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EL TECHADO COMUNAL DEL TEMPLO DE INKAWASI

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Pedro Alva Mariñas

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LA ARQUITECTURA DEL TEMPLO

El Templo de Inkawasi ha sido construido en basada a columnas y paredes de adobe y una amplia techumbre con estructura de maderos que son asegurados con fibras vegetales y recubiertos por un entramado de ichu asegurado también con fibras vegetales. Este techo descansa sobre un sistema de  pilares o columnas externas trabajadas en aliso tallado. La existencia de tal concentración de columnas externas que dan solidez a la estructura invita a pensar en que se trataría de una representación simbólica de carácter religioso que está todavía por estudiarse.

Nos llama la atención que la medianía del techo, llamado en otros espacios “cumbrera” y que constituye la línea de encuentro de las partes alta y baja del techo, es rematada con una masa de barro, especialmente preparada por el grupo que llega primero a coronar el trabajo. La masa de barro con ichu une el punto de encuentro de ambas partes de los aleros del techo y garantiza que el agua de lluvias no se filtre por ese punto vulnerable.

Vreeland (Danzas tradicionales de la serranía de Lambayeque) afirma que la construcción del templo “no parece obedecer a ninguna norma occidental sino que más bien …. Hace recordar a la kallanca del templo de Wiracocha de Raqchi en el Cusco y otros lugares”. Efectivamente se trata de una construcción de manufactura andina innegable y que se resiste a ser demolida como lo han propuesto, más de una vez, algunas autoridades municipales como nos han referido algunos informantes locales. Una buena medida para protegerlo sería que el Ministerio de Cultura lo declare patrimonio cultural y así prevenir nuevos intentos de traerse un nuevo monumento histórico.

Los comuneros no tienen ninguna duda cuando responden que las principales imágenes que guarda el templo corresponden a San Pablo que es el Patrón del Pueblo (recordemos que la Comunidad Campesina de denomina San Pablo) y la Virgen de las Mercedes “que también se celebra”. Es posible que el antiguo culto a San Pablo haya sido reemplazado, en tiempos relativamente recientes, por el culto a la Virgen de las Mercedes.

En este punto y en el panorama que puedo visualizar es que las fuerzas emergentes al interior de Inkawasi son los que impusieron la prevalencia del culto a la virgen y lo sellaron al vincularla con la celebración del Takin Inkawasi que se celebra desde hace 35 años a cargo de la Municipalidad y un grupo de docentes de la zona, y en el cual no participa la Comunidad Campesina San Pablo.

UN BUEN TRABAJO DURA

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En una conversación grupal a un costado del templo sacamos muy en claro que el techado del templo tiene una larga data que es anterior a “mil ochecientos y tantos” nos dice Martino Manayay, siendo la última techa el mes de septiembre del 2010. Refieren que ésta no ha sido bien hecha lo que los ha obligado a cambiar el techo en un tiempo menor a lo previsto. Esto ha llevado a promover la explicación que “antes se hacían trabajos más bonitos, todo con arreglo y ahora ya no es como antes; por ello el trabajo aguantaba hasta 20 y 25 años y ahora dura menos”. Otros comuneros hacen referencia a los fuertes vientos de marzo y abril que malograron parte del techo.

Un entendido en la materia explicaba que hacer el trabajo tiene que ver con poner mejor madera que antes y así han reemplazado los magueyes por varas de madera que duran mucho más y que son más rectas, también recomiendan que para evitar el daño de los vientos se debe “hacer como los mayores de antes, es decir colocar el saruna de una cuarta y así agarra bien, pero si se hace a más distancia el viento lo malogra y levanta la paja”. Pero insisten en que es necesario que la calidad del trabajo se supervise y para ello se tiene que “coordinar con la Comunidad y demás autoridades principales”. Si el trabajo no sale bien habrá muchas habladurías terminan diciendo.

TRABAJANYAPA, TRABAJO DE TODOS

Sectores que techan el alero derecho (alto) del Templo

Sectores que techan el alero izquierdo (abajo) del Templo

Huar Huar Sinchigual
Tungula Kutikero
Totora Huasicaj
La Tranca Machaycaj
Tolojpampa Totorita
Tasajera Incahuasi Pueblo
La Playa Tingo

En el cuadro podemos observar el orden de los caseríos o sectores de la Comunidad para el techado del templo. Este orden se hace desde el frontis del templo, correspondiéndoles a Huar Huar el primera parte del alero derecho o alto del templo; mientras que a Sinchigual le corresponde la primera sección del alero izquierdo o bajo del templo. Anotamos también que el sector Tingo “no tiene” parte propia en el techado por su reducido número y es por ello que sus pocos comuneros se suman a los que necesitan de sus servicios. Hacemos notar que los 14 sectores comunales están organizados en sus respectivas Juntas de Administración Local (JAL), los mismos que participan en las asambleas generales de la Comunidad convocadas por la directiva central.

