Archivo de la categoría: Opinión

Comentarios y observaciones personales

El pensamiento crítico ante los medios

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En los últimos meses he tomado más conciencia del rol de la prensa para transformar la perspectiva de las sociedades en torno a sucesos controversiales. El punto principal de la observación es que aparentemente las sociedades asumen como verdad lo que la prensa presenta, sin considerar otras perspectivas; es decir, la gente atribuye como verdad a un enfoque subjetivo.

Por ejemplo, hace más de un mes, en Honduras, el expresidente Zelaya fue sacado de su cargo abruptamente. Al principio, la prensa internacional no reaccionó. El tema central en CNN, por ejemplo, era la muerte de Michael Jackson. Después que Zelaya empezara a llamar la atención de los medios, la noticia recorrió toda América para presentarlo como la víctima de un golpe de estado; y para pedir su restitución. Paralelamente, se dio a conocer la imagen de una Honduras en caos y crisis, cuando en realidad la situación es diferente; y la mayoría de las personas hace su vida con mucha normalidad. Es cierto que han habido ciertos eventos trágicos, pero ellos no son la cotidianidad del país. Tampoco se ha visto la opinión de los hondureños en el tema, donde si bien un sector quiere el regreso de Zelaya, hay otro sector que no lo desea, pues aparentemente Zelaya desearía ser un nuevo Chavez.

¿Por qué la prensa internacional se limitó a las opiniones de Zelaya en un principio? ¿Por qué manipularon las imágenes transmitidas e impresas de las manifestaciones para exagerar los eventos? ¿Por qué no hubo una investigación objetiva de los hechos? Y, sobre todo, ¿por qué las personas, incluyendo los presidentes de diversas naciones, asumieron como verdad lo que presentaba la prensa?

¿Dónde está la capacidad crítica de nuestras sociedades? ¿Es que en nuestra cultura mediática, hemos perdido nuestra capacidad de analizar críticamente la información que recibimos? ¿Cuán manipulables nos hemos vuelto?

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Chile y Perú: desde la tensión hacia la sinrazón

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El tema de los limites marítimos ha traído nuevamente (a veces parece que interminablemente) el asunto de la “rivalidad”, por utilizar un nombre, entre Perú y Chile. El asunto de pretexto es el mismo desde hace más de 100 años; y quizá no debería ser tan alarmante si fuese simplemente una estratagema política para llamar la atención o distraer la atención de otros temas más relevantes. No digo que el asunto sea inútil, de hecho tiene una buena cuota de importancia para ambas naciones en pos de una saludable convivencia; pero lamentablemente estas tensiones traen una larga cola.

El día de ayer, leí en Perú 21 que el 33% de los peruanos cree que Chile está preparándose para entrar en guerra. Lo primero que pensé fue en el eterno retorno del rencor y el resentimiento, culpa en mucho de la mala enseñanza de la Historia Peruana, la cual se ha dedicado a transmitir el resentimiento desde los años de la posguerra con Chile, y a desarrollar una falsa sensación “nacionalista” a partir del rechazo a los “otros”, los “invasores”, los que destrozaron al Perú (llámense chilenos, españoles, ecuatorianos).

Los peruanos hemos superado ya algunas heridas: las relaciones con Ecuador y España son sanas desde el interior de los peruanos. Pero el tema con Chile aún tiene que ser trabajado.

Y no sólo se solucionará al aclararse un límite territorial porque la “rivalidad” existe en nosotros y se manifiesta cada vez que alguien se fastidia al oír que alguien dice que el Pisco es chileno o cuando sucede algún partido entre nuestras selecciones. Esa encuesta es una prueba de ello. Ese 33% de peruanos no nacieron con esas ideas, esas ideas fueron aprendidas en casa, en la comunidad, en las escuelas. Acabemos por favor con los resentimientos, en pos de nuestra propia liberación.

Nota: Les dejo un fragmento de un documental, “Epopeya”. En este fragmento se muestra a dos maestras de Historia hablando sobre la Guerra Perú – Chile. Ahí verán evidencias de la transmisión del resentimiento.

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Educación y democracia: el factor convivencia

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La palabra “democracia” que tan fácilmente puede aparecer en las bocas de muchos tiende a sonar vacías en muchas ocasiones. Pareciera que el utilizarla otorga autoridad a la persona para colocarse en una suerte de pedestal y validar cuanto diga.

