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Chile y Perú: desde la tensión hacia la sinrazón

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El tema de los limites marítimos ha traído nuevamente (a veces parece que interminablemente) el asunto de la “rivalidad”, por utilizar un nombre, entre Perú y Chile. El asunto de pretexto es el mismo desde hace más de 100 años; y quizá no debería ser tan alarmante si fuese simplemente una estratagema política para llamar la atención o distraer la atención de otros temas más relevantes. No digo que el asunto sea inútil, de hecho tiene una buena cuota de importancia para ambas naciones en pos de una saludable convivencia; pero lamentablemente estas tensiones traen una larga cola.

El día de ayer, leí en Perú 21 que el 33% de los peruanos cree que Chile está preparándose para entrar en guerra. Lo primero que pensé fue en el eterno retorno del rencor y el resentimiento, culpa en mucho de la mala enseñanza de la Historia Peruana, la cual se ha dedicado a transmitir el resentimiento desde los años de la posguerra con Chile, y a desarrollar una falsa sensación “nacionalista” a partir del rechazo a los “otros”, los “invasores”, los que destrozaron al Perú (llámense chilenos, españoles, ecuatorianos).

Los peruanos hemos superado ya algunas heridas: las relaciones con Ecuador y España son sanas desde el interior de los peruanos. Pero el tema con Chile aún tiene que ser trabajado.

Y no sólo se solucionará al aclararse un límite territorial porque la “rivalidad” existe en nosotros y se manifiesta cada vez que alguien se fastidia al oír que alguien dice que el Pisco es chileno o cuando sucede algún partido entre nuestras selecciones. Esa encuesta es una prueba de ello. Ese 33% de peruanos no nacieron con esas ideas, esas ideas fueron aprendidas en casa, en la comunidad, en las escuelas. Acabemos por favor con los resentimientos, en pos de nuestra propia liberación.

Nota: Les dejo un fragmento de un documental, “Epopeya”. En este fragmento se muestra a dos maestras de Historia hablando sobre la Guerra Perú – Chile. Ahí verán evidencias de la transmisión del resentimiento.

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Educación y democracia: el factor convivencia

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La palabra “democracia” que tan fácilmente puede aparecer en las bocas de muchos tiende a sonar vacías en muchas ocasiones. Pareciera que el utilizarla otorga autoridad a la persona para colocarse en una suerte de pedestal y validar cuanto diga.

Naturalmente, la palabra en cuestión termina arrastrando a sus familiares: “ciudadanía”, “convivencia”, “derechos humanos”, entre otros. Y tales términos no están sólo presentes en los políticos y periodistas. La educación también ha caído y en diversas escuelas hay asignaturas sobre derechos humanos, educación ciudadana, y demás; y aunque estoy de acuerdo que es necesario que toda persona conozca sus derechos y deberes, y reflexione sobre los temas involucrados, no puedo dejar de preguntarme si esto es suficiente. ¿No debería tratarse de una práctica constante y rasgo transversal?

Antanás Mockus, cuando era alcalde de Bogotá, impulsó un proyecto llamado “Cultura Ciudadana”, con la intención de mejorar la calidad de vida entre los habitantes. Ese proyecto partió de una teoría: la ley, la moral y la cultura están separadas entre sí; y de ahí que la convivencia resulte caótica.

“Cultura Ciudadana” asumía la concreción de las siguientes acciones:
1.- Lograr que los ciudadanos regulen sus conductas entre sí de maneras no pacíficas
2.- Hacer que los peatones y los conductores de vehículos se respetaran y lograran una mejor convivencia entre ellos.
3.- Reducir el número de muertes violentas ocasionadas por consumo de alcohol
4.- Institucionalizar la información sobre seguridad
5.- Reducción del ajusticiamiento personal mediante la estimulación de la confianza hacia los desconocidos
6.- Permitir el desahogo y la manifestación de resentimientos y otros sentimientos negativos ocurridos durante la historia personal de cada ciudadano, entre muchos otros.

El punto es que el plan de “Cultura Ciudadana” comprendió que la convivencia es una cuestión vivencial antes que nada, por lo que se trata de transformaciones internas en las personas. El papel de la educación no está en la transmisión de la información o sólo la reproducción de los patrones sociales. La educación surge para transformar a las sociedades sin destruir sus particularidades.

¿Y por qué empecé hablando de “democracia”? Pues porque la Democracia no se trata de la participación eventual de los miembros de una sociedad en un proceso electoral. La Democracia es un hecho social y dinámico que se contruye y actualiza diariamente en la vida de esos miembros, porque el “gobierno del pueblo” empieza por la capacidad del pueblo para gobernarse a sí mismo.

