En los meses pasados, producto de un trabajo que se viene realizando desde hace muchos años, hemos visto cómo la demanda y acción por un trato equitativo hacia la mujer ha venido creciendo. Vemos cambios de comportamiento y actitud incluso en algunos medios, miles de mujeres, hombres y niños valientes que salieron a levantar su voz de protesta, muchas más personas que se indignan cuando quienes son responsables por impartir justicia y proteger a un pueblo, menosprecian la violencia y llaman “lesiones menores” en lugar de quedarse callados. Eso es un avance.
¿Y qué hace la escuela frente a ello? ¿Está la escuela cumpliendo su rol de formación y transformación de nuestra sociedad?
Probablemente algunos piensen que ello es un tema que se debe tratar en casa, que tiene que ver con los valores de cada familia. Otros pensarán que la escuela debe tener un rol objetivo y que no se puede comprometer con un tema como este. Pero no. No comprometerse no es una opción. Sobre todo cuando la escuela muchas veces ayuda a reforzar prejuicios y actitudes discriminatorias.