Naturalmente, la palabra en cuestión termina arrastrando a sus familiares: “ciudadanía”, “convivencia”, “derechos humanos”, entre otros. Y tales términos no están sólo presentes en los políticos y periodistas. La educación también ha caído y en diversas escuelas hay asignaturas sobre derechos humanos, educación ciudadana, y demás; y aunque estoy de acuerdo que es necesario que toda persona conozca sus derechos y deberes, y reflexione sobre los temas involucrados, no puedo dejar de preguntarme si esto es suficiente. ¿No debería tratarse de una práctica constante y rasgo transversal?

Antanás Mockus, cuando era alcalde de Bogotá, impulsó un proyecto llamado “Cultura Ciudadana”, con la intención de mejorar la calidad de vida entre los habitantes. Ese proyecto partió de una teoría: la ley, la moral y la cultura están separadas entre sí; y de ahí que la convivencia resulte caótica.

“Cultura Ciudadana” asumía la concreción de las siguientes acciones:
1.- Lograr que los ciudadanos regulen sus conductas entre sí de maneras no pacíficas
2.- Hacer que los peatones y los conductores de vehículos se respetaran y lograran una mejor convivencia entre ellos.
3.- Reducir el número de muertes violentas ocasionadas por consumo de alcohol
4.- Institucionalizar la información sobre seguridad
5.- Reducción del ajusticiamiento personal mediante la estimulación de la confianza hacia los desconocidos
6.- Permitir el desahogo y la manifestación de resentimientos y otros sentimientos negativos ocurridos durante la historia personal de cada ciudadano, entre muchos otros.

El punto es que el plan de “Cultura Ciudadana” comprendió que la convivencia es una cuestión vivencial antes que nada, por lo que se trata de transformaciones internas en las personas. El papel de la educación no está en la transmisión de la información o sólo la reproducción de los patrones sociales. La educación surge para transformar a las sociedades sin destruir sus particularidades.

¿Y por qué empecé hablando de “democracia”? Pues porque la Democracia no se trata de la participación eventual de los miembros de una sociedad en un proceso electoral. La Democracia es un hecho social y dinámico que se contruye y actualiza diariamente en la vida de esos miembros, porque el “gobierno del pueblo” empieza por la capacidad del pueblo para gobernarse a sí mismo.

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Responsabilidad Social y Educación: primer acercamiento

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¿Responsabilidad social? ¿Por qué ser responsable socialmente? ¿En la escuela? ¿Acaso no son las escuelas socialmente responsables? ¿No han sido muchas instituciones responsables socialmente desde hace ya muchísimos años al desarrollar actividades de labor social? ¿Dónde está la diferencia?

Muy buenas preguntas, ¿verdad? Totalmente válidas y necesarias si queremos que el paradigma de la Responsabilidad Social no sea solo un cambio de nombre para una labor que efectivamente muchas instituciones educativas han desarrollado mediante programas de voluntariados sociales.

Tengo firmemente en la cabeza la idea que la Responsabilidad social es un rasgo inmanente de la educación que se ha hecho notable en los últimos años ante el relativismo y el individualismo creciente que se forma en las escuelas como reflejo social local y global; ya que para entrar en este paradigma hay que salir aquel en el que estamos sumergidos. En nuestro contexto local y global, el yo es prácticamente todo lo que importa, la libertad se asume como el poder de hacer lo que quiera con mi vida y la ética se concibe como mi manera de actuar correctamente.

Somos humanos, pero no humanidad, somos individuos sin colectivo. En sí, necesitamos volver a mirar más allá de yo mismo, observar el nosotros; donde el yo está incluido con los otros y los identifico como mis semejantes. Por este hecho, la Responsabilidad social no se puede entender como asistencialismo, porque si el otro es mi semejante, no puedo tratarlo como un ser inferior.

En el caso de las escuelas, creo que no podrán llegar a ser Responsables socialmente en realidad, si es que no se observan primero a ellas mismas bajo este paradigma. ¿Funciona mi escuela como una democracia? ¿Existe verdadera interacción entre las personas o no es más que una reproducción vertical de comandos? ¿Cada persona es conciente del impacto de sus acciones en los otros? Aquí muy bien podríamos detenernos a hablar del currículo oculto: la pedagogía invisible e inconsciente que muchas veces hecha abajo totalmente el trabajo organizado.

