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LA PERSISTENCIA DE LA COMUNIDAD CAMPESINA SANTA ROSA DE LAS SALINAS DE TÚCUME.

Pedro Alva Mariñas*

La Comunidad Campesina Santa Rosa de Las Salinas, ubicada al este del distrito Túcume – Provincia Lambayeque. Es una de las comunidades campesinas más pequeñas (552 has) y menos numerosas de Lambayeque (76 comuneros). Sin embargo, ha sido un ejemplo de comunidad campesina por su funcionamiento como tal y porque ha dado importantes líderes comuneros que hasta ahora contribuyen al desarrollo de sus localidades. El territorio de esta comunidad colinda con el Santuario Histórico Bosque de Pomac, lo que le da todavía más importancia.

Luego de haber sido una de las comunidades campesinas que se opusieron tenazmente – acompañando a Inder y a Fedeccal — a la destrucción de las comunidades campesinas, vía la titulación individual, tomó logró ser persuadida sobre las bondades de la titulación individual.

Se inició entonces un largo y complicado proceso que les hizo gastar tiempo, importantes recursos aportados a la propia empresa de la presidenta comunal que tramitaba la titulación. Al final la mayoría de comuneros están por culminar su proceso de titulación individual, pero los beneficios prometidos y que sirvieron para justificar la titulación, no han llegado y más bien un grupo de comuneros alega haber sido estafado.

Cuando todo se creía perdido para la comunidad, un grupo de comuneros se convencieron que, a pesar de la independización de sus parcelas y de la prédica individualista que se había desarrollado en su comunidad, necesitaban de la Comunidad para seguir defendiendo el territorio de su comunidad, solucionar los problemas con el agua de riego, realizar trámites ante las instancias del Estado, modernizar su local comunal y también solucionar los crecientes litigios entre comuneros. No había razón para liquidar a la comunidad, añadiendo que una comunidad es imprescriptible.

De esta manera se daba la validez de nuestra tesis: que incluso si una comunidad campesina decide titularse individualmente, ello no implicaba automáticamente la extinción real ni jurídica de la comunidad porque la comunidad representa toda la vida de los comuneros y no sólo una relación formal con las parcelas.

Con el tiempo, se ha formado una mayoría de comuneros decidida a mantener su organización comunal y es así que en asamblea del 22/12/2019 acordaron renovar su directiva comunal y para lo cual eligieron al comité electoral comunal integrado por: Esteban Acosta Cajusol (presidente), Nolberto Bances Ventura (secretario) y Saturnino Chapoñán Lozada (vocal).  Actualizado el padrón de comuneros, validada en asamblea la lista de comuneros hábiles para votar y confirmada la voluntad de los comuneros de seguir siendo tales, es que se convocó a asamblea general de comuneros para elegir la nueva directiva comunal.

El 02 de febrero del 2020 se realizó la asamblea eleccionaria de la Comunidad Campesina Santa Rosa de Las Salinas de Túcume que terminó eligiendo a la nueva directiva para el periodo 2020 – 2021, la misma que está integrada por 6 comuneros, 2 de ellas son mujeres. Como acto final de las elecciones se invitó al asesor de Fedeccal – Pedro Alva Mariñas a dar las palabras de felicitación a la directiva ya que la ceremonia de juramentación se acordó aplazarla para la primera semana de marzo.

Varios comuneros y de todas las edades expresaron su plena complacencia por el fortalecimiento de su comunidad campesina y desearon éxitos a la flamante directiva presidida por Segundo Balladares Acosta, un reconocido líder institucional de Túcume y uno de los fundadores de la Federación de Comunidades Campesinas de Lambayeque – FEDECCAL.

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*Oficina de Asesoría Rural de Inder.

RONDAS CAMPESINAS

Pedro Alva Mariñas*

En los últimos meses tomamos la decisión de aproximarnos al mundo de las Rondas Campesinas, gracias a la intensificación de contactos con varios líderes locales, regionales y nacionales que tuvieron la gentileza de facilitar mi participación en varios eventos realizados en Chota, San Miguel, La Florida, Guadalupe, Chiclayo y Jayanca. La presente nota es una primera aproximación a este complejo y apasionante mundo de los ronderos.

La Ley de Rondas Campesinas, Ley N° 27908, reconoce a las rondas campesinas como “forma autónoma y democrática de organización” y establece algunas funciones primordiales: a) Pueden establecer interlocución con el Estado, es decir con las autoridades políticas, policiales, municipales, Defensoría del Pueblo y otras. b) Apoyan el ejercicio de funciones jurisdiccionales de las Comunidades Campesinas y Nativas, c). Colaboran en la solución de conflictos y realizan funciones de conciliación extrajudicial d) Cumplen funciones relativas a la seguridad y a la paz comunal, pudiendo solicitar el apoyo de la fuerza pública y demás autoridades del Estado. e). Derecho de participación, control y fiscalización de los programas y proyectos de desarrollo que se implementen en su jurisdicción comunal de acuerdo a ley.

Como se puede apreciar se trata de funciones muy importantes, y que abren a las rondas un rol muy importante en los espacios locales. Sin embargo, la norma minimiza la acción de las rondas y las convierte en órganos adhoc del Poder Judicial ya que les asigna la solución de conflictos y conciliación extrajudicial. No las faculta para una actuación independiente en materia de impartición de justicia y ni siquiera menciona la justicia comunal o el derecho consuetudinario que practican.

Pero esta reducción de las funciones reales que cumplen las rondas campesinas tienen su origen en el texto de la propia ley de creación al establecer en su artículo 1 “Reconócese personalidad jurídica a las Rondas Campesinas”; pero a las comunidades campesinas les reconoce personería jurídica tal como lo establece la Ley General de Comunidades Campesinas N° 24656, en su artículo 2 “Las Comunidades Campesinas son organizaciones de interés público, con existencia legal y personería jurídica, integrados por familias que habitan y controlan determinados territorios. Los expertos en la materia afirman que la personalidad jurídica implica reconocer la existencia de una autoridad superior a las rondas, que toma las decisiones finales y, por consiguiente,  a las rondas campesinas se les asigna el papel de colaboradores de la justicia ordinaria, de iniciadores de procesos, pero no el papel decisorio, de última instancia. Esto brinda los argumentos para que cualquier autoridad judicial cuestione la actividad de las rondas acusándolas de extralimitaciones en sus funciones o que están fuera de su ámbito de acción.

En este punto tan sensible el Reglamento de la Ley de Rondas (artículo 12, inciso d)  precisa aún más esa limitación funcional de las rondas al establecer como una de sus funciones “Intervenir en la solución pacífica de los conflictos que se susciten entre los miembros de la comunidad y otros externos, siempre y cuando la controversia se origine en hechos ocurridos dentro de su ámbito comunal”.

En cuanto a organización, tenemos la percepción que el funcionamiento de las rondas, incluso sus propias reuniones distritales, provinciales y regionales (no sabemos si nacionales también) recaen en el buen nivel de organización de las rondas a nivel de bases, lo que les permite participar en eventos con delegaciones de ronderos que solventan sus propios gastos, la base que organiza el evento cumple muy bien su papel de anfitriona, garantizando alimentación y hasta alojamiento a los participantes y, de ser el caso, se asumen los gastos de difusión, de equipo de sonido. Los ronderos hacen un encomiable esfuerzo y el apoyo de los distintos niveles de gobierno es muy limitado sino inexistente.

En cuanto a las relaciones de las rondas campesinas con el Estado las podemos calificar como de desencuentros permanentes y de coincidencias efímeras, situación que ha determinado el surgimiento de dos tendencias o posiciones de las organizaciones regionales o nacionales de las Rondas. Una que, frente a la cerrazón de puertas y ventanas, opta por mayores niveles de tensiones y, la otra tendencia, que minimiza la confrontación para propiciar reuniones, eventos de capacitación o para resolver problemas específicos a nivel de bases.

