Archivo de la etiqueta: Planificación educativa

Una propuesta de diseño de cursos / programas

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Existen diversos enfoques desde los cuales se desarrollan programas educativos, ya sean diplomas, cursos, capacitaciones, talleres, etc. Sin embargo, existen una serie de puntos comunes a todos ellos que entran en juego.

A pesar de las innovaciones de enfoque, la mayoría de cursos o programas están enfocados en los contenidos conceptuales en lugar del aprendizaje de la persona. Y ese es el punto de partida de esta propuesta, donde se observa que los contenidos aparecen hasta el final, subordinados a los aprendizajes y, a las estrategias y herramientas necesarias para lograrlos.

Propuesta desde el aprendizaje y su evaluación

En este modelo, las acciones de diseño son las siguientes:
1.- Determinación de los aprendizajes generales y específicos, ya sea que el modelo educativo esté basado en competencias, capacidades o incluso objetivos de aprendizaje.

2.- Definición de los criterios de evaluación. Tradicionalmente, estos aspectos son considerados al final y subordinados a los instrumentos que se utilizan para evaluar. Sin embargo, el sentido natural sería fijar criterios para evaluar el aprendizaje y luego, determinar los mejores medios para hallar dichas evidencias. Así no se subordina la evaluación al medio, sino al fin.

3. Establecer los productos en los cuales se identificarán las evidencias del aprendizaje.

4.- Planificar las actividades necesarias para que la persona logre desarrollar exitosamente tales productos

5.- Determinar los recursos educativos necesarios para llevar a cabo todas las actividades.

6.- Establecer los componentes temáticos, por ejemplo, que son necesarios para la adquisición del aprendizaje. Cómo se observa, en este modelo se busca que el diseño del programa educativo esté en función del aprendizaje esperado y no del contenido.

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¿Qué es la inteligencia?

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¿Qué clase de focos se te prenden?

¿Algunas vez han conocido a una persona que le va muy bien en los estudios o realiza bien su trabajo en una oficina, pero tiene parejas atroces y malas amistades? Y se escucha la frase: “pero si es una persona tan inteligente, no sé como puede andar con alguien así”.

Digamos que esta persona es catalogada como inteligente porque se destaca mucho en sus estudios o es un financista exitoso. Entonces, entendemos que se destaca en un campo académico. ¿Eso la hace inteligente? Sí, pero sólo en un aspecto; porque en cuanto a los aspectos sociales o emocionales no lo es: selecciona mal a sus amistades, no resuelve sus enredos de pareja, toma malas decisiones personales.

Veamos otro caso: el chico que no era exactamente brillante en la escuela, pero se llevaba muy bien con todos, palabreaba a los profesores y lograba nuevas oportunidades para presentar sus trabajos o que no llamaran a sus papás para avisar de la última travesura que realizó. Pasa el tiempo, y uno se lo encuentra camino a convertirse en un exitoso hombre de negocios.

En este segundo caso, vemos que el lado académico no es el fuerte, pero sí el social, el interpersonal; lo cual, con ayuda del desarrollo de otras capacidades, lo ha llevado a triunfar en un ámbito. ¿Es inteligente? Sí.

Un último caso: está reunido y conoce a alguien que siempre hace referencias políticas o culturales, es una persona que está al tanto de la actualidad, suelta algunos datos de la vida de Shakespeare o Chopin, enuncia algunos hechos históricos y otros tipos de información. Está pues frente a una de esas personas que pareciera ser una enciclopedia andante. No faltará alguien que se impresione y diga: ¡Pero qué inteligente! Error. La información por sí sola no es una señal de inteligencia. Ahora, si todos esos datos estuvieran acompañados de comentarios y asociaciones interesantes, novedosas, originales, entonces sí hablaríamos de inteligencia. En otras palabras, saber en qué año terminó la Segunda Guerra Mundial no es señal de inteligencia; hacer una asociación entre la Segunda Guerra Mundial, la Revolución Industrial y los celulares con redes 3.5, sí lo es.

Entonces, ¿la inteligencia es información? No. ¿La inteligencia es aptitud cognitiva? No, es parte, pero sólo eso… parte.
¿La inteligencia se manifiesta en diversos aspectos? Sí: académicos, sociales, emocionales, físicos, entre otros. Y todos tenemos esas capacidades, pero desarrollamos unas sobre otras debido a diversos factores. Todo ello, lo desarrollaremos poco a poco en los siguientes posts.

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La planificación educativa real y la ideal

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Todo proceso de planificación educativa parte de una concepción de ser humano y de sociedad, así como un conocimiento del presente y una idealización del futuro al cual ambos elementos se quieren encaminar. Después de todo, es parte inherente de la naturaleza de la educación: reproducción y cambio.

