Archivo por meses: febrero 2016

Únete al Rezo del Rosario de San Miguel Arcángel cada 29 de mes

ÚNETE AL REZO DEL ROSARIO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL CADA 29 DE MES

Solo te tomará 15 minutos de tu tiempo…. y son incontables las Gracias que muchos recibirán con tu oración. Reza su rosario y sé un devoto más del Arcángel San Miguel.

Todos los días 29 de cada mes, en honor al día de la Fiesta de San Miguel Arcángel, rezamos el ROSARIO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL y pedimos a Dios por el Triunfo de la Iglesia, en reparación por todas las ofensas contra el Santísimo Sacramento, el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, y por la liberación del pecado y la conversión de los devotos de San Miguel Arcángel, sus familiares y los pecadores del mundo entero.

Pedimos todos los meses al Arcángel San Miguel para que fortalezca a todos los Sacerdotes Exorcistas y a las personas que sufren por la posesión demoníaca, para que sean valientes y den testimonio de la existencia del demonio y su actuar en el mundo, y que San Miguel Arcángel y la Milicia Celestial contrarresten toda acción de Satanás y de los satánicos en el mundo entero.

Iniciamos esta devoción en las redes sociales, para mayor Gloria de Dios y para que más personas conozcan a San Miguel Arcángel y su protección, desde entonces no hemos dejado de difundirlo. 

Si no sabes rezarlo puedes hacerlo mientras escuchas el ROSARIO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL desde YOUTUBEGLORIA.TV SOUNDCLOUD.

Si prefieres leerla, también puedes descargar la oración en PDF.

No desperdicies las Promesas de San Miguel Arcángel para quienes rezan su rosario o coronilla y acompáñanos este y todos los días 29 de mes en el REZO DEL ROSARIO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL a la hora que tú puedas, recuerda que lo rezamos alrededor del mundo ese día y no hay una hora fija.

Las Promesas del Arcángel San Miguel para quienes rezan su rosario o coronilla.

A los que practican esta devoción en su honor, San Miguel promete grandes bendiciones:

  1. Enviar un ángel de cada coro angelical para acompañar a los devotos a la hora de la Santa Comunión.
  2. A los que recitasen estas nueve salutaciones todos los días, les asegura que disfrutarán de su asistencia continua. Es decir, durante esta vida y también después de la muerte.
  3. Serán acompañados de todos los ángeles y con todos sus seres queridos, parientes y familiares serán librados del Purgatorio.

Esta devoción y promesas fueron dadas por el Arcángel San Miguel a la devota Sierva de Dios Antonia De Astónac. El arcángel le dijo a la religiosa que deseaba ser honrado mediante la recitación de nueve salutaciones, que son nueve oraciones, una para cada coro angelical.

Reza el ROSARIO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL en el lugar donde te encuentres y une espiritualmente tus intenciones a las nuestras, de esta manera rezamos todos unidos y pedimos a San Miguel Arcángel interceda ante Dios por todas nuestras intenciones.

Confía en la protección de nuestro Santo Patrón y de los santos ángeles y ayúdanos con la difusión para que más personas conozcan a nuestro Santo Patrón.

Pidamos al Arcángel San Miguel que interceda por nosotros ante Dios para que nos conceda la Gracia de una verdadera conversión y una buena confesión.

Deseo que Dios les conceda a todos, por la intercesión del Arcángel San Miguel, las Gracias que necesiten y, especialmente, la Gracia de una verdadera conversión y una buena confesión.

 

Que Dios les conceda, a través del Arcángel San Miguel, las Gracias que necesiten.

Karla Rouillon Gallangos

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CADA 29 DE MES, ÚNETE AL REZO DEL ROSARIO DE SAN MIGUEL

 

Si los demonios te tientan y molestan ¡Necesitas quién te defienda!

Reza a diario el Rosario de San Miguel Arcángel y verás como tu fe se incrementa.

Oración a los Santos Ángeles para obtener Devoción a Jesús Sacramentado

ORACIÓN A LOS SANTOS ÁNGELES PARA OBTENER DEVOCIÓN A  JESÚS SACRAMENTADO

Ángeles del cielo, que rodeáis el Santo Tabernáculo del Altísimo, me uno a vosotros en los homenajes y adoraciones que rendís día y noche a Jesús Sacramentado. Quisiera amarle con un amor tan puro, tan verdadero, tan ardiente como el vuestro; pero soy tan ruin y pecador que nada puedo hacer que sea digno de su Divina Majestad. Dignaos suplir mi cortedad, y alcanzadme las gracias que necesito para recoger los frutos de tan santa devoción. Feliz el alma que encuentra sus delicias en vivir junto al Tabernáculo del Señor, y allí conversar con su Amado y pasar las horas en su compañía. ¡Oh Ángeles del cielo! Venid en mi auxilio, inflamad mi alma con el fuego del amor que os abrasa, para que mi corazón sea digno de adorar a Jesús Sacramentado.

Amén.

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Acto de Súplica

ACTO DE SÚPLICA

Te ruego, Jesús mío, que no me dejes, porque me perderé.

Que persevere siempre en tu amor.

Que estés siempre conmigo, sobre todo cuando esté en peligro de pecar, y en la hora de mi muerte.

Que no permitas que jamás me aparte de Ti.

Que sepa padecer con resignación por Ti.

Que no me preocupe sino de amarte.

Que ame también a mis prójimos.

Que ame mucho a los pecadores.

Que ame mucho a los pobres y a los enfermos.

Que ame mucho a las almas del Purgatorio. Que saque muchas almas del Purgatorio con mis obras, que te las ofrezco a este fin.

Que ampares a Tu Iglesia.

Al romano Pontífice, tu Vicario visible en la tierra.

A los Prelados y a los Sacerdotes.

A los Religiosos y Religiosas.

A los que mandan en tu nombre.

A los que gobiernan nuestra nación

A nuestra querida Patria.

A mis amados parientes y allegados.

Que pagues a mis bienhechores

Que favorezcas a los que ruegan por mí.

Que bendigas a los que me miren con indiferencia y no me quieran.

Que trabaje mucho por Ti hasta la muerte.

Que me concedas una muerte santa.

Que diga al morir: ¡Jesús, Jesús, Jesús!

Que me lleves al cielo cuando muera.

Amén.

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Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Comunión Espiritual

COMUNIÓN ESPIRITUAL

Creo Jesús mío, que estáis presente en el Santísimo Sacramento del altar; os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros dentro de mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente venid a lo menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a Vos; no permitáis Señor que jamás que me separe de Vos. Amén.

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Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Confesión General

Confesión General (Sumamente importante leerlo)

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Discípulo. –– Padre, la última cosa. ¿Qué es la confesión general?

Maestro. –– Se llama confesión general a la acusación de todas las culpas cometidas en toda la vida o en parte notable de ella.

Discípulo. –– ¿Es necesaria la confesión general?

Maestro. –– Para muchos puede ser necesaria para otros solamente útil y para algunas nocivas.

Discípulo. –– ¿Cuándo es necesaria?

Maestro. –– Es necesaria cuando las confesiones precedentes fueron sacrílegas o nulas.

Discípulo. –– ¿Y cuándo son sacrílegas y cuándo nulas?

Maestro. –– Las confesiones son sacrílegas cuando, a sabiendas, se callan pecados graves, sabiendo que hay obligación de confesarlos, o bien, cuando falta el dolor o, propósito necesarios; son nulas cuando la falta de dolor o de propósito de no pecar, no la advertía el penitente en el acto de la confesión.

Discípulo. –– ¿Quién, pues, se encuentra en la necesidad de hacer confesión general?

Maestro. –– Encuéntrase en la absoluta necesidad de hacer una confesión general, aquellos que, sea por malicia, sea por vergüenza, callaron o negaron algún pecado mortal en las confesiones pasadas, o bien, alguna circunstancia que cambiase la especie del pecado o no se acusaron con precisión del número de los pecados mortales, de que tenían conciencia, o también declararon los pecados al confesor en forma tal, que no entendiese, o bien, si le engañaron con mentiras graves al responder a sus preguntas.

Discípulo. –– Tenga la bondad de explicarme con ejemplos todas estas cosas.

Maestro. –– Supongamos que un pobrecito pecador desde la primera vez que se confesó, calló ciertos pecados por vergüenza de confesarlos; aun cuando hubiera declarado bien todos los demás, sin embargo, por no haber corregido la primera confesión mal hecha, ninguna de las confesiones fue buena, y por lo mismo se encuentra en la absoluta necesidad de subsanarlas todas, con una confesión general en la que, además debe acusarse de los sacrilegios cometidos.

Supongamos otro que desgraciadamente, habiendo cometido en otros tiempos ciertos pecados de obra, al acusarse de ellos siempre hubiera dicho que tuvo malos pensamientos; también éste se confesó mal y tiene necesidad de confesarse generalmente.

Supongamos todavía otro que tuvo la desgracia de cometer pecados, pero con otra persona; si al confesarlos calló esta circunstancia y lo hizo a caso hecho, cómo la condición particular de haber pecado con aquella persona debía haberla manifestado y culpablemente la calló, se confesó mal y dabe confesarse también generalmente.

Supongamos, por último, que otro tuviese la costumbre de cometer cuatro o cinco pecados graves cada semana o cada mes y que al confesarse, en vez de cuatro o cinco pecados declaro sólo dos o tres, o bien tres o cuatro, sabiendo con seguridad que mentía, éste si confesaba, Confesaba mal, y se halla en el caso de los anteriores, es decir, que debe hacer confesión general.

Discípulo. –– ¡Por Dios!

