Pedro Alva Mariñas*
A la memoria de destacados líderes de comunidades campesinas y de la FEDECCAL, que nos acompañaron, con integridad y perseverancia, en tramos de estos 30 años de peregrinaje por las comunidades campesinas y originarias de Lambayeque: Narciso Ayesta Gonzáles (Reque), Santiago Esquives Chiscul (Reque), Segundo Reyes Callirgos (Chongoyape), Juan Vargas Rojas (Jayanca), Armando Chanamé de los Santos (Ferreñafe), Agapito Abril Peralta (Huabal), Cipriano Benítez Santamaría (Las Salinas) y Alberto Navarro Ramos
IDENTIDADES QUE PERSISTEN
Hace 30 años en un Informe del I Congreso de Comunidades Campesinas: “el I Congreso de Comunidades Campesinas de Lambayeque constituía no sólo un trascendental evento gremial, sino, en el fondo, un verdadero crisol de las diversas etnias y grupos humanos existentes en el antiguo Lambayeque y que aún persisten en nuestras comunidades campesinas. Allí estaban los Gordillo de Santa Rosa; los Puyén, Ayesta de Reque; los Liza, Neciosup y Chafloque de Monsefú; los Chancafe, Pejerrey de Mocupe y los tradicionales apellidos de Huamán, Tantarico, Rinza, Carlos, etc. de las comunidades andinas de Lambayeque” (Alternativa. CESS. Febrero, 1988).
30 años después, al revisar los apellidos de los nuevos dirigentes de FEDECCAL, elegidos en el V Congreso de Comunidades Campesinas de Lambayeque, comprobamos la persistencia de la diversidad étnica del antiguo Lambayeque, que no han cambiado mucho, pero ya expresan el impacto de la migración desarrollada en las dos últimas décadas: Severino, Purisaca, Carlos, Manayay, Bazán, Heredia, Yarlaqué, Santisteban, Palma, Castro, Morán, Vílchez, Laboriano, Manayay, Llaguento, Flores, Leonardo, Castro, Reyes, Pejerrey, Purihuamán, Lucero, Piminchumo, Tantarico.
Este origen étnico andino de las comunidades campesinas fue expresamente reconocido por el Estado republicano al otorgarles el reconocimiento oficial como “comunidades indígenas”, tal como se puede leer en las resoluciones supremas de reconocimiento de 15 comunidades de costa y de sierra. Este es uno de los antecedentes que favorecen la propuesta que estamos promoviendo de añadir a sus denominaciones actuales el término indígena, originario, muchik o quechua u otro equivalente y que les permita acogerse a la protección que les brindan las normas internacionales como el Convenio 169 de la OIT. Al respecto las comunidades campesinas de Chongoyape y de Monsefú ya optaron por este camino y la Fedeccal está recomendando que este tema se debata en las comunidades campesinas en base a una propuesta promovida por INDER y que incluye los conceptos de Pachamama, el Buen Vivir, los derechos colectivos, la ciudadanía activa.
Otra dimensión que explica la vigencia de la Fedeccal es la práctica de una relación de reciprocidad entre comunidades campesinas de costa y de sierra. Los primeros siempre están interesados en que las comunidades de sierra estén bien representados a pesar que por el número de comuneros son una minoría. No se concibe una reunión de Fedeccal sin la presencia de por lo menos una comunidad campesina de sierra y en todas las directivas de la Federación las comunidades campesinas de la serranía han ocupado puestos importantes y, en la directiva recién electa, ostentan nada menos que la vicepresidencia de la Federación.
Debemos también afirmar que los acuerdos se toman de consenso, es decir por unanimidad y después de ser leídos y aprobados punto por punto. No hay mayoría y minoría y, si no hay acuerdos de consenso o de amplísima mayoría, simplemente no se los toman. Por ello es muy usual que las directivas comunales se eligen en una lista de consenso y sólo recordamos la difícil y complicada votación del I Congreso de Comunidades en la que se promovió la votación de dos listas rivales y que casi termina en un fracaso absoluto. La interacción entre ellos, el dinamismo del dirigente, su preocupación por su comunidad, sus logros en su gestión y su “buen nombre” son factores que determinan la elección del presidente de la FEDECCAL.
De alguna manera la FEDECCAL está reproduciendo elementos andinos que parecieran ya olvidados como la reciprocidad intercomunidades y entre comunidades de costa y de sierra. También se trata de practicar elementos del liderazgo andino en la que se privilegia el acuerdo, el consenso y el largo debate, en vez de voto que zanja mayorías y minorías rápidas … pero frágiles.