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La planificación educativa real y la ideal

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Todo proceso de planificación educativa parte de una concepción de ser humano y de sociedad, así como un conocimiento del presente y una idealización del futuro al cual ambos elementos se quieren encaminar. Después de todo, es parte inherente de la naturaleza de la educación: reproducción y cambio.

Naturalmente, los gobiernos construyen planes curriculares nacionales aunque no necesariamente con un trabajo consciente y proyectivo de estos elementos importantes. De ahí su eminente caducidad; es decir que muchos planes curriculares están enfocados en necesidades temporales que de hecho deben cubrirse, pero no predominar; pues al ser temporales implican un cambio constante y casi sobre la marcha, lo que genera inestabilidad.

A la vez, dichos planes deben ser lo suficientemente abiertos y flexibles como para permitir que cada región, localidad y organización educativa, los cuales trabajan en función a sus propias concepciones de ser humano y sociedad, concepciones más concretas y delimitadas. Aunque finalmente, el docente que se encuentra en el aula y se enfrenta a situaciones muy específicas termina realizando una planificación muy práctica y a veces divorciada de la planificación nacional.

Entonces, se produce una tensión entre la planificación idealizada y la planificación real que trata María Cecilia Ainciburu en:

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Evaluación docente en junio

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Esta semana ha salido la noticia acerca del lanzamiento de la nueva Ley de Carrera Magisterial y el consecuente proceso de evaluación a los docentes de las escuelas públicas peruanas. Naturalmente, no se hicieron esperar las opiniones opuestas. Así que trataremos la noticia por partes.

Para empezar, debemos referirnos al antecedente de la primera evaluación a docentes realizad en este gobierno, sobre la cual hice un breve informe. A pesar de los muchos rumores y errores que se cometieron, el tema no fue tan apocalíptico como muchos pensaron. Es más, a partir de ello, han surgido una serie de incentivos a la Educación. Claro, no han sido las soluciones más radicales pero son un inicio; y es que hay que considerar que los resultados en el campo educativo rara vez (por no decir nunca) son evidentes en corto plazo.

Uno de los beneficios es el incremento salarial que ganaría un docente que meritoriamente haya logrado una buena evaluación (por encima de 4000 soles, según tengo entendido). ¿Eso es bueno? ¿Ser reconocido en función a mis méritos en lugar de sólo el tiempo o las relaciones? Sí, claro que sí.

La pregunta a plantear creo que sería la siguiente: ¿Cuáles son los méritos que se van a considerar? Si sólo son aspectos teóricos, entonces estamos mal. Esa es sólo una fracción del conjunto de la labor docente. Importante, claro que sí; pero no total; pues perfectamente puedo saberme el discurso constructivista, y estar al día en todos los puntos sobre planificación y evaluación, pero terminar dando una clase predominantemente expositiva y aburrida, evaluar sólo información memorizada (ni siquiera hablamos de conocimiento, pues este finalmente se puede llevar a la aplicación).

Es decir, la evaluación docente debería ser una evaluación de desempeño laboral, la cual debe considerar por lo menos la actualización formativa constante aplicada (evidenciada en la planificación de cursos) y el manejo de clase; sin mencionar otros aspectos que debería quedar como parte de una evaluación institucional de cada escuela: la integración con los principios y la visión planteados en el Proyecto Educativo al 2021, la relación con los estudiantes y con los otros miembros de la escuela, entre otros aspectos. ¿Trabajo pesado? Sí, pero necesario para caminar rumbo a la mejora.

Y es que la evaluación docente no debería ser sólo un tema político, sino también estratégico; y en ese sentido, le incumbe como obligación a cada organización educativa.

Naturalmente, todo ese esfuerzo merece una recompensa y no sólo salarial, sino también social. En eso, todos estamos involucrados.

Convocatoria del Ministerio de Educación
Para participar de este proceso, pueden inscribirse en CiberDocencia entre el 17 de abril y el 21 de mayo.

La evaluación según la prensa
Si desean más detalles sobre el proceso, revisen la nota publicada por Peru21.

Primera gran evaluación de maestros será en junio

También me pareció muy interesante el editorial publicado por el Comercio.

Cuando el objetivo de la política es la educación Sigue leyendo

El orden social en la escuela

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El orden social según un niño
Un día encontré en la escuela a un niño de estatura media maltratando a un niño pequeño. Le increpé, pero él respondió: “Los grandes me golpean, así que yo le pego a los pequeños, es lo justo.” En estas palabras, el niño sintetizó la historia de la raza humana.