Maestro. –– Aún más. La confesión general es, en segundo lugar de absoluta necesidad para quien siempre se ha confesado sin dolor y propósito de no cometer más pecados, según se ha dicho anteriormente, o también para quien no ha cumplido fielmente las obligaciones impuestas por el confesor, como por ejemplo de abandonar la ocasión próxima y voluntaria de los pecados o destruir algún libro prohibido o entregarlo a quien tenga licencia para leerlo o retenerlo, de romper con ciertas relaciones, y así de otros casos semejantes. Todos éstos habiendo faltado a las cualidades sustanciales de la confesión, deben por lo mismo poner en orden y tranquilidad su conciencia mediante una buena confesión general.

Discípulo. –– Padre, ¿estos tales son pocos o son muchos?

Maestro. –– ¡Plugue a Dios que sea pocos los que se encuentran en estas circunstancias! Mas la experiencia diaria demuestra que el número de ellos es, mucho mayor de lo que se cree, aun entre personas aparentemente buenas.

En la vida de Santa Inés de Monte Pulciano se lee, que un señor rico, estimado por todos como buen cristiano, siendo como era muy devoto de aquella santa y de su monasterio, la socorría con muchas y generosas limosnas; y la santa, en cambio, rogaba mucho por su bienhechor.

Cierto día, estando la santa en oración, fue arrebatada en éxtasis, durante el cual vio en medio del infierno un palacio todo de fuego, y oyó una voz que le dijo: “Inés, este palacio es de tu bienhechor, y cuanto antes vendrá a habitarlo”. Vuelta en sí Inés muy asombrada mandó llamar a aquel señor que viniese a verla. Vino, en efecto, contóle la santa la espantosa visión que había tenido. Aquel señor tembló, palideció y como desvanecido, declaró sinceramente que hacía como treinta años que se confesaba mal, a causa de haber permanecido siempre voluntariamente en ocasión próxima de pecado. Entonces la santa lo animó a hacer una buena confesión general. Obedeció aquel señor y he aquí, que Inés, tuvo luego otra visión en la que vio aquel palacio en el Paraíso, y oyó la misma voz que le decía: “bien pronto vendrá tu bienhechor a habitarlo”.

Ahora bien, todo aquel que, a causa de sus malas confesiones, tema tener preparado su palacio o su casa en el infierno, ya sabe lo que debe hacer para librarse: confesarse bien.

Discípulo. –– Padre, cuando uno se dejó algunos pecados en las confesiones pasadas por ignorancia o por olvido y después lleva a conocerlos o a recordarlos, ¿está obligado a repetir las confesiones pasadas o confesarse generalmente?

Maestro. –– No, cuando los pecados se dejaron por ignorancia o por olvido, entonces sólo hay Obligación de reparar aquellas omisiones parciales. Para que haya obligación de la confesión general, es preciso que se trate de haber recibido mal el sacramento a sabiendas y queriendo cometer sacrilegio.

Discípulo. ––Y cuando dudamos de si tenemos obligación o no, de hacer confesión general, ¿cómo debemos comportarnos?

Maestro. –– En este caso expónganse al confesor las dudas que se tengan, y sígase su resolución.

Discípulo. –– Gracias, Padre; y ahora dígame: ¿para quiénes será útil la confesión general?

Maestro. –– Es útil a quien duda acerca del valor de las confesiones pasadas, y tiene necesidad de poner en paz su conciencia.

Es útil a todos aquellos que nunca la han hecho, pues suele producir en sus corazones mayor contrición de los pecados y consolidar la firmeza y la eficacia del propósito de no volver a cometer más.

Es también muy útil a aquellos que se encuentran en un punto decisivo de su vida o deben escoger o abrazar un estado del cual depende su porvenir espiritual. Estos podrán así recibir del confesor, que hace las veces de Dios, mayor luz y mejor consejo y conseguir mayor seguridad en su elección.

Discípulo. –– ¿Por ejemplo, los esposos, al aproximarse las bodas?

Maestro. –– Así es. También a éstos les es muy útil la confesión general, ya para disponerse mejor para recibir el sacramento que los ha de unir hasta la muerte de uno de ellos, ya para obtener aquella luz y consejo indispensable para gobernarse debidamente en tal estado. El matrimonio es un sacramento grande¡ay de quien lo recibe indignamente! Dios no bendecirá nunca un matrimonio en el que interviene el pecado.

Discípulo. –– ¿Cuándo, Padre, puede intervenir el pecado en el matrimonio?

Maestro. ––  Cuando se prolonga mucho el noviazgo.

Cuando se permiten los novios ciertas libertades en sus conversaciones y en sus tratos.

Cuando, estando en pecado los novios, o no se confiesan, o, lo que es peor, se confiesan mal, para casarse.

Discípulo. –– ¿Es, pues, necesario en tal confesión manifestar que se va a contraer matrimonio, y pedir consejo al confesor en tales circunstancias?

Maestro. –– Sin duda. No manifestándolo, ¿cómo puede el confesor ilustrarles en lo concerniente al nuevo estado que pretenden abrazar?

Discípulo. –– Padre ¿cuál es el tiempo más propicio para hacer una confesión general?

Maestro. –– Si se trata solamente de pura utilidad o devoción, el tiempo más indicado es el de los Ejercicios Espirituales, y mejor al fin de los mismos; más si se trata de ponerse en gracia de Dios, debe hacerse cuanto antes se pueda.

Quien piensa disponer de tiempo (para su conversión), no se demore, dice el proverbio.

Discípulo. –– ¿Y se deben escribir los pecados para mejor recordarlos?

Maestro. –– Generalmente no. El que tuviere necesidad de recurrir a la escritura, hágalo con la debida cautela, y apenas terminada la confesión, destruya aquel escrito, de modo que nadie pueda ya leerlo, ni siquiera el mismo penitente.

Entre los muchos episodios chistosos que se leen en la vida de San Juan Bosco, se encuentra el siguiente: Un buen muchacho, deseoso de hacer con la mayor precisión posible su confesión general, había escrito sus pecados, llenando con ellos un cuadernillo. Más sin saber cómo, perdió el pequeño volumen de sus infaustas gestas. Mete una y más veces sus mayos en los bolsillos, busca y vuelve a buscar por todas partes. El manuscrito no aparece. Entonces el pobre muchacho se desconsuela, siente oprimírsele el corazón y rompe a llorar. Por buena suerte, el cuadernito se lo había encontrado Don Bosco. Cuando los compañeros del muchacho lo llevaron llorando ante el Santo, sin haberle podido arrancar la causa de su llanto,Don Bosco le preguntó:

— ¿Qué te pasa, Jaimito? ¿Estás enfermo? ¿Tienes algún disgusto? ¿Te han pegado?

El buen muchacho enjugándose un poco las lágrimas y animándose un poco, le responde, ¡He perdido los pecados! A estas palabras los compañeros prorrumpieron en regocijadas risas, y Don Bosco, que en seguida lo había comprendido todo, le dice discretamente:

—Feliz de ti si has perdido los pecados, y mucho más feliz, si ya no los vuelves a encontrar, porque sin pecados, irás ciertamente al cielo.

Mas Jaimito pensando que no había sido comprendido, se explicó diciendo:

— ¡He perdido el cuaderno en que los tenía escritos!

Entonces, D. Bosco, sacando del bolsillo el gran secreto, le dice:

—Está tranquilo, querido, que tus pecados han caído en buenas manos; ¡élos aquí!

Al verlos el pobrecito se sosegó y sonriendo añadió:

—Si hubiese sabido que era Ud. quien los había encontrado, en vez de llorar me hubiera echado a reír. Esta noche al irme a confesar lo hubiera dicho: Padre, me acuso de todos los pecados que usted se ha encontrado y que tiene en el bolsillo.

Discípulo. –– Muy chistoso, en verdad, es el caso, y como todos los episodios y escenas de este gran educador y humildísimo santo, lleno de dulzura. Y finalmente, Padre, ¿para quiénes podría ser nociva la confesión general?

Maestro. –– Puede ser nociva especialmente para las personas escrupulosas o llenas de ansiedades y de vanos temores: para aquellos que, habiéndola hecho varias veces, no se aquietan nunca y quisieran cada momento decir, desde el principio, lo que tienen dicho ya cien veces. A todos éstos, la confesión general les servirá sólo para suscitarles un avispero de mayores ansiedades y escrúpulos. Estos deben obedecer al confesor, y cuando él les asegura que pueden estar tranquilos… que él responde ante Dios del estado de su alma, ¿por qué dudar? El confesor ve y juzga mejor que ellos. Deben, pues, quedar bien persuadidos de que obedeciendo al confesor, obedecen a Dios mismo.

Discípulo. –– Entonces, pues, cuando el confesor no permite la confesión general,¿debe ser obedecido?

Maestro. –– Sin duda, cuando el confesor no permite la confesión general está en uso de sus plenos derechos y el penitente tiene el deber de obedecer. Solamente a este precio se consigue poco a poco llegar a gozar de aquella tranquilidad tan suspirada. Querer encontrar la paz por otros caminos, es como pedir peras al olmo.

Ya vez, en resumen, de cuánta importancia es la confesión general. Después de esto no hay por qué maravillarnos que haya sido tan recomendada de los santos, como de un San Ignacio, de un San Carlos Borromeo, de un San Francisco de Sales, de un San Buenaventura, de un Santo Tomás de Aquino, que son los más célebres por su práctica espiritual y por su doctrina.

Animo, pues. Ninguno se deje engañar del demonio; y teniendo necesidad, dispóngase a hacer una confesión general. Anímenos el pensamiento de que, por su remedio, podemos en cierto modo reconquistar la inocencia bautismal.