¿CUÁNTAS COMUNIDADES Y CUÁNTOS COMUNEROS?
En el departamento de Lambayeque existen 28 comunidades campesinas reconocidas oficialmente, 14 de estas comunidades campesinas se ubican en la Provincia de Lambayeque, 10 en la Provincia de Ferreñafe y 5 en la Provincia de Chiclayo. Geográficamente 10 comunidades se ubican en la serranía de Lambayeque y 19 en la zona de costa. Adicionalmente podemos decir que 16 de ellas se consideran “tradicionales” por haber logrado su reconocimiento oficial antes de la Ley de Reforma Agraria y las otras son “nuevas” reconocidas en el periodo post Reforma Agraria.
No es fácil precisar con exactitud el número de comuneros empadronados en las comunidades campesinas de Lambayeque porque no se cuenta con un sistema de comunicación efectiva, porque los empadronamientos a veces no reflejan la realidad, o porque algunos dirigentes optan por “desaparecer” los padrones oficiales para reemplazarlos por listados de comuneros.
Sólo a manera de ilustración mencionaremos que la Comunidad Campesina Santo Domingo de Olmos es que caso que más nos llama la atención, en sentido negativo, por la sensible disminución del número de comuneros empadronados que de 22,000 el año 2010, se ha reducido a 14,506 el año 2017, según el reporte del Comité Electoral Comunal de Olmos. De esta manera se expresa la grave crisis por la que atraviesa esta Comunidad por los impactos negativos del Proyecto Olmos y el manejo poco transparente e ineficiente de sus últimas directivas comunales.
Por otra parte la Comunidad Campesina San Pedro de Mórrope, nos presenta el otro lado de la medalla, pues ha logrado superar los 31,000 comuneros empadronados con lo cual se convierte en la Comunidad más numerosa de Lambayeque y una de las más numerosas del país. En el reciente proceso electoral votaron más de 22,000 comuneros y su presidente es ahora dirigente de la FEDECCAL para el periodo 2018 – 2020.
Por lo anterior nos parece plausible hablar de un total aprox. De 70,000 comuneros empadronados en las 28 comunidades campesinas oficialmente reconocidas, cifra basada en los datos que tenemos de casi todas las comunidades campesinas y que la Oficina de Asesoría Rural de INDER los actualiza cada cierto tiempo. Por lo anterior consideramos inconsistente la información del INEI que reduce el número de comuneros lambayecanos a 35,000 comuneros.
Comunidades Campesinas – originarias de Lambayeque. Afiliadas a FEDECCAL.
Consideramos importante remarcar que comunidades campesinas que, no perteneciendo a Lambayeque, han participado en actividades, han solicitado su afiliación o se sienten parte de la FEDECCAL y nos referimos a las comunidades campesinas: Virgen del Cisne de Tocmoche, San Juan de Licupís, San José de Yaque, Santiago de Cachén de Miracosta y San Francisco de Anguyacu (Provincia de Chota – Cajamarca), San Pedro de Lloc y Chepén (La Libertad)
V CONGRESO DE COMUNIDADES CAMPESINAS
Con la elección de una nueva Junta Directiva para el periodo 2018 – 2020 la Federación de Comunidades Campesinas de Lambayeque – FEDECCAL, celebró su XXX Aniversario de Fundación, ocurrida exactamente un 31 de enero de 1988.
José Luis Severino Purisaca, presidente de la Comunidad Campesina San Julián de Motupe y Rolando Carlos Manayay, presidente de la Comunidad Campesina San Pablo de Inkawasi, elegidos respectivamente como presidente y vicepresidente de la FEDECCAL se constituyen nuevamente en el símbolo de la unidad entre comunidades campesinas de costa y de sierra, gracias a una relación horizontal y respeto mutuo forjadas a pesar de sus diferencias y distintos ritmos de desarrollo.
Los representantes de comunidades campesinas volvieron a reiterar los problemas que los aquejan desde buen tiempo atrás y otros que recién aparecen; sin embargo en esta oportunidad las intervenciones enfatizaron en la necesidad que el Estado los visibilice, los reconozca como socios en los esfuerzos por el desarrollo rural, en la lucha contra la pobreza y pobreza extrema. Igualmente demandaron que, junto con las Rondas Campesinas, sean reconocidas como aliados en la lucha por la seguridad en el campo y también actores y aliados en defensa del medio ambiente y los recursos naturales. En este punto terminaron demandando al gobierno nacional y al gobierno regional la apertura de un diálogo intercultural con las comunidades campesinas y la Federación que las representa.
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*Pedro Alva Mariñas. Oficina de Asesoría Rural de INDER