión en la mano, incluso cuando esta excepción es “solo para el fiel que lo desea”, es decir, no es obligatorio recibir la comunión en la mano y la ley de la Iglesia siempre ha sido y sigue siendo la comunión de rodillas y en la boca.
Si un sacerdote te niega la comunión por querer recibirla en la boca o de rodillas, quéjate con el obispo con una carta formal contra dicho sacerdote, pues tu derecho, reclámalo. El sustento es el siguiente:
– la ley de la Iglesia siempre ha sido y sigue siendo la comunión de rodillas y en la boca.
– la excepción que regula comunión en la mano dice claramente que “es solo para el fiel que lo desea”, es decir, nadie te puede obligar a recibir la comunión en la mano.
– el anterior (Cardenal Cañizares) y el actual Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (Cardenal Robert Sarah) siempre han reiterado que la forma recomendada de recibir la comunión de rodillas y en la boca.
– es un sacrilegio al que no te pueden obligar.
De paso, puedes recordarle al Obispo que la excepción que la regula dice que la comunión en la mano debe ser permitida “siempre y cuando no sea motivo de escándalo entre los fieles”, lo cual evidentemente sucede ante el poco respeto que se le da.
Finalmente es conveniente que insistas en una respuesta formal a tu carta, a fin de enviarle una copia al sacerdote y evitar que te la vuelva a negar.
Si te preguntas cómo es posible que este sacrilegio haya crecido tanto en tan corto tiempo, tratando de desaparecer por completo la comunión de rodillas y en la boca que es ley de la Iglesia, la respuesta es por ignorancia de las normas de la Iglesia (a quienes se les ha impuesto con engaños), por la mala formación de los católicos (quienes han aceptado los engaños y los difunden) y por el silencio (de los católicos que han callado por respetos humanos y no han corregido a sus hermanos en el error).
Además, es un claro caso de falta de fe el que muchos sacerdotes aceptan entregar la comunión en la mano y los laicos el recibir la comunión en la mano, pues si ellos verdaderamente creyeran en la Presencia de Cristo en la Sagrada Eucaristía, jamás consentirían la comunión en la mano. El pecado los tiene cegados, quien ha tenido una verdadera conversión sabe lo que esto significa.
¿Qué nos dicen la Iglesia y los Santos sobre la comunión en la mano?
A diferencia de lo que muchos pregonan hoy en día, la Iglesia no permite la comunión en la mano, la ley de la Iglesia siempre ha sido y sigue siendo la comunión en la boca y de rodillas. Incluso la Iglesia la condena. Son los católicos y sacerdotes mal formados que solo repiten lo que una vez les dijeron a ellos “que la Iglesia lo permite y ya es tema normado” al punto que pretender obligar a todos los fieles a recibir la comunión en la mano como forma única.
El Magisterio de la Iglesia es amplio en este tema frente a la mala práctica de los católicos:
“Excomúlguese a cualquiera que ose recibir la Sagrada Comunión en la mano.” Concilio de Zaragoza: (a.380)
Confirma esta sentencia. El Sínodo de Toledo
“Condenamos la comunión en la mano para poner un limite a los abusos que ocurren a causa de esta práctica, y como salvaguarda contra sacrilegios.” Sínodo de Rouén: (a.650)
“Prohíbase a los creyentes tomar la Sagrada Hostia en sus manos, excomulgando a los transgresores”. El sexto Concilio Ecuménico en Constantinopla: (680-681)
“El hecho de que sólo el sacerdote da la sagrada Comunión con sus manos consagradas es una Tradición Apostólica”. Concilio de Trento: (1545-1565)
El Concilio Vaticano II no normó el tema, ya que era innecesario repetir lo que se había confirmado en concilios anteriores, pero obispos europeos “soltaron” el tema en el Concilio Vaticano II y la noticia se difundió como cierta entre los sacerdotes favorables a esta posición (principalmente europeos) y los católicos confiaron en sus sacerdotes y comenzaron a comulgar en la mano.
Por otro lado los Santos de la Iglesia jamás han recibido la comunión en la mano por el contrario la han rechazado.
“…el peor mal de nuestro tiempo es la Comunión en la mano.” Madre Teresa de Calcuta (The Wanderer, 23 de marzo de 1982).
“El derecho de recibir la Santa Comunión en la mano es permitida solamente en tiempos de persecución”. San Basilio el Grande, Doctor de la Iglesia (330-379) San Basilio el Grande consideraba la Comunión en la mano tan irregular que no vaciló en considerarla una grave falta.
