LANCHIPAMPA – INKAWASI: La fuerza de lo comunal

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Pedro Alva Mariñas*

Lanchipampa es un centro poblado pequeño, propio del modelo de “poblamiento disperso” que caracteriza al sector rural, al que se llega, desde Ferreñafe a través de una carretera que tiene un tramo corto asfaltado y un tramo largo muy deteriorado por las lluvias pasadas y por la desatención estatal. Para el regreso utilizamos un tramo alternativo que partiendo de Inkawasi pasa por varios centros poblados, entre ellos, Kalima, Lanchipampa, Cruz Loma, Huayrul hasta Moyán en donde reingresa al tramo principal. Este tramo luce en mejores condiciones gracias al periódico mantenimiento que realizan los pobladores, mediante faenas comunales.

Destaca la infraestructura pública como el centro educativo, la posta médica, el parquecito, una plataforma deportiva. Los servicios básicos funcionan como el agua para consumo humano (con problemas de potabilización), desagüe, luz eléctrica. El servicio de telecomunicaciones es inexistente por lo que la población se encuentra en “apagón” permanente y si bien el centro de educativo y la posta de salud cuentan con señal, ésta es muy débil y fluctuante.

Lanchipampa es un sector importante de la Comunidad Campesina San Martín de Porres que goza de reconocimiento oficial y su territorio está oficialmente titulado y en proceso de registro en la Sunarp. Políticamente pertenece al distrito de Inkawasi – provincia de Ferreñafe – Lambayeque – Perú.         Se encuentra muy cerca del límite departamental entre Lambayeque y Cajamarca, demarcado por una cadena de cerros que los separa del distrito de Miracosta – Chota – Cajamarca.

En este tiempo el clima es lluvioso, con frecuente invasión de neblinas, no es tan frío como Incahuasi. En sus campos produce, entre otros productos, papa, maíz y también pastos que dan lugar a una pequeña ganadería que permite elaborar quesos para el consumo familiar. La producción de frutas y verduras es limitada. Existe toda una estrategia de auto sostenimiento familiar y el intercambio de productos es más que frecuente. No existe un mercado propiamente dicho por lo que el acceso a otro tipo de alimentos es difícil y de alguna manera se los obtiene con los viajes a ciudades como Ferreñafe y Chiclayo.

En este tiempo se puede apreciar que los comuneros están ya en plena campaña agrícola, muchas de las chacras lucen completamente verdes, pero también notamos una amplia zona comunal dedicada al libre pastoreo del ganado. El paisaje, con lomas y cerros por doquier están matizados con el follaje de numerosos eucaliptos que se han aclimatado bien a la zona, pero notamos también la presencia de alisos, saúcos, magueyes, además del conocido “lanche” que parece darle el nombre a este sector y al mismo centro poblado.

 

 

 

 

 

 

En el transcurso de dos días, prácticamente unas 30 horas de permanencia en Lanchipampa nos ha sorprendido gratamente, ver a las personas en su desenvolvimiento cotidiano, participando en una faena comunal, en un compartir y también el ritual al departir con chicha y el infaltable yonque que es la bebida oficial en esta zona de Lambayeque. Ese acompañamiento – que se relaciona con experiencias similares – nos permiten presentar algunos comentarios relacionados con las prácticas culturales locales, de raigambre andina y que hacen de Lanchipampa un lugar, similar a otros espacios, pero también diferente:

  1. La vestimenta de las mujeres que llevan la marca cultural de la zona andina de Lambayeque, aunque tienen algunas diferencias. El contraste con la vestimenta occidental de los hombres, salvo el poncho con rayas multicolores que lo utiliza un 60% de ellos. En el caso de los varones el sombrero ha sido reemplazado por la gorra.
  2. Las prácticas de faenas comunales y también de las mingas. En esta oportunidad los comuneros (hombres y mujeres) se congregaron para hacer la limpieza de las cunetas del tramo carretero que cruza su sector, terminando los trabajos en el lindero sur – oeste que queda frente al caserío Cruz Loma. Hemos visto trabajar “hombro a hombro” a hombres y mujeres y al mando del presidente de la Comisión de Limpia de Carretera. No hay duda de que esta costumbre es la que ayuda para que este tramo carretero luzca en buen estado.
  3. La práctica del quechua como idioma oficial, diario de la población. Hemos notado que, debido a mi presencia, han usado preferentemente el español en su asamblea. Lo escuchamos a los mayores, a los jóvenes y también a los niños. Incluso en la movilidad de regreso un niño no me entendía que me alcanzar mi mochila, tuvo que intervenir la madre para explicarle mi pedido.
  4. El tucuy micushun. Es una práctica comunitaria que consiste en “compartir” la comida que cada comunero lleva a las asambleas, a las faenas o mingas comunales. Comuneros designados como “serviciales” son los encargados de recoger los “quipes” de las mujeres que contienen la comida y desplegarlos con mucho cuidado en el piso del local de reunión. Al final la comida queda alineada en tres o cuatro hileras, se hace la respectiva bendición de la comida, se nota la preocupación por hacer llegar el mejor plato al invitado. Los serviciales siguen atentos procurando que todos coman, alcanzando o repartiendo algunas viandas para que todos queden contentos y satisfechos. Terminada la comida se procede a brindar un trago de aguardiente a manera de “asentativo”. Se levantan las mantas, se las regresan a sus respectivas dueñas y con ello se declara concluido el tucuy micushun o el compartir.
  5. La fuerza de lo comunal. Hay que estar allí para sentir que en la vida de los peruanos – en general – existe un substrato, casi un instinto – que nos arriesgamos a definirlo como “lo comunal” es decir a pensar, a sentir, a actuar, a sentirnos bien, a extrañar el trabajo grupal, el trabajo entre todos, y que enfrentados a lo individual, a lo egoísta terminamos por elegir el interés común, el interés de “la comunidad”.

 

 

 

 

 

 

 

Los líderes y comuneros de Lanchipampa, que es un sector muy importante de la Comunidad Campesina San Martín de Porres (reconocida por R.D. N° 365-87-AG-DR III del 22 de junio de 1987) y habiendo sufrido algunos desengaños y “discriminaciones” de parte de los dirigentes comunales (residentes en el sector Atunpampa) estaban tentados para iniciar el camino de la separación de la comunidad y transitar el camino de constituirse en comunidad campesina. Incluso hicieron explícito que me habían invitado para que yo sustentara esa decisión y acompañara este proceso que ya habían iniciado.

Luego de un intenso, por momentos tenso, pero franco diálogo, se fueron despejando dudas y aclarando el camino para seguir siendo parte de la comunidad campesina, abandonar el camino de la separación y más bien constituirse en una Junta de Administración Local – JAL de Lanchipampa y con ello se beneficiarían de todos los logros obtenidos como comunidad campesina (reconocimiento oficial y titulación del territorio comunal) y, además, tendrían la autonomía para gobernarse dentro del marco legal y de sus usos y costumbres. El acuerdo fue por unanimidad, todos levantaron la mano en señal de aprobación … también en este punto se comportaron como comunidad …

 

 

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*Director de la Oficina de Asesoría Rural de INDER.

 

 

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