No hay duda que las rondas campesinas se han ganado, con un sostenido trabajo, el aprecio de la población y el respeto de los gobernantes. En estos tiempos en que las ineficiencias, la corrupción y la impunidad campean en el país habrá que abrirle más espacios y darle más funciones a las rondas para que nos ayuden a cerrar este episodio aciago de nuestra historia.

Nota: este artículo fue publicado en el Semanario Expresión de Chiclayo, en enero 2020

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*Oficina de Asesoría Rural de Inder.

 

COMUNIDAD CAMPESINA DE ANGUYACU – MIRACOSTA

Pedro Alva Mariñas*

Directiva de la Comunidad Campesina San Francisco de Anguyacu, al momento de ser juramentada por Pedro Alva Mariñas.

El distrito de Miracosta, un distrito de la Provincia Chota y que delimita con el departamento Lambayeque, es también territorio de comunidades campesinas. Hasta el 2010 funcionaba la ancestral Comunidad Campesina Santiago de Cachén (reconocida en 1964), que es la instancia que resistió el embate de los hacendados que porfiaban por anexar todo su territorio, arrinconándola en las partes más altas y menos productivas del actual distrito Miracosta.

Con el tiempo surgió la Comunidad Campesina “San Francisco” de Anguyacu que obtuvo su reconocimiento oficial mediante la Resolución N° 172-2010-GR.CAJ/DRA. Expedida en Cajamarca el 04 de noviembre de 2010. Culminaba un proceso importante y que demandó grandes esfuerzos a los comuneros y dirigentes; pero se iniciaba proceso de la titulación del territorio comunal que es más complejo y complicado porque siendo hacienda fue afectada por Reforma Agraria, adjudicada a favor del Grupo Campesino y a partir de allí existe un largo vacío que ha sido cerrado con la constitución de la comunidad campesina. A partir del 2010 se tramita la titulación del territorio, pero resulta esquiva y más complicada porque, algunas personas, aprovechando este vacío, han logrado establecer algunos derechos sobre el territorio. Felizmente los comuneros tienen posesión del área, que coincide con el que fuera un sector de la Hacienda Sangana.

Tratando de consolidar su institución comunal, hace unos meses celebraron el aniversario de la fundación de su Comunidad y lo hicieron con una ceremonia que fue muy concurrida, en la que participaron diversos sectores que integran la Comunidad (Tuque, Anguyacu, San Martín, Tongod, Shashalá y Montecarlo), estuvo también la directiva saliente y varias autoridades como el Alcalde del Centro Poblado y el Teniente Gobernador (Carlos Mendo Severiano). Nos encargaron la juramentación de la directiva comunal presidida por el líder comunero Mario Díaz Céspedes, que también ha sido un baluarte de la Federación de Comunidades Campesinas de Lambayeque – FEDECCAL.

Existen en la vida de las instituciones algunos hechos que marcan su consolidación como tales y uno de estos hechos acaba de suceder (14/03/2020) en el ámbito de Anguyacu cuando un grupo de comuneros y autoridades locales fueron convocados públicamente, mediante avisos por una radio de Chiclayo, para asistir a un acto demarcación de una parcela de más de 70 has. de extensión, ubicada a ambas márgenes de la carretera Tongod – Anguyacu y a la que asistiría un funcionario de Sunarp.

Presentes en el lugar de los hechos, los comuneros le pidieron al supuesto funcionario su identificación y que mostrara el documento que lo designaba para tal tarea, justo un día sábado que no es laborable y en un lugar remoto de Chota. El supuesto profesional trastabilló, “se achicó” y no volvió a tener ningún protagonismo, tal vez preocupado ´proyecto la presencia de las rondas campesinas del lugar que exhibían sus chicotes. Luego encararon al supuesto dueño, argumentando que las tierras fueron de la hacienda Sangana, luego afectadas por Reforma Agraria y entregadas al Grupo Campesino. Al convertirse en Comunidad esos derechos, sobre todo Anguyacu, pasaron a ser territorio comunal. Quedó al descubierto que se trataba de una estrategia particular, concebida para legitimar una pretensión de usurpación del territorio comunal.

Esta acción colectiva exitosa, de articulación entre una comunidad campesina, sus autoridades y su ronda campesina, ha generado el convencimiento de la fuerza de la comunidad campesina, de la fuerza de su argumentación para enfrentar estos desafíos. Los que estuvieron presentes son los que están contando esta pequeña historia local y también cuentan detalles y anécdotas que con el tiempo ayudarán a que esta historia se haga más grande todavía y será mencionada como una victoria de la joven Comunidad Campesina y su nueva directiva. Yo me limito a contarla porque tenemos que hablar de pequeñas victorias en la larga historia de nuestras comunidades campesinas.

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*Asesor de comunidades campesinas.

SAN PEDRO DE COLAYA. Un pueblo y comunidad ancestrales

Pedro Alva Mariñas*

Una sonriente mujer mayor, natural de Colaya, nos permite tomar esta fotografía que en cierta forma ilustra el optimismo de la mujer de Colaya, a pesar de las grandes dificultades que afrontan en su vida diaria. Ellas también son comuneras y están apoyando el proceso de reconocimiento oficial de su comunidad campesina, en que está empeñada la población de Colaya.

EL NO SABER LEER NI ESCRIBIR

 Un pasaje, tomado de los títulos coloniales de una Comunidad Campesina de Lambayeque, nos habla de la enconada lucha entre los hacendados y el común de indígenas de Colaya, ya en tiempos de la República. Los colaya logran una sentencia de las autoridades judiciales que confirman sus derechos de propiedad y posesión sobre un paraje en disputa. La hacendada, Tomasa Peramás, en su apelación a dicha sentencia (1846), intenta descalificar al Procurador del pueblo, Sebastián Reyes, artífice de la reivindicación comunal:

  • Se ha contravenido lo dispuesto en el artículo 172 de la Constitución Política según la cual “Ningún individuo ni reunión de individuos, ni corporación legal puede hacer peticiones a nombre del pueblo”.
  • Que no sabe leer y por ello no puede desempeñar dicho cargo porque la Ley de Elecciones, en su artículo 71 así lo establece.
  • No consta siquiera que dicho Síndico se haya juramentado ” …a más sé que no hay constancia siquiera en la suprefectura de esta provincia, ni en ninguna otra oficina de la República del Juramento prevenido por la Ley”

 Termina solicitando al juez que haga la “suprema prueba caligráfica” a Sebastián Reyes para comprobar que efectivamente no sabe leer y por ello todo lo que ha realizado es nulo (Títulos de la Comunidad Campesina de Colaya)

 Qué difícil habrá sido la vida de los pobladores originarios de Colaya y de sus autoridades cuando se tenían que enfrentar a los poderosos hacendados que no ponían límites a la expansión de sus propiedades, ni tampoco a sus odios y desprecios frente a sus oponentes y que se reforzaban porque la República que estaban moldeando estaba más presta que la Colonia a representarlos y favorecerlos.

 

UNA MATRIZ ANDINA COMÚN

Fuente: Archivo General de Indias. ES.41091.AGI/23.9//Lima,565,L.2,F.311V

Transcripción literal:

“Gobernador de la provincia del Perú, por parte de Alonso Guerra, vecino regidor de la ciudad de San Miguel que en esa dicha provincia me ha sido hecha relación que el nos ha servido en esa tierra en todo lo que se ha ofrecido, y que en remuneración de sus servicios vos le encomendaste un cacique que él descubrió el año pasado de mil quinientos y treinta y cinco que se llama Penachi para que se sirviese de él, y de todos los indios y principales que estaban sujetos”

Como serranía de Lambayeque entendemos toda la franja territorial que se levanta bruscamente con el paso del ramal occidental de la Cordillera de los Andes y que cruza el territorio departamental de sur a norte y que comprende casi la totalidad de los actuales distritos de Inkawasi y Cañaris y una parte del Distrito de Salas. En ese ámbito geográfico existen también las comunidades campesinas tradicionales de Penachí, Salas, Cañaris, Incahuasi y las más recientes (formadas sobre ex Grupos Campesinos creados por Reforma Agraria) como son: Túpac Amaru II, San Antonio de Laquipampa, Micaela Bastidas de Moyán, San Martín de Porres de Atumpampa, San Isidro Labrador de Marayhuaca y José Carlos Mariátegui.