¿Y por qué hablar de democracia? ¿Cuál es la relación con el tema? Pues bien, la gestión de un centro educativo es más que el trabajo de la dirección. En cierta medida, toda la organización (docentes, administrativos, alumnos) está involucrada en la gestión de manera que cada quien es capaz de participar, desde su perspectiva y en función de sus capacidades y potencialidades, en la toma de decisiones y ejecución. Es decir, pensar en términos de “nosotros” y trabajar bajo este enfoque en lugar de considerar a la gestión como el “yo-líder” solitario que dirige al centro.

Sin embargo, en muchos casos se repite la dinámica de asistencialismo donde el alumno se convierte en el ser inferior que requiere de mí. Al término de la escolaridad, observamos en los últimos años chicos que consideramos inmaduros, irresponsables, egocéntricos, apáticos, indiferentes; y pensamos que no aprendieron nada en lugar de mirar si les brindamos las herramientas necesarias. Esto, obviamente, es un proceso que se repite desde la educación inicial, pero que se evidencia con mayor fuerza en la secundaria.

¿Cómo podemos tener alumnos comprometidos si convertimos a las escuelas en burbujas? ¿Cómo podemos exigir responsabilidad cuando no hemos confiado en ellos? Por eso mismo, deberíamos trabajar con ellos para ayudarles a tomar conciencia gradual del mundo que les rodea.

Ello debería ir en un sentido espiral desde el centro hacia el exterior; es decir, partir de sí mismo tomando conciencia de su entorno más inmediato en la escuela: su salón. Coexiste con personas diariamente y debería a prender a convivir con ellas, aprender a ser responsable del impacto de sus actos en sus propios compañeros. Empiezan, así, a crearse una serie de círculos individuales que van integrándose en un aula para convertirse en un solo círculo: nosotros. Y de esta forma, paulatina, el círculo se amplía hasta que de hecho pueda se involucre y comprometa con la gestión de su centro: no estoy en un todo, soy parte de un todo. En consecuencia, legitimado para tomar decisiones sobre aquel todo.

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Evaluación docente en junio

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Esta semana ha salido la noticia acerca del lanzamiento de la nueva Ley de Carrera Magisterial y el consecuente proceso de evaluación a los docentes de las escuelas públicas peruanas. Naturalmente, no se hicieron esperar las opiniones opuestas. Así que trataremos la noticia por partes.

Para empezar, debemos referirnos al antecedente de la primera evaluación a docentes realizad en este gobierno, sobre la cual hice un breve informe. A pesar de los muchos rumores y errores que se cometieron, el tema no fue tan apocalíptico como muchos pensaron. Es más, a partir de ello, han surgido una serie de incentivos a la Educación. Claro, no han sido las soluciones más radicales pero son un inicio; y es que hay que considerar que los resultados en el campo educativo rara vez (por no decir nunca) son evidentes en corto plazo.

Uno de los beneficios es el incremento salarial que ganaría un docente que meritoriamente haya logrado una buena evaluación (por encima de 4000 soles, según tengo entendido). ¿Eso es bueno? ¿Ser reconocido en función a mis méritos en lugar de sólo el tiempo o las relaciones? Sí, claro que sí.

La pregunta a plantear creo que sería la siguiente: ¿Cuáles son los méritos que se van a considerar? Si sólo son aspectos teóricos, entonces estamos mal. Esa es sólo una fracción del conjunto de la labor docente. Importante, claro que sí; pero no total; pues perfectamente puedo saberme el discurso constructivista, y estar al día en todos los puntos sobre planificación y evaluación, pero terminar dando una clase predominantemente expositiva y aburrida, evaluar sólo información memorizada (ni siquiera hablamos de conocimiento, pues este finalmente se puede llevar a la aplicación).

Es decir, la evaluación docente debería ser una evaluación de desempeño laboral, la cual debe considerar por lo menos la actualización formativa constante aplicada (evidenciada en la planificación de cursos) y el manejo de clase; sin mencionar otros aspectos que debería quedar como parte de una evaluación institucional de cada escuela: la integración con los principios y la visión planteados en el Proyecto Educativo al 2021, la relación con los estudiantes y con los otros miembros de la escuela, entre otros aspectos. ¿Trabajo pesado? Sí, pero necesario para caminar rumbo a la mejora.

