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PRESUPUESTO PARTICIPATIVO y ENFOQUE DE DESARROLLO

Pedro Alva Mariñas

Con satisfacción hemos recibido las noticias de que se han iniciado los procesos de presupuestos participativos en la Región, en las municipalidades provinciales de Chiclayo, Ferreñafe y Lambayeque y en varios distritos. Este proceso participativo, que merece ser reconocido como un proceso democrático, se desarrolla de acuerdo a un instructivo expedido por el Ministerio de Economía y Finanzas. Sabemos que se han desarrollado ya asambleas de agentes participantes, en muchos casos se han formado los comités de vigilancia y ya se aprestan a actualizar las visiones y los objetivos de desarrollo. Se trata de un proceso participativo que debiera ser mejorado, ampliado a los presupuestos de otras reparticiones públicas y ser orientado hacia su institucionalización

En este año uno de los problemas que se tendrá que enfrentar es el del balance de los presupuestos participativos en actual ejecución ya que se han tomado nota de que en este rubro hay muchas explicaciones que dar, entre ellas, la no ejecución de las obras priorizadas en los procesos anteriores y, adicionalmente, parece que se tendrá que enfrentar los recortes presupuestales que se han dado como parte de las repercusiones de la crisis financiera internacional.

Lo que llama la atención, en el caso del presupuesto participativo regional, es que la asamblea de agentes participantes cuyo número de integrantes ha pasado de aprox. 150 participantes a menos de 35 participantes, lo que significa una drástica reducción y que elimina uno de los indicadores que se exhibía como un logro de participación. Esta reducción se basa en una estrategia de la administración regional: tratar de que el presupuesto regional se oriente a la ejecución de obras de “impacto regional” y no a obras pequeñas, vecinales, gestionadas por comités de obras o por Apafas o dirigentes populares. Estas últimas debieran estar a cargo de las municipalidades provinciales y distritales. En este punto nos estamos preguntando si la administración regional ha logrado generar esos tan mentados “proyectos de impacto regional” o se terminarán aprobando los conocidos proyectos de alto presupuesto orientados a mejorar la infraestructura física.

Dada la experiencia de más de seis presupuestos participativos regionales sería recomendable que se ponga sobre el tapete la discusión sobre lo que se entiende por “obras de impacto regional” pues tenemos la sospecha que se considera como tales a aquellas que fueron banderas del movimiento popular de Lambayeque allá por los años 70 (Proyecto Olmos, Segunda Etapa de Tinajones, Hospital Regional, Terminal Marítimo de Puerto Eten y Aeropuerto Internacional). Piensan, por tal, que con la ejecución de tales obras Lambayeque iniciará el despegue definitivo hacia su desarrollo sostenible.

Por otro lado existe una corriente de opinión – defendida también por un gran sector del Estado y particularmente por la sociedad civil que consideran que el desarrollo tiene que ver con el desarrollo de las personas y que por ello se debiera centrar la inversión en desarrollar las capacidades humanas (calidad de servicios en salud, educación, saneamiento, electricidad) y en evitar que se siga perdiendo capacidades humanas (inversión centrada en los niños y en las madres gestantes). En un mundo de desigualdades ésta se convierte en una exigencia humana, en una condición necesaria para el desarrollo de todos y de todas y que, felizmente, están respaldadas en las políticas públicas aprobadas en los años recientes.

Tenemos conocimiento que en el actual presupuesto participativo regional están asistiendo los más altos funcionarios del gobierno regional, los directores regionales, los jefes de programas nacionales y más de 30 representantes de organizaciones de sociedad civil. Este espacio puede ser convertido en una oportunidad para debatir y ponerse de acuerdo sobre lo que se entiende por desarrollo y generar un cambio de enfoque. De no hacerlo los debates se centrarán en aprobar o desaprobar tal o cual obra, pero sin reflejar un cambio del rumbo que se ha seguido hasta la fecha y que, en parte explican, el porqué los índices de desarrollo humano siguen siendo bajos, en una Región que tiene el reconocimiento de ser la Región más exitosa.
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