Archivo por meses: julio 2009

CONADES MACRO NORTE: ESPACIO DE SOCIEDAD CIVIL

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Pedro Alva Mariñas

Teniendo como lema: “Construyendo una Macroregión con Desarrollo y Equidad”, se desarrolló (29/11/2008) en Chiclayo, un evento muy importante que lleva el nombre de Conferencia Nacional de Desarrollo de la Macroregión Norte (CONADES Macronorte) y que se constituye en un importante esfuerzo por vertebrar lo que podría ser un espacio de articulación de la sociedad organizada (sociedad civil) del Norte del país. Otra vertiente de la sociedad regional que también viene articulándose son los frentes de defensa, las rondas y las comunidades campesinas que tienen su propia dinámica y sus propias prioridades. Estas dos vertientes aparecen distanciadas en varios temas como en la relación con el Estado, en el tipo de propuestas y demandas, en las estrategias para lograr los objetivos y en las formas de acción. Sin embargo existen propuestas, de ambos lados, de establecer lazos de unidad para una acción conjunta.

Estos esfuerzos de articulación de la sociedad civil regional se fundamentan también en las serias limitaciones que tiene el Estado (en sus tres niveles) para llevar adelante una propuesta de desarrollo inclusiva, para fortalecer el proceso democrático haciéndolo más participativo y para procurar el bienestar de las personas en todos los lugares en que viven. Esta carencia del Estado, o lo que se conoce también como “falla del Estado”, hace todavía más apremiante que la sociedad organizada se plantee un rol más activo en el escenario macroregional.

CONADES Macronorte reconoce la importancia de la articulación de la sociedad civil en un espacio tan grande como el norte del Perú y, por ello apuesta a convertirse en un espacio articulador de la sociedad regional organizada – por lo menos de un sector de ésta – y ésta es una apuesta que tiene valor en sí misma. Esta articulación macro norte de la sociedad civil puede ser una especie de contrapeso a los espacios de articulación del Estado a nivel de INTERNOR, a las instancias de coordinación macroregionales de alcaldes y a las reuniones macro norte que promueven varios organismos públicos (Direcciones regionales de educación, gerencias de desarrollo social). Las posibilidades de que la CONADES Macronorte se convierta en un espacio más institucionalizado de sociedad civil depende mucho de la formulación de una “Agenda macronorte” que supere las fronteras departamentales, las visiones sectoriales; aunque se base en ellas. Es un proceso que requiere tiempo y persistencia.

En la línea de ir formulando una agenda, los delegados de seis de los departamentos norteños, se pusieron de acuerdo en trabajar un temario de cinco grandes temas:

1. Democracia, acción política y movimientos regionales
2. Actividades productivas en la macro norte, el TLC y el IIRSA
3. Comunidades campesinas, minería y medio ambiente
4. Lucha contra la pobreza y programas sociales
5. Descentralización, integración y participación ciudadana

Cada uno de estos temas fue trabajado, inicialmente por expositores invitados, luego se trabajaron en las mesas temáticas y de allí pasaron a la plenaria para su debate, modificación y aprobación. Al finalizar la tarde se habían aprobado un total de 30 demandas que la sociedad civil del norte plantea al Estado en sus niveles local, regional y nacional y que se constituyen en la base para la unidad de acción de la sociedad civil del norte. El evento fue cerrado con la aprobación de una “Declaración de la sociedad civil del Norte” (documento que puede leerse en este blog). Enlace: www.conades.org.pe

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COMUNIDADES CAMPESINAS DE LAMBAYEQUE

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Comuneros de la Comunidad Campesina de Mórrope (Lambayeque) reunidos en Asamblea Pública para tratar asuntos de tierras. mayo, 2009. foto pam.

Pedro Alva Mariñas

En las últimas semanas hemos sido testigos de los esfuerzos iniciales de algunos líderes comunales por generar espacios comunes de información, debate, toma de acuerdos y acciones para visibilizar su existencia ante el Estado y la sociedad regional. Esta iniciativa parte de lo que queda de la antes activa Federación de Comunidades Campesinas de Lambayeque – FEDECCAL y de algunos presidentes de comunidades que intentan respuestas comunes frente a problemas que los agobian y que los están derrotando en algunos frentes.

Recordamos que en Lambayeque existen comunidades campesinas consideradas ancestrales (que obtuvieron su reconocimiento entre 1930 y 1970) y comunidades nuevas que generalmente emergieron de los grupos campesinos creados por la Reforma Agraria del Gobierno de Velasco Alvarado. Todas las comunidades campesinas tienen existencia jurídica, reconocida por el Estado. Las primeras fueron reconocidas mediante decretos supremos expedidos por los Ministros de Trabajo y Asuntos Indígenas, las segundas obtuvieron sus reconocimientos mediante Decretos Directorales expedidos por los Directores Regionales de Agricultura.