En esta zona existen numerosas referencias documentales de la existencia de un amplio curacazgo asentado en la zona andina que bien pudo ser denominada como Penachí por lo menos en el periodo inicial de la conquista.

La información disponible nos permite afirmar que el nombre del antiguo Señor de la serranía de Lambayeque (o por lo menos gran parte de ella) se llamó Penachí. Que este nombre de persona, con el tiempo fue más relacionado con un determinado lugar (probable residencia estable del Señor) que hasta el presente es conocido como el pueblo de Penachí.

Para épocas más tardías, esto es para el siglo XVIII, tenemos evidencias de un curacazgo o cacicazgo, en la serranía de Lambayeque, representando por la familia Callaypoma. Así constan en los títulos comunales de Cañaris, de Penachí, de Salas, como ha sido publicado en la Revista Avances N° 6 (Chiclayo, junio 2013:10-12).

Más recientemente, hemos encontrado las mismas referencias en los “Títulos de Colaya” que hablan de Sebastián Callaypoma como el “Casique Principal y Gobernador de los pueblos de Penachí, Salas y Cañares …”, como se puede apreciar en un fragmento de uno de los folios que datan de 1712.

 

 

 

 

 

Pocas dudas podemos tener a estas alturas que los actuales pueblos y comunidades de Salas, Penachí, Cañaris, Incahuasi y también Colaya hayan tenido una matriz común, un origen común y que hayan conformado un “curacazgo andino” al mando del curaca Penachí que fuera “descubierto” en 1535 junto con muchos indios y principales.

 

La Iglesia de Colaya. No hay duda que la construcción más importante de Colaya es el antiguo templo católico en el que se venera la imagen de San Pedro de Alcántara que fue entronizado, Como el patrón del pueblo y de la comunidad desde tiempos coloniales. En su honor la Comunidad Campesina de Colaya lleva su nombre.

LA EMERGENCIA DE COLAYA COMO PUEBLO

Un suceso singular ocurrido, entre el 9 y 10 de agosto de 1746, en un lugar de Colaya y en circunstancias en que José Mauricio Pérez, comisionado por el General Juan Antonio Matienzo, Corregidor y Justicia Mayor de Piura, estaba realizando una “vista de ojos” a pedido del Común de Indios de Penachí, pasó un incidente que es contado por el funcionario español en los siguientes términos:

” … en este paraje de Colaya aconteció que siendo preciso hacer mensión reconocimos gravísimo tumulto de indios mestizos que se descolgaban de sus cabalgaduras por los altos de enfrente y como viniese contra mí y los testigos me puse en cuidado … i tarde de la noche se sintió ruido y tropel de bestias i saliendo yo i los testigos reconocer el ruido hayamos ser nuestra cabalgadura suelta sin máquinas i cabrestos de suerte que dichos indios por dejarnos a pie lo las soltaron para que no se practicase i continuase la vista de ojos … i segunda vez repitieron soltarlas i sintiendo el ruido salimos i se divisó un indio que iba corriendo por el monte i que se pudo aprehender i bajando a este sitio de Colaya … (Vista de Ojos. Títulos de Penachí)

Se trata obviamente de una acción de resistencia a la presencia de los funcionarios coloniales y que nos ilustra no solo la rebeldía de los colaya de esos tiempos, sino que no congeniaban con los penachí que son los que habían promovido la visita y, sin embargo, no pudieron evitarles estas incomodidades a los funcionarios coloniales.

En los siguientes extractos de los Títulos de Colaya encontraremos que los colaya, demandan deslindarse, excluirse o no ser incluidos como parte de Penachí. Veamos algunos pasajes de los títulos en lo que estas demandas quedan evidenciadas:

“DECRETO.- Olmos noviembre veintisiete de mil setecientos ochentaiseis por presentado.- El superior despacho obedece en la forma ordinaria, guárdese, cúmplese como él se contiene procediéndose en consecuencia al deslinde y amojonamiento que se solicita con citaciones de los convecinos de las tierras respectivas al pueblo de Colaya, nombrándose peritos por las partes y exhibiéndose los correspondientes títulos. Y respecto de no poder constituirse en el indicado territorio por varias ocupaciones … se da la comisión necesaria a don Bartolomé Dapelo quien … Dará cuenta a este Juzgado….”.

Como se puede apreciar para el año 1786 y, bien pudo ser anterior a esta fecha, aparece con claridad la denominación de pueblo de Colaya, incluso se habla de “Protector de Naturales de Colaya” y hasta del deslinde de tierras. Todo ello significa que Colaya ya tenía una nueva categoría, por lo que da lugar para hablar de la “emergencia de Colaya”.

Autoridades locales en la ceremonia de izamiento del pabellón nacional. El consejero regional Antonio Riojas y Pedro Alva Mariñas como invitados. Colaya ha mostrado una gran persistencia a través del tiempo. De haber sido una simple aglomeración de casitas, pasó a convertirse en pueblo como sus pares de Salas y Penachí y teniendo sus propias autoridades en tiempos coloniales y republicanos. Actualmente Colaya es un progresista centro poblado perteneciente al distrito de Salas de la provincia de Lambayeque.

EL PERIODO DE RESISTENCIA A LAS HACIENDAS (1800 – 1970)

Quizás a manera de resumen de este periodo podríamos caracterizarlo como el periodo de resistencia a las haciendas y que va desde 1800 hasta 1970.

Al hablar de comunidades campesinas, resulta inevitable hablar también de las haciendas que han sido su contraparte. Para entender esta parte de la historia de Colaya tenemos que ponernos en contexto del drama en que vivían sus pobladores frente a la usurpación y creciente expansión de las haciendas asentadas en gran parte del territorio que fue del Curacazgo de Penachí, gestionado por el Cacique Principal Penachí y sus Principales.

De la lectura de los Títulos de Colaya podemos comprobar que ellos lucharon, pelearon, litigaron y también establecieron acuerdos con cuatro haciendas principales:

  • San Cristóbal de Chiñama, cuyo dueño, en el año 1760 era el Teniente de Correjidor de Motupe, Ruiz de Aranda, que lo hereda su hijo Simón y éste le vende a Thomas Veles el 18 de julio de 1766 y que termina vendiendo a Pedro Torres Conde, vecino del pueblo de Lambayeque.
  • Santa Lucía de Vivina, con la que se litigó por los sitios de Tres Horcones, La Matanza.
  • La hacienda Tongorrape, que tuvieron como antiguos dueños al presbítero don Tomás Velis y sucesivamente don Juan y Joaquín Pichardo.
  • La Hacienda Cangrejera.

Ha pasado el tiempo y, para 1888, encontramos al Común de Indígenas de Colaya pleiteando con los hacendados de Cangrejera, Santa Lucía y otros, según un extracto de los Títulos de la Comunidad de Colaya:

“Con tal intento presento tres cuadernos … un cuaderno tercero en fojas doscientas cinco que contiene la contienda judicial del Común de Colaya con la señora Doña Tomasa Peramás sobre despojo de tierras correspondientes a la misma jurisdicción de Penachí  … A usía suplico se sirva proveer como solicito en justicia etcétera.- Lambayeque agosto diez de mil ochocientos ochenta y nueve”

Vemos que en forma reiterada la actuación independiente de Colaya en varios de los juicios con los hacendados vecinos ya sea como “pueblo de Colaya”, como “Común de Colaya” o “Comunidad de Colaya” y lo hace por territorios sobre los cuales tiene efectiva y larga posesión.