Y es que la evaluación docente no debería ser sólo un tema político, sino también estratégico; y en ese sentido, le incumbe como obligación a cada organización educativa.

Naturalmente, todo ese esfuerzo merece una recompensa y no sólo salarial, sino también social. En eso, todos estamos involucrados.

Convocatoria del Ministerio de Educación
Para participar de este proceso, pueden inscribirse en CiberDocencia entre el 17 de abril y el 21 de mayo.

La evaluación según la prensa
Si desean más detalles sobre el proceso, revisen la nota publicada por Peru21.

Primera gran evaluación de maestros será en junio

También me pareció muy interesante el editorial publicado por el Comercio.

Cuando el objetivo de la política es la educación Sigue leyendo

Planificación educativa como renovación de la educación

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Planificación educativa: del papel a la práxis

¿Cuál es la importancia de la planificación educativa? La mayoría de nosotros hemos sido educados sobre la base de una fórmula con los siguientes elementos: contenidos estructurados jerárquicamente, un libro de texto, una exposición oral por parte del profesor, ejercicios y cuestionarios, exámenes regulares. Y aunque nos parezca una forma muy anticuada de educación formal, debemos aceptar que mal que bien, todos aprendimos. Entonces, ¿por qué tanta discusión sobre la planificación educativa?, ¿por qué hay que llenar tanta papelería para el colegio y el Ministerio?, ¿por qué perder tanto tiempo en burocracia cuando uno puede estar haciendo materiales y corrigiendo asignaciones? (especialmente si podemos aplicar una fórmula que ha funcionado por décadas).

Hay muchas respuestas a esas preguntas:
* Porque no se debe dejar lugar a la improvisación en la educación
* Porque la planificación ayuda a realizar una práctica eficiente
* Porque una adecuada planificación conlleva a una adecuada evaluación

Mi respuesta favorita es la siguiente: porque el educador debe cuestionarse sobre el objeto y el fin de la educación.

¿Han observado los libros de texto Santillana? No sé como son en otros países, pero en el Perú son textos gigantescos, de dimensiones casi enciclopédicas. La última vez que vi uno, pensé: “¿todo eso es necesario?”. Y por supuesto, los libros de Santillana son tan completos y sus ediciones para docentes son tan buenas que prácticamente se tiene la planificación del año escolar ahí.

Pero no es un asunto de sólo saber cuáles son los contenidos del año y en qué orden van. La Planificación educativa se trata de pensar en los principios a cubrir y las mejores estrategias para que las personas puedan aprovechar el ambiente de aprendizaje que el educador puede facilitar.

En los términos que me expreso, implico lo siguiente:

El educador renuncia al aprendizaje cerrado, es decir que si bien trabaja con un mínimo necesario debe brindar y estimular la posibilidad de que la persona vaya más allá de un parámetro y de un paradigma. No se trata sólo de aprender más de lo que el profesor podría enseñar, sino también ayudar a que las personas busquen y encuentren otras formas de aprender, así como atribuirles valoraciones diferentes a lo aprendido.

El educador debe redefinir su propia estructura lógica para adaptarse a las estructuras de los alumnos. Por ejemplo, si bien nosotros aprendimos en forma lineal, un adolescente nativo tecnológico probablemente no lo hará de la misma manera. Quizá, él pueda dar saltos temáticos pero que están vinculados de forma indirecta.

El educador es un profesional estratega; y por lo tanto debe ser capaz de plasmar una estrategia y planes de respaldo para lograr que todo el grupo logre llegar al mínimo establecido y lo supere. Tal estrategia debe estar enfocada en las características de las personas con las que trabaja y las condiciones en las que se desenvuelven (ya sean limitantes como oportunidades). No obstante, debería ser una estrategia susceptible de modificación sobre la marcha. La flexibilidad es vital.

El trabajo de planificación es pesado; es cierto; pero es vital. Naturalmente, será un proceso aburrido si se trata de transcribir lo plasmado en los documentos de planificación del año pasado; pero el cuestionamiento del objeto y el fin lleva a la renovación del proceso educativo, lo cual nos renueva a nosotros mismos y nos motiva para realizar un trabajo comprometido.