Vale la pena recordar que las comunidades campesinas existentes en el ámbito de la Región Lambayeque son: Santo Domingo de Olmos, Tongorrape, San Julián de Motupe, San Pedro de Chóchope, San Mateo de Penachí, San Francisco de Asís de Salas, Virgen Purísima de Jayanca, Santa Rosa de las Salinas, San Pedro de Mórrope, San José, Santa Rosa, Santa Lucía de Ferreñafe, Manuel Arévalo de Pítipo, San Martín de Reque, San Pedro de Monsefú, San Pedro de Lagunas, San Francisco de Mocupe, Santa Catalina de Chongoyape, San Antonio de Laquipampa, Micaela Bastidas de Moyán, San Pablo de Inkawasi, San Martín de Porres de Atumpampa, San Isidro Labrador de Marayhuaca, José Carlos Mariátegui, San Juan de Cañaris y Túpac Amaru II de Cañaris.

Además de cierta diferenciación por el tiempo de su reconocimiento oficial, las comunidades campesinas se diferencian también por la zona geográfica. Existen comunidades campesinas de costa y existen comunidades campesinas de sierra. Las primeras están dispersas en la mayoría de distritos costeños y las segundas se concentran en los distritos de Cañaris y especialmente de Inkawasi y, una de ellas, se ubica en la parte alta del distrito de Salas. Las comunidades campesinas de costa sufren mucho más la presión por sus tierras, especialmente por el crecimiento de la población urbana y por la política de usurpación de territorios que es impulsada desde Palacio de Gobierno y desde el Congreso. Esta presión no se siente igual en la zona de la sierra. Por otro lado, las comunidades de costa se ven desgarradas por constantes conflictos internos alentadas por intereses particulares y que los llevan a un desgaste de energías y de recursos permanentes; mientras que en las comunidades de sierra este problema es secundario. Adicionalmente los comuneros costeños están presionados por la escasez de aguas para sus cultivos debido a su ubicación marginal en los valles, determinando que miles de ellos se encuentren en situación de regantes precarios. Por su parte las comunidades de sierra tienen acceso libre al agua ya en su territorio nacen los ríos y quebradas, siendo su necesidad básica la construcción de infraestructura física de riego. Para regar sus tierras de “secano” dependen de las lluvias estacionales.

Sin embargo son las comunidades campesinas de sierra las que se enfrentan a un peligro sin precedentes en su larga historia: la presencia de empresas mineras transnacionales dispuestas a extraer las riquezas de subsuelo, obligar al éxodo de sectores importantes de la población y con el riesgo de deteriorar gravemente el medio ambiente. La intensidad de este impacto estará en directa relación con los precios internacionales, con la capacidad de negociación de las comunidades potencialmente afectadas y del rol que pueda cumplir las instituciones públicas y la sociedad organizada. En este punto los distanciamientos se van a producir cuando el gobierno se convierta en facilitador de la explotación minera por el atractivo canon minero que Lambayeque no lo tiene y la sociedad regional y parte del empresariado agroexportador sentirán que la presencia de esas explotaciones mineras, afectarán el desarrollo de la agro exportación y afectarán la vida de las personas ubicadas en las partes medias y bajas de los valles. Para entonces las tensiones comunidades – minería, se ampliarán a otros sectores sociales.

Por otro lado las comunidades de sierra se enfrentan al permanente aislamiento cuando sus precarias carreteras se interrumpen como consecuencia de lo mal que están construidas que no soportan los rigores de las lluvias estacionales y de la humedad. Finalmente un alto porcentaje de comuneros de la sierra hablan el quechua como idioma materno y mantienen elementos culturales quechuas; mientras que el idioma nativo costeño, el muchik, se ha extinguido y si bien mantienen elementos culturales nativos, éstos se encuentran mucho más erosionados e imbricados con la cultura occidental. En ambos casos la sociedad regional reconoce que en los espacios de comunidades campesinas se encuentra la base de lo que podría decirse las bases de nuestra identidad regional.

A pesar de estas importantes diferencias existen muchos elementos que parecen hermanar definitivamente a las comunidades campesinas de costa y sierra. Entre estos elementos comunes están los vinculados a la pobreza que campea en sus territorios, la débil presencia del Estado en casi todos los órdenes, las amenazas y depredación de sus territorios, los problemas de reconocimientos de sus territorios y directivas comunales, la destrucción y tráfico de sus recursos naturales, la fragilidad o inexistencia de servicios básicos como salud, educación, agua potable y, por añadidura, la legislación que le niega o recorta derechos individuales y derechos colectivos. Es también en estos puntos en donde se encuentran coincidencias con los pueblos y comunidades amazónicos.