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En la vida de los santos monjes del desierto se lee que un joven, gran pecador, se presentó al monasterio con el fin de hacerse religioso, al cual el Superior le mandó que hiciera confesión general el domingo siguiente en la iglesia del monasterio. El joven con este intento se preparó y escribió todos sus pecados para mejor recordarlos y confesarlos. Ahora bien, mientras se confesaba leyendo sus culpas, un monje de los más ancianos y virtuosos vio al mismo tiempo un ángel que iba tachándolos del catálogo que tenía en la mano el joven, hasta dejarlo por fin completamente blanco; como significando la blancura inmaculada con que había quedado adornada el alma de aquel joven.

Un hecho semejante lo refiere Cesáreo, Obispo de Arles. Era cierto estudiante de París, el cual, habiendo sido gran pecador, pero queriéndose convertir de veras y a toda costa, fue a hacer confesión general con un buen confesor de la Orden Cisterciense. Más no pudiendo declarar sus pecados, por la abundancia de lágrimas y suspiros, el confesor le exhortó a que los escribiese en un papel, lo que el joven hizo de muy buena gana. Púsose luego el confesor a leerlos y encontró allí casos tan enormes, y complicados que no se atrevió a resolverlos por sí mismo, por lo que pidió y obtuvo del penitente la licencia necesaria para consultar acerca de ellos con el Superior. Mas cuando el Abad tomó aquel papel para leerlo, al punto exclamó: “Pero, ¿qué cosa he de leer si no hay nada escrito?” —En efecto, Dios milagrosamente había borrado del papel todos los pecados de aquel joven, así como los había también borrado de su alma.

Más, ¿a qué ir aduciendo ejemplos de los santos, cuando el mismo Jesucristo nos declara que la confesión general nos devuelve verdaderamente la inocencia bautismal? En confirmación de esto, además del hecho de Santa Margarita de Cortona, referido antes al tratar de los admirables efectos de la confesión, tenemos el de Santa Margarita María Alacoque.

Estaba la Santa practicando los Santos Ejercicios Espirituales, cuando se le apareció Jesucristo, y le dijo: ––“Margarita, deseo que renueves la confesión general de los pecados de toda tu vida, y yo te regalaré un cándido vestido”.

Margarita, para complacer a Jesús, puso mano a la obra, y después de un diligente examen, verificó su confesión general. Inmediatamente después se le apareció de nuevo Jesús, quien llevando en sus manos un blanquísimo vestido se lo vistió diciéndole: “Este es, Margarita, el vestido que te había prometido”. Aquella cándida vestidura era la imagen de la inocencia bautismal.

¡Oh, mil veces bendita sea la confesión general, que produce en nuestras almas, tan maravillosos efectos, que la purifica más y más y la deja de nuevo tan bella como si entonces acabara de salir de la pila del Santo Bautismo!

Discípulo. –– Gracias, Padre, lo he entendido todo muy bien, y le agradezco cordialmente su doctrina; la estamparé en mi corazón.

CONFESAOS BIEN

Pbro. Luis José Chiavarino

Fuente: SAN MIGUEL ARCÁNGEL BLOGSPOT

 

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Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Acto de Fe y Adoración

ACTO DE FE Y ADORACIÓN

Creo, oh Jesús, con mi más viva fe, que estás realmente presente, aquí, delante mío, bajo las especies Eucarísticas; Tú, el Verbo eterno del Padre, engendrado desde todos los siglos y encarnado luego en las entrañas de la Virgen Madre, Jesucristo Redentor y Rey. Creo, realmente, que estás presente en la verdad inefable de Tu Divinidad y de Tu Humanidad.

Jesús, eres el mismo de Belén, el divino Niño que aceptara por mí, el aniquilamiento, la pobreza y la persecución. Eres el Jesús de Nazaret, que por mi amor abrazó el ocultamiento, las fatigas y la obediencia. Eres el Divino Maestro, aquel que vino para enseñarme las dulces verdades de la fe, a traer el gran mandamiento del amor: Tu mandamiento. Eres el Salvador Misericordioso, el que te inclinas sobre todas mis miserias con infinita comprensión y conmovedora bondad, pronto siempre a perdonar, a curar, a renovar. Eres la Víctima Santa, inmolada para gloria del Padre y bien de todas las almas. Eres el Jesús que por mí sudó sangre en el Huerto de Getsemaní; quien por mí sufrió la condenación de tribunales humanos, la dolorosísima flagelación, la cruel y humillante coronación de espinas, el martirio cruel de la crucifixión. Eres quien quiso agonizar y morir por mí. Tú eres Jesús Resucitado, el vencedor de la muerte, del pecado y del infierno. Quien está deseoso de comunicarme los tesoros de la vida divina que posees en toda su plenitud.

Jesús mío, Te encuentras aquí, presente en la Hostia Consagrada, Santa, con un Corazón desbordante de ternura, un Corazón que ama infinitamente. En Tu Corazón, Jesús, encuentro el Amor Infinito, la Caridad divina: Dios, principio de vida, existente y vivificante. ¡Qué dulce me es, Dios mío, Trinidad Santísima, adorarte en este Sagrario en el que ahora estás!

Por ello me uno a los Ángeles y Santos quienes, invisibles pero presentes y vigilantes junto a Tu Sagrario, Te adoran incesantemente. Me uno, sobre todo, a Tu Santísima Madre y a los sentimientos de profunda adoración y de intenso amor que brotaron de Su alma desde el primer instante de Tu Encarnación y cuando te llevaba en Su seno inmaculado.

Y mientras Te adoro en este Sagrario, lo hago en todos los del mundo y, especialmente, en aquellos en los cuales estás más abandonado y olvidado. Te adoro en cada Hostia Consagrada que existe entre el Cielo y la tierra.

Te adoro, Dios Padre, porque por medio de Cristo has descendido hasta mi humanidad y porque, por Su Corazón adorable, Te has unido tan estrechamente al hombre, a mí, pobre criatura ingrata. Te adoro en este templo, santificado por la presencia siempre actual de Tu Ser divino; me postro hasta la nada, en adoración delante de Tu Majestad Soberana pero, al mismo tiempo, el amor me eleva hasta Ti.

Te adoro, Dios Padre, y te amo; el amor y la adoración están totalmente confundidos y mezclados en mi alma, tanto que no sabría decir si más adoro que amo o si más amo que adoro… Te adoro porque encuentro en Ti todo poder y toda santidad, justicia y sabiduría; porque Tú eres mi Creador y mi Dios. Te amo porque encuentro en Ti toda belleza, toda bondad, toda ternura y toda misericordia. Te amo porque me has hecho el regalo de un tesoro invalorable.

Jesús es mi tesoro, es mío y a cada instante puedo sacar de Él gracias a manos llenas, pues lo encuentro siempre abundante. De Él tomo cuanto necesito para pagar mis deudas, para remediar mis necesidades, encontrar delicia, ganarme una corona. ¡Qué don inefable es este Jesús con Su Corazón desbordante de ternuras! Un tesoro que jamás se agota: mientras más saco, él más aumenta.

Oh, Dios Padre, tanto has amado a tus criaturas que les diste a Tu único Hijo y, para que la Majestad de Tu Verbo no nos infundiese temor y nuestras almas se pudieran dirigir a Él con confianza, lo revestiste de una carne semejante a la nuestra. Lo has embellecido con las gracias más atrayentes y, sobre todo, le has dado un Corazón infinitamente perfecto; tanto que debía ser la morada de Tus delicias, porque Tu divina plenitud vive en El y la más humilde de las criaturas tiene allí su lugar de privilegio.

Ese adorado Corazón, inmenso como Tú, Dios mío, porque te contiene, es también mi morada, pues me ama. En Él me encuentro con Tu divinidad y, al verme en este Sagrado asilo, Tu justa ira se aplaca y Tu justicia se desarma.

Te adoro, Dios Padre, por Jesús y en Jesús. Adoro a Jesús, Tu Hijo, quien por Su Humanidad es mi hermano y por Su Divinidad es mi Dios. Te amo por Jesús y con Jesús. Te amo por el Corazón de Jesús, que el amor hizo mío. Te amo en Jesús. Por Él Te llega mi amor, por Él puedo alcanzarte y abrazarte.

R/: Dios mío, reconozco que Tú eres la Bondad Infinita y creo en Tu amor por mí.

  • En el misterio sublime de la Unidad de Tu Naturaleza y de la Trinidad de Tus Personas,R/.
  • En la armonía de Tus perfecciones innumerables, R/.
  • En la riqueza inagotable con que haces los seres de la nada, R/.
  • En la pacífica posesión de Tu eterna Bienaventuranza, R/.
  • En la sabiduría infinita con que gobiernas todas las cosas, R/.
  • En la bondad inefable con que elevas al hombre a la dignidad de hijo Tuyo, R/.
  • En la Misericordia infinita con que toleras y conservas al pecador, R/.
  • En el misterioso decreto que estableció la Redención, R/.
  • En el infinito abajamiento de Tu Encarnación, R/.
  • En las humillaciones, en los ocultamientos, en los trabajos de Tu vida terrena, R/.
  • En los oprobios de Tu Pasión y muerte, R/.
  • En la gloria de Tu Resurrección, de Tu Ascensión y de Tu triunfo en los Cielos, R/.
  • En Tu divino Corazón, abierto por la lanza en el Calvario, R/.
  • En Tu divino Corazón revelado a Tus Santos en el transcurso de los siglos, R/.
  • En Tu divino Corazón que late de amor por nosotros en Tu pecho adorable y presente en nuestros Sagrarios, R/.
  • En Tu divino Corazón, desbordante de misericordia para los pobres pecadores, especialmente en el Sacramento de la Penitencia, R/.
  • En Tu Sacerdocio, que a través de los siglos continúa Tu obra de Misericordia y de salvación, R/.
  • En Tu Vicario, que te representa visiblemente en la tierra, R/.
  • En la Iglesia, que conserva y dispensa a las almas los tesoros de Tu divina gracia, R/.
  • En su magisterio infalible, en su sabio gobierno, en su inefable poder de santificación,R/.
  • En María Santísima, Tu Madre, enriquecida con tantos privilegios y constituida también Madre, Corredentora y Abogada nuestra, R/.
  • En la exhuberante fecundidad con que produces Santos, R/.
  • En la conmovedora generosidad con que dispensas tus dones, R/.
  • En el misterioso trabajo de la gracia en la intimidad de las almas, R/.
  • En el don purificador de tu Cruz, R/.
  • En la maravillosa providencia con que sigues a cada criatura en el curso de su vida, R/.
  • En Tu gloria infinita, que comunicas a Tus elegidos haciéndolos eternamente felices en el Cielo, R/.

adoracion eucaristica krouillong comunion en la mano

Señor: La Iglesia, en la recitación del Gloria de la Santa Misa, me invita a darte gracias por Tu gran gloria, me invita a agradecerte, glorificarte y alabarte por lo que Tú eres, Dios mío. Por este motivo, me es grato repetirte: Te doy gracias, porque eres el Amor Infinito.