En las próximas semanas, les seguiré trabajando el tema de planificación. Les brindaré algunas herramientas que podrían ser útiles y compartiré algunas experiencias personales y opiniones.

Y tú, ¿tienes alguna experiencia de planificación que quisieras compartir? Sigue leyendo

TIC y Educación, o, el dilema del medio y del diseño

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Desde hace varios años es común leer y escuchar acerca del uso de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) en la Educación. Al entrar al tema, es muy común terminar repleto de argumentos a favor de la incorporación de dichas tecnologías en beneficio de la educación porque implica cambios en la educación. El problema que veo es que en la práctica nunca termina de quedar claro que el cambio es completo, y termina siendo sólo la sustitución de medios.

A partir del surgimiento de las TIC, aparecieron algunos cuestionamientos a la educación convencional: se criticó un modelo para afirmar el beneficio del cambio por el cambio en sí; es decir que si se cambiaba al profesor expositor por el uso de computadoras e Internet, se estaba transformando la educación y mejorando el aprendizaje; lo cual no era ni es cierto. El cambio en los medios no implica un cambio metodológico. Muchos recursos electrónicos preparados con fines educativos, y la Internet en sus primeros años, tenían un soporte expositivo. Así que en esencia, se seguía el mismo modelo. Probablemente, al inicio haya sido más interesante para las personas por lo novedoso, pero como todo “juguete nuevo”, luego de un tiempo, aburre.

Además, se tomó el modelo expositivo como una suerte de “enviado maligno” al que había que erradicar, aunque en el fondo, sólo se mantenía su existencia.

Así se llegó a una nueva etapa, en la que el cambio vino por el lado metodológico sobre la base de medios “nuevos” (ya para entonces, no tan nuevos). Ahora el cuestionamiento sí tenía una base en el diseño educativo y le dio mucha fuerza a temas como el Constructivismo y el Aprendizaje significativo, las estrategias didácticas activas como el Aprendizaje Basado en Problemas (extremadamente semejante a la metodología de Proyectos), y el aprendizaje en comunidad. Mi objeción en este punto para algunos casos es que en muchos artículos se presentan estas innovaciones metodológicas amarradas fuertemente a las TIC, de modo que parecieran aspectos inherentes el uno al otro. Ello tiene una repercusión en personas que no tienen una formación en Educación y que buscan “estar al día” o mejorar sus procesos educativos: piensan en el medio como el hacedor del cambio; es decir que regresan a la primera etapa donde las formas usuales de trabajo son adaptadas a un nuevo medio.

Los beneficios de las TIC en la educación no son importantes por el medio, sino por el diseño educativo que es la arquitectura de cualquier proceso educativo, ya sea que emplee o no a las tecnologías.

Y ello debe quedar claro en países con realidades en las que el acceso a las tecnologías de forma sostenida y aplicable de por vida dista de un futuro inmediato.

Encontré un artículo muy interesante sobre este punto:

Aprender y enseñar en entornos virtuales. Por Javier Onrubia

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La escuela más allá de las paredes: redefinición de la organización educativa

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La concepción de hombre y sociedad son variables en el tiempo y desde ellos las ideas de Educación y, por extensión, de la escuela. Así, este fenómeno ha pasado por diferentes concepciones que pueden agruparse en tres tipos de paradigmas que se resumen a partir de García Requena (1997) y Díaz (2005).

El primer enfoque que trataré es el científico-racional o paradigma estructural; el cual observa la realidad educativa como una entidad cierta y observable, capaz de ser estructurada y organizada en un sentido razonable con la finalidad de obtener un alto nivel de competencia. La escuela es vista como una estructura rígida en la que lo principal es el funcionamiento más apropiado para alcanzar mejores resultados.

En un segundo momento, surge el enfoque interpretativo-simbólico o paradigma cultural. Éste centra su atención en el mundo de los significados y la simbología que configura las realidades de las escuelas. Lo primordial es la consideración de los actores educativos y de la existencia de una cultura institucional.

Finalmente, el enfoque socio-crítico o paradigma político se presenta como una perspectiva centrada en una lectura política de las organizaciones donde se descubre una realidad con la finalidad de transformarla para su mejora. Se reconoce a la organización como asociaciones de personas diversas y diferentes grupos de interés.

