Sobre el tema de los pueblos indígenas (amazónicos, de sierra o de costa) existe una abundante literatura de carácter arqueológico, histórico, antropológico y lingüístico que debiera ser consultada por quienes toman decisiones que afectan la vida de estos pueblos. Más recientemente instituciones internacionales (entre ellos el Instituto Lingüístico de Verano) y también institutos y universidades como la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos han producido una abundante literatura. No consultar esta documentación, no solicitar a los asesores información sobre el tema y no llamar a los especialistas en la materia hace explícito o un error elemental o en el peor de los casos una evidencia de lo que se llama la negación del otro, la creencia de que el otro no existe o ni siquiera vale la pena conocerlo.
Más recientemente han sido las Ciencias Sociales y en particular la Antropología las que han logrado acumular conocimientos amplios sobre los pueblos indígenas y la propia Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo trabaja el tema de comunidades campesinas de costa, habiendo realizado también incursiones a las comunidades campesinas de sierra y a los pueblos aguarunas de la zona de selva, a cargo de estudiantes de Sociología.
De lo expuesto hasta aquí podemos sostener que tanto el Congreso como el Ejecutivo al momento de legislar sobre la Amazonia no se molestaron en consultar la literatura existente, no consultó a los especialistas y tampoco solicitó el concurso de las universidades públicas y privadas. Y por supuesto tampoco se le ocurrió a realizar talleres para conocer directamente elementos de la realidad en que se desenvuelven los pueblos indígenas de nuestro país.
Hay que ser un profesional o un estudiante de ciencias sociales para sentir que se trata de una de las carreras más discriminadas que existen y hasta se podría decir que existe todavía un veto contra estos profesionales para que trabajen en el Estado. No hay duda que esta discriminación ha sido motivada, en parte, por la débil formación académica de los sociólogos de tiempo atrás; pero sobre todo por un Estado que desconocía la complejidad de la sociedad peruana y de la necesidad de estudiarla y comprenderla para formular leyes y políticas inclusivas que respete la diversidad de nuestro país y la necesidad del componente intercultural.
Luego de los sucesos de Bagua estamos asistiendo a interesantes proyectos de abordar el tema de los pueblos indígenas (repetimos de selva, sierra y costa) de una manera sistemática. Una propuesta es tratar el tema directamente entre el Primer Ministro y los Apus de los pueblos amazónicos protestatarios, lo que implica esta propuesta es tratar el tema de manera muy puntual, pero excluyendo a otros actores tanto del Estado como de los propios pueblos amazónicos, el resultado previsto podría ser el de ponerse de acuerdo en las modificaciones a tal o cual norma y con ello cerrarlo hasta nueva oportunidad. La otra propuesta va en el sentido de constituir una comisión especializada que termine con recomendaciones para que el Estado los tome en cuenta. Una tercera propuesta consiste en que cada sector del Estado que tenga trabajo en los ámbitos de las comunidades indígenas promueva iniciativas para adecuar su normatividad interna, sus planes operativos o sus dispositivos administrativos con la finalidad de dar pasos hacia la configuración de un Estado democrático, inclusivo y no excluyente.
Se espera que se comprenda que para gobernar un país o una región se debe echar mano de todos los conocimientos acumulados, de los profesionales especializados, de las instituciones creadas para tales fines como las universidades y las ONG. Debiera también respetar y fortalecer los niveles de gobierno. Diremos también que el Estado entienda que no puede ni debe discriminar a los profesionales de ciencias sociales ya que su formación académica, sus conocimientos y sus habilidades no sólo pueden contribuir a evitar dolorosos sucesos como los de Bagua, sino encaminar los pasos de todos los peruanos y peruanas para construir un país unitario y diverso, un país de todas las sangres como lo postulara José María Arguedas.
*Publicado en Expresión. julio 2009