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La colaboración en la co-docencia

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Diapositiva1En este año, hice una colaboración con una nueva revista académica de Educación llamada “Educationis Momentum” de la Universidad Católica San Pablo. En ella, se trata sobre la co-docencia o docencia compartida, también conocida como “co-teaching”, que consiste en dos docentes en el aula donde ambos tienen en principio un mismo nivel de responsabilidad. No se trata pues de un docente principal y un auxiliar, sino de dos profesionales en igualdad de condiciones.

Si bien hay muchos quienes comentan sobre los beneficios, en el ensayo observamos algunas críticas que se han hecho sobre la base de experiencias reales para luego resaltar la importancia de la “colaboración” y los aspectos que ello comprenden en beneficio de esta nueva práctica.

Aproximación al principio de colaboración como clave para la práctica de la codocencia

Resumen

La codocencia puede ser concebida -erróneamente- como una práctica de aplicación sencilla , y dado sus conocidos beneficios en el aprendizaje de los estudiantes, su aplicación está cada vez mas difundida. No obstante, la complejidad y heterogeneidad de las organizaciones educativas, así como la complejidad de la propia naturaleza humana, llevan a reflexionar sobre las relaciones interpersonales y el rol de la gestión educativa en el principio fundamental de la codocencia: la colaboración. Esta se fundamenta en el respeto, la comunicación, el compartir y la confianza, a la vez que promueve el trabajo en equipo, el intercambio de ideas y la coordinación. El trabajo busca brindar algunas orientaciones que promuevan el principio de colaboración para la codocencia entre los docentes considerando, además, la relación con la organización educativa como marco y factor del proceso.

¿Qué sucede cuando los maestros conversan?

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Como profesores, las relaciones en una escuela son un poco curiosas. Podemos tener buenos amigos, así como conocidos y así podemos hablar de una amplia gama de relaciones de todos los colores. También es posible que puedan pasar más de un día en el que no hable con ninguna de estas personas, más allá de un saludo al llegar a la escuela o un gesto al encontrarnos con otros en los pasillos o en el cambio de horas. Y no se trata tanto de que los profesores seamos tímidos, huraños, o algo parecido. Creo que más bien es el cómo la escuela está organizada.

Entre las clases para dictar durante el día, los trabajos para corregir, las sesiones que planificar, los materiales para preparar, los padres que escriben o que piden reuniones, la verdad es que hay poco espacio dentro del horario de un profesor para que pueda sentarse a conversar con otros profesores. Alguien podría pensar, “sí, es cierto; pero ¿y qué?” Aparentemente no es un tema grave, pero en realidad es un poco más complejo de lo que parece.

Pensemos en un momento en la importancia de las relaciones interpersonales. Pensemos en lo demandante que es emocionalmente el trabajo de un maestro. Pensemos en cuántas veces los profesores sentimos que nos quedamos sin ideas. Pensemos también en las veces (en muchas escuelas, muy pocas o escasas veces), en la que los maestros logran conversar por un buen rato. ¿Qué sucede cuando se sientan a conversar?

Por un lado, encuentran un apoyo emocional a su trabajo, alguien que escucha los problemas y que los comprende porque los vive también o los vivió, que puede dar un consejo para solucionar una situación difícil con un alumno, un padre o un colega, que puede facilitar incluso materiales, estrategias, contenidos. Mejor aún, muchas veces, cuando los maestros se sientan juntos pueden identificar problemas que involucran a más de una persona, a más de un salón, problemas que involucran a la escuela como comunidad o institución, cuando menos. Entonces, las ideas surgen, las alternativas de solución se proponen. La innovación y la resolución de problemas no son cuestión de física cuántica, sino que muchas veces surgen espontáneamente ante la oportunidad de intercambiar ideas, de plantear situaciones, de conversar finalmente. Hasta lo que va de mi experiencia en más de una escuela, cuando los profesores se reúnen, aún en eventos sociales, en algún momento buscan hablar de la escuela: existe una necesidad real de hablar entre maestros.

¿Por qué no aprovechar desde la gestión, desde la dirección, las capacidades profesionales, el conocimiento y la experiencia de los maestros para promover la innovación en las escuelas? ¿Por qué no consideramos darle a los maestros un momento para conversar dentro de su horario de clases?

¿Qué se vive en la sala de maestros?

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“En los cambios de clase, todos los días, diferentes maestros entran por solo unos breves instantes y cuentan brevemente alguna situación realizando un rápido descargo emocional por alguna travesura, malcriadez o muestra inverosímil de ignorancia o atrevimiento. Los demás maestros suelen asentir y compartir la indignación o la risa. Luego, el maestro que entró a la sala se retira y prosigue con sus clases.”

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¿Qué produce una escuela?

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“¿Qué produce una escuela?” es la premisa con la que empieza el clásico “En la escuela. Sociología de la experiencia escolar” de Dubet y Martuccelli. Puede parecer una cuestión ya caduca para muchos porque implica pensar en el alumno, en un ser humano en términos de “producto”; sin embargo, es un hecho que toda escuela produce un perfil, uno oculto, uno totalmente inconsciente.

Básicamente, una escuela, lo quiera o no, introduce en las personas una serie de posibilidades y limitaciones, preceptos sociales, entre otros aspectos. Por ejemplo, una escuela pública en una zona marginal puede llevar un mensaje implícito que dice a sus alumnos que van a tener ocupaciones técnicas; puede decirles que han nacido y siempre vivirán en la marginalidad. Despúes de más de 10 años de escuchar este mensaje oculto, una persona terminaría creyéndolo. Por el contrario, una escuela privada en una zona socioeconómicamente alta envía un mensaje que exige a los alumnos llevar cierto estilo de vida, cierto estatus social y cumplir con una serie de expectativas sociales.