Después de haberme postrado para adorarte en el Sagrado Corazón de Jesús, quiero agradecerte. Te agradezco, mi Dios, porque Tú eres el Amor y te agradezco por los dones de Tu amor. Y ya que los dones más preciados, los de la vida sobrenatural, nos los diste por Jesús, es también por Él, con Él y en Él que quiero elevar hasta Ti el himno de reconocimiento.

En unión con Jesús te agradezco, Dios Padre, por todas las gracias personales que me has concedido. Tú me diste la vida, sacándome de la nada y me la conservaste día a día hasta este momento. Pero Tú me has dado otra vida más valiosa, la de la gracia, que me hace partícipe de Tu misma vida divina y, después de la primera gracia con la que me santificaste en el día del bautismo, ¡cuántas gracias me han sido concedidas, que conservaron, aumentaron y, tal vez, reconquistaron la vida sobrenatural!

Pienso en los dones de tu amor de los que tanto he gozado:

  • En la Iglesia, que me has dado para que sea mi maestra y guía hacia la eternidad.
  • En los Sacerdotes, que me han otorgado los dones de Tu amor.
  • En los perdones continuadamente renovados.
  • En la Eucaristía, que ha sido para mí, alimento, sostén y consuelo.
  • En la Virgen, que es mi buena Madre, mi consoladora, mi ayuda, mi especial protectora en cada instante de mi vida.
  • En el Paraíso, que me has preparado y que con Tu gracia espero alcanzar.

Contemplo mi vida sembrada de alegrías y dolores y comprendo que todo en ella ha sido amor. Todo, oh mi Dios, porque de Tu Corazón amante no puede salir nada que no sea gracia y amor.
Por todo ésto:

R/: Te doy gracias, Dios mío.

  • Por las alegrías que me has permitido gozar, así como por los dolores y las pruebas con que has sembrado mi camino, R/.
  • Por las gracias conocidas y por las desconocidas, R/.
  • Por los favores del pasado y los del futuro, R/.
  • Por todo lo que has hecho en mí y por mí, y por todo lo que todavía querrás hacer en el futuro, R/.
  • Sobre todo, por haberme llamado al conocimiento de Tu Amor y a consagrarme a Él, R/.
  • Por la luz y la alegría Tuyas, que estoy tan lejos de merecer, R/.
  • Por la luz y la alegría que el conocimiento de Tu Amor trajo a mi vida, R/.
  • Por la posesión de Tu amor que Te hace mío y a mí me hace Tuyo, R/.

Pero no quiero y no puedo darte gracias sólo por mí. Te doy gracias también por todos los dones que Tu Amor ha derramado en la Iglesia. Por los beneficios otorgados a los Ángeles y a los Santos, alabanzas perennes de Tu Amor. Y sobre todo, por los beneficios innumerables que has hecho a María Santísima, nuestra dulce Madre. Te doy gracias por haberla hecho tan grande, tan santa, tan hermosa. Te doy gracias por los privilegios que le concediste, por el trono de gloria sobre el cual la colocaste, por la misión que le confiaste. Te doy gracias por haber hecho de esta criatura predilecta, una madre en la que puedo y debo colocar todas mis esperanzas.

Para que mi reconocimiento sea más eficaz me permito, oh Señor, vivificarlo con el amor. Por eso Te digo y Te repito: que Te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas.

R/: Te amo, Dios mío.

  • A Ti, que eres el amor infinito, R/.
  • A Ti, que me has salvado por Tu amor, R/.
  • A Tí, que me ordenas amarte, R/.
  • Con todo mi corazón, R/.
  • Con toda mi alma, R/.
  • Con todo mi espíritu, R/.
  • Con todas mis fuerzas, R/.
  • Por encima de todos los bienes y honores, R/.
  • Por encima de todos los placeres y las alegrías, R/.
  • Más que a mí mismo y que a todo cuanto me pertenece, R/.
  • Más que a mis padres y que a mis amigos, R/.
  • Más que a todos los hombres y ángeles, R/.
  • Por encima de todas las cosas creadas en el cielo y en la tierra, R/.
  • Solamente por Ti mismo, R/.
  • Porque Tú eres el Sumo Bien, R/.
  • Porque Tú eres infinitamente digno de ser amado, R/.
  • Porque Tú eres infinitamente perfecto, R/.
  • Aunque no me hubieras prometido el Paraíso, R/.
  • Aunque no me amenazaras con el infierno, R/.
  • Aunque me probases con la miseria y la desventura, R/.
  • En la abundancia y en la pobreza, R/.
  • En la prosperidad y en el infortunio, R/.
  • En los honores y en los desprecios, R/.
  • En las alegrías y en los dolores, R/.
  • En la salud y en la enfermedad, R/.
  • En la vida y en la muerte, R/.
  • En el tiempo y en la eternidad, R/.
  • En unión al amor con que todos los Santos y Angeles Te aman en el Cielo, R/.
  • En unión al amor con que Te ama la Bienaventurada Virgen María, R/.
  • En unión al amor infinito con que nos amas eternamente, R/.

sagrada eucaristia krouillong comunion en la mano

Oh, Dios mío, que posees en una abundancia incomprensible todo cuanto puede haber de perfecto y digno de amor, extingue en mí todo amor culpable, sensual y desordenado hacia las criaturas, y enciende en mi corazón el fuego purísimo de Tu amor, a fin de que ame sólo a Ti, por Ti, hasta el punto que, consumido en Tu santísimo amor, pueda yo ir a amarte eternamente en el Cielo, con los elegidos. Amén.

Señor, ahora quiero hacer ante Ti reparación. Oh, Jesús, Víctima divina de nuestros altares, grande y único Reparador, yo también me uno a Ti para cumplir, contigo y por medio Tuyo, el oficio de pequeña alma reparadora.

Y me dirijo también a ti, oh Madre mía, para que así como en el Calvario ofreciste al Padre a Tu Jesús, que se inmolaba por su gloria y por la salvación de las almas, así renueves en este momento el místico ofrecimiento en mi lugar.

En el cáliz de Tu Corazón Inmaculado ofrece, oh Virgen dulce, los dolores de Jesús junto a los Tuyos, para invocar la Divina Misericordia sobre mí y sobre el mundo entero. Después de haberte dado gracias por Tus dones sin fin, ¿cómo puedo no confundirme a la vista de mis culpas y de mis infidelidades? ¡Con cuánta ingratitud y frialdad he respondido a tus beneficios!
Postrado ante Ti, que tanto me has amado, lleno de confusión y de arrepentimiento, invoco Tu perdón y Tu Misericordia.

R/: Oh, Jesús, ¡ten piedad de mí!

  • Por el mal uso que hice de los dones naturales recibidos: mi vida, mis energías, mi tiempo, mis sentidos, mi inteligencia, mi lengua, R/.
  • Por las desobediencias, pequeñas y grandes a Tu ley, R/.
  • Por los deberes descuidados o mal cumplidos, R/.
  • Por el bien que pude hacer y no hice, R/.
  • Porque dejé triunfar muchas veces en mí las malas inclinaciones del orgullo, de la vanidad y del egoísmo, R/.
  • Porque no practiqué el mandamiento de caridad, como Tú lo ordenaste, R/.
  • Porque dejé estériles en mí tantas gracias, R/.
  • Por la tibieza con que practiqué mi vida de piedad, R/.
  • Por la indiferencia y frialdad con que respondí a los dones de Tu amor, R/.
  • Por haber preferido muchas veces a las criaturas y las satisfacciones humanas, en lugar de Ti y de tus consolaciones, R/.
  • Por la poca fidelidad y generosidad con que he vivido mi consagración, R/.
  • Por la falta de fe y abandono en tu amor, R/.
  • Por la falta de dedicación a las almas y a la Iglesia, R/.
  • Por mis rebeliones y mi poco amor a Tu Voluntad y a Tu cruz, R/.

Me confundo en Tu presencia, oh mi Dios. Me arrodillo a Tus pies.
Me postro junto a Ti, oh Jesús, Hostia Divina, Redentor y Salvador mío, como un día la Magdalena. Y si bien es cierto que soy indigno de Tu amor, estoy seguro que tendrás para mí, la misma ternura misericordiosa.

Amén,

LO QUE DEBES SABER:

La comunión en la mano se regula por una excepción dada por la diócesis, según el juicio del obispo respectivo. La comunión en la boca siempre ha sido y sigue siendo ley de la Iglesia y por tanto no debe ser considerada desechada por los católicos como forma válida de recibir la comunión.