COLAYA Y LA TITULACIÓN DE PENACHÍ

Aprovechando un periodo de “primavera comunal” del primer gobierno de Alan García, la Comunidad Campesina San Mateo de Penachí logró titular su territorio comunal, incluyendo el sector Colaya sobre el cual ejercía una titularidad bastante precaria como es conocido por propios y extraños.

El documento oficial se denomina “Acta de la Comisión de Estudio de Deslinde y Titulación de la Comunidad Campesina San Mateo de Penachí” y está fechado el 17 de mayo de 1990 en la sede de la Unidad Agraria III – Lambayeque.

El lindero Norte de la Comunidad Campesina de Penachí, y que abarca gran parte del ámbito de Colaya se lo establece que la línea de colindancia con la Comunidad Campesina Túpac Amaru II.

Tenemos la impresión que para entonces los dirigentes de Colaya centraron su interés no tanto en oponerse a la titulación de Penachí, sino más bien en lograr su reconocimiento oficial como comunidad campesina, según se puede ver en la documentación disponible. Y es que no teniendo reconocimiento oficial no podía oponerse a la titulación de las comunidades campesinas vecinas de Penachí y Túpac Amaru II.

Es así como el sector Colaya, al no consolidar su reconocimiento oficial como comunidad campesina, queda titulada como parte del territorio comunal de Penachí, lo que tiene tres consecuencias:

  • Se facilitó la titulación de Penachí al no existir oposición interna que la hubiera hecho más difícil y problemática.
  • El territorio de Colaya queda amparado por las leyes que protegen a las comunidades campesinas.
  • Pero el lado negativo estaba la “confirmación” de su supuesta pertenencia de Colaya al ámbito de la Comunidad de Penachí y ello atentaba contra su histórica aspiración a la autonomía.

Luego de conversar con numerosos comuneros y líderes de la zona tenemos la impresión que en la realidad la titulación de Penachí no significó situaciones desfavorables a Colaya y tampoco ventaja real para Penachí, porque los ámbitos de ambas comunidades han sido respetados de uno y otro lado.

COLAYA EN BUSCA DEL RECONOCIMIENTO FORMAL

 

En este apartado vamos a referirnos al periodo reciente en que vuelven a ratificar la decisión de tramitar el reconocimiento oficial y este último proceso, documentado por la Oficina de Asesoría Rural de Inder, se remonta al año 1973, fecha en la cual los comuneros de Colaya, reunidos en asamblea general aprobaron solicitar el reconocimiento oficial como Comunidad Campesina y encargaron a Nemecio Monja Manayay, elegido como Gestor, realizar los trámites respectivos.

Estos trámites y los subsiguientes colisionaron con dos obstáculos evidentes: la falta de normas legales explícitas que la hicieran posibles y la falta de voluntad de las autoridades departamentales y nacionales para concretarlas.

Años después y con la aprobación de la Ley 24656 y la Ley 24657 y sus reglamentos publicados en el último tercio de los años 80, se dieron las condiciones para que ese trámite fuera reanimado por el mencionado dirigente y por otros que le sucedieron en el cargo. Así encontramos que el 18 de octubre de 1988 con la expedición de una Resolución Directoral que otorga reconocimiento oficial a la Comunidad Campesina San Pedro de Alcántara de Colaya.

Destacamos el hecho que la Resolución de reconocimiento oficial de la Comunidad se refiere a su inscripción en el Registro de Comunidades Campesinas; pero en cuanto al territorio se reserva el reconocerlo y lo supedita a un trabajo posterior a ser realizado por la Oficina de Catastro Rural. A pesar de ello surgieron las oposiciones de las comunidades vecinas que obligaron a que la misma Dirección Regional Agraria diera por cancelado el reconocimiento oficial a Colaya

LA NULIDAD DE LA RESOLUCIÓN DE RECONOCIMIENTO

 Resulta importante aclarar que el sustento para anular el reconocimiento oficial de Colaya tiene que ver estrictamente con las oposiciones de las comunidades campesinas de Penachí y Túpac Amaru II y el temor de los funcionarios de agricultura de generar un conflicto de mayores proporciones. El argumento central para la nulidad aparece en el mismo texto de la Resolución Directoral N° 549-88-AG-UAD-III.

 

Importante remarcar que al no existir objeciones de fondo a la formalización de la nueva comunidad campesina y al eliminar o minimizar los temores de un conflicto en la zona, se reabre la posibilidad de otorgarle reconocimiento oficial a la Comunidad de Colaya.

UNA COMUNIDAD CAMPESINA REALMENTE EXISTENTE.

Las faenas comunales son una obligación de los comuneros de Colaya. Reunidos en el punto tripartito llamado La Cruz de Colaya se toman decisiones prácticas para iniciar la limpia de caminos en faena comunal. Se eligen o ratifican a las autoridades de la faena, se establecen las multas o castigos. La participación de jóvenes comuneros garantiza la continuidad de esta práctica comunitaria.

La Constitución Política del Perú reconoce la existencia real de las comunidades campesinas del Perú y no las sujeta a ningún condicionamiento legal o administrativo como a otras organizaciones. El artículo 89° de la Constitución Política del Perú dice textualmente en su primer párrafo: “Las Comunidades Campesinas y las Nativas tienen existencia legal y son personas jurídicas”.

En el caso del pueblo y comunidad de Colaya, hace tiempo que cumplen con todas las características de una comunidad campesina ancestral o tradicional: es autónoma en su organización, es autónoma en el trabajo comunal y en el uso y la libre disposición de sus tierras, tiene autonomía en lo económico y administrativo, consideran la propiedad (y posesión) de sus tierras imprescriptible. Adicionalmente están integradas por familias que: habitan y controlan determinado territorio, tienen vínculos ancestrales, mantienen vínculos sociales y económicos, vínculos culturales, practican la ayuda mutua, tienen un gobierno democrático que se renueva cada dos años, y su finalidad es el bien común de sus miembros.

Desde el año pasado los comuneros de Colaya están buscando que el Estado peruano, en sus instancias competentes, les extienda el documento que oficialice su condición de comunidad campesina y también están buscando que las comunidades campesinas vecinas, entre ellas la Comunidad Campesina San Mateo de Penachí, las reconozcan como instituciones hermanas, surgidas de una matriz común.

Así los colaya en pleno, comuneros, dirigentes comuneros y autoridades locales, están protagonizando un nuevo peregrinaje ante las oficinas públicas para que les extienda una certificación administrativa que les permita pasar de su condición de Comunidad Campesina realmente existente, a convertirse en una Comunidad Campesina oficialmente reconocida e inscrita en los registros oficiales del Estado.

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*Pedro Alva Mariñas es antropólogo, investigador de INDER. arriero50@hotmail.com

PROYECTO DE GESTIÓN INTEGRAL DEL RÍO LA LECHE

Pedro Alva Mariñas*

Los integrantes de la Mesa de Diálogo del Proyecto La Calzada, fueron recibidos por cientos de pobladores de la parte media del valle La Leche, alineados a ambos lados de la carretera de ingreso al caserío La U, del distrito de Pítipo, que expresaban su total rechazo al Proyecto La Calzada concebido como un proyecto de irrigación y de control de las inundaciones generadas por el Fenómeno El Niño. El temor, comprensible, es que todo lo que hoy existe en esa zona desaparecería bajo las aguas represadas por una muralla de cemento y fierro que se levantaría en medio del río.

Si bien en la zona se han realizado reuniones diversas, en este caso se trataba de una reunión de la Comisión de Diálogo del Proyecto La Calzada conformada, recientemente, gracias a una resolución administrativa de la PCM y alentada por el respaldo presidencial al proyecto. Estuvieron presentes funcionarios de: Agricultura y Riego, PCM, GORE Lambayeque, PEOT, Reconstrucción con Cambio, alcaldes distritales, Colegio de Ingenieros, Frente de Defensa de Pítipo, ASCIL, Comunidad Campesina de Laquipampa, Comunidad Campesina de Mórrope.