El 14 de agosto, primer día del trabajo, el pequeño pueblo de Inkawasi se va llenando de gente que, en grupos, vienen de los 14 caseríos o “sectores comunales” que conforman la Comunidad Campesina. Llegan cargando al hombro o en mototaxis los materiales indispensables para la techa del templo; pero traen también mantas para descansar o dormir en alguna posada y también “es costumbre traer nuestro comida para los dos días, por las noches el que tiene casa o conocido se queda en Inkawasi, los otros se regresan” nos comentaba un comunero de Kutikero.

Guillermo Purihuamán, Presidente de la JAL de Tungula contaba que la techa era una costumbre de sus abuelos y los comuneros “traemos nuestras varas, soros, jishu, bejuco o cabuya, traemos también yonke que es nuestro trago y nuestra chicha o refresco” nos dice mezclando palabras en quechua y castellano ya que se preocupa que entendamos bien lo que está diciendo. Finaliza su descripción resumiendo en una frase el techado del templo: “tucuy trabajanyapa de 14 caseríos”. Mientras conversamos con otros comuneros, escuchamos al líder del sector La Tranca pasando asistencia a sus comuneros: “Sánchez Calderón, Pastor Céspedes, Carlos Manayay, Alicia Carlos de la Cruz …” y conforme contestan o no va marcando en su cuaderno de asistencias.

Adicionalmente la directiva tiene que organizar el sistema de rondas en la noche crítica del 14 de agosto para evitar que por accidente o por descuido pueda generarse un incendio dado el material altamente combustible que se utiliza para el techado. Las rondas comunales son las responsables que no ocurra ningún accidente que ponga en peligro el techado del templo.

SIN MATERIAL NO VENIMOS

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El ichu es la especie vegetal más importante del techado porque gracias a su estructura especial permite aislar el frío o el calor del exterior, facilita que el agua escurra por su tallo fino y largo y no se filtre al interior de las construcciones. Un comunero, ya mayor, de Tungula nos contaba que el ichu lo traen de la parte alta de su caserío y que en su caso han aportado con dos cargas de ocho manojos cada uno, los cargaron en una acémila, junto con dos varas hasta su casa y de allí “todo lo hemos cargado en una mototaxi que es de mi hijo y hemos llegado con toda la familia a Inkawasi”.

Mientras que Paulino Santa Cruz Manayay, comunero de Huar Huar y antiguo ex directivo con 58 años de edad nos dice que el ichu lo trajo de un área libre de la Comunidad en la altura, su cuota ha sido media carga y que también aportó con varas y muy orgulloso nos informa que “he venido con toda la familia pues mi esposa es también comunera”

No parece que todos los comuneros tengan la misma asignación de materiales para aportar con la techa del templo pues depende del número de comuneros que tiene. Se supone entonces que los sectores con menos comuneros tendrán que aportar más que los otros y si en caso les falta material los dirigentes comunales lo solucionan ya en el mismo trabajo destinando los sobrantes para los sectores que se quedan sin materiales, como efectivamente ocurrió en esta oportunidad.

Victoriano Reyes Bernilla, comunero de Totora informa que le tocó aportar con una carga de paja, cabuya y soro y a su sector le ha tocado techar el ala de abajo del techo, exactamente entre la cuarta y quinta columna, nos dicen también que el material fue entregado en la mañana del 14 de agosto a los directivos de su JAL y calcula que de su sector estarán participando unos 60 comuneros, entre hombres y mujeres.

UN ESPACIO DE APRENDIZAJE EN EL TRABAJO

En las asambleas de sus respectivos JAL se distribuyen las responsabilidades que garanticen que se pueda llevar a buen término el techado de la parte que le corresponde. Ya cada comunero toma decisión de hacer participar a sus familiares en las tareas que le corresponden y generalmente opta por llevar a su familia a la techa.

Cada comunero que ya es mayorcito es apoyado por sus hijos. Son los más jóvenes los que suben al techo para desvestirlo y también los que lo visten pero ayudados por gente mayor que conoce de techas. Las mujeres no suben al techo, para nada, en cambio son las que escogen las pajas buenas y desechan las malas, las amarran en pequeños atados para ser entregados o lanzados al techo por personas jóvenes que se les encarga dicha tarea. El trabajo en cada sector del techo es orientado por el directivo de su respectiva JAL o por alguien que él ha delegado.

