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CONGONA – CAÑARIS: UN SITIO ARQUEOLÓGICO DEL FORMATIVO EN LA SERRANÍA DE LAMBAYEQUE

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Reporte de un descubrimiento (27/06/1986). 

Ant. Pedro Alva Mariñas

 Instituto  de Desarrollo Regional (INDER)

 

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BREVÍSIMA PRESENTACIÓN. Este artículo es en buena cuenta, el reporte del descubrimiento del sitio arqueológico de Congona, sector de la Comunidad Campesina San Juan de Cañaris de la Provincia de Ferreñafe, Departamento de Lambayeque – norte del Perú. El hallazgo se realizó el 27 de Junio de 1986 y del cual se dio amplia cobertura en los medios locales. Lo que hacemos ahora es reproducir, con ligeras variantes, el artículo publicado en la Revista Avances en su primera edición del mes de mayo de 1995.

Nos reconforta que este lugar haya sido preservado por los comuneros y líderes de Congona y de Cañaris y también nos alegra que después de 27 años se estén iniciando los trabajos propiamente arqueológicos de un sitio que hasta ahora nos sigue fascinando y que una serie de circunstancias nos facilitaron darlo a conocer a la sociedad y a los especialistas.

A continuación presentamos un fragmento del artículo publicado en la Revista Avances. El texto íntegro se puede leer en www.inderperu.com

LAS PIEDRAS CON ENCANTO.

No hay duda de que el lugar ha generado en los pobladores un reverente respeto por estos restos de los “gentiles” a tal punto que no se han encontrado evidencias de huaqueo en la zona hasta nuestra última visita (1991). En este sentido se conocen dos historias sobre el lugar. Una primera afirma que en Joroshpampa un rayo destruyó parte de la construcción y dañó una piedra plana colocada a la entrada del recinto y que era sostenida por las columnas. Efectivamente en nuestra primera visita pudimos ver en el piso restos de una piedra muy pulimentada de forma plana y de color blanquecino; pero la mención al rayo (además muy común en la zona) puede ser una versión figurada de la desaparición de esa sociedad de gentiles por fuerzas superiores representadas por el poder del rayo.

En cuanto a las columnas se comenta que un comunero, hace ya muchos años, decidió transportar esas piedras a su casa y utilizar una de ellas como parante del telar rústico típico del lugar. La huella de la soga que sostenía el telar todavía se aprecia en la parte superior de una de las columnas, lo que confirmaría este uso. Al poco tiempo empezó a tener problemas con la salud de sus animales, luego se enfermaron sus familiares y hasta perdió a uno de ellos. Convencido que eran las piedras las causantes del “daño” las retiró del patio de su casa y con la ayuda de una yunta las llevó hasta las cercanías del lugar donde las encontró, abandonándolas en plena chacra. Posteriormente el dueño de dicha parcela las retiró del lugar y las colocó en el cerco en donde fueron encontradas por nosotros el año 1986.

 PRIMERAS INFORMACIONES.

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Una entrevista con comuneros y el docente Miguel Porro, durante la festividad de San Juan Bautista del pueblo de Cañaris, me facilitó la primera información imprecisa de la existencia del sitio arqueológico de Congona y fue impreciso porque muy poca gente había visto las piedras, ni siquiera el docente mencionado. Interesado por esa información decidí atravesar la cordillera, rumbo a Motupe. Apenas llegado al sitio (27-6-1986), uno de los vivientes entrevistados me condujo, en plena llovizna, a un promontorio o pequeña lomada en donde descubrimos las primeras evidencias del sitio: una pared de piedra semi enterrada, una solitaria piedra muy pulida, un recinto circular de piedra, en la parte posterior una escalinata amplia de piedra y la evidencia de terrazas. La construcción estaba cubierta de tierra y maleza. Ya casi al cerrar la tarde logramos ver las dos columnas colocadas como parte del cerco de una parcela de propiedad del comunero Daniel Rinza M.. En esta ocasión sólo pude captar unas fotografías, sin poder apreciar las figuras allí representadas.

Del descubrimiento de Congona, el diario La Industria de Chiclayo, dio la primicia en su primera plana (15-7-1987).Nota firmada por Pedro Roque.  Posteriormente se publicó una fotografía nuestra de las columnas en “Lambayeque y su esplendor” de Eric Mendoza y, a invitación del Centro de Estudios Arqueológicos de Lambayeque – CEAL, realizamos la única exposición del sitio para una reducido grupo de invitados. Por tal, ésta es la primera vez que nos ocupamos de este sitio arqueológico. Sabemos que en  épocas recientes ha sido visitado por algunos estudiosos, gracias a la información aparecida.

Consideramos importante mencionar que no se conoce evidencia ni referencia alguna de que algún estudioso, ni siquiera H. Brüning haya registrado el sitio. En la relación de fotografías publicadas no aparece mencionado Congona, ni tampoco  en los itinerarios de sus viajes reconstruidos por R. Schaedel.