Bertrand Russell
Educación y Orden Social

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TIC y Educación, o, el dilema del medio y del diseño

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Desde hace varios años es común leer y escuchar acerca del uso de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) en la Educación. Al entrar al tema, es muy común terminar repleto de argumentos a favor de la incorporación de dichas tecnologías en beneficio de la educación porque implica cambios en la educación. El problema que veo es que en la práctica nunca termina de quedar claro que el cambio es completo, y termina siendo sólo la sustitución de medios.

A partir del surgimiento de las TIC, aparecieron algunos cuestionamientos a la educación convencional: se criticó un modelo para afirmar el beneficio del cambio por el cambio en sí; es decir que si se cambiaba al profesor expositor por el uso de computadoras e Internet, se estaba transformando la educación y mejorando el aprendizaje; lo cual no era ni es cierto. El cambio en los medios no implica un cambio metodológico. Muchos recursos electrónicos preparados con fines educativos, y la Internet en sus primeros años, tenían un soporte expositivo. Así que en esencia, se seguía el mismo modelo. Probablemente, al inicio haya sido más interesante para las personas por lo novedoso, pero como todo “juguete nuevo”, luego de un tiempo, aburre.

Además, se tomó el modelo expositivo como una suerte de “enviado maligno” al que había que erradicar, aunque en el fondo, sólo se mantenía su existencia.

Así se llegó a una nueva etapa, en la que el cambio vino por el lado metodológico sobre la base de medios “nuevos” (ya para entonces, no tan nuevos). Ahora el cuestionamiento sí tenía una base en el diseño educativo y le dio mucha fuerza a temas como el Constructivismo y el Aprendizaje significativo, las estrategias didácticas activas como el Aprendizaje Basado en Problemas (extremadamente semejante a la metodología de Proyectos), y el aprendizaje en comunidad. Mi objeción en este punto para algunos casos es que en muchos artículos se presentan estas innovaciones metodológicas amarradas fuertemente a las TIC, de modo que parecieran aspectos inherentes el uno al otro. Ello tiene una repercusión en personas que no tienen una formación en Educación y que buscan “estar al día” o mejorar sus procesos educativos: piensan en el medio como el hacedor del cambio; es decir que regresan a la primera etapa donde las formas usuales de trabajo son adaptadas a un nuevo medio.

Los beneficios de las TIC en la educación no son importantes por el medio, sino por el diseño educativo que es la arquitectura de cualquier proceso educativo, ya sea que emplee o no a las tecnologías.

Y ello debe quedar claro en países con realidades en las que el acceso a las tecnologías de forma sostenida y aplicable de por vida dista de un futuro inmediato.

Encontré un artículo muy interesante sobre este punto:

Aprender y enseñar en entornos virtuales. Por Javier Onrubia

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Sociedad del Conocimiento II: Alcances de la revolución del conocimiento

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La información y el conocimiento cruzan los distintos espacios sociales transformándolos porque modifica, según Falero (2006), las relaciones sociales que a su vez pueden potenciar o bloquear el desarrollo de las nuevas fuerzas productivas.

El conocimiento se ha convertido en el principal “insumo”productivo que ha desplazado, así, al capital y al trabajo. De esta forma, se perfila como el motor fundamental del cambio y del crecimiento económico en el nuevo contexto global. En consecuencia, se afirma que el bienestar de las personas y la capacidad de competir de las empresas dependen en alto grado de las ciencias y la investigación antes que de la disponibilidad de recursos naturales, por ejemplo (Távara y Vaccaro, 2006).

Lo que plantearía para cualquier país la facultad de potenciar un desarrollo nacional basado en el capital intelectual de sus habitantes. Ello, claro está, implica la necesidad de desarrollar estrategias para la mejora de la calidad educativa, la promoción de la investigación, la creatividad y la innovación, entre otros aspectos. Se trata pues de invertir en las personas.

Por otro lado, ya que esta cualidad está centrada en los países desarrollados, se acentúa una brecha entre naciones; e incluso, dentro de un país, la brecha de incrementa entre sectores que pueden acceder o manejan los beneficios de la información y el conocimiento, y los que tienen limitaciones para acceder a éste. Lo anterior se yergue dentro de la línea de la ideología del poder dominante a escala global que busca controlar el conocimiento y ponerlo al servicio de sus propios intereses (Tavara y Vaccaro, 2006).

