El gráfico revela que desde hace casi 20 años la sociedad regional decidió disminuir dramáticamente el nacimiento de nuevos seres. Las razones por las cuales lo hizo es materia de discusión, pero no pueden descartarse el efecto de la urbanización que genera otro modelo de familia, el resultado de las campañas de control de la natalidad (algunas forzadas) y un mayor grado de instrucción de la población. Sin embargo esta disminución no se da en todos los distritos, especialmente en aquellos que tienen una fuerte presencia campesina.
Se revela también la presencia significativa de habitantes entre 10 y 19 años (representados por las líneas más largas del gráfico) que es el segmento de la población que en estos años está presionando por mejores servicios públicos como educación, salud, agua potable, alcantarillado, energía eléctrica y por fuentes de trabajo. Esta presencia de juventud parece que no es tomada en cuenta en su dimensión real y por ello no se están generando respuestas orgánicas para enfrentar la problemática de los jóvenes. En este contexto los problemas de las barras bravas, los problemas del pandillaje y la delincuencia juvenil no debieran ser tratados sólo como un problema policial y represivo pues expresan la desatención del Estado y de la sociedad en general a la juventud cada vez más numerosa y que presiona por soluciones que no sean ocurrencias temporales como la conformación de los núcleos ejecutores para compartir el dinero que el Estado no puede gastar.
Finalmente, al observar la cúspide de la pirámide, se confirma la tendencia a tener una población cada vez más significativa de adultos mayores nos obliga a pensar en cómo enfrentar este reto en los planos de seguridad social, atención médica especializada, cuidado familiar y pensiones. Si vemos los problemas actuales para atender a una niñez y juventud numerosas, no queremos imaginar los graves problemas que tendremos (en realidad ya los estamos teniendo) para atender a los problemas específicos de una población que va envejeciendo.
Recordamos que hace unas décadas el discurso en boga era el control de la natalidad y el ideal de una familia corta para hacer posible el progreso y en consonancia con ello muchos de los discursos oficiales y de los programas de control de la natalidad se basaban en la tesis familia corta = prosperidad, familia numerosa = pobreza. Esa relación se ha mostrado como falsa o en todo caso unilateral porque marchamos velozmente a ser un país integrado por familias de pocos miembros, pero la pobreza sigue una dinámica diferente.
Con los datos que nos presenta el censo 2007 y las proyecciones para las décadas siguientes, nos atrevemos a pensar que llegará el momento de regresar a políticas y programas que incentiven a tener más hijos y seguramente tendrá que ponerse en vigencia la vieja sentencia bíblica de “creced y mulltiplicaos”.
* Publicado en Semanario Expresión – Chiclayo. 13/01/2010