Naturalmente, los gobiernos construyen planes curriculares nacionales aunque no necesariamente con un trabajo consciente y proyectivo de estos elementos importantes. De ahí su eminente caducidad; es decir que muchos planes curriculares están enfocados en necesidades temporales que de hecho deben cubrirse, pero no predominar; pues al ser temporales implican un cambio constante y casi sobre la marcha, lo que genera inestabilidad.

A la vez, dichos planes deben ser lo suficientemente abiertos y flexibles como para permitir que cada región, localidad y organización educativa, los cuales trabajan en función a sus propias concepciones de ser humano y sociedad, concepciones más concretas y delimitadas. Aunque finalmente, el docente que se encuentra en el aula y se enfrenta a situaciones muy específicas termina realizando una planificación muy práctica y a veces divorciada de la planificación nacional.

Entonces, se produce una tensión entre la planificación idealizada y la planificación real que trata María Cecilia Ainciburu en:

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Planificación educativa como renovación de la educación

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Planificación educativa: del papel a la práxis

¿Cuál es la importancia de la planificación educativa? La mayoría de nosotros hemos sido educados sobre la base de una fórmula con los siguientes elementos: contenidos estructurados jerárquicamente, un libro de texto, una exposición oral por parte del profesor, ejercicios y cuestionarios, exámenes regulares. Y aunque nos parezca una forma muy anticuada de educación formal, debemos aceptar que mal que bien, todos aprendimos. Entonces, ¿por qué tanta discusión sobre la planificación educativa?, ¿por qué hay que llenar tanta papelería para el colegio y el Ministerio?, ¿por qué perder tanto tiempo en burocracia cuando uno puede estar haciendo materiales y corrigiendo asignaciones? (especialmente si podemos aplicar una fórmula que ha funcionado por décadas).

Hay muchas respuestas a esas preguntas:
* Porque no se debe dejar lugar a la improvisación en la educación
* Porque la planificación ayuda a realizar una práctica eficiente
* Porque una adecuada planificación conlleva a una adecuada evaluación

Mi respuesta favorita es la siguiente: porque el educador debe cuestionarse sobre el objeto y el fin de la educación.

¿Han observado los libros de texto Santillana? No sé como son en otros países, pero en el Perú son textos gigantescos, de dimensiones casi enciclopédicas. La última vez que vi uno, pensé: “¿todo eso es necesario?”. Y por supuesto, los libros de Santillana son tan completos y sus ediciones para docentes son tan buenas que prácticamente se tiene la planificación del año escolar ahí.

Pero no es un asunto de sólo saber cuáles son los contenidos del año y en qué orden van. La Planificación educativa se trata de pensar en los principios a cubrir y las mejores estrategias para que las personas puedan aprovechar el ambiente de aprendizaje que el educador puede facilitar.

En los términos que me expreso, implico lo siguiente:

El educador renuncia al aprendizaje cerrado, es decir que si bien trabaja con un mínimo necesario debe brindar y estimular la posibilidad de que la persona vaya más allá de un parámetro y de un paradigma. No se trata sólo de aprender más de lo que el profesor podría enseñar, sino también ayudar a que las personas busquen y encuentren otras formas de aprender, así como atribuirles valoraciones diferentes a lo aprendido.

El educador debe redefinir su propia estructura lógica para adaptarse a las estructuras de los alumnos. Por ejemplo, si bien nosotros aprendimos en forma lineal, un adolescente nativo tecnológico probablemente no lo hará de la misma manera. Quizá, él pueda dar saltos temáticos pero que están vinculados de forma indirecta.

El educador es un profesional estratega; y por lo tanto debe ser capaz de plasmar una estrategia y planes de respaldo para lograr que todo el grupo logre llegar al mínimo establecido y lo supere. Tal estrategia debe estar enfocada en las características de las personas con las que trabaja y las condiciones en las que se desenvuelven (ya sean limitantes como oportunidades). No obstante, debería ser una estrategia susceptible de modificación sobre la marcha. La flexibilidad es vital.

El trabajo de planificación es pesado; es cierto; pero es vital. Naturalmente, será un proceso aburrido si se trata de transcribir lo plasmado en los documentos de planificación del año pasado; pero el cuestionamiento del objeto y el fin lleva a la renovación del proceso educativo, lo cual nos renueva a nosotros mismos y nos motiva para realizar un trabajo comprometido.

En las próximas semanas, les seguiré trabajando el tema de planificación. Les brindaré algunas herramientas que podrían ser útiles y compartiré algunas experiencias personales y opiniones.

Y tú, ¿tienes alguna experiencia de planificación que quisieras compartir? Sigue leyendo