En la evolución de la concepción de las escuelas se ha llegado a observarlas como una creación cultural, como una cuestión no tangible pues yace en el interior de las personas y en el abstracto de las relaciones que se entretejen entre ellas. Sin embargo, hasta el día de hoy las organizaciones siguen desarrollando su cotidiano bajo paradigmas caducos que no responden a las transformaciones sociales que van de la mano con las innovaciones tecnológicas. Las escuelas siguen limitando su campo de acción a los horarios escolares y pareciera que creen que los procesos de enseñanza y aprendizaje son exclusividad de las aulas. Ello sin considerar que aún existe una dimensión jerárquica y rígida en las estructuras organizacionales que obstaculizan el dinamismo, el cambio, la adaptabilidad de las escuelas a la realidad (Ander -Egg, 2001).

Cabe plantear algunas interrogantes a partir de lo visto y lo planteado en el Proyecto Educativo Nacional (MINEDU, 2006). ¿Es posible acortar el desfase entre las escuelas y la realidad social bajo estos paradigmas positivistas? ¿Responden nuestras escuelas a las exigencias y demandas educativas y sociales? ¿Hacia dónde camina la autonomía escolar y la descentralización educativa bajo esta marcha?

En el contexto del uso de las tecnologías que parecieran flexibilizar y hasta difuminar las barreras del tiempo y el espacio, su adecuada implementación podría facilitar la transformación de las organizaciones educativas a la etapa exigida. Una escuela que no tenga limitaciones horarias ni requiera forzosamente de espacios físicos; que no se aleje de la realidad de la sociedad sino que se alimente de ella y se mantenga en un diálogo constante; que reduzca las brechas sociales e incremente el dinamismo entre todos sus miembros, los distintos actores educativos. Es decir llegar a la construcción de escuelas modernas (Trahtemberg, 2000).

Es importante aclarar que no se trata de la sustitución de la interacción presencial por los espacios virtuales, sino de la ampliación de ésta mediante mecanismos tecnológicos que respondan a la observación de que las escuelas no son los edificios. Las escuelas están conformadas por la totalidad de personas que pueden convertirse en constructores de aprendizajes compartidos. Es cuestión de planificar y facilitar espacios de asesorías virtuales, investigación crítica en línea, debates profesionales y docentes-alumnos en foros virtuales, bibliotecas virtuales y electrónicas, entre otros.

Se trata, en síntesis, de una redefinición de la concepción de las organizaciones educativas en la práctica desde la incorporación con sentido de las tecnologías para que las escuelas reduzcan el desfase con la sociedad y no se conviertan en lo que podría ser un futuro no muy ficcional: instituciones caducas.

Referencias

Ander-Egg, Ezequiel, (2001). Los desafíos de la educación en el siglo XXI. Algunas reflexiones sobre los retos del futuro inmediato. Argentina: Hommo Sapiens Ediciones.

Díaz, Carmen (2005). La organización escolar: ¿burocracia o comunidad? Reflexiones desde una mirada ética. En: Educación. Vol. XIV No. 26, pp. 43-58.

García Requena, Filomena (1997). Organización escolar y gestión de centros educativos. Málaga: Ediciones Aljibe, pp. 279.

Ministerio de Educación (2006). Proyecto Educativo Nacional al 2021. Lima: Ministerio de Educación.

Trahtemberg, León (2000). El impacto previsible de las nuevas tecnologías en la enseñanza y la organización escolar. En: Revista Iberoamericana de Educación No. 24. Pp. 37 – 62.

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La nacionalidad desde el odio: una reflexió a propósito de “Epopeya”

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El domingo 6 de julio se emitieron todos los capítulos de “Epopeya”, el documental chileno sobre la Guerra del Pacífico que trata de obtener la perspectiva chilena, boliviana y peruana de historiadores, pensadores y gente común.

Este documental nos recuerda que la Historia no es una verdad absoluta, sobre todo cuando se aprecia desde heridas mal curadas. Y es que en este documental hay un episodio que trata acerca del zaqueo de Lima. Algunos historiadores dicen que ello nunca paso. Otros dicen que se trata de un invento, un mito peruano. A la par de estas opiniones, se muestra dos escuelas: una chilena y otra peruana. Y he ahí el motivo de este post.