La Santa Iglesia -en su sabiduría- ha dejado indicado en la excepción que regula la comunión en la mano que es “solo para el fiel que lo desea”, lo que significa que nadie, ni sacerdote, ni párroco, nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano.

La obediencia se debe siempre y cuando lo que se mande no sea pecado.

Si cedes a las presiones, estiras las manos y recibes la comunión en la mano es porque tú lo quieres así y, por tanto, tu responsabilidad, tu pecado, tus consecuencias.

Cuando veas al sacerdote negarte la comunión en la boca y querer que la recibas en la mano pregúntate si por ese sacerdote vale la pena ofender a Dios y cometer sacrilegio.

Toma la decisión correcta, no vaya a ser que estés siendo probado por Dios. Recuerda que todo te es lícito, pero no todo te edifica.

La comunión en la mano es el trabajo sacrílego perfecto de Satanás. Los católicos hoy en día blasfeman contra la Sagrada Eucaristía cuando dicen y consienten la idea de que “les da asco que les contagien una enfermedad con la saliva de otro fiel por comulgar en la boca” y luego cometen sacrilegio contra la Sagrada Eucaristía al recibirla en las manos, y con estos pecados se comen su propia condenación.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Y recuerda que si en tu parroquia no cambian las cosas, siempre puedes cambiar tú de parroquia.

Que Dios bendiga a todos los que luchan contra la sacrílega comunión en la mano.

Karla Rouillon Gallangos

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

 

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Oración para Antes de la Comunión

ORACIÓN PARA ANTES DE LA COMUNIÓN

Señor, concédenos poder participar con verdadero amor, atención y piedad de esta Eucaristía que te ofrecemos, primero, para adorarte y agradecerte todos los beneficios que nos has hecho; segundo, para pedirte perdón de nuestros pecados y los de todos los hombres; tercero, para suplicarte las gracias que nos son necesarias para nuestra vida y para este día en concreto.

Te suplico que nos ayudes a prepararnos para recibirte dignamente y te ofrezco la Sagrada Comunión que voy a recibir por tus Santas intenciones, el alivio de las Benditas Almas del Purgatorio y la salvación de las almas.

Concédenos, Señor, asistir a esta Santa Misa con los mismos sentimientos de amor y piedad de tu Madre al pie de la Cruz. Con el espíritu y fervor con que la vivieron los santos.

Amén.

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LO QUE DEBES SABER:

La comunión en la mano se regula por una excepción dada por la diócesis, según el juicio del obispo respectivo. La comunión en la boca siempre ha sido y sigue siendo ley de la Iglesia y por tanto no debe ser considerada desechada por los católicos como forma válida de recibir la comunión.

La Santa Iglesia -en su sabiduría- ha dejado indicado en la excepción que regula la comunión en la mano que es “solo para el fiel que lo desea”, lo que significa que nadie, ni sacerdote, ni párroco, nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano.

La obediencia se debe siempre y cuando lo que se mande no sea pecado.

Si cedes a las presiones, estiras las manos y recibes la comunión en la mano es porque tú lo quieres así y, por tanto, tu responsabilidad, tu pecado, tus consecuencias.

Cuando veas al sacerdote negarte la comunión en la boca y querer que la recibas en la mano pregúntate si por ese sacerdote vale la pena ofender a Dios y cometer sacrilegio.

Toma la decisión correcta, no vaya a ser que estés siendo probado por Dios. Recuerda que todo te es lícito, pero no todo te edifica.

La comunión en la mano es el trabajo sacrílego perfecto de Satanás. Los católicos hoy en día blasfeman contra la Sagrada Eucaristía cuando dicen y consienten la idea de que “les da asco que les contagien una enfermedad con la saliva de otro fiel por comulgar en la boca” y luego cometen sacrilegio contra la Sagrada Eucaristía al recibirla en las manos, y con estos pecados se comen su propia condenación.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Y recuerda que si en tu parroquia no cambian las cosas, siempre puedes cambiar tú de parroquia.

Que Dios bendiga a todos los que luchan contra la sacrílega comunión en la mano.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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Devoción de los Cien Réquiem en sufragio de las Benditas Almas del Purgatorio

Devoción de los Cien Réquiem en sufragio de las Benditas Almas del Purgatorio

Esta piadosa devoción carmelita es antigua y muy efectiva para ayudar a las Benditas Almas del Purgatorio. Es una oración sencilla que fácilmente puede hacerse a diario en beneficio de las Benditas Almas del Purgatorio.

Deben saber que el ofrecimiento desinteresado que uno hace por las Benditas Almas del Purgatorio es tan valioso para Dios que, aún pidiendo solo por aquellos que no conoces, Dios le concede Sus Gracias también a tus familiares, amigos y conocidos. Por ello, les recomiendo pedir por todas las Benditas Almas del Purgatorio y no solo por sus familiares, pidan por todas en general, que Dios sabe a qué alma darle Sus Gracias dado que hay muchas almas por las que nadie reza, ya sea porque sus familiares no creen en Dios o porque -como muchos hoy en día- creen que después de muerto uno llega automáticamente al Cielo por la infinita misericordia de Dios, y pues, en el Cielo ya no necesita ni oraciones ni Santa Misa; finalmente Dios dará Sus Gracias a las almas más necesitadas y a aquellas que a ustedes más le interesan, pero necesita de nosotros para poder concederlas puesto que las Benditas Almas del Purgatorio no pueden rezar por ellas mismas, pueden pedir a Dios por ti, por sus familiares, pero no por ellas mismas.

Al no tener su oración eficacia sobre ellas mismas, no pueden salir del Purgatorio, es por ello, que nos corresponde a nosotros los vivos rezar por ellas. Con ayuda de sus oraciones, la Santa Misa y los sufrimientos que ofrezcan por ellas les serán de mucha utilidad para purgar más rápido sus faltas y alcanzar pronto la Luz Perpetua. En esto se basa la comunión de los santos, en que todos los santos del Cielo, las almas del Purgatorio y de fieles que aún peregrinamos en la Tierra, nos encontramos unidos en común unión con Jesucristo. Los santos del Cielo interceden por los vivos en la Tierra; los fieles en la Tierra ofrecen sus oraciones, la Santa Misa y sus penitencias y sufrimientos por los difuntos que se encuentran en el Purgatorio y se encomiendan a la intercesión de los Santos; los difuntos en el Purgatorio también interceden y ofrecen sus oraciones en favor nuestro.

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No existe comparación entre este sufrimiento y las penas del infierno. El purgatorio es temporal y por eso lleva consigo la esperanza de ver a Dios.

Las Benditas Almas deben permanecer el tiempo indicado por Dios en el Purgatorio hasta que hayan purgado todo aquello que les impide estar en presencia de Dios. Esta decisión divina es resultado del juicio personal de cada alma. Para algunos son días, semanas, meses, años o hasta el final de los tiempos, pero debido al sufrimiento que ahí se padece a causa del conocimiento de Dios pero no poder verlo ni estar en Su presencia todavía, es que un minuto en el Purgatorio parece una eternidad.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña la doctrina acerca de la existencia del Purgatorio.

1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación,sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.

1031 La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820: 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquél que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro(San Gregorio Magno, dial. 4, 39).

1032 Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: “Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado” (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos: Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su Padre (cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo, hom. in 1 Cor 41, 5).

1472. “Para entender esta doctrina y esta práctica de la Iglesia es preciso recordar que el  pecado tiene una doble consecuencia. El pecado grave nos priva de la comunión con Dios  y por ello nos hace incapaces de la vida eterna, cuya privación se llama la “pena eterna”  del pecado. Por otra parte, todo pecado, incluso venial, entraña apego desordenado a las  criaturas que tienen necesidad de purificación, sea aquí abajo, sea después de la muerte, en  el estado que se llama Purgatorio. Esta purificación libera de lo que se llama la “pena  temporal” del pecado. Estas dos penas no deben ser concebidas como una especie de  venganza, infligida por Dios desde el exterior, sino como algo que brota de la naturaleza  misma del pecado. Una conversión que procede de una ferviente caridad puede llegar a la  total purificación del pecador, de modo que no subsistiría ninguna pena”.

No existe ningún Santo que hoy esté en los altares de la Iglesia que no haya ofrecido sus oraciones, sufrimientos o la Santa Misa para aliviar el sufrimiento de las Benditas Almas del Purgatorio.

San Efrén (306-373) en su testamento deja indicado: “En el trigésimo de mi muerte acordáos de mí, hermanos, en las oraciones. Los muertos reciben ayuda por las oraciones hechas por los vivos (Testamentum).

San Agustín (354-430):  “Durante el tiempo que media entre la muerte del hombre y la resurrección final, las almas quedan retenidas en lugares recónditos, según es digna cada una de reposo o de castigo, conforme a lo que hubiere merecido cuando vivía en la carne. Y no se puede negar que las almas de los difuntos reciben alivio por la piedad de sus parientes vivos, cuando por ellas se ofrece el sacrificio del Mediador o cuando se hacen limosnas en la Iglesia” (Enquiridión, 109-110: PL 40,283).

Santa Catalina de Bolonia (1413-1463) (religiosa Clarisa, mística, autora espiritual y artista) dejó escrito, que muchas veces se obtiene más fácilmente las gracias que deseamos por medio de las almas buenas que están el purgatorio, que por la intercesión de los santos.