Los niños y niñas “que ya están en su edad” también colaboran de diversas maneras, no suben al techo, acompañan a sus mayores retirando el ichu, alcanzando manojos de los mismos o llevándolos para los “lanzadores”. La presencia numerosa de niños en el trabajo garantiza que esta faena se mantenga en el tiempo pues aprenden en la práctica cómo se hace una techa.

Otra de las expresiones del compartir, del espíritu comunitario que atraviesa toda esta actividad, se produce al momento del almuerzo en que los comuneros de cada sector toma asiento en el piso y sobre mantas multicolores van descubriendo sus viandas traídas desde sus lugares de procedencia y luego de una bendición comparten entre todos.

LA COMUNIDAD SUMERGIDA

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El mes de abril del 2015 la Comunidad Campesina San Pablo, reunida en asamblea y evaluando los daños ocasionados por los fuertes vientos de las semanas precedentes tomó la decisión de renovar totalmente el techado del templo de Inkawasi. Se toman varios acuerdos y se fija la fecha para los días 14 y 15 de agosto del mismo año. En esa misma reunión se confirma la responsabilidad de las Juntas de Administración Local para que cada sector cumpla la tarea de destechar y techar la parte que le corresponde.

Semanas antes de la fecha del techado las asambleas de las JAL toman las decisiones específicas que garanticen el acuerdo de asamblea general. Se fijan entonces las cuotas de materiales de los comuneros, los que participaran en las diversas actividades y quedan para que todo se controle en un cuaderno de control y asistencias.

Los directivos de la JAL son los que esperan a los comuneros en Inkawasi, anotan el cumplimiento de los aportes acordados y pasan lista a los que participan en las jornadas de trabajo. Todo ello se lleva anotado en un cuaderno y servirá para evaluar lo acordado y establecer las respectivas sanciones.

La directiva tiene funciones especiales de dirección de todo el proceso, de articular la labor de los directivos de las JAL, de coordinar apoyos económicos o alimentarios de autoridades y de resolver contingencias propias de un trabajo de esta naturaleza. Hemos visto el acuerdo tomado para que el trabajo se haga en orden, que el que avanza espere a los demás para que se emparejen, hemos visto también facilitar el apoyo para sectores que no tienen material o muchos comuneros y ordenan hacer pausas en el trabajo.

Nos quedan muy pocas dudas sobre el papel central de la Comunidad Campesina San Pablo de Incahuasi en todo el proceso del techado del templo, su participación se inicia desde fijar la fecha de hacerlo y termina con el informe del trabajo acabado. No entendemos cómo tal protagonismo se ha mantenido sumergido, invisibilizado.

ARRIBA Y ABAJO, LAS DOS MITADES

James Vreeland en su ya mencionada obra abordó de manera general la renovación del techado de la Iglesia de Inkawasi, afirmando que está vinculada a una distribución espacial y jerárquica de su población y que la cumbrera del templo (o parahilera) representaría el centro de las dos mitades, quedando los hanan para arriba y obligados a techar la parte derecha del templo y los hurin, ubicados hacia abajo, y que techan la otra parte del templo. Hasta allí consideramos un planteamiento lógico.

Pero expresamos nuestras reservas que a partir de allí se derive que el de arriba significaría también de “primera” y el de abajo de “segunda” entendido como una jerarquía de clase o de prestigio vinculadas a los apellidos. Tenemos la impresión que en este caso se dejó influenciar por las convicciones de sus informantes que, pasados tantos años, todavía se empeñan en sustentar esta posición propia de un grupo de poder local.

Por nuestra parte tampoco hemos encontrado correspondencia entre la ubicación geográfica de los caseríos de la parte alta y baja, según la cual a los primeros les correspondería techar la parte alta o derecha del techo del templo y a los caseríos ubicados en la parte baja le correspondería la parte baja o izquierda del techo del templo. Pero ello no sucede así y por ello se necesita profundizar las investigaciones sobre tan importante asunto.

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Pedro Alva Mariñas es antropólogo por la Universidad Nacional de Trujillo y es egresado de Maestría en Ciencias Políticas por la Universidad Católica del Perú. Actualmente es investigador de INDER.

Artículo publicado en el Dominical del Diario La Industria de Chiclayo. 24 julio 2016

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