Nuevo libro

Palabras que pronuncié anoche, en la presentación de mi reciente obra “Visa, pasión y…lentejas; política y otros demonios”, ocurrida en la Sala Mariano Melgar de la Universidad Nacional de San Agustín y que tuvo de comentaristas a Zoila Vega, Pepe Lombardi y Carlos Rivera:

¿Por qué no? fue la pregunta que me hice cuando me enteré que la Universidad Nacional de San Agustín, UNSA y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Concytec, estaban promoviendo la edición y publicación de libros y textos académicos provenientes de la labor investigativa y de reflexión científica, técnica, humanista y cultural de sus docentes con el fin de incrementar la visibilidad del aporte que la universidad agustina hace a la sociedad, en especial la local y/o regional.

Al principio, sólo enterarme que la nueva administración agustina quería publicar libros era una grata noticia, pues señalaba que la primera Casa de Estudios de la región se reencontraba con uno de sus objetivos principales; es decir, la de investigar, crear y difundir conocimientos para contribuir, entre otros, al crecimiento y desarrollo social. Para ello, su asociación con Concytec a través del programa de Cienciactiva, daba solidez a la propuesta, pues la financiación del libro estaba garantizado en todas sus etapas; o sea, pre prensa (edición y/o diagramación, corrección de estilo, diseño, digitalización y programación), prensa, registro en la ISBN y hasta su lanzamiento. Como puede verse, la convocatoria no podía ser más tentadora, por eso me pregunté, por qué no?

Yo tenía algunos ensayos acumulados, especialmente uno que surgió del conflicto minero de Tía María, ocurrido en el 2015 y que motivó que amigos interesados y preocupados por el hecho, como Jorge Bedregal, Ángel María Manrique y Juan Carlos Soto nos reuniéramos varias veces para analizar lo ocurrido con el propósito de hacer una publicación. Eso nunca ocurrió, pero por mi parte quedó el material bibliográfico que acumulé y algunas ideas pergeñadas que daban cuenta de mi visión sobre el conflicto minero. Esa fue la base para sumarle otros ensayos y artículos que escribí por otras motivaciones, y así fue que me animé a postular al concurso de publicación que en agosto del año pasado lanzó la UNSA en sociedad con Concytec.

La postulación no fue fácil; pues, primera vez que presentaba un proyecto editorial de manera virtual; es decir, estar face to face con un burócrata digital que luego de darte la bienvenida amablemente, empieza de manera dictatorial a solicitarte papeles, documentos y otros que hay que saberlos entregar veraz y escrupulosamente, caso contrario te elimina automáticamente de la postulación, es un ejercicio agotador y muchas veces desalentador, mucho más si, como en mi caso, eres primerizo en estas lides y encima cultor de la informalidad, rasgo distintivo de la cultura nacional.

Sin embargo, si hay algo que aprendí de esa experiencia fue justamente a actuar con mayor fundamento o seriedad ante este tipo de proyectos. Aprendí, por ejemplo, que los presupuestos debían estar traducidos en números reales y refrendados por empresas con registros legales, o planificar mis tiempos respetando las etapas del proceso de publicación, caso contrario, me sometería a las sanciones impuestas por el contrato a firmar, en caso de ganar el concurso.

Ya con mi número de postulación, finalizado el proceso, sólo quedó esperar la fecha de resultados y éste ocurrió a fines de noviembre del año pasado. De una cincuentena de postulaciones, fui uno de los ocho seleccionados para publicar el libro que hoy motiva esta reunión y que debió haber aparecido, por lo menos, antes del primer semestre de este año. Sin embargo, por retrasos entremezclados por la lógica burocrática y mi propio descuido, sale recién hoy, en el último mes de este declarado “Año del buen servicio al ciudadano”.

Vamos al libro. La política fue el gran animador de esta publicación, especialmente la reflexión del quehacer político local. La política, su praxis y su pensamiento, es un campo que me sedujo desde mis años escolares. Pertenezco a la generación de los que, como diría el flaco Ribeyro, obligatoriamente tenían que hacer su servicio revolucionario obligatorio, puesto que era un instrumento esencial de identidad personal. Así, hasta entrados los ochentas, uno era de izquierda o derecha, creía en la transformación del mundo y eras un seguidor y actor protagónico de los grandes proyectos societales. Ese apego se fortaleció con mis estudios de sociología, pero, ya bien metidos en los ochentas, ese elemento identitario se fue desvaneciendo, entre otras razones, por la aparición de la guerra terrorista y por el avance de las ciencias sociales que nos hizo comprender que lo que creíamos que eran los grandes planes societales, no eran otra cosa que meras narrativas.

Sin embargo, la política ha seguido y sigue siendo un campo de permanente interés que he alimentado con continuos estudios y especializaciones, y esencialmente con publicaciones, tanto en medios locales como revistas y libros, pretendiendo centrarme en los acontecimientos políticos locales, para así compensar la gran ausencia que existe en torno a la mirada local.

Por esa razón es que el libro abre con la parte política y especialmente con un ensayo que, a la vez, le da el nombre: Vida, pasión y… lentejas, donde analizo el conflicto del proyecto minero de Tía María, que sacudió al país y especialmente a nuestra región. Durante todo el tiempo que duró esa protesta, que casi puso en jaque al gobierno humalista, lo que más me llamó la atención fue el sostén ideológico que lo animó; es decir, los discursos cargados de frases, ideas y representaciones que servían para avivar la llama de la protesta en la población opuesta al proyecto minero.

