EL FENOMENO EL NIÑO: ¿Que se viene?

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Pedro Alva Mariñas

El año pasado el Presidente de la República nos sorprendió con su discurso sobre la “onda kelvin” que anunciaba un nuevo evento desastroso del Fenómeno El Niño que se abatiría sobre todo el país y en especial la costa norte. Este anuncio presidencial se basaba en un temprano pronóstico lanzado por la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration’s), organismo especializado de los Estados Unidos sobre la aparición de una “onda” de aguas calientes que se generaba en la costas de Australia, que amenazaba calentar en algunos grados el generalmente frío Océano Pacífico y desatar una serie de eventos atmosféricos y marinos conocidos como el Fenómeno El Niño (FEN). Ese discurso fue el inicio de una serie de decisiones, normas, directivas, iniciativas para gastar recursos públicos destinados a “enfrentar” la anunciada catástrofe. En el ámbito local la reacción fue algo similar, aunque los recursos no eran ni suficientes ni oportunos, pero fueron paliados con el despliegue generoso del INDECI Regional que desató una labor preventiva bastante ruidosa. Lo que nos llamó la atención es que los organismos especializados afirmaban que no se iba a presentar la catástrofe anunciada, pero de nada sirvió.

Como este formato se viene repitiendo casi todos los años. Primero se toma una información de la NOAA, se le da una interpretación política acorde con las necesidades de la coyuntura o de la inspiración personal, luego se convocan a los medios que se encargan de generar opinión pública sobre el tema. Para evitar reticencias o críticas se actualiza la tesis efectista de que “mejor es prevenir que lamentar” o se destaca a algún “señor del tiempo” para que haga el trabajo de persuasión. Así se allana el camino para disponer de recursos públicos sin importar proyectos, planes, consultas ciudadanas, etc. Sólo se exige el listado de obras que se consideran prioritarias y el monto estimado, a medida que avanzan los trámites se exige una “ficha” de una o dos páginas por proyecto, ya en el camino se regularizan los procesos o los expedientes.

Nuevamente – y como se va haciendo costumbre — en estos meses se ha lanzado la posible amenaza de un evento fuerte del Fenómeno El Niño y se lo ha hecho en base a un reporte temprano de la NOAA que alertaba sobre un ligero calentamiento de las aguas del Pacífico en la costa este de Australia, fenómeno que es normal y que se produce todos los años. Este anuncio – corroborado por el Senamhi, por Imarpe y por el IGP — bastó para desencadenar una serie de eventos que han llevado al Estado a destinar más de 100 millones de soles para tareas de prevención en el país. Han pasado algunos meses de ese anuncio, nos encontramos por terminar el mes considerado clave para pronósticos más ajustados. Consideramos prudente recurrir a las instituciones especializadas en el tema.

El Senamhi en su boletín institucional emitido en Agosto pasado hablaba de un esperado calentamiento de las aguas marinas y de la esperada aparición de la “onda Kelvin” que es la causante del aumento de la temperatura del mar. Su arribo decía, se esperaba para el mes de Setiembre – Octubre. En el mismo mes, el ENFEN, entidad encargada de monitorear el Fenómeno El Niño decía en su comunicado Nº 7 que “El análisis de las variables observadas y los pronósticos climáticos internacionales nos indica que no se presentarán condiciones ´El Niño´ en el litoral peruano, en los próximos dos meses” y luego añadía que “ninguno de los modelos climáticos predice para el próximo verano un calentamiento extremo como los ocurridos en los años 1982-83 y 1997-98″. Este documento era suscrito por los organismos públicos especializados. Un mes más tarde en su comunicado Nº 8 (8/9/2009) informaba sobre un dato crucial para la no ocurrencia del FEN: “En el litoral peruano las temperaturas superficiales del mar, tuvieron un leve descenso tendiendo a su normalización, tal como se esperaba”. Además de otros datos relevantes, se pronostica para el verano del 2010 un Niño débil o moderado, es decir que no representará condiciones de catástrofe, sino condiciones de un evento normal. En este contexto todo parece orientarse hacia una situación de relativa normalidad climática en los próximos meses. Si ocurrieran cambios dramáticos en las tendencias seguramente la NOAA y el ENFEN nos brindarán la información oportuna que la ciencia ya está en condiciones de predecir.

Lo dicho hasta aquí no puede, ni debe ser interpretado como un desdén por las acciones de prevención. Concordamos que el tema de la prevención, emergencia y reconstrucción debieran ser incorporadas como parte de políticas públicas permanentes en zonas de alta vulnerabilidad como Lambayeque. Lo que se discute es que se lancen campañas de gasto público – libre de exigencias, de controles normales y exentos de participación ciudadana – en base a supuestos que no tienen sustento suficiente y, a veces, a contrapelo de lo que dicen los propios organismos especializados del Estado. No usemos en forma irresponsable los justificados temores que tiene la población regional sobre la ocurrencia de un evento catastrófico como los años 1982 – 1983 y 1997 – 1998.

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