EL RENACIMIENTO
El renacimiento ¿de qué? Del Imperio Romano y de la cultura griega, por supuesto. Pero esto va acompañado de dos importantes acontecimientos. Primero, el norte de Europa, que no había formado parte del Imperio Romano, lo invade y 10 siglos después rebela contra su heredero, la Iglesia. A eso se llamará la Reforma. Y al respecto, cabe recordar que la Europa Oriental ya se había separado de la iglesia romana y fundado un cristianismo griego ortodoxo, que se mantuvo más monacal. Y segundo, El descubrimiento de América. Este descubrimiento va ser tomado por el catolicismo como una indicación del Cielo por coincidencia en 1492 España recibía el encargo de continuar su expansión en la que ya llevaban empeñados 800 años en la propia España contra los moros y el Islam. De paso extendieron a sus conversiones a la religión judía que también estaba muy extendida por la península ibérica. Por lo segundo, se va a iniciar en América, una conversión forzosa de poblaciones indígenas y por lo primero, se llevará a cabo, en el norte de Europa, una verdadera revolución ideológica que generará mucho de lo que hoy llamamos el mundo occidental moderno y que resumo, brevemente por ahora, en individualismo, liberalismo (léase capitalismo) y luchas religiosas entre múltiples versiones del cristianismo (baptistas, luteranos, calvinistas, anglicanos o presbiterianos, metodistas, puritanos, quaqueros, etc. Y en tiempos más modernos, adventistas, testigos de Jehová, mormones, alianza misionera, etc.) muchos quienes, entonces, fueron llamados protestantes aunque reformados sería un términos más adecuado y que hoy se generalizan más con el nombre de evangélicos por su general apego a la palabra escrita en el evangelio aunque sumándole con igual historicidad al llamado antiguo testamento.
La historia de América tiene, en este sentido, una importancia fundamental porque el norte de este continente va poblarse mayormente por reformados o protestantes y Sudamérica (entiéndase al sur de México) poblada por católicos aunque mezclada en muchísimos casos con tradiciones locales y algunos casos, con las importadas de África. Su importancia viene del hecho de obligar a los europeos a volver a pensar en qué consiste ser humano. Ya que estaba acostumbrada a mirarse solo a si misma. Obsérvese que, tuvo que dedicar intensos debates, para concluir que los indígenas de América era humanos pero en un estado inferioridad comparable con un niño y que, por lo tanto, tenía que ser educado para que alcance la plena condición de humano y esto, claro, por vía de una cristianización masiva. En cambio, los importados de Africa no tuvieron esa suerte y quedaron reducidos a una condición de semi humanos que permitió su utilización como esclavos.
El descubrimiento de América dará nacimiento a la antropología al preguntarse sobre lo que es propiamente humano. Pero fue la reforma junto al renacimiento quienes socavarán las bases religiosas que habían sostenido a la cultura europea durante diez siglos. Y así, el norte de Europa impondría a la lógica aristotélica que terminará por producir un Francis Bacon, un René Descartes y finalmente, un Kant y un Hegel, estableciendo una distancia insalvable entre la religión y la ciencia. Se puede decir que habría de nacer una nueva religión: la razón, a la que, incluso, levantaron una estatua durante la revolución francesa. La cultura europea fue dejada sin fundamento y el hombre convertido en solo cuerpo e intelecto. El alma pasó a ser campo de estudio de las ciencias sociales y de la psicología. No sorprende, entonces, el grito de Nietsche: “Dios ha muerto”. Pero no, quien había muerto es el espíritu europeo.