Casi en la misma línea de las representaciones colectivas que como toda sociedad creamos, me atrevo a hurgar sobre el peliagudo tema de la identidad arequipeña. Este es un trabajo que nació de una invitación que me hizo Gonzalo Portocarrero para un proyecto mayor que intenta abordar la manera de cómo, ad portas del bicentenario nacional,   llegamos en cuestión de nuestro nacionalismo, o más específicamente, de cómo, a pesar de casi doscientos años de existencia, nuestro nacionalismo no cumple con la tarea civilizatoria de consensuarnos.    

 Los temas finales de la parte política tratan del recorrido que, desde mi perspectiva, ha tenido la política arequipeña en los últimos lustros, desde aquella que estuvo representada por grandes y luminarias figuras, a las actuales caracterizadas por una medianía que considero paralizante. Precisamente, allí me detengo a examinar a aquellos personajes que animaron la contienda electoral del proceso electivo regional del 2014, iluminado por el supuesto que ese año marca un nuevo giro en la política local que será la dominante en los próximos cinco lustros, por lo menos.

Los otros demonios, o segunda parte de este libro, lo forman una serie de trabajos que reflejan mi otro campo de interés académico: la cultura entremezclada con mi afición teórica por la dramaturgia o fenomenología. Por esa razón, hay ensayos personalísimos o narrados como experiencias biográficas, como mi apego a la literatura vargallosiana, por ejemplo, o mis vivencias junto a Eusebio Quiroz Paz Soldán cuando se animó a candidatear al Congreso, excusa que, de paso, me sirve para homenajear a quien considero una de las pocas reservas intelectuales de nuestra ciudad.

Dentro de ese perfil, se suman otros ensayos motivados por circunstancias especiales, como aquella cuando Orlando Mazeyra me animó a compartir un libro que trataría sobre cómo tentar o zambullirse en el arte o técnica de escribir, que estaría dirigido a estudiantes universitarios de los primeros años. O aquella otra, cuando Carlos Rivera se entusiasmó en reunir a futboleros fanáticos con ignorantes sobre la materia como yo, para publicar un libro sobre el considerado deporte rey.

 En grandes líneas, de eso trata este libro; es decir, un puñado de ensayos, o que pretenden serlo, de diversas temáticas, agrupados en dos grandes partes. Respetando el espíritu del ensayo, cada tema o título es incompleto; es decir, quizá por mis propias limitaciones, cada tema no es concebido con un punto final, sino con uno seguido o continuum, que espero que nazca de la crítica de quien se ha animado a abrir sus páginas  y seguirme. De ocurrir eso, me alegrará mucho saber que, efectivamente, soy leído (gran honor para todo aquel que pretende ser, por lo menos, escribidor), y por otro lado, contribuir a generar el debate académico, gran ausente aún en nuestra ciudad y especialmente en el mundo universitario.

Por último, quiero hacer varios reconocimientos y agradecimientos En primer lugar, a mi Alma Mater, la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa y en especial a su Rector, el Dr. Rohel Sánchez Sánchez, por tomar la decisión, acompañados por el Concytec, de publicar trabajos de sus docentes y así emprender, ojalá, una política editorial tan necesaria en nuestra Casa Superior de Estudios. Este libro debió haber sido editado bajo los patrones que una marca agustina que distinguiera su línea editorial; sin embargo, no pudo ser posible, justamente por la impericia que aún se tiene en ese campo. Sin embargo, lo que se percibe es que hay ánimos, voluntad y decisión de parte de las nuevas autoridades por enrumbar a la UNSA en los caminos que nunca debió abandonar; es decir, el de la producción y difusión de ciencia, tecnología y cultura.    

También quiero agradecer a quienes son cómplices, directos e indirectos de este libro, como es el caso de mi padre a quien se lo dedico.  A Carlos Rivera, quien más que un editor, ya caserito, se ha convertido en un compinche empresarial, pues, no sólo está atento a que el libro sea de una gran calidad editorial, sino también por estar pensando en qué título es más atractivo y vendedor, cómo distribuirlo y negociarlo, etc.

Mi profundo agradecimiento a quienes hoy han sido los comentaristas, Zoila Vega y Pepe Lombardi; en realidad, un honor haberlos tenido estos días como mis principales lectores críticos que, definitivamente, enriquecen esta obra. Gracias mil, también a Rolando Luque Mogrovejo, abogado, poeta, Defensor del Pueblo, pero básicamente entrañable amigo, a quien valió esperar su prólogo.  Gracias mil a mi adú Jorge Bedregal por las sugerencias y la foto de pestaña; al gran equipo de trabajo de la Of. De Convenios, Cooperación e Internacionalización de la UNSA: Clara Luz Calle, Silvia Solís, Helard Flores y Alison Chávez; a otro gran equipo, el de RRPP encabezado por Rosario Reaño y a todos ustedes por su presencia. A 10 días de la Noche Buena, no hay mejor regalo navideño que el calor que hoy me transmiten.

Ahora sí, para ponerle punto final a mi intervención, mi reconocimiento a quienes son parte de mis cuitas e inquietudes intelectuales. Me refiero a Merly, Fabio Enrique y Josué Alonso, mi esposa e hijos, mi familia, que con su amor expresado muchas veces en sus silencios, respeto y obediencia, ayudan a que yo continúe en esta aventura de sumergirme en la reflexión, lectura y escritura. Este nuevo libro es producto de esa actividad, que únicamente, me lo propicia mi familia. Buenas noches.

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