“Para reverenciar este Santo Sacramento, nada lo toque, salvo lo que está consagrado; así como la Hostia y el Cáliz están consagrados, así lo están las manos consagradas de los sacerdotes, para tocar este Sacramento”. Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia :(1225-1274) Summa Theológica, Parte III; Q.82, art3, Rep Obj 8).
“Sólo ellos, (los sacerdotes), deben administrarlo, y no otros” San Francisco de Asís: (1182-1226) (Carta 2ª, a todos los fieles, 35).
“Mira, hija mía, les obsequio cinco cosas a mis sacerdotes (…), y en quinto lugar el privilegio de tocar con sus manos mi Carne Sagrada”. (Jesucristo a…) Santa Brígida de Suecia, + 1373
“Las Sagradas Especies no son para ser manipuladas por otros que no estén consagrados al Señor”. San Sixto I Papa ( a.115)
“Prohiban a los creyentes tomar la Sagrada Hostia en la mano”. Papa San Eutiquiano (275-283)
“Enérgicamente defendemos y requerimos a los creyentes obediencia en cuanto a la práctica de administrar la Sagrada Comunión en la lengua del creyente”. El Papa San León el Grande (440-461):
“Cuando se recibe la Comunión es necesario estar arrodillado, tener la cabeza ligeramente humillada, los ojos modestamente vueltos hacia la Sagrada Hostia, la boca suficientemente abierta y la lengua un poco fuera de la boca reposando sobre el labio inferior”. San Pío X
“Hay que reprobar severamente la temeraria osadía de quienes introducen intencionadamente nuevas costumbres litúrgicas, o hacen renacer ritos ya desusados, y que no están de acuerdo con las leyes y rúbricas vigentes”. Pio XII:
“El tocar las Sagradas Especies, su distribución con las propias manos, es un privilegio de los ordenados” Juan Pablo II, Papa, nos decía en la Carta “Dominicae Cenae (24-Feb-80). Y para que nadie interpretase de otra forma estas palabras, tres meses después, ante las cámaras de la televisión francesa, negaba la Comunión en la mano a la esposa del Primer Ministro, Giscard DÉstaing. El mismo año, declaró en Fulda (Alemania) que no estaba de acuerdo con el Documento que autorizaba en este País dicha forma de Comulgar. (Cfr. “Vox Fidei”, n.10-1981; “Chiesa Viva”, n.112; “Sol de Fátima”, n.82). Y debido al revuelo que estos hechos tomaron durante una Santa Misa en el Vaticano entregó la comunión en la mano para escandalizar a los sacerdotes ahí presentes quienes vieron –en su Papa- que dicha forma no era digna de un sacerdote.
¿Qué nos dicen -y qué callan- los defensores y promotores de la comunión en la mano?
Los defensores de la comunión en la mano afirman que existen “abundantes textos” que los Santos Padres y teólogos medievales dedican al tema de la comunión en la mano pero al único al que siempre mencionan es a San Cirilo de Jerusalén.
Ciertamente, el único santo de quien se tiene conocimiento haya dejado algo indicado sobre la comunión en la mano es San Cirilo de Jerusalén, que predicaba -en el año 300 d.c.- a los nuevos cristianos “cuando te acerques a comulgar, haz con tu mano derecha un trono a tu mano izquierda que recibirá al Rey. En el hueco de la mano recibe el cuerpo de Cristo, y responde Amén. Después consúmelo, teniendo cuidado de no perder nada de Él.”
Pero lo que no dicen los defensores de la comunión en la mano es que San Cirilo de Jerusalén les hablaba en este texto -directa y exclusivamente- a los bárbaros convertidos al cristianismo, gente que provenía de las Galias, Britania, Germania y Siria, guerreros por excelencia, con comportamientos salvajes a tal grado que eran considerados barbáricos para la sociedad de su época.
Si pudiéramos definir a un bárbaro de ese tiempo, recientemente converso al cristianismo, veríamos a un hombre enorme, fornido, de cabellera y barba largas y desaliñadas, sucio, con un hacha de hierro a la derecha y su lanza a la izquierda, con tradiciones detestables, aberrantes y dignas de ser erradicadas, que no sabían comer, que hasta hacía poco tiempo no dejaba bicho viviente por donde pasaba con su tribu, violando y matando, y que todo lo que importaba era la juerga bruta -en a cuanto comida y bebida se trataba- y el salvajismo a ejemplo de sus padres y abuelos. ¿Se imaginan ustedes a este hombre santo tratando de educar en la fe a un gran grupo de bárbaros? Los romanos les tenían miedo a los bárbaros, todo el mundo les temía a los bárbaros pero San Cirilo de Jerusalén les enseñaba, de esta manera, a comulgar sin dejar caer ninguna partícula de la Sagrada Eucaristía. ¿se imaginan eso?