Tres problemas de inicio que no debieran repetirse: el reducido tiempo que impidió una exposición y un análisis más detallado de las propuestas presentadas. Se debió permitir la participación ordenada de la población en calidad de observadores y debió contemplarse un refrigerio aceptable. Siempre los funcionarios parecen como apurados en regresar a sus oficinas.

La intervención del gobernador regional Anselmo Lozano marcó la dinámica de la reunión al enfatizar que el proyecto se realice “pero sin perjudicar a nadie”, posición que luego reiteraría en una nota colgada en el portal web del GORE. La otra poisición que marcó la reunión es la necesidad de un proyecto integral y no solo la construcción o no de una represa.

El Proyecto La Calzada es un tema que ya tiene su propia historia (Peot y Frente de Defensa de Pítipo lo recordaron), se han realizado varias reuniones y en las cuales la parte media ha expresado su rechazo o su desconfianza al proyecto de construcción de la presa, habiendo logrado firmar, en alguna ocasión, compromisos para que no se insistiera más en ese proyecto.

El PEOT ha tenido interés esporádico en esta iniciativa, acompañando algunos estudios iniciales contratados que no fueron continuados o por las oposiciones o por la falta de recursos. Se habla especialmente de dos estudios que han quedado como referenciales, pero que no constituyen una sólida base para pensar en que el Estado si tiene una propuesta base.

De las exposiciones quedó muy en claro que la construcción de una presa en el río (justo en La Calzada) y a la altura aprox. de 50 m. causaría la desaparición de importantes tierras de cultivo, viviendas y bienes en general afectando a muchas familias y con lo cual el costo social se considera muy alto y obliga a pensar en otras soluciones.

Se habla entonces como opciones derivar las aguas del río (en algún punto) hacia una represa ubicada en una de las márgenes del río (Calicantro, Chaparrí, Zanjón) con lo que se lograría disminuir la masa de agua que baja en épocas de grandes avenidas y regularlas para utilizarlas productivamente.

Se está hablando de la necesidad de construir dos tipos de presas, aguas arriba de La Calzada, ya sea para “laminación” del caudal de los ríos o para “retención de sedimentos”. En este punto no se han detallado las propuestas y podrían afectar a poblaciones asentadas en esos lugares. Anotamos que cada presa tiene un alto costo que incidirá en la valorización total del proyecto y ello afecta el costo/beneficio de la obra.

Han aflorado con fuerza dos preguntas interesantes: ¿Tiene el valle La Leche suficiente agua para represar, o más bien tiene un déficit de agua casi permanente? Quizás lo que debería hacerse es ampliar la oferta de agua a nivel de todo el valle, empezando por preservarla y alentar proyectos novedosos como la restitución de los ecosistemas, proyectos de cosecha de agua. La otra pregunta ¿Estamos gestionando bien o mal el recurso hídrico? Entonces habría que incorporar un programa de tecnificación de riego, de uso adecuado de agua, de distribución justa del agua, desarrollo de capacidades productivas, ambientales, módulos de cultivos más eficientes, etc. Justo de estos temas habla la “Propueta de Sistema Integral de Gestión del Río La Leche” propuesta presentada en plena reunión por Simón Vásquez, presidente de la Comunidad Campesina San Antonio de Laquipampa y que incluye su rechazo a la construcción de la presa La Calzada.

Al terminar la reunión se tomaron dos acuerdos que dan fluidez a tan importante tema: continuar el trabajo de la Comisión de Diálogo y conformar un Equipo Técnico para consensuar una propuesta a ser presentada el 10 de diciembre. Este equipo está conformado por representantes de: PEOT, Reconstrucción con Cambios, ASCIL, Colegio de Ingenieros, Frente de Defensa de Pítipo y Comunidad Campesina de Laquipampa.

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Fotografía 1: Reunión de la Mesa de Diálogo en el caserío La U del distrito de Pítipo, ubicado en la parte media del valle La Leche. Fotografía 2: Expositor del Colegio de Ingenieros – Lambayeque exponiendo su propuesta por primera vez en la parte media del valle. Foto 3: el presidente de la Comunidad Campesina de Laquipampa exhibiendo su propuesta presentada en la reunión y declarando a la prensa.

EL PAGO A LA LAGUNA MISHAHUANGA

“Cada familia tiene un relato sobre una desaparición, ahogamiento, luces, apariciones, lluvias intensas atribuibles a la montaña”

En el imaginario colectivo de los pueblos andinos las lagunas tienen vida propia y son capaces de montar en cólera y desatar un castigo, pueden también hacer el bien, pues poseen una fuerza poderosa que puede sanar y hacer “florecer” a las personas.

Se considera que son los maestros o brujos los que, conjuros mediante,  pueden hacer que la laguna ofrezca su lado bueno o malo. Recordemos que, generalmente se trata de dos lagunas, en oposición y complementaridad, afirma el antropólogo investigador de Inder, Pedro Alva Mariñas.

También se considera que los dioses andinos se refugiaron en las grandes montañas y lagunas altoandinas para resguardarse de la dura persecución durante la Conquista y la Colonia.

La laguna de Mishahuanga, ubicada en la zona altoandina (4,000 m), tiene fama de haber sido muy brava, prácticamente cada familia tiene un relato sobre una desaparición, un ahogamiento, un susto, luces, apariciones, lluvias intensas, etc. Atribuibles a la laguna o a la montaña. Los relatos son contados con temor y respeto; aunque los más jóvenes con algo de incredulidad, lo que nos convence que, para ellos, tienen mucho de certidumbre, acota el investigador Alva Mariñas.

Ya, Antonio Raimondi, que hiciera una visita a la laguna un día de agosto de 1869, confirma lo extendida que estaba esta creencia, este componente de la religiosidad andina que, como es natural en un europeo ilustrado de esos años, los trata con desdén al decir que la gente de la zona tiene “la absurda preocupación, que la cordillera y las lagunas se embravecen con solo ir a ver a estas últimas” (El Perú. Tomo I. Pág. 353)

Con estos antecedentes, nos enteramos de que un programa estatal estaba a punto de iniciar la construcción de una represa de 60 m. de largo por 2 m. de alto en base a piedra con argamasa. A pesar de no ser una obra invasiva y que altere el paisaje, nos permitimos preguntar si la municipalidad o el programa estatal habían contemplado pedir autorización o permiso a la propia laguna. La respuesta era obvia pues ni siquiera se había pensado en ello. Apareció entonces la iniciativa de hacer un acto de respeto, un pago a la laguna para que todo transcurriera sin problemas, no se tenga nada que lamentar y la obra cumpla con su función.

Fueron el alcalde de Miracosta y su equipo de confianza que tomaron la iniciativa de realizar el pago a la laguna en reemplazo de la conocida ceremonia de colocación de la primera piedra y decidieron también cursarme una invitación para animar la ceremonia ya que no había tiempo para invitar a un maestro especialista.

Por razones obvias no describimos la ceremonia, pero damos cuenta que los participantes, sin excepción, tuvieron una actitud de respeto y participación en la ceremonia de “pago a la laguna”. Destacamos que todos participaron en todas las fases del ritual contribuyendo a darle un aire místico y especial al momento de la ceremonia.

No podía faltar algunos insumos básicos de toda ceremonia de esta naturaleza: agua de florida, un buen yonke de Penachí, maíz especial rojizo (misha) obsequiado por una dama de Miracosta, un paño de Monsefú, monedas de colección.

Finalmente, al terminar la ceremonia, nos sentimos invadidos por una especie de regocijo, de libertad y hasta los rigores del clima como que se atenuaron … es decir habíamos “florecido” gracias a los poderes mágicos de la laguna y a establecer una relación de respeto con ella. Todos celebramos entonces la suerte de haber estado allí.

