Chiclayo, La Victoria y José Leonardo Ortiz han sufrido lluvias persistentes que van desde leve llovizna hasta un aguacero moderado. Sabemos que muchos otros lugares de Lambayeque también han sufrido los efectos de las lluvias. El problema en este caso no ha sido tanto la intensidad sino más bien la duración de las lluvias que, habiéndose iniciado en la mañana del día 6 de Febrero, ha persistido hasta la madrugada del día siguiente. El día domingo 7 d.c., por la mañana, hicimos un recorrido por varias calles y avenidas de Chiclayo, de La Victoria y de José Leonardo Ortiz y constatamos varias situaciones que el reciente temporal saca a luz: casi todas las calles y avenidas presentan empantanamientos de diversa magnitud y en aquellos en donde no existen es porque dichas aguas terminan en el sistema de desagüe. Existen zonas, especialmente bocacalles, en las cuales se presentan aniegos de diversa que sólo pueden desaparecer por extracción o simplemente porque el calor veraniego los evaporará lentamente. Muchas calles no asfaltadas se han convertido en grandes lodazales salpicados con charcos que hacen muy difícil que las personas puedan salir de sus casas y movilizarse ya que para hacerlo tienen que sacarse el calzado o revestir su calzado con bolsas plásticas. Igualmente hemos visto que algunas obras de infraestructura hechas especialmente para este tipo de eventos no funcionan: el canal Chiclayo proyectado para evacuar las aguas del distrito de José Leonardo Ortiz ha sido nuevamente cerrado, algunas calles con las alcantarillas para lluvias se encuentran obstruidas y las acequias Cois, Pulén y Yortuque tienen su cauce casi lleno llevando el agua de regadío a chacras que seguramente están colmatadas de agua.
La ocurrencia de las lluvias en días no laborables han amainado el impacto, pero al mismo tiempo ha mostrado las grandes dificultades para que las instituciones públicas respondan a las emergencias. Obviamente a los funcionarios y servidores públicos el temporal los ha cogido en su día de descanso y por más entusiasmo que seguramente pusieron, los mecanismos institucionales nunca funcionan en domingo y en este punto debemos mencionar que si bien el sábado vimos a diligentes trabajadores municipales barrer las calles de centro de Chiclayo, el domingo fue muy difícil encontrarlos y las aguas tuvieron que esperar el primer día laborable para ser evacuadas de las calles, con el consiguiente daño al asfalto de muchas avenidas y calles.
Se tiene la impresión que la población ha mejorado su capacidad de respuesta frente a este tipo de fenómenos naturales: hemos visto menos personas barriendo el agua de sus azoteas debido a que han colocado dispositivos más eficaces para evacuarlas, se han organizado cuadrillas de vecinos para evacuar las aguas de sus calles, los pobladores han construido diversos artilugios para protegerse de las aguas que se acumulan o corren por las calles.
Sin embargo tenemos la impresión que el Estado no aprendió la lección de las grandes inundaciones pasadas y mantiene a amplios sectores de la población en una situación de inminente peligro. Nos referimos a que se siguen construyendo aceras, calles, avenidas y edificios públicos como si nunca ocurrieran inundaciones y como una muestra de ello las calles antiguas – construidas antes del FEN 1997-1998 – han vuelto a ser inundadas en los mismos tramos y muchas de las calles y avenidas nuevas igualmente han sido anegadas ya que en ambos casos no se han construido desagües pluviales. Al contemplar todo esto quedamos con el sentimiento de que no hemos aprendido, que seguimos empecinados en actuar en contra de la lógica, en contra de la propia naturaleza.
Desde el intenso Fenómeno El Niño 1997- 1998 todo parece indicar que los daños más sensibles se han empezado a producir en las áreas urbanas de Lambayeque, especialmente en las grandes ciudades como Chiclayo, José Leonardo Ortiz, La Victoria y Ferreñafe y en este punto se marca una diferencia con el periodo anterior en que los daños se centraron en el sector rural. Esto implica que los más afectados en cuanto a número y a intensidad son los pobladores urbanos, sus propiedades y la infraestructura pública de las ciudades a diferencia de que antes eran los pobladores rurales, sus propiedades y la infraestructura de riego. Esto es compatible con el vertiginoso crecimiento del sector urbano en todo Lambayeque.
Resultaría lógico que la preocupación del Estado – en todos sus niveles – se debería concentrar en acciones de prevención, emergencia y reconstrucción de los centros urbanos. Pero todo parece indicar que no es así ya que en los años post Fenómeno El Niño 1997 – 1998 prácticamente no se ha hecho ninguna obra importante para prevenir, mitigar o evitar que las lluvias causen los estragos que vienen causando en las ciudades. Efectivamente los proyectos de prevención realizados en los últimos años están centrados en el “encauzamiento” de los ríos, defensa de los puentes, limpieza de canales y drenes. En ningún caso se han desarrollado proyectos tan necesarios como el desagüe pluvial de las ciudades, el acondicionamiento de las acequias para la evacuación más eficiente de aguas, o la construcción de nuevos canales de emergencia. No se trata ni mucho menos de descuidar el campo, se trata de reconocer que las ciudades y los centros poblados no deben seguir descuidados.