Y si pues, así lo hacía, en la mano, porque ellos eran bárbaros, bebían en exceso y no sabían comer, y el santo, temeroso de Dios, le tenía miedo al sacrilegio que pudiera cometerse si se dejaba caer el Cuerpo de Cristo. En castellano, los bárbaros no sabían meterse algo en la boca sin que se cayera al suelo, lo cual -dado nuestro grado de educación-no es nuestro caso.
¿Qué nos dice Jesucristo?
En el libro LA PASIÓN de las revelaciones de Jesús a Catalina Rivas, Nuestro Señor le dice (léase página 21): “No son ni 10 ni 20 los verdugos que destrozan Mi Cuerpo; son muchísimas las manos que lastiman Mi Cuerpo, recibiendo la comunión en la mano— el trabajo sacrílego de Satanás.”
Como verán los defensores de la comunión en la mano Nuestro Señor no se siente dichoso de ser flagelado nuevamente por ustedes, ni gustoso de ser recibido en la cuna que sus manos les hacen cuando “pones tu mano izquierda sobre la palma de tu mano derecha a la altura del corazón”, donde algunos incluso afirman que lo aman y lo arrullan, antes de recibirlo en el corazón. Estas son algunas excusas que rayan en lo ridículo, pero que realmente se creen los católicos para acallar sus conciencias y no escuchar esa voz interna que les dice que eso que hacen está mal.
Reparación por las ofensas con que es ofendido el Santísimo Sacramento.
En Fátima, en el año 1916, el Ángel de la Paz enseña a los pastorcitos -en su tercera aparición- una oración de reparación:
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de María te pido la conversión de los pobres pecadores”.
La Santísima Virgen en sus mensaje al Padre Gobbi le dice “Pero están sobre todo los sacrilegios que forman hoy, en torno a mi Corazón Inmaculado, una dolorosa corona de espinas. En estos tiempos ¡cuántas comuniones y cuántos sacrilegios se cometen! Se puede decir que hoy ya no hay una celebración eucarística en la que no se hagan comuniones sacrílegas. ¡Si viérais con mis propios ojos cuán grande es esta plaga, que ha contaminado a toda la Iglesia y la paraliza, la detiene, la hace impura y tan enferma! Si vierais con mis ojos, también vosotros derramaríais Conmigo lágrimas copiosas.”
Si la Santísima Virgen ya nos advirtió de la cantidad de sacrilegios que se ven al interior de la Iglesia, entonces hagamos como Ella nos ha pedido: oración, reparación y penitencia.
Pidamos en nuestras oraciones por la conversión de los sacerdotes que entregan la comunión en la mano y también la de los fieles que reciben la comunión en la mano y difunden este sacrilegio haciendo pecar a otros.
Hagamos reparación con horas de adoración eucarística y ofrezcamos nuestras comuniones en reparación de todos los sacrilegios que se cometen a diario dentro de la Iglesia.
Finalmente, hagamos pequeñas penitencias, privémonos de algunos gustos nosotros durante un tiempo -que puede ser corto- y ofrezcamos ese pequeño sacrificio por la conversión de quienes cometen blasfemias y sacrilegios contra la Sagrada Eucaristía.
Los Sacerdotes tienen la obligación de enseñar a los fieles la reverencia debida a la Sagrada Eucaristía.
Existen sacerdotes que, debido a esta mala práctica, antes de iniciar la distribución de la Sagrada Eucaristía, explican a todos los asistentes a la Santa Misa que la reverencia debida al Santísimo Sacramento es absolutamente necesaria como una muestra de respeto y adoración al Señor, y que todos los que deseen comulgar la tendrán que hacer. También es necesario que el sacerdote indique cómo formar la fila para la comunión pues hoy en día los católicos no saben comportarse dentro la casa de Dios.
Cuando se llega al frente de la fila cada uno debe arrodillarse en el reclinatorio, y si no lo hay debe hacer una reverencia antes de comulgar. Todo católico debe saber sacar bien la lengua para que el sacerdote deposite sobre ella -sin tocarla- la Sagrada Eucaristía y esto debe ser recalcado sobre todo a algunas personas mayores que apenas abren la boca.
Está en manos de los sacerdotes explicar e instruir a los fieles para que el momento de la comunión no pierda su sentido y las Gracias sean recibidas y no desperdiciadas.