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Santa Gema Galgani (1878-1903) tenía hecho el voto de ánimas a favor de las almas del purgatorio y todos los días pedía especialmente por ellas. Cuando murió la religiosa pasionista Madre María Teresa, el 16 de julio de 1900, ella rezó mucho por su alma. Dice en su Diario: “Hoy el ángel de la guarda me ha dicho que Jesús quería que sufriera esta noche unas dos horas… por un alma del purgatorio. Sufrí, de hecho, dos horas como quería Jesús por la Madre María Teresa” (9-8-1900). “El día de la Asunción de María me pareció que me tocaban en la espalda. Me di media vuelta y vi a mi lado una persona vestida de blanco. Esta persona me preguntó: ¿Me conoces? Yo soy la Madre María Teresa. He venido para darte gracias por lo que me has ayudado. Prosigue aún. Unos días más y estaré eternamente feliz… Finalmente, ayer por la mañana, después de la santa comunión, Jesús me dijo que hoy, después de medianoche volaría al cielo…  efectivamente, así fue… Vi llegar a la Virgen acompañada de su ángel de la guarda. Me dijo que su purgatorio había terminado y que se iba al cielo… Estaba muy contenta ¡Si la hubiera visto! Vinieron a buscarla Jesús y su ángel de la guarda. Y Jesús al recibirla le dijo: Ven, oh alma, que me has sido tan querida. Y se la llevó” (Cartas a Mons. Volpi, 10-8-1900).

Santa Gema Galgani rezaba cada día cien “réquiem” por las almas del purgatorio. Su ángel la estimulaba en este deseo de liberar a estas almas. Un día le dijo: “Cuánto tiempo hace que no has rogado por las almas del purgatorio? Desde la mañana no había rogado por ellas. Me dijo que le gustaría que, cualquier cosa que sufriera, la ofreciera por las almas del purgatorio. Todo pequeño sufrimiento las alivia, sí, hija, todo sacrificio por pequeño que sea, las alivia” (Diario, 6-8-1900).

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Santa María Magdalena de Pazzi (1566-1607) (religiosa carmelita, gran mística que frecuentemente caía en éxtasis) Durante un éxtasis previo a su muerte Santa Magdalena de Pazzi tuvo la gracia de ver y visitar el Purgatorio. Recorriendo las diversas estancias preparadas por la Misericordia y Justicia divinas, la santa de la pureza comprendió la Santidad de Dios, la maldad del pecado y del porque Dios le había revelado los sufrimientos del Purgatorio.

Santa María Magdalena de Pazzi krouillong comunion en la mano benditas almas del purgatorio

He aquí cómo la Santa nos describe este santo lugar.

Contaré un suceso que aconteció a Santa Magdalena de Pazzi tal como fue relatado por el Padre Cepari en la historia de la vida de la Santa.

“Un tiempo antes de su muerte, que tuvo lugar en 1607, la sierva de Dios, Magdalena de Pazzi, se encontraba una noche con varias religiosas en el jardín del convento, cuando entró en éxtasis y vio el Purgatorio abierto ente ella. Al mismo tiempo, como ella contó después, una voz la invitó a visitar todas las prisiones de la Justicia Divina, y a ver cuan merecedoras de compasión son esas almas allí detenidas.

En ese momento se la oyó decir: “Si, iré”. Consintió así a llevar a cabo el penoso viaje. De hecho a partir de entonces caminó durante dos horas alrededor del jardín, que era muy grande, parando de tiempo en tiempo. Cada vez que interrumpía su caminata, contemplaba atentamente los sufrimientos que le mostraban. Las religiosas vieron entonces que, compadecida, retorcía sus manos, su rostro se volvió pálido y su cuerpo se arqueó bajo el peso del sufrimiento, en presencia del terrible espectáculo al que se hallaba confrontada.

Entonces comenzó a lamentarse en voz alta, “¡Misericordia, Dios mío, misericordia! Desciende, oh Preciosa Sangre y libera a estas almas de su prisión. ¡Pobres almas! Sufren tan cruelmente, y aún así están contentas y alegres. Los calabozos de los mártires en comparación con esto eran jardines de delicias. Aunque hay otras en mayores profundidades. Cuan feliz debo estimarme al no estar obligada a bajar hasta allí.

Sin embargo descendió después, porque se vio forzada a continuar su camino. Cuando hubo dado algunos pasos, paró aterrorizada y, suspirando profundamente, exclamó” ¡Qué! ¡Religiosos también en esta horrenda morada! ¡Buen Dios! ¡Como son atormentados! ¡Oh, Señor!”. Ella no explicó la naturaleza de sus sufrimientos, pero el horror que manifestó en contemplarles le causaba suspiros a cada paso. Pasó de allí a lugares menos tristes. Eran calabozos de las almas simples y de los niños que habían caído en muchas faltas por ignorancia. Sus tormentos le parecieron a la santa mucho más soportables que los anteriores. Allí solo había hielo y fuego. Y notó que las almas tenían a sus Ángeles guardianes con ellas, pero vio también demonios de horribles formas que acrecentaban sus sufrimientos.

Avanzando unos pocos pasos, vio almas todavía más desafortunadas que las pasadas, y entonces se oyó su lamento, “¡Oh! ¡Cuán horrible es este lugar; está lleno de espantosos demonios y horribles tormentos! ¿Quiénes, oh Dios mío, son las victimas de estas torturas? Están siendo atravesadas por afiladas espadas, y son cortadas en pedazos”. A esto se le respondió que eran almas cuya conducta había estado manchada por la hipocresía.

Avanzando un poquito más, vio una gran multitud de almas que eran golpeadas y aplastadas bajo una gran presión, y entendió que eran aquellas almas que habían sido impacientes y desobedientes en sus vidas. Mientras las contemplaba, su mirada, sus suspiros, todo en su actitud estaba cargada de compasión y terror.

Un momento después de su agitación aumentó, y pronunció una dolorosa exclamación. Era el calabozo de las mentiras el que se abría ante ella. Después de haberlo considerado atentamente, dijo, “Los mentirosos están confinados a este lugar de vecindad del Infierno, y sus sufrimientos son excesivamente grandes. Plomo fundido es vertido en sus bocas, los veo quemarse, y al mismo tiempo, temblar de frío”.

Luego fue a la prisión de aquellas almas que habían pecado por debilidad, y se le oyó decir: “Había pensado encontrarlas entre aquellas que pecaron por ignorancia, pero estaba equivocada: ustedes se queman en un fuego más intenso”.

Mas adelante, ella percibió almas que habían estado demasiado apegadas a los bienes de este mundo, y habían pecado de avaricia.

“Que ceguera”, dijo,” ¡las de aquellos que buscan ansiosamente la fortuna perecedera! Aquellos cuyas antiguas riquezas no podían saciarlos suficientemente, están ahora atracados en los tormentos. Son derretidos como un metal en un horno”.

De allí pasó a un lugar donde las almas prisioneras eran las que se habían manchado de impureza. Ella las vio en tan sucio y pestilente calabozo, que la visión le produjo náuseas. Se volvió rápidamente para no ver tan horrible espectáculo.

Viendo a los ambiciosos y a los orgullosos, dijo “Contemplo a aquellos que deseaban brillar ante los hombres; ahora están condenados a vivir en esta espantosa oscuridad”.
Entonces le fueron mostradas las almas que tenían la culpa de ingratitud hacia Dios. Estas eran presas de innombrables tormentos y se encontraban ahogadas en un lago de plomo fundido, por haber secado con su ingratitud la fuente de la piedad.

Finalmente, en el último calabozo, ella vio aquellos que no se habían dado a un vicio en particular, sino que, por falta de vigilancia apropiada sobre si mismos, habían cometido faltas triviales. Allí observó que estas almas tenían que compartir el castigo de todos los vicios, en un grado moderado, porque esas faltas cometidas solo alguna vez las hacen menos culpables que aquellas que se cometen por hábito.

Después de esta última estación, la santa dejó el jardín, rogando a Dios nunca tener que volver a presenciar tan horrible espectáculo: ella sentía que no tendría fuerza para soportarlo. Su éxtasis continuó un poco mas y conversando con Jesús, se le oyó decir: “Dime, Señor, el porqué de tu designio de descubrirme esas terribles prisiones, de las cuales sabía tan poco y comprendía aun menos…” ¡Ah! ahora entiendo; deseaste darme el conocimiento de Tu infinita Santidad, para hacerme detestar mas y mas la menor mancha de pecado, que es tan abominable ante tus ojos”.

Pobres almas las de los católicos de hoy que creen que cuando un familiar fallece ya está con Dios -error en el que creen muchos sacerdotes también- ya que cuando estén en presencia de Dios el día de su juicio personal verán lo ciegos que han estado en su vida y ahí ya no podrán hacer nada: ni rezar por ellos mismos, ni ir a la Santa Misa, ni hacer alguna penitencia por ellos mismos, nada. Lo que hayan hecho en vida les acompañará. Si no tienen obras, nada podrán presentar a Dios en este momento, y si por Gracia de Dios llegan al Purgatorio, ojalá hayan dejado en sus familiares la semilla de la fe para que sean ellos los que recen por ustedes y les ofrezcan la Santa Misa por sus almas. Ojalá, pues los sufrimientos en el Purgatorio son grandes, lo bueno es que son temporales y una vez ahí, todo dependerá de sus familiares y amigos que queden vivos… o de algún alma que rece por todas las Benditas Almas del Purgatorio… oración que finalmente les incluirá si sus familiares no lo hacen.

MODO DE PRACTICAR ESTA PIADOSA DEVOCIÓN

Para hacer este ejercicio, cada uno puede servirse de un Rosario común de cinco decenas, recorriéndolo dos veces para formar las diez decenas, o sea la centena de Réquiem.

Se comienza:

Por la Señal + de la Santa Cruz, de nuestros + enemigos líbranos, Señor + Dios nuestro.

Se empieza rezando un Padrenuestro.

Luego, en cada cuenta grande se dirá la jaculatoria y ofrenda:

JACULATORIA
Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por vosotros para que El os dé la gloria del paraíso.