 LAS COLUMNAS O MONOLITOS

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No hay duda que, por el momento, lo más importante del sitio de Congona es la existencia de dos columnas de piedra tipo cantera, de forma cilíndrica, asociados como ya dijimos a la arquitectura del sitio arqueológico. Toda la superficie de las columnas  están tallados con figuras bastante complejas en la que destacan claramente formas humanas, de ave y de felino, en una abigarrada y sorprendente fusión que expresa con claridad el carácter religioso de lo allí representado. Los trazos realizados por el o los artistas pretéritos están muy bien delineados, son líneas muy definidas, gruesas y profundas facilitadas por la poca dureza del material. En algunos casos se trata de incisiones y, en otros se desbasta el fondo de la figura para hacerla quedar resaltada, a manera de un alto relieve, esto se nota principalmente en la parte alta, para delinear el perfil del personaje.

Se trata de dos columnas cilíndricas con su diámetro ligeramente  mayor en el centro que en los extremos. La columna A está mejor conservada, salvo una pequeña porción en que es difícil reconstruir las líneas primigenias. Esta columna mide de alto 1.58 m., su diámetro inferior mide 1.39 cms., su diámetro superior 1.27 m. y el diámetro central mide 1,42 cms. La columna B es la más deteriorada y, para suerte, la que tiene la representación menos espectacular. Por falta de espacio describiremos sólo una de las columnas. En repetidas ocasiones escuché a los comuneros del lugar referirse a las dos piedras como “machito y hembra”, el macho era la columna A por estar mejor adornada y por tener representado parte de un hombre.

UN CENTRO CEREMONIAL?

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 Existen ciertos elementos que nos llevan a suponer que Congona sería un centro religioso, talvez no de gran magnitud por la no existencia de edificios monumentales de otros lugares,  con  influencia en Cañaris y las zonas aledañas. Entre estos elementos podemos mencionar a los siguientes: Existen elementos arquitectónicos que conllevan un interés por impresionar a los visitantes de estos recintos tales como escalinatas amplias, terrazas superpuestas, amplia plaza. La existencia de columnas de piedra muy similares al sitio de Chavín de Huantar que ha sido definido como un centro ceremonial de importancia panandina. Es posible suponer entonces que este tipo de columnas eran propias de una arquitectura religiosa y cuya presencia ha sido documentada en varios sitios atribuidos al Formativo. La existencia, en una de las columnas, de una representación que recuerda al mítico personaje ornitomorfo con rasgos felínicos y antropomorfos que ha sido definida como la deidad andina por excelencia. Una representación tan especial no podía estar en cualquier edificio sino en aquél que tuviera un sentido religioso.

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DIVINIDAD DE CONGONA REPRESENTADA EN LA COLUMNA A.

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Textos, fotografías y gráficos son propiedad del autor.

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COMUNIDAD CAMPESINA MUCHIC DE CHONGOYAPE. La vitalidad de las Comunidades

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Pedro Alva Mariñas*

Oh!, Tierra querida, enjambre de ensueños,

qué dicha tan grande en tu suelo vivir;

sentir tu cariño, tratar con tu gente,

y todos unidos hacerte surgir.

(Himno a Chongoyape. José Silva Tirado)

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 En la cálida tarde del 02 de Marzo los elegidos integrantes del Comité Electoral Comunal 2014, concluían con un periodo conflictivo de su comunidad campesina, no se imaginaban las experiencias que protagonizarían en las semanas siguientes y que los convertirían en los personajes más importantes de la Comunidad, durante tres meses. No sólo heredaban un conflicto por el liderazgo de la comunidad entre tres presidentes, uno de ellos en funciones, y dos salidos de procesos electorales cuestionados por los perdedores; sino que el conflicto se  había judicializado y, además, el local comunal había sido tomado y retomado y vuelto a tomar a la fuerza, ese local estaba sin muebles, sin guardián, sin documentación y, para variar, la caja comunal estaba en bancarrota. Felizmente el Comité Electoral nacía preparado para enfrentar los desafíos pues la  asamblea en que fueron elegidos se desarrolló en un ambiente muy tenso que amenazaba con desbordar a los concertadores venidos desde Chiclayo. Felizmente sumas de experiencia, conocimiento del tema, respaldo de las rondas campesinas capitaneadas por Hortencio Orozco ayudaron a superar las dificultades.

 Luego de la juramentación los integrantes del Comité mostraron rápidamente su valía y sus pergaminos, no eran, ni mucho menos improvisados en estas lides. El presidente, Pedro Dávila Castillo, había sido un curtido sindicalista de Pucalá que sabía de estas luchas y de manejo de asambleas y que en los últimos meses estaba litigando contra las pretensiones terratenientes de Genaro Vera Roalcaba (el amigo de todos los políticos), el Secretario Izael Zapata García, había sido regidor de la municipalidad local y ahora, convertido en un emprendedor, sabía de negociaciones y de afrontar situaciones de clientes difíciles. Pero el vocal, Dociteo Tafur Díaz,  no se quedaba atrás porque su nombre – Dociteo – no procede de dócil, sino todo lo contrario, pues se había enfrentado a los difíciles caminos carrozables de nuestra serranía como  transportista de personas y mercancías y ya convertido en líder de una Junta de Administración Local, había puesto varios “paralés” a invasores y traficantes de tierras en uno de los sectores más conflictivos de su Comunidad. Sin quizás saberlo, sin proponérselo los comuneros habían elegido un Comité Electoral adecuado a las circunstancias.

