LAS FESTIVIDADES RELIGIOSAS EN LAMBAYEQUE. Una mirada a sus potencialidades

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 Pedro Alva Mariñas. 

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 El convertir a la festividad en un atractivo turístico y, por tal, en un fenómeno de mayor impacto en la economía local exige que el Estado desarrolle políticas para potenciarlas, para fomentar los aspectos positivos, para eliminar los problemas y las amenazas existentes “ (Plan de Desarrollo de la Provincia de Lambayeque)

 

Nos parece interesante vincular las festividades religiosas con la cultura local y ésta con el desarrollo local. Nos parece bien que un plan de desarrollo provincial afirme que la religiosidad es muy importante en el norte del Perú y en particular en el Departamento de Lambayeque y que las festividades son claves en la vida de cientos de miles de personas que prácticamente pasan su vida esperando y celebrando las festividades patronales. Se han mostrado datos de pueblos como Mórrope y Monsefú en la que prácticamente todas las semanas del año tienen motivos para celebrar un santo del pueblo, del barrio o de un grupo familiar.

Tal parece que este apego a la religiosidad tiene una larga data en nuestra historia. Ya los etno historiadores y antropólogos demostraron el enorme peso de las religiones en la vida de los pueblos prehispánicos a tal punto que las diversas culturas podrían también conceptualizarse como una lucha de culturas, una lucha de divinidades. Este aporte demoró en ser incorporado por la Arqueología que todavía se mantuvo pegada a la tesis que era la guerra la que explicaba la dinámica de las sociedades prehispánicas – recordemos por ejemplo que el Señor de Sipán fue calificado inicialmente como “guerrero”.

Otro concepto a remarcar es que la festividad no es exclusivamente una actividad o una serie de actividades religiosas que se inician y terminan en los rituales establecidos por los párrocos o por las hermandades religiosas. La festividad va mucho más allá y son, diremos desde siempre, escenarios, espacios y oportunidades para los encuentros de amistades, para el ocasional regreso de los migrantes, para afirmar o reafirmar jerarquías sociales, lugares en que se compra y se vende y también espacios de afirmación simbólica y cultural.

En una festividad hay lugar para todos (unos más visibles que otros). En una celebración religiosa el párroco, la hermandad y el templo juegan un papel muy importante. Pero también tienen su lugar las autoridades locales que lucen sus mejores galas en la misa central o en los desfiles y procesiones. Los comerciantes “hacen su agosto”. Es oportunidad también para degustar los mejores platos y bebidas que caracterizan a la localidad. Y los empresarios se pelean lugares preferentes en el parque principal o se postulan para ser los organizadores de los bailes centrales de la festividad. Hay lugar para todos, muchas personas terminan siendo beneficiadas.

Por lo anterior nos parece un acierto que el Plan de Desarrollo de la Provincia de Lambayeque considere a las festividades religiosas como una potencialidad, como un recurso que lo tenemos, pero que al cual no se le está sacando todos los beneficios que es capaz de dar. Dejando a salvo el encomiable y no siempre reconocido trabajo de las hermandades, de los comités centrales y de las propias parroquias, sí consideramos importante que las autoridades locales (especialmente municipales) identifiquen espacios diferenciados para las actividades religiosas, comerciales, de alimentación, de recreación y culturales. Se tiene que garantizar seguridad a los vecinos y a los visitantes. Se debe garantizar la calidad de los servicios que se ofrecen, apoyar la difusión en los medios de comunicación. Se tiene que mejorar los servicios públicos y el acceso vial.

No se trata, ni muchos menos que el Estado se encargue de organizar las festividades porque ello podría ser desastroso en varios sentidos, lo que sí consideramos importante es que sume esfuerzos para que las festividades, organizadas por sus hermandades o comités centrales, desplieguen todo su potencial. Obviamente los propios empresarios y vecinos de la localidad tienen también una gran responsabilidad en hacer lo necesario para que la festividad consolide su potencial de atractivo turístico provincial, regional o nacional.

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El autor es investigador del INDER – Instituto de Desarrollo Regional

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