  • Nota publicada por el diario La Industria de Chiclayo en su edición del 01/10/2019/.

V CONGRESO COMUNIDADES CAMPESINAS – FEDECCAL

Pedro Alva Mariñas*

Una serie de circunstancias se juntaron que no permitieron colgar en este blog algunos documentos de gran importancia para las comunidades campesinas y en los cuales he tenido una participación importante. Lo hago con algún retraso porque sé que tenemos un público que espera y sigue nuestras publicaciones en este espacio tan importante.

Compartimos los “Acuerdos globales del V Congreso de Comunidades Campesinas de Lambayeque” organizado por la Fedeccal – Federación de Comunidades Campesinas de Lambayeque, con el apoyo de la Oficina de Asesoría Rural de Inder. Reproducimos los acuerdos que acompañamos con algunas imágenes de los firmantes del documento. 

“PROPUESTAS GLOBALES DE LAS COMUNIDADES CAMPESINAS DE LAMBAYEQUE AL GOBIERNO NACIONAL Y REGIONAL

LAS COMUNIDADES CAMPESINAS AFILIADAS A FEDECCAL Y PARTICIPANTES EN EL V CONGRESO DE COMUNIDADES CAMPESINAS DE LAMBAYEQUE, HAN TOMADO LA DECISIÓN DE DECLARARSE ACTORAS IMPORTANTES EN EL DESARROLLO INTEGRAL DE NUESTRO TERRITORIO, ACTORES EN LA LUCHA CONTRA EL NO DESARROLLO Y LA POBREZA, ACTORES EN DEFENSA DEL MEDIO AMBIENTE Y LOS RECURSOS NATURALES Y ACTORES CLAVES POR LA SEGURIDAD EN EL CAMPO Y BALUARTES DE LA DEMOCRACIA EN EL CAMPO.

PERO AL MISMO TIEMPO, REQUERIMOS QUE PARA CUMPLIR CABALMENTE CON ESTA DECISIÓN NECESITAMOS QUE EL ESTADO PERUANO NOS VISIBILICE COMO ACTORES Y, POR TAL, COMO ALIADOS DEL ESTADO Y NO COMO OBSTÁCULOS O COMO PROBLEMAS COMO ALGUNOS DISCURSOS INTERESADOS NOS HACEN APARECER EN EL MUNDO OFICIAL.

LAS COMUNIDADES CAMPESINAS SOMOS ALIADOS DEL ESTADO POR EL DESARROLLO RURAL SOSTENIBLE

  1. Solicitamos que se expida una norma legal, del estatus correspondiente, declarando a las comunidades campesinas y nativas como aliadas en las estrategias de lucha por el desarrollo rural integral. En la directiva se recomendará a las entidades públicas informar, coordinar y concertar con las directivas comunales, con las juntas de administración legalmente establecidas, en cada ámbito de trabajo del Estado.
  2. Que se conforme una instancia nacional de atención a las comunidades campesinas Y Nativas que bien puede ser el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, pero que goce de autonomía administrativa y política y sea conformado por personal propuesto por las centrales nacionales del campesinado.
  3. Se conformarán en los gobiernos regionales, la Subgerencia de Comunidades Campesinas, adscrita a la Gerencia General, con personal idóneo y presupuesto.

LA CONSTITUCIÓN DE INDEC Y FONDEC

  1. Que hasta la fecha las comunidades campesinas y nativas del Perú no han tenido una entidad estatal especializada para su desarrollo integral y que más bien ha sucedido todo lo contrario, que este abandono del Estado no sólo es histórico sino que en las últimos años se ha profundizado, lo que no se condice con normas legales vigentes y mandatos expresos de normas nacionales e internacionales.
  2. Considerando que la Ley Nº 24656 en su artículo 40º establece “Créase el Instituto Nacional de Desarrollo de Comunidades Campesinas – INDEC como organismo público descentralizado multisectorial del Ministerio de la Presidencia, con personería jurídica de derecho público interno y con autonomía técnica y administrativa”
  3. Por lo anterior solicitamos a la Presidencia del Congreso de la República aprobar las directivas pertinentes para la creación del INDEC como organismo promotor del desarrollo integral de las comunidades campesinas.

LAS COMUNIDADES COMO ALIADOS EN LA LUCHA CONTRA LA POBREZA

  1. Que los datos disponibles sobre pobreza y extrema pobreza indican que éstas predominan en distritos caracterizados por la existencia de comunidades campesinas y nativas. Así pasa en los ámbitos del Departamento de Lambayeque y en el Departamento de La Libertad, por no decir de otros departamentos. Siendo así, son las comunidades campesinas son las más interesadas en aportar con los esfuerzos del Estado y de otras instituciones como las Mesas de Concertación para la Lucha Contra la Pobreza.
  2. Sin embargo hemos comprobado que muchas de las acciones de alivio a la pobreza que se dan en ámbitos de comunidades campesinas no informan, no coordinan, no hacen participar a las directivas comunales, a pesar de su amplio reconocimiento de la población local. Reconocemos que se hace un trabajo dentro de los distritos en los cuales existen comunidades campesinas y que coordinan con municipalidades, con Apafas, con asociaciones, con comisiones de regantes, con clubes de madres y que forman sus propias organizaciones. Pero no coordinan con las directivas de las comunidades campesinas existentes en esos territorios.
  3. Por lo expuesto, solicitamos que el Congreso de la República emita una norma, del nivel pertinente, que obligue a las instituciones públicas de alivio a la pobreza para que informen, coordinen y hagan participar a las directivas de las comunidades campesinas en cuyos ámbitos ejecutan sus actividades
  4. La FEDECCAL propone a la PCM que en coordinación con la MCLCP se convoque un evento de evaluación de resultados de los programas sociales de alivio a la pobreza que funcionan en los distritos con mayores niveles de pobreza.

SOBRE LOS COMUNEROS DESPLAZADOS POR LOS PROYECTOS DE IRRIGACIÓN

  1. Que tenemos conocimiento que se proyecta la continuación de los grandes proyectos ya realizados, en sus segundas o terceras etapas, y que se está hablando del inicio de otras obras de irrigación. Por ello solicitamos que se expida un documento a los organismos respectivos para que tengan muy en cuenta un tratamiento digno a las poblaciones desplazadas y evitar así generar nuevos problemas sociales que dañan la imagen del Estado.
  2. De manera especial solicitamos el compromiso para formular un Proyecto de Ley sobre las poblaciones desplazadas por los megaproyectos de irrigación, en el que se contemple, entre otros puntos: a. Que se considere los desplazamientos de comuneros sólo en caso en que sea imposible mantenerlos dentro de las áreas de los proyectos. Esto regirá para los nuevos proyectos o para las siguientes fases de los proyectos en ejecución y b. Que se establezcan compensaciones justas que garanticen el mejoramiento sensible de su nivel de vida que tuvieron los comuneros, previo a la intervención del Proyecto y c. Que se incorpore a los comuneros desplazados de los megaproyectos como beneficiarios de las compensaciones establecidas en el proyecto de ley.

COMUNIDADES Y MUNICIPALIDADES

  1. Considerando que existe un largo litigio entre las fortalecidas municipalidades provinciales y distritales con las comunidades campesinas, especialmente por las tierras del ámbito y expansión urbana, por las tierras del litoral y por las tierras eriazas. Las municipalidades utilizan instrumentos de regularización de áreas urbanas para asumir que tiene propiedad sobre ellas y en particular los planos o trabajos del Ministerio de Vivienda, de COFOPRI y declaraciones de expansión urbana.
  2. Declaramos que las Municipalidades no son dueñas por si y ante sí de las tierras comunales pues son las comunidades campesinas de sus ámbitos los que tienen derechos de propiedad y con las cuales las municipalidades deben dialogar y concordar para expansión urbana, lotizaciones, obras públicas, etc.