El Santo Padre Pío: un ejemplo de Sacerdote
El Santo Padre Pío, a quien encomendamos a todos los sacerdotes del mundo entero, jamás entregó la comunión en la mano ni la recibió así. Recibía la visita de cientos de personas para la confesión, pero antes, muy temprano en la mañana celebraba la Santa Misa con la asistencia de tal cantidad de gente que espantaría a cualquier sacerdote de hoy.
Celebraba la Santa Misa en las mañanas acompañado de dos religiosos, y aunque todos querían verlo y tocarlo nadie se atrevía a hablar o moverse en lo más mínimo durante la Santa Misa por el respeto que inspiraba (y para evitar sus llamadas de atención que sí lo hacía).
La Santa Misa del Santo Padre Pío duraba casi dos horas y todos los presentes se sumergían de forma particular en el misterio del sacrificio de Cristo, en silencio. Hoy en día sabemos que él veía lo sobrenatural de la Santa Misa, lo que conocemos gracias a su testimonio, pero él veía durante el momento de la Consagración el sacrificio incruento de Cristo en la Cruz, que muchos hoy en día se morirían de miedo si Dios les permitiera verlo.
Y aún sabiendo lo que realmente sucede en la Santa Misa a muchos católicos no les importa estirar las manos para tocar sacrílegamente la Sagrada Eucaristía, sabiendo que es Sangre y Cuerpo de Cristo. El día que Dios permita que vean su sacrílega comunión en la mano, como se ve en los MILAGROS EUCARÍSTICOS: SANGRE y CARNE de Cristo, se mueren in sito del susto.
Tenemos que volver a pensar en lo sobrenatural, que sucede, aunque no lo podamos ver con nuestros ojos.
A nadie le importa hoy en día las Gracias que se desperdician en este momento sagrado de la Santa Misa, que está hecho precisamente para hacernos santos. Los católicos hoy en día quieren ser santos sin hacer el esfuerzo que hicieron los santos.
Oración del Padre Pío para después de comulgar
Quédate conmigo, Señor, porque es necesario tenerte presente para no olvidarte. Tú sabes con cuánta facilidad te abandono.
Quédate conmigo, Señor, porque soy débil y tengo necesidad de tu fortaleza para no caer tantas veces.
Quédate conmigo, Señor, porque Tú eres mi vida y sin Ti disminuye mi fervor.
Quédate conmigo, Señor, para mostrarme tu voluntad.
Quédate, Señor, conmigo, para que oiga tu voz y la siga.
Quédate, Señor, conmigo, porque deseo amarte mucho y estar en tu compañía.
Quédate, conmigo, Señor, si quieres que te sea fiel.
Quédate conmigo, Señor, porque aunque mi alma sea tan pobre, desea ser para Ti un lugar de descanso, un nido de amor…
Quédate, Jesús conmigo, porque se hace tarde y el día declina… Esto es, se acerca la muerte, el juicio, la eternidad…
Quédate conmigo; necesito redoblar mis fuerzas a fin de no desfallecer en el camino y para esto tengo necesidad de Ti.
Se hace tarde y viene la muerte.
Me inquietan las tinieblas, las tentaciones, las arideces, las cruces, las penas… ¡Cuánta necesidad tengo de Ti!
Haz que te conozca, como tus discípulos, al partir el pan. Esto es: que la unión eucarística sea la luz que disipe las tinieblas, la fuerza que me sostenga y la única alegría de mi corazón.
Quédate, Señor, conmigo, porque cuando llegue la muerte quiero estar unido a Ti, si no realmente por la Santa Comunión, al menos por la gracia y el amor.
¡Quédate, Jesús, conmigo! No te pido tu divina consolación, porque no la merezco, pero el don de tu santísima presencia… ¡eso sí, te lo pido!
¡Quédate, Señor, conmigo! A Ti solo busco: tu amor, tu gracia, tu voluntad, tu corazón, tu espíritu, porque te amo y no quiero otra recompensa que amar.
Quiero un amor ferviente y profundo.
Quiero amarte con todo mi corazón, aquí en la tierra, para seguir amándote con perfección por toda la eternidad. Así sea.
San Pío de Pietrelcina
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Que Dios bendiga a todos los que luchan contra la sacrílega comunión en la mano.
Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO
Que Dios les conceda a todos las Gracias que necesiten.
Karla Rouillon Gallangos – krouillong
Recuerda que la comunión en la mano es sacrilegio.
No seas parte del problema cometiendo sacrilegio. Siendo ministro extraordinario de la comunión solo te haces parte del problema.
La comunión se recibe de manos del sacerdote.
La obediencia se debe siempre y cuando lo que se mande no sea pecado.
¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!
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