EL SECTOR EDUCACIÓN: ¿CERRADO PARA CAMBIOS?*
El año pasado nos dio la impresión que el tema de la educación se había convertido – por fin – en el gran tema nacional, relegando un tanto los temas coyunturales, pasajeros o banales que generalmente copaban el debate en el país. Ya sabíamos que el tema de la educación nacional tenía potencial para generar grandes consensos. Esa posibilidad se acrecentaba con la aparición de algunos signos importantes y alentadores:
– El sector educación contaba con un documento base para su accionar y para generar procesos de concertación en todos los niveles: el Proyecto Educativo Nacional (PEN), el mismo que fuera no sólo aprobado mediante norma especial, sino también presentado oficialmente en Palacio de Gobierno.
– Varios departamentos, entre ellos Lambayeque, ya tenían sus propios planes educativos regionales (PER), que habían sido aprobados en largos procesos participativos.
– Se habían desarrollado capacidades en todo este proceso, es decir, que se contaba con un staff de personas y de instituciones calificadas para acompañar el proceso de implementación del PEN y de los PER.
– Varios sectores de la sociedad civil y sectores del empresariado nacional y regional se habían involucrado seriamente en el tema educativo gracias al lema: educación, tarea de todos. En este aspecto destacaba Foro Educativo y los espacios que alentó y promovió.
– El gobierno tenía iniciativas al respecto como el shock de inversiones en educación, la transferencia de más funciones educativas a los gobiernos regionales, incluyendo la facultad de seleccionar o designar a los directores regionales de educación y a su personal de confianza.
Resultaba claro que para pensar en una aplicación o implementación del Proyecto Educativo Nacional, se tenía que contar con el involucramiento de los principales actores del proceso educativo: los docentes, los estudiantes y los padres de familia. Sin embargo el proceso había revelado que no habían participado de manera nítida en el proceso (nos referimos a una participación orgánica de esto sectores). Si bien es cierto que el SUTEP se automarginó de este proceso, existen también evidencias de que no se hizo muchos esfuerzos por incorporarlos en esta tarea. Esta no participación – sea consciente o no — pronto cobraría una factura: el SUTEP desencadenó una huelga general indefinida que no tuvo como reclamo o bandera la implementación del PEN y de los PER, si no más bien su reclamo se centró en asuntos reivindicativos muy propios de los docentes.
La otra actitud, que terminó afectando el proceso de cambio, lo generó el mismo gobierno que a pocos meses de la aprobación del PEN no dio ninguna señal de que estaba realmente interesado en su implementación y luego parece que simplemente lo desconoció. Carentes de una propuesta de cambio encontraron las condiciones propicias para el desarrollo de una línea de enfrentamiento con el magisterio nacional. En este marco la evaluación de los docentes se convirtió en el “gran problema del sector educación” y el enfrentamiento Huaynalaya vs. Chang fue el tema preferido de los medios de comunicación. El PEN y los PER quedaron simplemente relegados por cálculos políticos de destrozar a un gremio que no se controla y, por la otra parte, de ventilar hegemonismos internos.
Los resultados que salieron de ese proceso de enfrentamiento seguramente serán motivo de evaluaciones y de apasionamientos de sus principales actores. Pero lo que queda como evidencia es que el Proyecto Educativo Nacional ha sido prácticamente olvidado por el Ministro de Educación y por el SUTEP. Lamentablemente los PER han seguido la misma suerte. Parece entonces que en el sector educación se ha colgado el letrero “cerrado para cambios”. Esperemos que no por mucho tiempo.
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* Publicado en el Semanario Expresión. Chiclayo, 5 octubre 2008 Sigue leyendo