Archivo por meses: marzo 2013

DOMINGO DE RAMOS EN LAMBAYEQUE

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Pedro Alva Mariñas

INDER – Instituto de Desarrollo Regional

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“Jesús … subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania … mandó a dos discípulos, diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo … Ellos fueron y lo encontraron … Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar.

Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos … la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos … “¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto.” (Lucas 19, 28-40)

La celebración del Domingo de Ramos en Lambayeque es una representación muy apegada al relato católico y mantiene una larga tradición: la imagen de Cristo montado en un borrico, la gente recibiendo con alegría su ingreso, el batir de palmas y los cánticos de alabanza. Sin embargo al documentar la celebración en Lambayeque aparecen historias muy particulares que le dan a esta celebración una impronta local. Es posible que con el tiempo la escenificación tradicional de esta fecha sufra cambios o desaparezca empujada por la modernización, como ha sucedido en Chiclayo; pero, vista la devoción y la participación de niños y jóvenes, consideramos que esta celebración, con sus características actuales, se mantendrá por mucho tiempo.

 UNA BREVE REFERENCIA HISTÓRICA

Los autores de A Golpe de Arpa, afirman que el Domingo de Ramos era celebrado con tres procesiones, la primera por la mañana que salía de la Iglesia y hacía un largo recorrido hasta regresar nuevamente al templo. Una segunda procesión se iniciaba a las 3 p.m. y terminaba a las 6 p.m. y se caracterizaba por “un mundo de trabajos manuales” todos hechos de la misma hoja de palma. La tercera procesión llevaba el anda del Señor del Huerto, salía por la noche y era acompañado por los apóstoles y una imagen de Pedro tratando de cortar la oreja un personaje llamado Malco. En realidad la tercera procesión, si bien se realizaba el domingo, no era propiamente ya una celebración del Domingo de Ramos.

Se conoce que el recorrido de la procesión abarcaba varias calles pero “desde el 2000, la festividad sólo se celebra en la Iglesia y su recorrido procesional abarca el perímetro del cuadrilátero de la Plaza de Armas ´27 de Diciembre´ de esta ciudad”, según afirma Jorge Izquierdo (La Semana Santa en Lambayeque)

EL DOMINGO DE RAMOS 2013.

No nos percatamos al principio, pero la imagen del Domingo de Ramos no se encuentra en buenas condiciones y necesita con urgencia un proceso de restauración, y ésta es la mayor preocupación de Gerardo López, Presidente de la Asociación Apóstol Pedro, encargado de la celebración del Domingo de Ramos por el padre Matamala hace como cuarenta años y que sigue en funciones porque “el cargo es más una devoción”. Recuerda que el cargo que hoy ostenta lo recibió de Rodolfo Oyola Romero, recordado mayordomo que estuvo muchos años en el cargo y al que se le reconoce el mérito de unificar la celebración de Semana Santa.

El domingo 24 de Marzo es uno de los días más ajetreados para el mayordomo. Este día de la entrevista nos dice que se encuentra en pie desde las 3 a.m., a la espera del borrico encargado de cargar la venerada imagen. Al borrico hay que “prepararlo” como es debido, bañarlo, acicalarlo, darle muchos consejos, colocarle las mantas, las sogas y todo lo necesario para que esté presentable, a la altura de la circunstancia. Dicha tarea no fue fácil porque este año se trataba de un borrico nuevo, procedente del paraje Yéncala, y muy poco acostumbrado a la ciudad y al inherente movimiento de gente y al bullicio. El borrico de Yéncala se convirtió en un dolor de cabeza para los miembros de la Asociación.

Mientras tanto en el frontis del templo el sacerdote procedía a bendecir las palmas que son uno de los símbolos de ese día que son traídas por el párroco de un lugar no revelado y con unos días de anticipación. Ese momento es muy importante porque esas palmas servirán para la procesión, pero también serán llevadas a casa y guardadas por un tiempo como algo especial. Ya para iniciar la procesión se pidió la presencia del Domingo de Ramos que apareció por un costado del templo, montado en su borrico, y con lo cual la procesión cobra sentido y entonces se recorre el perímetro del Parque 27 de Diciembre, ubicado al costado del Templo San Pedro.

La procesión fue precedida por dos jóvenes que llevaba una especie de palio, luego seguía el sacerdote, a los costados y formando un cordón humano se apreciaba a jóvenes ataviados con vestimenta de color rojo y blanco, al igual que el sacerdote. Al centro de este cordón se veía la imagen de Domingo de Ramos montado sobre el borrico, halado por Gerardo López y acompañado por otros integrantes de la Asociación. Por fuera de este grupo, unas quinientas personas, daban un marco adecuado a la procesión. Nos sorprende la gran cantidad de jóvenes y de niños presentes en la procesión, con lo que se garantiza la continuidad de este ritual por mucho tiempo.