Chiclayo, 31 de enero de 2018

 

COMUNIDADES CAMPESINAS y FEDECCAL

 

Pedro Alva Mariñas*

A la memoria de destacados líderes de comunidades campesinas y de la FEDECCAL,  que nos acompañaron, con integridad y perseverancia, en tramos de estos 30 años de peregrinaje por las comunidades campesinas y originarias de Lambayeque: Narciso Ayesta Gonzáles (Reque), Santiago Esquives Chiscul (Reque), Segundo Reyes Callirgos (Chongoyape), Juan Vargas Rojas (Jayanca), Armando Chanamé de los Santos (Ferreñafe), Agapito Abril Peralta (Huabal), Cipriano Benítez Santamaría (Las Salinas) y Alberto Navarro Ramos 

IDENTIDADES QUE PERSISTEN

Hace 30 años en un Informe del I Congreso de Comunidades Campesinas: “el I Congreso de Comunidades Campesinas de Lambayeque constituía no sólo un trascendental evento gremial, sino, en el fondo, un verdadero crisol de las diversas etnias y grupos humanos existentes en el antiguo Lambayeque y que aún persisten en nuestras comunidades campesinas. Allí estaban los Gordillo de Santa Rosa; los Puyén, Ayesta de Reque; los Liza, Neciosup y Chafloque de Monsefú; los Chancafe, Pejerrey de Mocupe y los tradicionales apellidos de Huamán, Tantarico, Rinza, Carlos, etc. de las comunidades andinas de Lambayeque” (Alternativa. CESS. Febrero, 1988).

30 años después, al revisar los apellidos de los nuevos dirigentes de FEDECCAL, elegidos en el V Congreso de Comunidades Campesinas de Lambayeque, comprobamos la persistencia de la diversidad étnica del antiguo Lambayeque, que no han cambiado mucho, pero ya expresan el impacto de la migración desarrollada en las dos últimas décadas: Severino, Purisaca, Carlos, Manayay, Bazán, Heredia, Yarlaqué, Santisteban, Palma, Castro, Morán, Vílchez, Laboriano, Manayay, Llaguento, Flores, Leonardo, Castro, Reyes, Pejerrey, Purihuamán, Lucero, Piminchumo, Tantarico.

Este origen étnico andino de las comunidades campesinas fue expresamente reconocido por el Estado republicano al otorgarles el reconocimiento oficial como “comunidades indígenas”, tal como se puede leer en las resoluciones supremas de reconocimiento de 15 comunidades de costa y de sierra. Este es uno de los antecedentes que favorecen la propuesta que estamos promoviendo de añadir a sus denominaciones actuales el término indígena, originario, muchik o quechua u otro equivalente y que les permita acogerse a la protección que les brindan las normas internacionales como el Convenio 169 de la OIT. Al respecto las comunidades campesinas de Chongoyape y de Monsefú ya optaron por este camino y la Fedeccal está recomendando que este tema se debata en las comunidades campesinas en base a una propuesta promovida por INDER y que incluye los conceptos de Pachamama, el Buen Vivir, los derechos colectivos, la ciudadanía activa.

Otra dimensión que explica la vigencia de la Fedeccal es la práctica de una relación de reciprocidad entre comunidades campesinas de costa y de sierra. Los primeros siempre están interesados en que las comunidades de sierra estén bien representados a pesar que por el número de comuneros son una minoría. No se concibe una reunión de Fedeccal sin la presencia de por lo menos una comunidad campesina de sierra y en todas las directivas de la Federación las comunidades campesinas de la serranía han ocupado puestos importantes y, en la directiva recién electa, ostentan nada menos que la vicepresidencia de la Federación.

Debemos también afirmar que los acuerdos se toman de consenso, es decir por unanimidad y después de ser leídos y aprobados punto por punto. No hay mayoría y minoría y, si no hay acuerdos de consenso o de amplísima mayoría, simplemente no se los toman. Por ello es muy usual que las directivas comunales se eligen en una lista de consenso y sólo recordamos la difícil y complicada votación del I Congreso de Comunidades en la que se promovió la votación de dos listas rivales y que casi termina en un fracaso absoluto. La interacción entre ellos, el dinamismo del dirigente, su preocupación por su comunidad, sus logros en su gestión y su “buen nombre” son factores que determinan la elección del presidente de la FEDECCAL.

De alguna manera la FEDECCAL está reproduciendo elementos andinos que parecieran ya olvidados como la reciprocidad intercomunidades y entre comunidades de costa y de sierra. También se trata de practicar elementos del liderazgo andino en la que se privilegia el acuerdo, el consenso y el largo debate, en vez de voto que zanja mayorías y minorías rápidas … pero frágiles.

¿CUÁNTAS COMUNIDADES Y CUÁNTOS COMUNEROS?

En el departamento de Lambayeque existen 28 comunidades campesinas reconocidas oficialmente, 14 de estas comunidades campesinas se ubican en la Provincia de Lambayeque, 10 en la Provincia de Ferreñafe y 5 en la Provincia de Chiclayo. Geográficamente 10 comunidades se ubican en la serranía de Lambayeque y 19 en la zona de costa. Adicionalmente podemos decir que 16 de ellas se consideran “tradicionales” por haber logrado su reconocimiento oficial antes de la Ley de Reforma Agraria y las otras son “nuevas” reconocidas en el periodo post Reforma Agraria.

No es fácil precisar con exactitud el número de comuneros empadronados en las comunidades campesinas de Lambayeque porque no se cuenta con un sistema de comunicación efectiva, porque los empadronamientos a veces no reflejan la realidad, o porque algunos dirigentes optan por “desaparecer” los padrones oficiales para reemplazarlos por listados de comuneros.

Sólo a manera de ilustración mencionaremos que la Comunidad Campesina Santo Domingo de Olmos es que caso que más nos llama la atención, en sentido negativo, por la sensible disminución del número de comuneros empadronados que de 22,000 el año 2010, se ha reducido a 14,506 el año 2017, según el reporte del Comité Electoral Comunal de Olmos. De esta manera se expresa la grave crisis por la que atraviesa esta Comunidad por los impactos negativos del Proyecto Olmos y el manejo poco transparente e ineficiente de sus últimas directivas comunales.

Por otra parte la Comunidad Campesina San Pedro de Mórrope, nos presenta el otro lado de la medalla, pues ha logrado superar los 31,000 comuneros empadronados con lo cual se convierte en la Comunidad más numerosa de Lambayeque y una de las más numerosas del país. En el reciente proceso electoral votaron más de 22,000 comuneros y su presidente es ahora dirigente de la FEDECCAL para el periodo 2018 – 2020.

Por lo anterior nos parece plausible hablar de un total aprox. De 70,000 comuneros empadronados en las 28 comunidades campesinas oficialmente reconocidas, cifra basada en los datos que tenemos de casi todas las comunidades campesinas y que la Oficina de Asesoría Rural de INDER los actualiza cada cierto tiempo. Por lo anterior consideramos inconsistente la información del INEI que reduce el número de comuneros lambayecanos a 35,000 comuneros.

Comunidades Campesinas – originarias de Lambayeque. Afiliadas a FEDECCAL. 

Consideramos importante remarcar que comunidades campesinas que, no perteneciendo a Lambayeque, han participado en actividades, han solicitado su afiliación o se sienten parte de la FEDECCAL y nos referimos a las comunidades campesinas: Virgen del Cisne de Tocmoche, San Juan de Licupís, San José de Yaque, Santiago de Cachén de Miracosta y San Francisco de Anguyacu (Provincia de Chota – Cajamarca), San Pedro de Lloc y Chepén (La Libertad)

V CONGRESO DE COMUNIDADES CAMPESINAS

Con la elección de una nueva Junta Directiva para el periodo 2018 – 2020 la Federación de Comunidades Campesinas de Lambayeque – FEDECCAL, celebró su XXX Aniversario de Fundación, ocurrida exactamente un 31 de enero de 1988.