OFRENDA
Padre Eterno, os ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores.

Y luego las decenas de Réquiem en esta forma:

Dadles, Señor, el eterno descanso y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.

En seguida se rezan la segunda y demás decenas de Réquiem sobre las cuentas pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre cada cuenta grande.

Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, se rezará:

DE PROFUNDIS

Salmo CXXIX de David

Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.

Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.

¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?

Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.

Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.

¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.

Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.

Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.

Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos:

¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre.

¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las Benditas Almas del Purgatorio!

Esta oración de los Cien Réquiem es tan sencilla que puedes rezarla diariamente, pero recuerda que el mes de Noviembre es el mes especialmente dedicado a las Benditas Almas del Purgatorio. Aprovecha las Gracias que Dios concede en este mes a las Benditas Almas del Purgatorio y reza por ellas.

Haz a otros lo que te gustaría que te hagan a ti. Mañana podrías ser tú quien necesite que alguien rece por tu alma purgante.

Que Dios les conceda a todos las Gracias que necesiten.

Karla Rouillon Gallangos

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Cuaresma: Día 40

CUARESMA: DÍA 40

Hoy revisaremos Los pecados capitales

Para evitar caer en pecado y ofender a Dios debemos primero saber qué es pecado y para ello recomendamos la GUÍA PARA UNA BUENA CONFESIÓN para que revisando los Mandamientos de Dios y de la Iglesia conozcamos mejor que lo que hacemos es pecado.

¿Por qué pecamos? La naturaleza humana está, a causa del pecado original, debilitada e inclinada al mal, pero no necesariamente vencida pues podemos evitar el pecado con la voluntad y la rectitud, para ello basta saber qué acciones son pecado que ofenden los Mandamientos de Dios y a Dios mismo y evitarlas, pero si no lo sabemos muchas de nuestras acciones terminarán siendo pecado y no por no saberlo nos libra del justo castigo.

Los pecados capitales son aquellos a los que  la naturaleza humana caída está principalmente inclinada. Santo Tomás de Aquino los llamó también “vicios” definiéndolos así “un vicio capital es el que tiene un fin excesivamente deseable, para que en su deseo para él, un hombre pasa a la comisión de muchos pecados, todos los cuales se dicen que se originan en aquel vicio como su fuente principal” (Summa Theologiae,II-II, 153, 4). Aquí Santo Tomás de Aquino destacó la disposición o el hábito que inclina a una persona al pecado. Para él, el término capital viene de “cabeza” pues verán que los definen como el principio de muchos pecados que se originan a partir de aquél.

Los pecados capitales enumerados por Santo Tomás de Aquino (I-II:84:4) son siete:

  • Orgullo
  • Avaricia
  • Gula
  • Lujuria
  • Pereza
  • Envidia
  • Ira.

cuaresma guia para una buena confesion krouillong pecados capitales comunion en la mano

El número siete fue dado por San Gregorio el Grande, y así los han enumerado la mayoría de teólogos de la Edad Media.

1. Soberbia: Consiste en una estima de sí mismo, o amor propio indebido, que busca la atención y el honor y se pone uno en antagonismo con Dios (Catecismo Iglesia Católica 1866)

2. La Avaricia: Es la Inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones. Es uno de los pecados capitales, está prohibido por el noveno y décimo mandamiento. (CIC 2514, 2534)

3. La Lujuria: Es el deseo desordenado por el placer sexual. Los deseos y actos son desordenados cuando no se conforman al propósito divino, el cual es propiciar el amor mutuo de entre los esposos y favorecer la procreación. Es un pecado contra el Sexto Mandamiento y es una ofensa contra la virtud de la castidad.

La lujuria se vence cuando guardamos la mente pura y dedicamos toda nuestra energía a servir a Dios y al prójimo según nuestra vocación. Si nos tomamos en serio nuestra vida en Cristo podremos comprender el gravísimo daño que la lujuria ocasiona y, aunque seamos tentados estaremos dispuestos a luchar y sufrir para liberarnos. Un ejemplo es San Benito, quien al ser tentado con lujuria se arrojó a unos espinos. Así logró vencer la tentación.

4. La Ira: Es el sentido emocional de desagrado y, generalmente, antagonismo, suscitado por un daño real o aparente. La ira puede llegar a ser pasional cuando las emociones se excitan fuertemente.

5. La Gula: Es el deseo desordenado por el placer conectado con la comida o la bebida. Este deseo puede ser pecaminoso de varias formas:
1- Comer o beber muy en exceso de lo que el cuerpo necesita.
2- Cortejar el gusto por cierta clase de comida a sabiendas que va en detrimento de la salud.
3- Consentir el apetito por comidas o bebidas costosas, especialmente cuando una dieta lujosa está fuera del alcance económico
4- Comer o beber vorazmente dándole mas atención a la comida que a los que nos acompañan.
5- Consumir bebidas alcohólicas hasta el punto de perder control total de la razón. La intoxicación injustificada que termina en una completa pérdida de la razón es un pecado mortal.

6. La Envidia: Rencor o tristeza por la buena fortuna de alguien, junto con el deseo desordenado de poseerla. Es uno de los siete pecados capitales. Se opone al décimo mandamiento. (CIC 2539)

7. La Pereza: Falta culpable de esfuerzo físico o espiritual; acedia, ociosidad. Es uno de los pecados capitales. (CIC 1866, 2094, 2733)

La manera de hacer frente a los pecados capitales es practicando las virtuales que nos ayudan a vencerlos, las cuales son:

Humildad (vence al pecado de la Soberbia): Es la virtud moral por la que el hombre reconoce que de si mismo solo tiene la nada y el pecado. Todo es un don de Dios de quien todos dependemos y a quien se debe toda la gloria. El hombre humilde no aspira a la grandeza personal que el mundo admira porque ha descubierto que ser hijo de Dios es un valor muy superior. Va tras otros tesoros. No está en competencia. Se ve a sí mismo y al prójimo ante Dios. Es así libre para estimar y dedicarse al amor y al servicio.

La humildad no solo se opone al orgullo sino también a la auto abyección (auto humillación) en la que se dejaría de reconocer los dones de Dios y la responsabilidad de ejercitarlos según su voluntad.

Generosidad (vence al pecado de la Avaricia): Dar con gusto de lo propio a los pobres y los que necesiten.

Castidad (vence al pecado de la Lujuria): Es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los principios de la fe y la razón. Por la castidad la persona adquiere dominio de su sexualidad y es capaz de integrarla en una sana personalidad, en la que el amor de Dios reina sobre todo.

Paciencia (vence al pecado de la Ira): Es sufrir con paz y serenidad todas las adversidades.

Caridad (vence al pecado de la Envidia): Es la tercera y principal de las Virtudes Teologales. La caridad es el amor de Dios habitando en el corazón.

Templanza (vence al pecado de la Gula): Es la moderación en el comer y en el beber. La virtud de la templanza nos conduce a evitar toda clase de exceso, el abuso de la comida, del alcohol, del tabaco y de las medicinas. Quienes en estado de embriaguez, o por aficción inmoderada de velocidad, ponen en peligro la seguridad de los demás y la suya propia en las carreteras, en el mar o en el aire, se hacen gravemente culpables (CIC 2290).

Diligencia (vence al pecado de Pereza): Es la prontitud de ánimo para obrar el bien.

Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. Conociendo los que es pecado y las acciones que nos hacen cometerlo, teniendo claro contra qué Mandamiento de Dios estamos pecando, y sabiendo que el pecado es ofensa contra Dios… lo evitaremos.

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios, de la Iglesia y los pecados con los cuales pecamos contra estos mandamientos.

Los Mandamientos de Dios son 10:

Primer Mandamiento de Dios

Segundo Mandamiento de Dios

Tercer Mandamiento de Dios

Cuarto Mandamiento de Dios

Quinto Mandamiento de Dios

Sexto Mandamiento de Dios

Séptimo Mandamiento de Dios

Octavo Mandamiento de Dios

Noveno Mandamiento de Dios

Décimo Mandamiento de Dios

Los Mandamientos de la Iglesia son 5:

Primer Mandamiento de la Iglesia

Segundo Mandamiento de la Iglesia

Tercer Mandamiento de la Iglesia

Cuarto Mandamiento de la Iglesia

Quinto Mandamiento de la Iglesia

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

Googlea “krouillong” y encuéntranos en nuestras redes sociales: Facebook, Twiter, Slideshare, Youtube, Gloria.tv, Ivoox, Soundcloud, Pinterest y May Feelings

Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

Descarga tu GUÍA PARA UNA BUENA CONFESIÓN

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 39

CUARESMA: DÍA 39

Hoy revisaremos Los pecados capitales

Para evitar caer en pecado y ofender a Dios debemos primero saber qué es pecado y para ello recomendamos la GUÍA PARA UNA BUENA CONFESIÓN para que revisando los Mandamientos de Dios y de la Iglesia conozcamos mejor que lo que hacemos es pecado.

¿Por qué pecamos? La naturaleza humana está, a causa del pecado original, debilitada e inclinada al mal, pero no necesariamente vencida pues podemos evitar el pecado con la voluntad y la rectitud, para ello basta saber qué acciones son pecado que ofenden los Mandamientos de Dios y a Dios mismo y evitarlas, pero si no lo sabemos muchas de nuestras acciones terminarán siendo pecado y no por no saberlo nos libra del justo castigo.

Los pecados capitales son aquellos a los que  la naturaleza humana caída está principalmente inclinada. Santo Tomás de Aquino los llamó también “vicios” definiéndolos así “un vicio capital es el que tiene un fin excesivamente deseable, para que en su deseo para él, un hombre pasa a la comisión de muchos pecados, todos los cuales se dicen que se originan en aquel vicio como su fuente principal” (Summa Theologiae,II-II, 153, 4). Aquí Santo Tomás de Aquino destacó la disposición o el hábito que inclina a una persona al pecado. Para él, el término capital viene de “cabeza” pues verán que los definen como el principio de muchos pecados que se originan a partir de aquél.