Seguramente ésta sea la base sobre la cual se piensa reactivar la Federación de Comunidades Campesinas de Lambayeque – FEDECCAL, como expresión de una voluntad y de una unidad de acción de comunidades de costa y de sierra que ya se unieron los años 1988 al 2002 para enfrentar las amenazas de la legislación agraria neoliberal promovida por el triplete Fujimori – Absalón Vásquez – Andrés Reggiardo.

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BAGUA Y LAS CIENCIAS SOCIALES

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Pedro Alva Mariñas

Sobre el tema de los pueblos indígenas (amazónicos, de sierra o de costa) existe una abundante literatura de carácter arqueológico, histórico, antropológico y lingüístico que debiera ser consultada por quienes toman decisiones que afectan la vida de estos pueblos. Más recientemente instituciones internacionales (entre ellos el Instituto Lingüístico de Verano) y también institutos y universidades como la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos han producido una abundante literatura. No consultar esta documentación, no solicitar a los asesores información sobre el tema y no llamar a los especialistas en la materia hace explícito o un error elemental o en el peor de los casos una evidencia de lo que se llama la negación del otro, la creencia de que el otro no existe o ni siquiera vale la pena conocerlo.

Más recientemente han sido las Ciencias Sociales y en particular la Antropología las que han logrado acumular conocimientos amplios sobre los pueblos indígenas y la propia Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo trabaja el tema de comunidades campesinas de costa, habiendo realizado también incursiones a las comunidades campesinas de sierra y a los pueblos aguarunas de la zona de selva, a cargo de estudiantes de Sociología.

De lo expuesto hasta aquí podemos sostener que tanto el Congreso como el Ejecutivo al momento de legislar sobre la Amazonia no se molestaron en consultar la literatura existente, no consultó a los especialistas y tampoco solicitó el concurso de las universidades públicas y privadas. Y por supuesto tampoco se le ocurrió a realizar talleres para conocer directamente elementos de la realidad en que se desenvuelven los pueblos indígenas de nuestro país.

Hay que ser un profesional o un estudiante de ciencias sociales para sentir que se trata de una de las carreras más discriminadas que existen y hasta se podría decir que existe todavía un veto contra estos profesionales para que trabajen en el Estado. No hay duda que esta discriminación ha sido motivada, en parte, por la débil formación académica de los sociólogos de tiempo atrás; pero sobre todo por un Estado que desconocía la complejidad de la sociedad peruana y de la necesidad de estudiarla y comprenderla para formular leyes y políticas inclusivas que respete la diversidad de nuestro país y la necesidad del componente intercultural.

Luego de los sucesos de Bagua estamos asistiendo a interesantes proyectos de abordar el tema de los pueblos indígenas (repetimos de selva, sierra y costa) de una manera sistemática. Una propuesta es tratar el tema directamente entre el Primer Ministro y los Apus de los pueblos amazónicos protestatarios, lo que implica esta propuesta es tratar el tema de manera muy puntual, pero excluyendo a otros actores tanto del Estado como de los propios pueblos amazónicos, el resultado previsto podría ser el de ponerse de acuerdo en las modificaciones a tal o cual norma y con ello cerrarlo hasta nueva oportunidad. La otra propuesta va en el sentido de constituir una comisión especializada que termine con recomendaciones para que el Estado los tome en cuenta. Una tercera propuesta consiste en que cada sector del Estado que tenga trabajo en los ámbitos de las comunidades indígenas promueva iniciativas para adecuar su normatividad interna, sus planes operativos o sus dispositivos administrativos con la finalidad de dar pasos hacia la configuración de un Estado democrático, inclusivo y no excluyente.

Se espera que se comprenda que para gobernar un país o una región se debe echar mano de todos los conocimientos acumulados, de los profesionales especializados, de las instituciones creadas para tales fines como las universidades y las ONG. Debiera también respetar y fortalecer los niveles de gobierno. Diremos también que el Estado entienda que no puede ni debe discriminar a los profesionales de ciencias sociales ya que su formación académica, sus conocimientos y sus habilidades no sólo pueden contribuir a evitar dolorosos sucesos como los de Bagua, sino encaminar los pasos de todos los peruanos y peruanas para construir un país unitario y diverso, un país de todas las sangres como lo postulara José María Arguedas.

*Publicado en Expresión. julio 2009
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