Pedro Alva Mariñas.
Resumen
San José de Noria Nueva es el nombre de una comunidad campesina ubicada en un paraje poco conocido al que se accede a través de una trocha carrozable que se desprende de la carretera Cruce Panamericana – Salas, aprox. A unos 2 Kms. De distancia. Políticamente pertenece al distrito de Jayanca. En ese territorio comunal – o en todo caso pretendido por terceros – se viene desarrollando un drama humano que tiene como protagonistas a familias comuneras dedicadas a la pequeña ganadería y a pequeña ganadería como actividades complementarias de otras que tienen que desarrollarla fuera de la Comunidad porque las condiciones para vivir se vuelven cada vez más difíciles, más duras.
El drama tiene a tres protagonistas: la familias comuneras que defienden los únicos espacios boscosos que quedan dentro de su territorio – o en el peor de los casos en sus vecindades —, un propietario legal, pero no conocido, residente en San Juan de Lurigancho en Lima y que en base a un autorización oficial procede a talar en la zona, y la Autoridad Regional Forestal y Fauna Silvestre (SERFOR) que otorga los permisos para la extracción y procesamiento de especies forestales.
La etapa más dura de los conflictos se produjeron a partir del 2007 y se han expresado en enfrentamientos físicos, acciones policiales y judiciales, juicios penales y civiles contra más de 20 comuneros, cantidad de documentos administrativos, judiciales y varias notas periodísticas. Pero de nada sirven porque la autoridad forestal se cierra en sus razones y sigue otorgando permisos, ampliaciones y en mayo último ha dado una nueva autorización a la misma persona, por un área adicional de 20 Hás. Y por el plazo de un año.
Nos llama la atención que en un predio de 20 Hás. De fácil acceso y con especies forestales que tardan más de 10 años en recuperarse, el SERFOR haya expedido una autorización de tala por un año y luego dos prórrogas de la misma que han terminado a mediados de este año. Y más inexplicable es que la nueva autorización tenga vigencia de un año cuando el aprovechamiento se lo puede hacer en menos de un mes dada la tecnología existente y el fácil acceso al lugar de personas y medios de transporte. Acaso se busca “arrasar” con las especies forestales?
NUEVA RESOLUCIÓN Y CONFLICTO RECIENTE
En base a una denuncia escrita y solicitud de intervención del Presidente de la Comunidad Campesina, Sr. Fernando Chévez Uriarte, se realiza una “visita de constatación de daños” con la finalidad que las autoridades y funcionarios regionales tomaran contacto con una realidad de tala de bosques ralos en un espacio concreto y que afectaban a personas concretas. Los hallazgos encontrados en esa ocasión los podemos resumir en los siguientes puntos:
- La zona autorizada para la extracción de especies forestales se encuentran a ambas márgenes del río Salas — que generalmente es seco – constituyendo una especie de borde natural que permiten encausar las aguas estacionales. Al extraer las especies forestales se está debilitando el cauce del río con lo que aumentan las posibilidades de inundaciones de las parcelas ubicadas aguas abajo.
- En toda la zona se pueden notar espacios libres de vegetales como producto de saca de especies forestales anteriores, lo que nos da una idea de lo que va a ocurrir en las nuevas áreas a realizar “manejo forestal”. Este proceso es el que se le denomina desertificación ya que las posibilidades de implantar cultivos o de reforestar son muy escasas.
-La tala o aprovechamiento forestal se está produciendo en una zona de bosque ralo en la que sobresale las especies algarrobo, zapotes y en menor medida faiques. Extraña que en un espacio de esta naturaleza se autorice labores de desbosque que terminan eliminando totalmente la cobertura arbórea y arbustiva.
- En un contexto de alta conflictividad no comprendemos las razones que llevan a una autoridad estatal a dar nuevas resoluciones a sabiendas que las anteriores generaron enfrentamientos y a sabiendas que la nueva resolución generará conflictos que pueden terminar en situaciones más que lamentables. En este caso la Comunidad cuenta con documentos oficiales que la respaldan y que en cierta forma cuestionan los documentos de los propietarios formales del predio.
- El bosque en la zona ha sido mantenido, defendido, preservado por las familias de Noria Nueva porque para ellas significa un componente importante de sus vidas y de su subsistencia. Basta visitar sus viviendas para darse cuenta que están hechas para la pequeña crianza de animales. Para los taladores el bosque significa simplemente una opción de negocios y, por ello no es casual, que la persona que trata directamente con SERFOR no es el propietario sino un conocido comerciante de carbón y de leña.
Finalmente en estos casos el SERFOR muestra una candidez que sorprende, pues se ha creído el cuento y la promesa que el titular de la autorización de tala realizará actividades de reforestación para resarcir el daño causado y esto a pesar que no se han encontrado evidencias que los taladores estén cumpliendo su promesa; pero igual, el SERFOR seguirá autorizando la tala legal, el desbosque formal de los escasos y ralos bosques de especies forestales nativas, que otras normas y otros organismos estatales tratan de defender y promover.
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Nota final: los argumentos usados por la Administración Técnica de Serfor – Lambayeque se orientan a cuestionar frontalmente a los denunciantes, además las denuncias eran puestas en conocimiento de los denunciados en forma rápida y sin que la oficina estatal hiciera una investigación por su cuenta. Las autorizaciones se las daba en mérito a que son expedientes “atrasados” que por un “acuerdo” de la alta dirección se les tenía que dar trámite. La zona de tala era un bosque ralo, absolutamente frágil que protegía el cauce del río Salas, nada menos.
Parece que esta actitud de Serfor Lambayeque era parte de una inconducta generalizada ya que el administrador zonal ha sido cesado en su cargo bajo acusaciones de comercializar parte de la leña y el carbón incautados.
La aprobación de los Reglamentos de la Ley Forestal y Fauna Silvestre podría significar un cambio en la política de Serfor para convertirse en promotor, en guardián de un desarrollo sostenible de los bosques, de la flora y fauna silvestres. Hasta ahora ha sido todo lo contrario.
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*Pedro Alva Mariñas es investigador del Instituto de Desarrollo Regional – INDER
NOTA: este artículo ha sido publicado en el Semanario Expresión. 2da. Semana de Septiembre
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