Los pecados capitales enumerados por Santo Tomás de Aquino (I-II:84:4) son siete:

  • Orgullo
  • Avaricia
  • Gula
  • Lujuria
  • Pereza
  • Envidia
  • Ira.

cuaresma guia para una buena confesion krouillong pecados capitales comunion en la mano

El número siete fue dado por San Gregorio el Grande, y así los han enumerado la mayoría de teólogos de la Edad Media.

1. Soberbia: Consiste en una estima de sí mismo, o amor propio indebido, que busca la atención y el honor y se pone uno en antagonismo con Dios (Catecismo Iglesia Católica 1866)

2. La Avaricia: Es la Inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones. Es uno de los pecados capitales, está prohibido por el noveno y décimo mandamiento. (CIC 2514, 2534)

3. La Lujuria: Es el deseo desordenado por el placer sexual. Los deseos y actos son desordenados cuando no se conforman al propósito divino, el cual es propiciar el amor mutuo de entre los esposos y favorecer la procreación. Es un pecado contra el Sexto Mandamiento y es una ofensa contra la virtud de la castidad.

La lujuria se vence cuando guardamos la mente pura y dedicamos toda nuestra energía a servir a Dios y al prójimo según nuestra vocación. Si nos tomamos en serio nuestra vida en Cristo podremos comprender el gravísimo daño que la lujuria ocasiona y, aunque seamos tentados estaremos dispuestos a luchar y sufrir para liberarnos. Un ejemplo es San Benito, quien al ser tentado con lujuria se arrojó a unos espinos. Así logró vencer la tentación.

4. La Ira: Es el sentido emocional de desagrado y, generalmente, antagonismo, suscitado por un daño real o aparente. La ira puede llegar a ser pasional cuando las emociones se excitan fuertemente.

5. La Gula: Es el deseo desordenado por el placer conectado con la comida o la bebida. Este deseo puede ser pecaminoso de varias formas:
1- Comer o beber muy en exceso de lo que el cuerpo necesita.
2- Cortejar el gusto por cierta clase de comida a sabiendas que va en detrimento de la salud.
3- Consentir el apetito por comidas o bebidas costosas, especialmente cuando una dieta lujosa está fuera del alcance económico
4- Comer o beber vorazmente dándole mas atención a la comida que a los que nos acompañan.
5- Consumir bebidas alcohólicas hasta el punto de perder control total de la razón. La intoxicación injustificada que termina en una completa pérdida de la razón es un pecado mortal.

6. La Envidia: Rencor o tristeza por la buena fortuna de alguien, junto con el deseo desordenado de poseerla. Es uno de los siete pecados capitales. Se opone al décimo mandamiento. (CIC 2539)

7. La Pereza: Falta culpable de esfuerzo físico o espiritual; acedia, ociosidad. Es uno de los pecados capitales. (CIC 1866, 2094, 2733)

La manera de hacer frente a los pecados capitales es practicando las virtuales que nos ayudan a vencerlos, las cuales son:

Humildad (vence al pecado de la Soberbia): Es la virtud moral por la que el hombre reconoce que de si mismo solo tiene la nada y el pecado. Todo es un don de Dios de quien todos dependemos y a quien se debe toda la gloria. El hombre humilde no aspira a la grandeza personal que el mundo admira porque ha descubierto que ser hijo de Dios es un valor muy superior. Va tras otros tesoros. No está en competencia. Se ve a sí mismo y al prójimo ante Dios. Es así libre para estimar y dedicarse al amor y al servicio.

La humildad no solo se opone al orgullo sino también a la auto abyección (auto humillación) en la que se dejaría de reconocer los dones de Dios y la responsabilidad de ejercitarlos según su voluntad.

Generosidad (vence al pecado de la Avaricia): Dar con gusto de lo propio a los pobres y los que necesiten.

Castidad (vence al pecado de la Lujuria): Es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los principios de la fe y la razón. Por la castidad la persona adquiere dominio de su sexualidad y es capaz de integrarla en una sana personalidad, en la que el amor de Dios reina sobre todo.

Paciencia (vence al pecado de la Ira): Es sufrir con paz y serenidad todas las adversidades.

Caridad (vence al pecado de la Envidia): Es la tercera y principal de las Virtudes Teologales. La caridad es el amor de Dios habitando en el corazón.

Templanza (vence al pecado de la Gula): Es la moderación en el comer y en el beber. La virtud de la templanza nos conduce a evitar toda clase de exceso, el abuso de la comida, del alcohol, del tabaco y de las medicinas. Quienes en estado de embriaguez, o por aficción inmoderada de velocidad, ponen en peligro la seguridad de los demás y la suya propia en las carreteras, en el mar o en el aire, se hacen gravemente culpables (CIC 2290).

Diligencia (vence al pecado de Pereza): Es la prontitud de ánimo para obrar el bien.

Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. Conociendo los que es pecado y las acciones que nos hacen cometerlo, teniendo claro contra qué Mandamiento de Dios estamos pecando, y sabiendo que el pecado es ofensa contra Dios… lo evitaremos.

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios, de la Iglesia y los pecados con los cuales pecamos contra estos mandamientos.

Los Mandamientos de Dios son 10:

Primer Mandamiento de Dios

Segundo Mandamiento de Dios

Tercer Mandamiento de Dios

Cuarto Mandamiento de Dios

Quinto Mandamiento de Dios

Sexto Mandamiento de Dios

Séptimo Mandamiento de Dios

Octavo Mandamiento de Dios

Noveno Mandamiento de Dios

Décimo Mandamiento de Dios

Los Mandamientos de la Iglesia son 5:

Primer Mandamiento de la Iglesia

Segundo Mandamiento de la Iglesia

Tercer Mandamiento de la Iglesia

Cuarto Mandamiento de la Iglesia

Quinto Mandamiento de la Iglesia

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

La Purificación de la Santísima Virgen y la Presentación de su divino Hijo en el Templo

La Purificación de la Santísima Virgen y la Presentación de su divino Hijo en el Templo.

La Purificación de Nuestra Señora y la Presentación de su divino Hijo en el templo nos la refiere el sagrado Evangelio por estas palabras: “Cumplidos los cuarenta días (del nacimiento de Cristo) y llegado el día de la purificación de la madre, según la Ley de Moisés, José y María llevaron el Niño a Jerusalén para presentarle el Señor, conforme está escrito en la ley del Señor: Todo varón que nazca el primogénito, será consagrado al Señor, y para ofrecer un par de tórtolas, o dos palominos. Vivía a la sazón en Jerusalén un hombre justo y temeroso de Dios, llamado Simeón, el cual esperaba de día en día la consolación de Israel y la venida del Mesías prometido. Y el Espíritu Santo estaba en él con gracia de profecía, y le había revelado que no había de morir antes de ver al templo, y al entrar con el Niño Jesús sus padres José y María, para cumplir lo prescrito por la ley, Simeón tomó al Niño con grande gozo en sus brazos, diciendo: Ahora, Señor, dejas a tu siervo en paz, según la promesa de tu palabra; porque ya han visto mis ojos al Salvador que has enviado para que, manifiesto a la vista de todos los pueblos, sea la lumbre de las naciones y la gloria de tu pueblo de Israel. Escuchaban admirados y gozosos José y María las cosas que decía del Niño, y Simeón bendijo a entrambos, y dijo a la Madre: Mira que este Niño está destinado para caída y para levantamiento de muchos en Israel y para señal a la que se hará contradicción, lo cual se será para ti una espada que atravesará tu alma, a fin de que se descubran los pensamientos de muchos corazones. Hallábase asimismo en Jerusalén una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel de la tribu de Asser, la cual era ya de edad muy avanzada. Habíase casado en su juventud y vivido con su marido siete años; pero después se había conservado en su viudez hasta los ochenta y cuatro años, no saliendo del templo y sirviendo en él a Dios día y noche con ayunos y oraciones. Esta, pues, llegándose en aquella hora, prorrumpió en .alabanzas de Dios, y en hablar maravillas de aquel Niño a todos los que esperaban la Redención de Israel. (S. Luc. II)”

 Reflexión: Represéntanos cada año la santa Iglesia el misterio de este día en la procesión que hace hoy con las candelas encendidas, que es ceremonia antiquísima y de grande devoción, instituida por instinto del Espíritu Santo para enseñarnos a tomar a Cristo y llevarle en nuestras manos como luz del mundo y hacha encendida; suplicándole que alumbre e inflame con su divino amor nuestros corazones. Recibamos, pues, con sencillez de niños, la luz de su santa doctrina, y practiquémosla con buena voluntad porque contradecirla y despreciarla es señal de reprobación; creerla humildemente y practicarla es prenda de eterna vida. En este misterio es muy digna de ponderarse aquella profecía del venerable anciano Simeón, el cual, teniendo en los brazos al divino Infante, dijo que aquel Niño sería para unos salud, y para otros piedra de tropiezo y escándalo. Estas dos cosas se han visto cumplidas en todos los siglos, y se verán hasta el fin del mundo. ¡Tremendos juicios de Dios!

Oración: Todopoderoso y sempiterno Dios, rogamos humildemente a vuestra Majestad, que así como vuestro unigénito Hijo fué presentado hoy en el templo, vestido de nuestra carne, así nos concedáis la gracia de presentarnos a Vos con la pureza que debemos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

“FLOS SANCTORVM”

De la Familia Cristiana

Fuente: SAN MIGUEL ARCÁNGEL BLOGSPOT