Esto no quiere decir que no exista la posibilidad de salvar esta brecha. La situación de “país no desarrollado” no es necesariamente eterna o invariable. Por el contrario, con las políticas, lineamientos y acciones adecuadas se puede velar por el cambio. Tenemos como ejemplos históricos países como Japón o Corea del Sur. Geográfica y culturalmente más cercanos tenemos países latinoamericanos que han estado desarrollando un cambio de enfoque hacia el conocimiento antes que los bienes tangibles que les permite mejorar sus niveles de desarrollo humano.

En este contexto es preciso reconocer que la transición hacia sociedades del conocimiento en países como el nuestro, involucra cambios culturales e institucionales que deben ser generados por fuerzas que operan dentro de las sociedades.

Por otra parte, debemos reconocer también que el desarrollo del conocimiento y la facilidad para acceder a la información así como los cambios tecnológicos y de comunicaciones que se desarrollan han acelerado la vigencia de las generaciones de manera que se pueden apreciar cambios generacionales también acelerados y que se configuran marcadamente distintos. Así se ha abierto una brecha en función, por ejemplo, al manejo de los recursos tecnológicos. Así, el sector juvenil es conciente de poseer y dominar un conocimiento útil y valioso en diversos sectores y mercados al punto de convertirse en un factor de afirmación. Como resultado, se aprecia una significativa aceleración en la captación y manejo de técnicas y conocimiento operativo considerados de mayor aplicabilidad, y, con frecuencia, un menor interés por la formación teórica y por profundizar en el ser abstracto (Jaworski, 2006).

Sobre esta situación, a partir de nuestra experiencia, aclaramos que el manejo de estas tecnologías no es exclusivo de las generaciones más jóvenes. Muchas personas adultas y mayores acceden y tienen un buen desempeño en su manejo. Sin embargo, comparativamente, la mayor parte de las generaciones jóvenes accede en mayor número, frecuencia y facilidad para aprender su uso.

Ahora, ante esta avalancha de información y tecnología, observamos que el problema es cómo lograr que las personas funcionen estratégica, crítica y creativamente, evitando el simplismo del “Copiar y Pegar” y la alienación que implica la subordinación intelectual(Claux, 2006).

Esto nos lleva a considerar diversos aspectos —dos de los cuales ya hemos señalado—. Por un lado, nos reitera la necesidad de invertir en las personas para que sean usuarios críticos de la información y puedan generar conocimientos. También apunta a la necesidad de brindar las condiciones necesarias para el tránsito a una sociedad del conocimiento.

Aparte de ello, nos apunta a tomar conciencia que la revolución del conocimiento en un mundo globalizado nos exige la toma de conciencia sobre el desafío de formar ciudadanos que sean capaces de vivir en forma armoniosa dentro de dos dimensiones: ciudadanos locales y globales. Es decir que debemos buscar el convertirnos en personas que puedan vivir un sentido de pertenencia doble: un sentido de identidad local, identificación con su nación, cultura, etc. pero que no bloquee a la persona en su relación con el mundo, sino que pueda concebirse como miembro de éste. Esta doble dimensión de “ciudadanía” es sumamente importante pues resulta una consabida exigencia para el siglo XXI, y favorece un desarrollo con relaciones más favorables que eviten actitudes xenofóbicas o alienación (Hopkins, 2005).

Creemos que aquí yace, en cierta forma, la necesidad del respeto a la diversidad a la par del reconocimiento del otro y el respeto a la igualdad en cuanto a todo ser humano.

Todos estos son algunos aspectos que resaltamos acerca del impacto de la revolución del conocimiento en la sociedad y cómo hemos observado durante este documento, ello tiene implicancias en la educación que desarrollaremos en el contexto de la gestión del conocimiento.

Referencias

Claux, Mary (2006). “Comprendiendo el pensamiento innovador”. Fecha de acceso: setiembre de 2006. http://palestra.pucp.edu.pe/index.php?id=85

Falero, Alfredo (2006). “¿Por qué es importante entender la actual revolucion del conocimiento?” Fecha de acceso: setiembre de 2006. http://www.pvp.org.uy/falero.htm

Hopkins, José Armando (2005). “La globalización, la revolución del conocimiento, tecnología y educación”. Material del curso Gestión del Conocimiento en el campo educativo de la Maestría de la Educación con mención en Gestión de la Educación. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.

Jaworski, Hélan (2006). “Pensar, saber y enseñar entre las generaciones”. Fecha de acceso: setiembre de 2006. http://palestra.pucp.edu.pe/index.php?id=152

Távara, José y Vaccaro, Giannnina (2006). “Economía y sociedad del conocimiento” Fecha de acceso: setiembre de 2006. http://palestra.pucp.edu.pe/index.php?id=240

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