La profesora peruana narraba la ocupación de Lima por los chilenos con mucho resentimiento, rencor, un rencor transmitido por generaciones que ella volvía a transmitir más de 100 años después. Y es que buena parte de la educación de la Historia del Perú ha sido una educación de resentimiento, de creación de una “identidad” a partir del odio y la negación de los otros. Esa también fue mi educación de la Historia.

La enseñanza de la historia, en general, debería formar ciudadanos locales y globales a partir de la comprensión de las dinámicas de los hechos, que no solo viven en las decisiones y existencias de los gobernantes o los militares, sino que surge desde los pueblos mismos. Todos esos hechos no ocurren, además, por azar. Son decisiones, acciones y consecuencias que repetimos debido a nuestra ignorancia de quienes hemos sido. Por ello, nuestro lento avance.

Hemos quedado estancados en el pasado. Incluso, la actual tendencia al orgullo nacional se basa en logros pasados culturales, políticos y deportivos de los cuales apenas si tenemos una referencia. Ignoramos mucho de nuestro presente y tenemos una idea errada e idealizada de lo que fuimos.

Un comentario chileno que surgió desde la reflexión que generó este documental, dice: “De acuerdo contigo, hermano peruano; ojala nuestros pueblos no pasen por esto de vuelta; es momento que nosotros, como ciudadanos, ayudemos a nuestras naciones y amigos.”

Cada vez se graba en mi mente más la misma idea: la educación es la causa y la solución de nuestros problemas.

* * *
Les dejo dos videos. El primer video, contiene el segmento sobre el zaqueo a Lima, incluyendo la desatinada narración de la profesora peruana. A propósito, creo que ya es hora de que pasemos de una narración de la Historia a un estudio analítico de ella.

El segundo video, es el inicio del documental, el cual pueden encontrar completo en YouTube. Es un documental muy bien hecho y bastante objetivo. Además, tiene el maravilloso detalle de incluir narraciones de un diario de un soldado chileno encontrado en Perú, donde cuenta muchos hechos clave de la Guerra como comentarios sobre el combate de Angamos, la batlla de Arica y la toma de Lima.


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El mundo olvidado de la educación: el alma

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“Educación integral” es prácticamente un eslogan que deambula de boca en boca y de aviso en aviso hasta llegar al punto de perder su sentido. De hecho, creo que lo perdió hace mucho pues por educación integral se comprendía, habitualmente, la inclusión de una “educación basada en valores” o un mayor impulso de las habilidades psicomotrices. Por ahí hubo intentos valientes y verdaderamente comprometidos a incluir aspectos anímicos y recordar que el ser humano no sólo es cognitivo y físico-sensorial, sino también sensible.

Claro que para muchos hablar del alma resulta un signo de interrogación tremendo, especialmente en el materialismo cada vez más arrarigado cuyo proceso inició hace ya unos cientos de años.

Sin embargo, no es un tema del todo olvidado. De hecho, este artículo surge a partir del Simposio llamado “El cuidado del alma: cuestiones filosóficas en torno a la educación”, el cual se realizará los días 24, 25 y 26 de junio en la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Firmemente, creo que el olvido del alma en los procesos educativos actuales, tanto los formales como los informales (escuelas, familia, etc.), desarrollan dificultades en los procesos sociales, en la realización personal y profesional, en la creación de alianzas y establecimiento de vínculos comunitarios y ecológicos.

El abandono de aspectos intangibles pero reales del ser humano pierde parte de nuestra humanidad que avanza y retrocede a la vez; porque mientras cuestiones éticas y tomas de conciencia de la realidad con compromiso a un cambio sostenible se levantan, también se incrementan los niveles de violencia y la violencia de las medidas “correctivas y preventivas”.

Ademas, solemos pensar que la violencia siempre le pasa a otro o es tema político-militar. Recordemos al hombre “común”, Tomohiro Kato, quien asesinó y agredió diversas personas en el centro de Tokio; o los tristes casos de adolescentes y niños que entraron a sus escuelas armados. Y sin ir tan lejos, pensemos en el incremento de los niveles de suicidio.

Esperemos que simposios, artículos y actividades serias traten este tema y apunten a desarrollar una verdadera educación donde se reconozcan todas las dimensiones del ser humano.

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