Ser actor fue uno de mis sueños infantiles. No sé de dónde nació ese deseo; tal vez en la escuela, pues en toda actuación estaba allí, aunque sea con un papel secundario, pero estaba. Con mi crecimiento, el sueño se fue desvaneciendo, pero me reencontré con el teatro cuando vine a estudiar a Arequipa, pero esta vez sólo como espectador.
Recuerdo que era un asiduo concurrente a una sala teatral que se escondía en el Cine-teatro Municipal. Allí, cada vez que había temporada, veía los montajes de Tito Cáceres y su Asociación Nacional de Escritores y Artistas de Arequipa, ANEA. En esas funciones conocí más a Shakespeare, Lope de Vega, Tirso de Molina o Moliere, pero lo que más me emocionaba era el animoso esfuerzo que Leer más