EL CORTE DEL PRIMER CABELLO: Landa, landay o landaruto

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Pedro Alva Mariñas*


César Valera, como invitado especial de la ciudad de Chiclayo, al momento de realizar el corte del mechoncito de pelo correspondiente. El niño está concentrado en su celular.

El corte del primer cabello o también el primer corte de cabello de una persona es un hecho trascendente para muchas culturas en el mundo, se trata de un rito de iniciación, de un ritual de buena suerte, fortalece los lazos familiares y una presentación del niño “en sociedad”. Generalmente es una ceremonia familiar, pero en otros casos son eventos más abiertos. Se realiza a temprana edad, entre los tres y los 7 años. En otros casos es una ceremonia única, en otras se la asocia a otras ceremonias como el bautizo.

No cabe duda de que el corte del primer cabello es un rito de socialización y por tal se entiende al “Conjunto de los procesos que un grupo social emplea para transmitir a sus hijos las normas que tienden a garantizar el funcionamiento y el desarrollo del sistema, manteniendo las relaciones sociales que le sirven de base” (Unesco, 1978). Es a través de este proceso que los contenidos culturales se perpetúan a través de generaciones.

Corte de pelo, landa, landay, landaruto son los nombres que sectores de la población norteña utilizan para denominar al ritual del primer corte de cabello de un niño y que constituye uno de los ritos tradicionales de socialización del ser humano, es decir de introducción oficial a la sociedad en la que ha nacido y va a vivir. Este ritual puede asociarse con el bautizo del niño de tal manera que se tiene, el mismo día, dos ceremonias y en dos escenarios distintos. En otros casos se celebra como actividad única.

En los últimos tres años hemos participado en tres ceremonias de corte del primer cabello. En el caso de Chiclayo se desarrolló como una actividad secundaria a la celebración del bautizo del niño, dejando para que los conocidos se acercaran a una esquina del local y procedieran a cortar el pelo, sin hacer mucho alarde y el dinero recaudado no se lo contó y tampoco se supo del aporte de los padrinos de corte de pelo. Otra ceremonia se realizó en el pueblo de Salas, un distrito y comunidad rural de Lambayeque, distante unas 2 horas de la ciudad de Chiclayo.

Volvemos a constatar que en el norte del Perú y particularmente en los espacios en los que hacemos referencia se viene librando una pugna, una lucha permanente entre lo tradicional y lo moderno, entre lo que podríamos decir “occidentalización” y “tradición” y si bien podemos dar cuenta del notorio avance de lo moderno, también podemos afirmar la capacidad de resistencia de las tradiciones y ello se nota no solo en la gente que lo practica, sino en la gente que participa y lo celebra. Y es que animarse a realizar un corte de pelo implica apostar por todo un paquete cultural, por una opción y no solo por un acto de cortar cabello.

Sin tratar de ser meticuloso, nos parece importante resumir el ritual del corte del primer cabello, hacemos la salvedad que no todo en la realidad es secuencial, hay procesos que marchan en paralelo:

Primera fase. Convencer a la pareja o a las familias de la pertinencia de realizar el ritual, lo que incluye fijar fechas, lugar, padrinos, la atención, la música. Implica varias negociaciones, desacuerdos, acuerdos intrafamiliares. No es una tarea fácil y muchos intentos mueren en esta etapa ya sea por oposición de uno de los cónyuges o por oposición de algunos familiares.

Segunda fase. Buscar a la pareja de padrinos adecuada, lo que tampoco es fácil y, generalmente, se encuentran con padrinos muy desorientados en estas costumbres, lo que hace más difícil la labor de los padres. Para la elección de los padrinos se tiene en cuenta varios factores, pero prima el hecho de que sea alguien “importante” para la familia porque ello hablará del nivel de relaciones que tiene la familia. Parte de los requisitos de los padrinos es su solvencia.