José Luis Severino Purisaca, presidente de la Comunidad Campesina San Julián de Motupe y Rolando Carlos Manayay, presidente de la Comunidad Campesina San Pablo de Inkawasi, elegidos respectivamente como presidente y vicepresidente de la FEDECCAL se constituyen nuevamente en el símbolo de la unidad entre comunidades campesinas de costa y de sierra, gracias a una relación horizontal y respeto mutuo forjadas a pesar de sus diferencias y distintos ritmos de desarrollo.

Los representantes de comunidades campesinas volvieron a reiterar los problemas que los aquejan desde buen tiempo atrás y otros que recién aparecen; sin embargo en esta oportunidad las intervenciones enfatizaron en la necesidad que el Estado los visibilice, los reconozca como socios en los esfuerzos por el desarrollo rural, en la lucha contra la pobreza y pobreza extrema. Igualmente demandaron que, junto con las Rondas Campesinas, sean reconocidas como aliados en la lucha por la seguridad en el campo y también actores y aliados en defensa del medio ambiente y los recursos naturales. En este punto terminaron demandando al gobierno nacional y al gobierno regional la apertura de un diálogo intercultural con las comunidades campesinas y la Federación que las representa.

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*Pedro Alva Mariñas. Oficina de Asesoría Rural de INDER

MISHAHUANGA. LAS LAGUNAS SAGRADAS.

Pedro Alva Mariñas*

Las lagunas de Mishahuanga y el cerro del mismo nombre han contribuido a darle fama a Miracosta. Hace 150 años que Antonio Raimondi la visitara allá en agosto de 1869 y de lo cual no ha dejado un interesante testimonio. En esta imagen una vista de la laguna Clara, aprovechando los escasos tiempos de luminosidad que se generan en la zona.

Resulta llamativo que las más importantes lagunas del norte del país, como las lagunas Las Huaringas de Huancabamba, las lagunas Tembladera y Mishahuanga se compongan de dos lagunas principales, contiguas o en todo caso muy cercanas una de otra. Ello dialoga bien con el concepto dual de las sociedades andinas prehispánicas (grande – chica, arriba – abajo, clara – oscura). En algunos casos se habla de tres lagunas contiguas, pero en el caso de Mishahuanga la tercera es más un rebose de la segunda y en el caso de Tembladera, la tercera laguna está algo alejada y al otro lado de la divisoria de aguas.

La laguna Clara de Mishahuanga, debe su nombre a su aspecto más transparente, es la más extensa y la que serviría para hacer florecimientos, curaciones y sanaciones. Muy cerca y hacia el Este se encuentra la laguna Oscura que será utilizada para realizar limpias, eliminar maleficios y neutralizar las malas artes.

A una altura de 3,950 m. de altitud, una variedad de paja de altura, conocida como ichu es la especie dominante en toda la zona. Se encuentran también diversas variedades de plantas, todas ellas de tallos muy cortos que crecen formando una especie de tapiz verde salpicado de varios colores dada las pequeñas flores que sobreviven en condiciones realmente difíciles.

Esta dualidad podría facilitar también la actividad de los maestros (brujos/curanderos) que utilizarían la laguna Clara para hacer curaciones y sanaciones; mientras que la laguna Oscura serviría para hacer daño, quitar maleficios o neutralizar malas artes. En nuestra visita se han encontrado evidencias de la presencia de maestros curanderos (hacen el bien) y brujos (hacen o trabajan contra el mal) en ambas lagunas. Puntualizamos que las lagunas Mishahuanga no son, todavía, destino de peregrinaciones como sí lo son Las Huaringas de Huancabamba – Piura.

EL TESTIMONIO DE RAYMONDI

 Hace exactamente 150 años que el célebre naturalista italiano Antonio Raymondi visitó a Miracosta (Cachén) y a las lagunas de Mishahuanga que las nombra Mishacocha. La visita ocurrió un día de agosto de 1869. En sus escuetas referencias nos habla de la existencia de tres lagunas, la primera con muy poca agua, la segunda más amplia y la tercera que era la más grande y una de sus orillas estaba constituida por grandes farallones de roca. Inmediatamente observó que con la construcción de un dique en el lugar que desagua la segunda laguna se podría almacenar grandes cantidades de agua para asegurar la producción de haciendas y poblaciones, valle abajo.

Raimondi revela su distancia con las creencias lugareñas: “Lo que me llamó la atención en esta visita a las lagunas Mishacocha, era ver la poca resistencia con que sufren los habitantes de aquellos lugares la baja temperatura de la Cordillera, poseyendo además la absurda preocupación, que la Cordillera y las lagunas se embravecen tan sólo con ir a ver éstas últimas” (El Perú. Tomo I. pág. 353).

Efectivamente detalla que mientras él y su acompañante estaban haciendo varias mediciones en las lagunas, su acompañante, natural del pueblo, estuvo todo el tiempo acurrucado de frío tras una piedra. Quizás no sólo de frío, sino también de miedo, nos atrevemos a decir con mayor y mejor conocimiento de los componentes culturales andinos que el ilustre naturalista no llegó a valorar. Sorprendente que en tan poco tiempo recorriera tantos lugares del norte del Perú y en aquellos tiempos.

Una vista de la montaña de Mishahuanga desde el pueblo de Miracosta. Nótese la forma de cabeza felínica que presenta uno de los cerros, lo que contribuye a darle su carácter místico.

LA PARTE ALTA DE LOS VALLES.

La montaña de Mishahuanga es una importante fuente de agua dulce y lo prueban la existencia de 8 lagunas en ambos flancos. Las lagunas del flanco este da lugar al río Sangana que es uno de los ríos formadores del río La Leche. Las lagunas del flanco oeste, dos de ellas son las lagunas de Mishahuanga que con otras contiguas forman el río que pasa a unos 200 m. del pueblo de Tocmoche y que se une al río Sangana para luego confluir con el río Moyán que baja de las alturas de Inkawasi para dar nacimiento al río La Leche, río que da mucho que hablar en los episodios de lluvias intensas.

El distrito de Miracosta está íntimamente vinculado al departamento de Lambayeque, al conformar parte de la cuenca del río La Leche; pero también en su territorio se forma un riachuelo que es tributario del río Chancay, conformando parte de la cuenca del Chancay – Lambayeque. Es tiempo de hablar de políticas de compensación a la parte alta del valle por el agua que se genera en su territorio y que baja a fertilizar los campos de las partes media y baja de los valles y así ir plasmando una gestión integrada de cuenca e ir estableciendo políticas de justicia hídrica.

LA APUESTA POR EL TURISMO.

Una conversación con autoridades y líderes locales, especialmente con el alcalde Hugo Montalvo Fernández, nos convencen que se está apostando por promover el turismo hacia el distrito de Miracosta y en especial consideran que la numerosa población asentada en la costa de Lambayeque podría ser motivada para visitar esta parte de la serranía que tiene atractivos culturales muy importantes tanto del pasado como del presente. Abona en su favor que la naturaleza ha sido pródiga pues la ha dotado de bellos paisajes enmarcados por la majestuosidad de la cordillera de los andes que cruza su territorio y que alberga a las mágicas lagunas de Mishahuanga que tienen las condiciones para ser la base de un circuito turístico místico, cultural y de aventura.

El pueblo de Miracosta, capital del distrito del mismo nombre, tiene una muy antigua
data que nos remontan a las primeras décadas de la Colonia cuando fuera fundada
con el nombre de Santiago de Cachén, unificando la nueva religión católica y el
nombre del grupo étnico asentado en la zona en tiempo prehispánicos.

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Una versión de este artículo fue publicada en el Dominical del diario La Industria de Chiclayo. Esta es la que consideramos la versión definitiva.

*Antropólogo social, investigador del Instituto de Desarrollo Regional (INDER)