Estos ejemplos, obviamente, son meramente gráficos, son incluso, algo caricaturescos; sin embargo, ponen en claro la idea del currículum oculto: valores, principios, hábitos, expectativas, formas de interrelación, etc. que toda escuela posee.

En el caso de las escuelas públicas, a las cuales les exigimos una mejora en la “calidad” de sus contenidos o en la “calidad” de los aprendizajes, creo que es importante considerar el currículum oculto que se le brinda. Desde la entrada, al ingresar a un ambiente físico abandonado, sin mantenimiento, con una estructura arquitectónica rígida o cuasi militar, se está brindando un mensaje que quedará grabado.

No es imposible que exista gente con capacidad de cambiar su estilo y calidad de vida, pero este currículum oculto dificulta la posibilidad de movilización social.

En una futura entrega, ahondaré más en el tema a modo de reseña del libro de Dubet y Martuccelli.

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Enfoques de las organizaciones educativas III: Paradigma Estructural

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Hasta el momento hemos visto dos enfoques sobre organizaciones educativas, ambos con un corte cultural. En esta ocasión, veremos el precedente a el Paradigma Interpretativo Simbólico y el Socio-Crítico. Se trata del primer enfoque: el científico-racional o paradigma estructural.

Este enfoque se fundamenta en que la realidad es una entidad cierta y observable, capaz de ser estructurada y organizada en un sentido razonable; por lo tanto, puede ser canalizada hacia el establecimiento de determinadas metas que ayudarán a un mejor desarrollo.

La preocupación fundamental de éste paradigma está en la definición y redefinición de objetivos, funciones, estructuras, medios, etc. por la búsqueda de un alto nivel de competencia tanto técnica como profesionalmente en todos sus integrantes. La meta última se centra en la eficacia para conseguir los logros y resultados más ambiciosos. Por ello, lo que verdaderamente importa es el funcionamiento de la organización.

Bajo este esquema, la escuela resulta una estructura rígida donde las funciones, los roles y las normas tienen como fin la socialización y la selección social en un marco ordenado y organizado con la finalidad de promover la eficacia y la eficiencia.

No observamos bajo este paradigma a la persona. Ahora, no es que no se encuentren presentes, sin embargo, se les observa solamente como elementos del sistema, engranajes en la maquinaria de la estructura organizativa, sin que se considere el intercambio de sus actuaciones individuales y grupales ni el impacto de éstas en la organización.

Entonces, resulta sumamente improbable el comprender a la escuela desde una lógica únicamente funcionalista, pues es casi imposible la estandarización de los roles desde el momento en que los maestros, por ejemplo, poseen una libertad prácticamente absoluta al encontrarse en la privacidad de un salón de clases con sus alumnos. Así, aunque formalmente los elementos tengan funciones y responsabilidades determinadas y tales elementos sean interdependientes, la relación entre ellos será relativa ya que poseen una autonomía no considerada.

Referencias generales
Este escrito y los otros dos sobre enfoques de organizaciones educativas están basados en:

Díaz, Carmen (2005). La organización escolar: ¿burocracia o comunidad? Reflexiones desde una mirada ética. En: Educación. Vol. XIV No. 26, pp. 43-58.

García, Filomena (1997). Organización escolar y gestión de centros educativos. Málaga: Ediciones Aljibe, pp. 279.

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Enfoque de las organizaciones educativas II: Enfoque interpretativo-simbólico

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En un post anterior se trató el paradigma político de las organizaciones educativas. En esta ocasión, se tratará el paradigma predecesor, el enfoque interpretativo-simbólico o paradigma cultural. Éste centra su atención en el mundo de los significados y la simbología que configura las realidades de las organizaciones educativas. Se sitúa en aspectos y sectores cargados de significación, valores, ritos y creencias que integran la cultura del centro.

La realidad de las escuelas se comprende como un conjunto de símbolos aceptados, construidos, recreados y compartidos por los miembros que integran la comunidad escolar. Estos símbolos tienen la misión de crear lazos y vínculos entre los miembros de los grupos implicados, para mantener una cultura que aglutine y cohesione a todos y cada uno de los integrantes del grupo, proporcionándoles elementos comunes que puedan ser compartidos y fomentados.

Estos símbolos tienen la misión de crear lazos y vínculos entre los miembros ... configurando la realidad de la organización

Estos símbolos, además, son creados para reducir la ambigüedad y la incertidumbre generadas por el significado de algún acontecimiento, resolver la confusión y aumentar la predictibilidad. De esta forma, aunque los hechos pueden ser ilógicos, azarosos o con escaso significado, los símbolos hacen que los veamos de otro modo.

Así, en un centro educativo puede haber rutinas como el canto del himno nacional todos los lunes a primera hora o la formación de los alumnos antes de entrar a clases; lo que se convierte en ritos y celebraciones que simbolizan aspectos que comparte el grupo de personas que conviven en la escuela.

En este enfoque se considera a los actores de la organización; sin embargo, no se consideran aspectos como los conflictos o la toma de decisiones en sí, sino en lo que estos hechos significan. El matiz no es tanto político como cultural o sociológico.

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