 Los litigios judiciales generados por elecciones comunales no era una novedad en el caso de la Comunidad Campesina Muchik “Santa Catalina” de Chongoyape, pero sí la intensidad de la misma y el hecho que en poco tiempo la comunidad contara con tres presidentes, uno que terminaba su mandato y dos elegidos en procesos electorales cuestionados por los opositores y que no lograron inscribirse en Sunarp. Como parte de esta trifulca el Presidente cesante, Segundo Culqui entabló un proceso por “violación de domicilio, contra la propiedad privada en la forma de asociación ilícita y por usurpación de funciones” en contra de varios comuneros, entre los que se encontraba el Sr. Lázaro Rodas Morales, último presidente electo de la Comunidad y que había liderado el ingreso forzado al local comunal (Septiembre 2013). El imputado Lázaro Rodas contesta que no ejerció violencia y más bien estaba ejerciendo acciones propias de su cargo ya que había sido elegido presidente de la Comunidad en elecciones del 23/06/2013 y que el presidente Culqui se negó a reconocer esa elección a pesar que contó con “participación de autoridades judiciales, políticas, PNP y comuneros”. Además presenta una contradenuncia que, sumada a la que realizó Porfirio Torres – el primer presidente reemplazante de Culqui—nos encontramos con una danza de citaciones, alegatos, presentación de pruebas en las fiscalías y en los juzgados con los consiguientes impactos en el tiempo, la economía y la convivencia de los comuneros.

 Además de los juicios – que tienen un enorme peso en la subjetividad del poblador rural – se tenían muchos componentes de un verdadero problema sin solución a la vista: la comunidad contaba con tres padrones de comuneros elaborados en menos de un año: el primero contaba con 350 empadronados, elaborado por una comisión presidida por Hermenegildo Torres que sirvió de base para la elección de Porfirio Torres, el segundo fue realizado por un Comisión presidida por Juan Carrasco  y que contó con 686 comuneros (en el padrón faltan 29 folios) y el tercer padrón con 828 comuneros y cuya comisión fue presidida por Marco Castillo Díaz. Frente a una situación así el Comité Electoral tomó en cuenta los tres padrones para confeccionar un “Padrón Electoral 2014” que luego de ser prepublicado y de absolver las tachas y sugerencias terminó por cerrarse con 906 comunero hábiles para votar. Tal decisión, a pesar de ser inclusiva, no satisfizo a ciertos sectores de poder que llegaron a contratar un espacio radial y a un periodista de Chiclayo para desatar una de las campañas más infames contra un proceso democrático en Chongoyape.

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 Sólo los más optimistas – entre ellos Leonardo Reyes de Fedeccal y Pedro Alva Mariñas de Inder – pudieron prever la avalancha de votantes que llegaron a 684 comuneros y que repartieron su voto en favor de los cuatro candidatos que se presentaron a las elecciones: Lázaro Rodas Morales de la Lista Verde recibió 238 votos, siendo el ganador; Edivar Carrasco Vásquez de la Lista Azul fue favorecido con 174 votos; Segundo Culqui Mendoza de la Lista Amarilla contó con 137 adherentes; y David Zapata García de la Lista Rosa acumuló 98 adherentes. Se contaron también 8 votos en blanco y 29 votos nulos. Las actas de mesa de sufragio no tuvieron votos impugnados y los personeros de las Listas también estamparon sus firmas en señal de conformidad con los resultados. Esto no quiere decir que los perdedores y los opositores al proceso electoral hayan quedado satisfechos y sin iniciativas.

 Terminaba el acto electoral al anochecer del 27 de Abril y se aprovechó los últimos rayos de luz para firmar  las actas y para proclamar a la nueva directiva de la Comunidad Campesina Muchik “Santa Catalina” de Chongoyape que regirá los destinos de esta Comunidad desde el 27 de Abril del 2014 hasta el 31 de Diciembre de 2015. Ya en plena oscuridad hicieron uso de la palabra los integrantes del Comité Electoral, el presidente de Fedeccal, el representante de Inder, el Juez de Paz de Chongoyape y, lógicamente Lázaro Rodas Morales como el flamante Presidente de la Comunidad. Sólo una larga fila de mototaxis, manejados por jóvenes comuneros, se desplazaron de Tierras Blancas a Chongoyape para anunciar, a bocinazo limpio, que la prestigiosa Comunidad ya contaba con una nueva directiva y que se recobraba las esperanzas para casi un millar de comuneros.

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Este artículo ha sido publicado en Semanario Expresión de Chiclayo.

 *Pedro Alva Mariñas trabaja en INDER. Correo: inderperu@hotmail.com

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