Tercera fase. Se presentan dos lógicas. En el caso de Chiclayo se contrató un local, una orquesta, la cena que pagó el padrino del corte de pelo. En los otros dos casos esta fase se conoce como “el preparo” de la familia para el gran día, aportan bienes, alimentos, trabajo, utensilios, vajilla, sillas. Se trata de una movilización importante de recursos y personas con el objetivo de “quedar bien como familia”. La preparación de bebidas (chicha en el caso de Mórrope) requiere de por lo menos 5 días antes, para que llegue en “su punto”. En la noche previa se inicia la preparación de las comidas, el aderezo de las aves, para que en la madrugada se pueda preparar el “hornao”. En este punto las lógicas son diferentes, para el sector más rural se preparan para mucha gente, en el caso de zonas urbanas se prepara “para los invitados” con tarjeta.

Cuarta fase. Es la ceremonia del corte de pelo propiamente dicho y para lo cual se prepara al ahijado con su mejor gala, se suele hacer trencitas o mechoncitos con su cabello humedecido para facilitar el corte y en forma voluntaria son llamado para cortar. En el caso de Mórrope los padrinos con el ahijado recorren los ambientes invitando a los presentes a cortar el mechón de cabellos. Se tiene a disposición un depósito de agua para humedecer el cabello y facilitar su corte. En el caso de Salas el agua para humedecer el cabello se lo mezcló con maíz blanco molido (agua chuya) y se ayuda con una ramita. Una vez cortado el mechoncito se deposita una cantidad de dinero que fluctúa entre 10 y 50 soles, son los padrinos o dos personas encargadas las que llevan las bandejas. En el caso de Chiclayo no se contó lo recaudado, en el claro afán de no dar mucha luz a la ceremonia. En el caso de Mórrope se contó globalmente lo recaudado y se cerró el tema con el obsequio generoso de los padrinos. En el caso de Salas hemos visto que la cabellera lo dividen en dos partes para facilitar el corte ordenado de la familia de la mamá y conocidos de la madrina y el otro lado de la cabellera es para los amigos y conocidos del papá y del padrino. En este caso hubo conteo del aporte global y quedó claro el bando que más había aportado.

Quinta fase. El destino del pelo cortado es realmente una incógnita. Unas familias dicen que una parte lo guardan de recuerdo. Otros dicen que simplemente los arrojan junto con los desperdicios y en el caso de Salas se decidió enterrar el cabello cortado en un lugar adecuado del parque principal, haciendo invocaciones para que le vaya bien al niño.

Sexta fase. La atención a los padrinos e invitados. Tenemos que distinguir que es célebre en la zona el agasajo a los padrinos del bautizo. En el caso de Mórrope les obsequiaron un pavo completo, además de una buena porción de papa, de pan. Para los padrinos de corte de pelo parece que fue algo similar, pero por la hora y el inicio de la música pasó algo inadvertido. En el caso de Salas los padrinos fueron agasajados con 10 cuyes cada uno, acompañados de papas y licor. Se trata de un acto de reciprocidad por el que los padres agradecen a los padrinos el tiempo, los gastos que han realizado o, simplemente el hecho de aceptar ser padrino. En Chiclayo no vimos que hubiera algo parecido para los padrinos. En ningún caso observamos que la comida fuera servida en función del aporte económico (como sucede en otros casos).

Séptima fase. La comida general y el baile. Se nota con claridad que la familia que toma la decisión de realizar el corte de pelo, está apostando por “tirar la casa por la ventana” y eso se deja notar en el arreglo del ambiente que en los tres casos fueron lugares públicos y alquilados (caso de Salas en un coliseo) y en el caso de Mórrope se acondicionó una carpa en plena calle y para lo cual se tramitaron las autorizaciones respectivas y el aval de los vecinos. En los casos de Mórrope y Salas destacan el hecho de que la comida y bebida parece nunca acabarse, todo el que llega es agasajado, sin ningún reparo. A eso de las 10.30 pm. la celebración alcanza su máxima expresión y no para sino hasta la madrugada.

 

*Instituto de Desarrollo Regional – INDER

 

 

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