Desde las 6 a.m. se inicia esta celebración, horario propio para los madrugadores, que son los que la viven con intensidad; pues a eso de las 9 de la mañana ya el templo luce casi vacío y como único testimonio de la celebración encontramos al Domingo de Ramos, sentado en una silla, con una palma pequeña en la mano, a la espera del Viernes Santo en la que lo volverán a vestir con sus mejores galas, lo montarán en un bien enjaezado burrito y acompañado por sus devotos presidirá la solemne Procesión del Viernes Santo.

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Fotos: Guillermo Luna y Pedro Alva M.

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LAS FESTIVIDADES RELIGIOSAS EN LAMBAYEQUE. Una mirada a sus potencialidades

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 Pedro Alva Mariñas. 

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 El convertir a la festividad en un atractivo turístico y, por tal, en un fenómeno de mayor impacto en la economía local exige que el Estado desarrolle políticas para potenciarlas, para fomentar los aspectos positivos, para eliminar los problemas y las amenazas existentes “ (Plan de Desarrollo de la Provincia de Lambayeque)

 

Nos parece interesante vincular las festividades religiosas con la cultura local y ésta con el desarrollo local. Nos parece bien que un plan de desarrollo provincial afirme que la religiosidad es muy importante en el norte del Perú y en particular en el Departamento de Lambayeque y que las festividades son claves en la vida de cientos de miles de personas que prácticamente pasan su vida esperando y celebrando las festividades patronales. Se han mostrado datos de pueblos como Mórrope y Monsefú en la que prácticamente todas las semanas del año tienen motivos para celebrar un santo del pueblo, del barrio o de un grupo familiar.

Tal parece que este apego a la religiosidad tiene una larga data en nuestra historia. Ya los etno historiadores y antropólogos demostraron el enorme peso de las religiones en la vida de los pueblos prehispánicos a tal punto que las diversas culturas podrían también conceptualizarse como una lucha de culturas, una lucha de divinidades. Este aporte demoró en ser incorporado por la Arqueología que todavía se mantuvo pegada a la tesis que era la guerra la que explicaba la dinámica de las sociedades prehispánicas – recordemos por ejemplo que el Señor de Sipán fue calificado inicialmente como “guerrero”.

Otro concepto a remarcar es que la festividad no es exclusivamente una actividad o una serie de actividades religiosas que se inician y terminan en los rituales establecidos por los párrocos o por las hermandades religiosas. La festividad va mucho más allá y son, diremos desde siempre, escenarios, espacios y oportunidades para los encuentros de amistades, para el ocasional regreso de los migrantes, para afirmar o reafirmar jerarquías sociales, lugares en que se compra y se vende y también espacios de afirmación simbólica y cultural.

En una festividad hay lugar para todos (unos más visibles que otros). En una celebración religiosa el párroco, la hermandad y el templo juegan un papel muy importante. Pero también tienen su lugar las autoridades locales que lucen sus mejores galas en la misa central o en los desfiles y procesiones. Los comerciantes “hacen su agosto”. Es oportunidad también para degustar los mejores platos y bebidas que caracterizan a la localidad. Y los empresarios se pelean lugares preferentes en el parque principal o se postulan para ser los organizadores de los bailes centrales de la festividad. Hay lugar para todos, muchas personas terminan siendo beneficiadas.

Por lo anterior nos parece un acierto que el Plan de Desarrollo de la Provincia de Lambayeque considere a las festividades religiosas como una potencialidad, como un recurso que lo tenemos, pero que al cual no se le está sacando todos los beneficios que es capaz de dar. Dejando a salvo el encomiable y no siempre reconocido trabajo de las hermandades, de los comités centrales y de las propias parroquias, sí consideramos importante que las autoridades locales (especialmente municipales) identifiquen espacios diferenciados para las actividades religiosas, comerciales, de alimentación, de recreación y culturales. Se tiene que garantizar seguridad a los vecinos y a los visitantes. Se debe garantizar la calidad de los servicios que se ofrecen, apoyar la difusión en los medios de comunicación. Se tiene que mejorar los servicios públicos y el acceso vial.

No se trata, ni muchos menos que el Estado se encargue de organizar las festividades porque ello podría ser desastroso en varios sentidos, lo que sí consideramos importante es que sume esfuerzos para que las festividades, organizadas por sus hermandades o comités centrales, desplieguen todo su potencial. Obviamente los propios empresarios y vecinos de la localidad tienen también una gran responsabilidad en hacer lo necesario para que la festividad consolide su potencial de atractivo turístico provincial, regional o nacional.

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El autor es investigador del INDER – Instituto de Desarrollo Regional

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LA PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA Y LA PLANIFICACIÓN DE CORTO PLAZO

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  Pedro Alva Mariñas. INDER

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Son muchas preguntas que se generan alrededor del planeamiento estratégico y las posibilidades de convertirlo en un instrumento efectivo de transformación de la gestión pública y de liderazgo a largo plazo de las sociedades. Algunas preguntas tienen que ver si el plan de desarrollo estratégico (a largo plazo) no termina adornando o rellenando los estantes o los cajones de los gestores públicos y son usados sólo para cumplir formalidades burocráticas. Y las otras preguntas tienen que ver sobre si el Plan ayuda a los gestores públicos a tomar decisiones en el día a día y no termina siendo un documento general, casi declarativo. Estas son preguntas que trataremos de responderla basados en algunas lecturas; pero sobre todo en la experiencia en procesos de planeamiento.

Cómo hacer del Plan de Desarrollo Concertado (regional, provincial o local) un instrumento efectivo de gestión pública? Nuestra primera recomendación es que una institución pública (especialmente las municipalidades) asuman la conducción del proceso en forma institucionalizada, es decir con acuerdo de sus gerencias de planeamiento, de los consejos municipales y del propio Alcalde. Se tiene que asegurar un proceso altamente participativo en el que las instituciones públicas, privadas y de sociedad civil participen de manera entusiasta y sostenida en todo el proceso, desde el inicio, hasta la validación. Finalmente la Municipalidad tiene que asumir el compromiso de aprobar el Plan mediante acuerdo de Consejo Municipal y hacerlo público en el diario oficial, para finalmente tomar la decisión de publicarlo, en espacios virtuales y en forma física y hacerlo llegar a las principales instituciones de su jurisdicción y de la región.  Un documento gestionado de esta manera, tiene mucho menos probabilidades de quedar estancado en las oficinas de la municipalidad ya que se contarán con muchos actores del proceso que preguntarán por él y que exigirán su puesta en práctica.

Cómo hacer para que el Plan de Desarrollo Concertado ayude a los gestores públicos a direccionar su actividad cotidiana? Consideramos que el contar con un plan de desarrollo genera una situación muy distinta cuando no se tiene ese plan de desarrollo. Por lo menos ya se cuenta con un documento que en cierta forma nos da un Norte, una orientación general de lo que debemos hacer. Por ejemplo la asamblea de agentes participantes ya sabrá que el mayor presupuesto participativo se tendrá que otorgar al objetivo estratégico priorizado en el Plan de Desarrollo Concertado y que ello ya no requiere mayor discusión (otra cosa es que no existan proyectos suficientes).

Sin embargo ello no basta y entonces se necesita dos planes para llenar ese espacio entre el actuar cotidiano del gestor público y el largo plazo establecido en el plan de desarrollo concertado. Esos planes son el Plan Estratégico Institucional Multianual (PEIM) y el Plan Operativo Institucional (POI). El primero establece un horizonte de cuatro a cinco años; mientras que el segundo tiene una duración anual y es el que más se aproxima a la labor cotidiana de un gestor público, de un simple trabajador del Estado.

El Plan Estratégico Institucional Multianual ya corresponde al ámbito de cada institución pública, como lo puede ser una municipalidad y en este sentido tiene una gran diferencia con el Plan de Desarrollo Concertado que es el documento marco para todos los actores de un territorio determinado. Por  lo anterior el PEIM tiene necesariamente que estar basado en el presupuesto de la propia institución y calculado anualmente y por un espacio de cuatro o cinco años.

En cuanto al POI se define como “un instrumento de gestión de corto plazo que define las actividades que se llevarán a cabo en períodos de un año, para el logro de los resultados previstos en el Plan Estratégico Institucional”. Se trata de un proceso por el cual una institución “organiza su gestión institucional para un año fiscal” y que es el documento en el que debe iniciarse el camino hacia los objetivos específicos y generales contemplados en el Plan de Desarrollo Concertado.

La importancia del POI radica en que orienta y dinamiza el funcionamiento de toda una institución porque cada oficina o dependencia hace la parte del plan que le corresponde; limita la dispersión de recursos humanos, logísticos y financieros de una institución; obliga a la coordinación al interior de la propia institución y permite conocer las actividades que la institución puede hacer en ese año, y entre ellas las que cuentan con presupuesto y aquellas que no lo tienen. Pero lo más importante es que cada oficina, cada dependencia se compromete al logro de resultados tangibles, medibles en un periodo determinado.

Formular un POI, que tenga los impactos descritos, requiere un doble proceso: una voluntad de los representantes de la institución de llevarlo adelante, cumplirlo y hacerlo cumplir; pero también es necesario el involucramiento de todos los funcionarios y trabajadores en la elaboración de este instrumento, desde el inicio hasta su aprobación, ejecución y seguimiento.

Terminamos afirmando que hacer un buen Plan de Desarrollo Concertado o actualizarlo ya es un buen punto; pero es indispensable complementarlo con la formulación, aprobación y puesta en práctica de un buen Plan Estratégico Institucional Multianual. Igualmente remarcamos la importancia del Plan Operativo Institucional para que se pueda iniciar el camino hacia el logro de los objetivos institucionales y de los objetivos contenidos en el Plan de Desarrollo Concertado. Estos tres instrumentos generarán las condiciones para una más efectiva y eficiente gestión institucional, que tanto se necesita en estos tiempos.

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Artículo publicado en Semanario Expresión de Chiclayo. 1 marzo 2013

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